Gonzalo Gamio Gehri
Desde que tiene cierto recuerdo, Julie Baker ama a Bryce Loski. Ella es una niña con una gran
inteligencia y capacidad de empatía. Bryce es un niño que vive a pocos pasos de
su casa, y asisten a la misma escuela. Esta es parte del argumento de Flipped, una película (basada en una
novela) acerca de la compleja trama de las relaciones humanas y la naturaleza
de nuestros afectos, vista desde el enfoque de dos niños. Hace un tiempo
escribí un post sobre la película, hoy me propongo revisar una vez más alguno
de sus temas centrales.
El padre de Julie –
pintor por vocación – pregunta a la niña qué siente por Bryce, y qué tipo de
persona es, si “es más que la suma de sus partes”. De la misma forma en que los
objetos de un cuadro están en relación con los otros objetos y con el trasfondo
completo, conocer e identificar la valía de una persona entraña percibir su
historia, sus pensamientos, sus emociones, su capacidad de sentir compasión y
cariño por los demás. Conocer a alguien es buscar el cuadro completo, mirar
por dentro o procurar lograrlo. Julie comprende esta reflexión de su padre
cuando por primera vez sube al sicómoro de su calle, un gran árbol desde el que
puede ver su casa, su escuela, la gente pasar, el autobús llegar al paradero.
Puede verlo todo y percibir las conexiones entre las cosas. De manera similar,
habrá que acercarse a las personas para conocer sus corazones.
“- ¿Y qué hay con él?- ¿Qué?.
Tienes que ver el panorama completo. Un cuadro es más que la suma de sus partes. Una vaca sola es sólo una vaca. Un prado por sí mismo es sólo pasto, flores…y el sol que se asoma es sólo un haz de luz. Pero si lo reúnes todo, podría ser mágico”.
Este hallazgo
permite que Julie se pregunte si muchas de las persona que conoce son o no ‘más que la suma de sus partes’. Sabe – con la
inocencia y la seriedad que imprime a esta iniciativa – que su pesquisa no es
la de un juez inflexible que evalúa a los individuos desde un severo tribunal,
sino es más bien la de una persona sensitiva y perspicaz, que busca comprender
a los demás con sus defectos y sus grandezas, con todas sus limitaciones, para
reconocer en ellas su anhelo de crecer y ser mejores. Con Bryce, esta pregunta
está teñida de misterios, no sabe si el amor que siente por él no le ayuda a
ver con claridad, o si esos sentimientos son los que precisamente le permitirán conocer el
corazón de Bryce Loski.
Pero Bryce la
decepciona muchas veces. En su torpeza, él desestima los detalles, la presencia de
Julie en su vida, todo lo que ella aporta a su existencia. Sólo piensa en su temor, y en su falta de valor. La deja sola cuando un grupo de obreros se disponen a derribar su amado
árbol para remodelar el lugar. Incluso desliza algunas expresiones hirientes
sobre el tío de la muchacha, un hombre que padece una discapacidad. Julie se
dice a sí misma que alguien a quien ha dirigido todo su amor y su amistad no puede
dejarla sola en situaciones tan adversas, que los verdaderos amigos no se
conducen así. Quien es más que la suma de sus partes tendría necesariamente que luchar sin fatiga por
honrar los sentimientos y los vínculos significativos. Decide alejarse, ante el desconcierto de Loski.
Bryce reconoce su extrema falta de lucidez, y percibe en el dolor y la decepción de Julie sus
propios sentimientos amorosos hacia ella. Sus dudas se disipan ante su desgarradora ausencia, pese a sus denodados intentos por comunicarse con ella. Curiosamente, (y la
película así lo plantea) el chico sabe que recuperar su cariño implica – extrañamente –
restituir el contexto de calor humano y seguridad que brindaban las alturas de
aquel viejo sicomoro, que para ella simbolizaba tantas bellas y verdaderas cosas.
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