Gonzalo Gamio Gehri
Hace tiempo que no veía una película tan
conmovedora, en la que se mezclan de manera articulada – casi perfecta – tantas
cosas. La búsqueda de un criminal que ha cometido un asesinato terrible, el
siniestro clima de impunidad durante la dictadura en Argentina, el delirio por
el fútbol, la historia de dos amantes que desafía los años, porque se rehúsan –
a pesar de la ausencia y la incomprensión – a renunciar al amor. Es una obra
magnífica, entrañable. Por momentos deja sin aliento al espectador.
El secreto de sus ojos plantea una trama compleja pero bien contada y
estructurada. Una joven es asesinada brutalmente en Buenos Aires, y un agente
judicial, Benjamín (Ricardo Darín), y su colaborador Pablo (Guillermo Francella)
asumen el caso, con el respaldo de la jefa del área legal, Irene (Soledad
Villamil). Benjamín está enamorado en secreto de Irene, pero las circunstancias impiden que
este sentimiento se concrete. La historia oscila entre el año 1974 (fecha del
crimen) y 1999, tiempo en el que ambos se
vuelven a encontrar. Benjamín ha decidido escribir una novela sobre el caso,
sin poder evitar que su historia con Irene también esté presente en el texto.
Un delito no resuelto y una historia de amor
no resuelta. Benjamín está convencido de que en la mirada de las personas
reside el secreto de sus emociones y actitudes (“los ojos…hablan…”, dice
convencido y visiblemente conmovido ante Irene), lo que le permite identificar
al asesino, así como percibir la infinita tristeza, vehemencia y deseo de
venganza del pobre viudo. Siente también que todo el amor que profesa por Irene
destila por sus ojos, razón por lo cual no puede sostenerle la mirada por mucho
tiempo, del mismo modo que disimula y finge observar hacia otro lado cuando
alguien la menciona en una conversación. Ese saber lo lleva a retomar el caso a través de la novela
y a escribir como una forma de lidiar con sus propios demonios internos. Esa convicción explica, además, el título de la obra.
El final parece conectar todas las historias
que componen la trama. Los diálogos, los personajes, la música, las actuaciones hacen que
este filme se convierta en una obra extraordinaria, sólida y profundamente
emotiva. Merece definitivamente todos los galardones internacionales que
recibió.