domingo, 29 de mayo de 2016

UN SEMINARIO ACERCA DE LA IMPORTANCIA DEL FACTOR RELIGIOSO EN LA POLÍTICA PERUANA






UN  INTERESANTE SEMINARIO SOBRE UN TEMA CONTROVERSIAL





Gonzalo Gamio Gehri

Los días 19 y 20 la Universidad del Pacífico organizó un Seminario sobre La importancia del factor religioso en la política peruana. Tuve la oportunidad y el honor de participar en este evento al lado de especialistas importantes como Juan Fonseca, Juan Carlos La Serna, Gerson Jualcarima, Cristóbal Aljovín, Matthew Casey, quienes desarrollaron conferencias que abordaron el impacto de las doctrinas y prácticas religiosas en la vida política en el Perú y en América Latina. Dos grandes expertos en el tema – Catalina Romero y Fernando Armas – comentaron las ponencias.

Mi participación se tituló Espíritu profético y acción política en el Perú, se ocupó de  examinar las posibilidades del sentido profético en un contexto secular. Está construida como un ensayo de reflexión filosófica sobre las formas de acción política que pueden desarrollar los católicos en una sociedad democrática y pluralista. Defiende la tesis liberal según la cual la acción política de los creyentes es compatible con las condiciones de un Estado laico, respetuoso de la diversidad de religiones y cosmovisiones. En el Perú, el compromiso cívico tal vez  un tanto más “orgánico” de los católicos progresistas se sitúa más en las organizaciones de la sociedad civil que en el sistema político local..

jueves, 26 de mayo de 2016

ÉTICA, CIUDADANÍA Y DEMOCRACIA










Gonzalo Gamio Gehri[1]

Dentro de poco tiempo elegiremos en segunda vuelta a quien ocupará el cargo de Presidente de la República. Esa persona designará a los especialistas que conformarán un gabinete de ministros, y delegará  entre sus colaboradores otros puestos en el Estado. En otras palabras,  esa persona formará un gobierno por un período de cinco años. Todo ello por encargo nuestro, no debemos olvidarlo. El poder que ese gobierno administrará proviene de nosotros, de nuestra decisión y de nuestro consentimiento. Elegir, por ello, es un acto que entraña una gran responsabilidad en clave ética y política.

Ser ciudadano no sólo consiste en ser titular de derechos universales, implica asimismo ser un agente político, un sujeto capaz de intervenir en la vida pública para incorporar temas de interés común en la agenda política, para generar corrientes de opinión, para vigilar la buena marcha del ejercicio de la función pública de parte de las autoridades elegidas. Como se ha dicho recientemente, “la democracia no llega sola”; el  poder sólo se limita con lucidez si los ciudadanos actuamos en conjunto.

Es necesario que los ciudadanos nos informemos antes de votar, y que se contrasten las propuestas y los argumentos de los candidatos en los foros de debate disponibles en el sistema político y en las instituciones de la sociedad civil. Debemos examinar rigurosamente los programas de gobierno, así como evaluar detenidamente las trayectorias de los postulantes al sillón de Pizarro. Aquí la eficacia y la probidad en el ejercicio de la función pública, así como el compromiso con la consolidación de una democracia liberal en nuestro país, constituyen criterios fundamentales para decidir con sensatez y sentido de justicia a quién apoyar en las urnas, y a quién no. En esta línea de reflexión, no debemos avalar el clientelismo como estrategia política, tampoco la tolerancia frente a la corrupción o la condescendencia con el narcotráfico. De nosotros depende que el despotismo (no necesariamente ilustrado) y la deshonestidad no constituyan opciones para la administración del poder.

La capacidad de emitir un voto consciente constituye una condición necesaria para el cultivo de la ciudadanía democrática, pero no es una condición suficiente. Podemos reunirnos y actuar juntos para expresar ideas comunes que nos movilicen, así como para  ejercitar el control político en términos de vigilancia cívica. Esta dimensión de la ciudadanía requiere una disposición permanente, una práctica presente tanto en períodos electorales como después de las elecciones. En realidad, la participación ciudadana constituye el único remedio contra cualquier forma de autoritarismo que se proponga  amenazar las bases de la vida pública. Sólo podemos contener las pretensiones autocráticas de cualquier autoridad política en la medida en que estemos dispuestos a actuar juntos, y a resistir a toda forma de concentración del poder. Es preciso recuperar el valor de la política, concebida como una actividad que nos convoca a todos, y que expresa una forma crucial de libertad.


(Publicado en La Periferia es el centro, LR)



[1]Doctor en Filosofía por la Universidad Pontificia de Comillas. Profesor en la Pontificia Universidad Católica del Perú y  en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

domingo, 22 de mayo de 2016

EXAMINAR LA ‘RECONCILIACIÓN’








Gonzalo Gamio Gehri
                                                                                    
Hace unos días, José Chlimper – integrante del equipo fujimorista – declaró a los medios de comunicación que los gestos de su lideresa, conducentes a propiciar un acercamiento a otros movimientos políticos, deberían entenderse a partir del proyecto de reconciliación. El tema de la reconciliación, por supuesto, resulta crucial para el futuro de la democracia peruana, pero muchos ciudadanos son saludablemente escépticos frente a la posibilidad de que sea el fujimorismo – una organización con una cuestionable trayectoria en materia de corrupción y violaciones de derechos humanos – el grupo político que pretenda enarbolar el estandarte de la reconciliación. El fujimorismo  es una fuerza autoritaria: su agenda política no podría reconciliar; usa aquella palabra de manera demagógica. Efectivamente, la idea de reconciliación suele ser invocada sin el adecuado rigor conceptual que merece. Precisamente porque se trata de una idea moral y política de primera importancia hay que abordarla con absoluta seriedad.

La idea de reconciliación no puede identificarse sin más con el abandono de posturas de conflicto o de hostilidad por parte de los contendientes políticos en una lid electoral, o emprender una serena revisión de los diversos programas políticos para constatar coincidencias. Esa clase de actitudes son positivas, pero no corresponden al proceso de reconciliación. Ha sido la Comisión de la Verdad y la Reconciliación la institución que, a través de su Informe Final, ha contribuido decisivamente a la discusión sobre la idea de reconciliación, y a constituir sus cimientos. La CVR ha sostenido que la reconciliación ha de ser concebida como la recuperación de los vínculos sociales y políticos quebrados por la violencia desatada durante los años del conflicto armado interno. Consiste en un proyecto histórico que se inicia con el proceso de transición democrática, pero que tomará tiempo en la medida que los actores políticos, los ciudadanos y las instituciones afronten el desafío de esclarecer la verdad en torno a la tragedia vivida, así como hacer justicia en términos de la sanción de los culpables y la reparación de las víctimas.

Señalar que la verdad y la justicia son condiciones esenciales del proceso de reconciliación – en la ruta formulada desde el horizonte del Informe de la CVR – equivale a indicar que ningún proyecto de reconstitución  de los vínculos sociales y políticos puede cimentarse sobre el imperio de la amnesia moral y política, y sobre la nefasta cultura de la impunidad. Recordemos la funesta iniciativa de una amnistía a los perpetradores en los años noventa, una medida a todas luces incompatible con el orden legal local y global en derechos humanos. Un proceso concreto de reconciliación implica el ejercicio crítico de la memoria, así como la promoción de las políticas de derechos humanos y de reparación.

En la última semana, Hernando de Soto ha señalado la existencia de un supuesto “Sendero verde” un grupo de ex terroristas con intereses ecológicos, con los que – a juicio del nuevo asesor de Fuerza Popular – habría que reunirse, conversar, y acaso concertar. Se trata de una sugerencia preocupante, si tomamos en cuenta la historia vivida. Los especialistas en temas de terrorismo y seguridad indican que no existen evidencias acerca de la existencia de este grupo. En todo caso, debería tenerse mucho cuidado cuando se postula de manera imprecisa el diálogo con estos grupos. Las expresiones que de Soto ha formulado revelan una extraña condescendencia con ellos. Debe recordarse que la reconciliación es un proceso cuyos protagonistas son los peruanos – quienes sufrimos la violencia en aquellos años – y no quienes cometieron crímenes; para quienes violaron los derechos de los demás y todavía no han sido castigados, sólo les espera la severa punición que establece rigurosamente la ley. No hay reconciliación con borrón y cuenta nueva.

A menudo la invocación a la reconciliación se usa como un ligero recurso retórico en circunstancias electorales, como la presente. Sin una reflexión estricta y sin políticas concretas, ese discurso se manifiesta vacío e interesado. Respecto de la reconciliación como proyecto, tenemos el trabajo de la CVR, sus recomendaciones, sus planteamientos de reformas institucionales, el detallado Plan Integral de Reparaciones presentado en su Informe Final. Este documento nos invita a realizar un debate atento sobre las posibilidades de un auténtico proceso de reconciliación, una propuesta ética y política básica para fortalecer la democracia en el Perú. Las organizaciones políticas que se plantean formar un gobierno deberían considerar propiciar este debate como un paso decisivo para acometer realmente este proceso. 








sábado, 21 de mayo de 2016

BENEDETTI. VERSOS DE PÉRDIDA...





Gonzalo Gamio Gehri

Me impresiona la forma en que Benedetti explora la ausencia de la amada, la pérdida del amor. Versos inteligentes pero sencillos, que evocan palabras y situaciones de la vida cotidiana: por eso mismo resuenan en el corazón del lector. La tristeza palpita dentro de nosotros, sin detenerse, sacudiéndolo todo.

“Pero vos encontraste la manera,
una manera tierna
y a la vez implacable,
de deshauciar mi amor”.



Los versos muestran cómo la sensación de la ausencia destila poco a poco, goteando en el alma. La nostalgia se convierte en la compañera de días y noches. Las canciones que traían los recuerdos de palabras gratas le confiere algo de calidez a los momentos de vacío. Las conversaciones y las imágenes que evocan momentos gratos. Benedetti sabe lo que significa perder lo que se quiere con vehemencia, y lo describe con intensidad y agudeza. Los versos continúan:

“Con un sólo pronóstico lo quitaste
de los suburbios de tu vida posible,
lo envolviste en nostalgias,
lo cargaste por cuadras y cuadras,
y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera,



ahí nomás lo dejaste
a solas con su suerte que no es mucha”.













viernes, 13 de mayo de 2016

LA POLÍTICA SIN UN NORTE CLARO ( IDEELE Nº 231, 2013)






El artículo fue publicado en la Revista Ideele Número 231 allá por julio de 2013, con ocasión del segundo año del gobierno de Gana Perú. El texto enfatiza el descuido de la agenda de la transición, situación que fortalece la amenaza autoritaria que se cierne ahora, en esta campaña electoral. Por eso decido publicarlo hoy – ¡tres años después!- en este espacio.



SIN UN NORTE CLARO


Gonzalo Gamio Gehri

A punto de cumplirse dos años de la gestión del Presidente Humala, uno se pregunta seriamente por la dirección que ha tomado o habría de tomar su gobierno. La suscripción de una Hoja de Ruta democrática convenció a muchos ciudadanos, que decidimos apoyar su candidatura en la segunda vuelta de las elecciones del 2011 – especialmente a quienes considerábamos (y seguimos considerando) a la otra opción política notoriamente peligrosa y malsana -, pero hoy es casi inevitable sentir que la actual administración está perdiendo la brújula, particularmente en cuanto a la dirección de lo político. Efectivamente, la economía permanece relativamente estable, más allá de algunos sobresaltos, pero el manejo de la cuestión política genera serias preocupaciones.

El reciente incidente suscitado por la elección de los miembros del Tribunal Constitucional, el Banco Central de Reserva y la designación del Defensor del Pueblo revela la gravedad de esta situación. El Congreso de la República – en cuya actual composición el partido de gobierno representa la primera minoría – debió asignar esas plazas hace muchísimo tiempo. Debió, además, tomar en consideración la preparación académica de los candidatos, así como el historial de desempeño profesional y la suscripción principios democráticos por parte de de los mismos. Se trata de organismos de control, que requieren de personas preparadas y honestas, con vocación de imparcialidad frente a la potencial influencia del gobierno y de los grupos políticos. El  Tribunal Constitucional y la Defensoría del Pueblo son instituciones dedicadas a la defensa de los derechos de los ciudadanos en conformidad con la Constitución y las leyes. En abierta contradicción con la naturaleza de esta elección, las organizaciones políticas con representación en el Congreso decidieron negociar cuotas de poder y repartirse las plazas en estas instituciones públicas.

Quien determinó el mayor número de plazas para el Tribunal Constitucional fue el  propio partido de gobierno. Resultaría ingenuo pensar que estas gestiones no contaron con la coordinación y la decisión de miembros ejecutivo, los líderes y fundadores de Gana Perú. Tomando en cuenta a los candidatos postulados por el oficialismo resulta claro que el criterio para elaborar la lista de candidatos no fue académico sino “político”: se pretendía colocar en el Tribunal a personajes que contaran con la confianza del gobierno y comulgaran con su línea política. Una vez celebrada la sesión del pleno y consumada esta controvertida elección, el Presidente de la República planteó que los dos personajes más cuestionados – Freitas en la Defensoría y Sousa en el TC – dimitieran de inmediato. Más allá de que se trata efectivamente de dos candidaturas cuestionadas en virtud de argumentos sólidos, no resultaba difícil identificar el cálculo tras la sugerencia presidencial. En general, la reacción de Ollanta Humala resultó evidentemente tardía, y respondió a la manifiesta indignación ciudadana frente a la conducta irresponsable de los grupos políticos, irresponsabilidad compartida por quienes, desde el ejecutivo, participaron en las coordinaciones del oficialismo para llevar a cabo esta funesta componenda parlamentaria.
 
Creo que esta es una situación que grafica bien la actitud del ejecutivo en cuanto a la conducción de los conflictos propiamente políticos en el país. Se proponen llevar a cabo alguna medida polémica – como estas designaciones, o el tema Repsol -, y se espera sopesar la reacción de la opinión pública para tomar una decisión, o avanzar en una determinada dirección. Este proceder genera una sensación de tibieza y de ausencia de un genuino programa político. Revela también – especialmente en el caso que discutimos – una cierta pobreza en materia de convicciones democráticas en el grupo de personas que lleva las riendas del gobierno en la hora presente. Resulta notorio que la distribución del poder no constituye una prioridad para la actual gestión, tampoco existe un gran interés por promover la meritocracia como una pauta para asignar responsabilidades en el ejercicio de la función pública. Lo que encontramos es una buena dosis del mismo juego de fuerzas de antaño. Quienes abrigábamos la (no tan secreta) esperanza de que el gobierno de Humala siguiera la estela política del proceso de transición democrática iniciado en el año 2000 encontramos hoy razones para sostener que la actual administración ha decidido reproducir los viejos patrones de la política criolla, aquella centrada en la que la pugna entre intereses de facción antes que en el fortalecimiento de las instituciones. 

martes, 3 de mayo de 2016

UN GRUPO DE LECTURA SOBRE LA “FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU”






Gonzalo Gamio Gehri

Desde marzo se ha formado un Grupo de Lectura sobre la Fenomenología del Espíritu de Hegel. El Grupo está conformado por cinco alumnos de ciencia política de la PUCP, dos alumnos de filosofía de la UARM, además de un abogado de la USMP participante del Cireps, y se lleva a cabo semanalmente en la UARM. La idea es leer el texto en voz alta y discutirlo línea por línea. En un año y unos meses podríamos leer todo el libro y contar con una interpretación crítica de esta obra. Este es sin duda mi libro filosófico favorito y el que más ha influido en mi concepción filosófica del mundo.

Ya vamos en “Fuerza y Entendimiento”, la parte final de la Sección Conciencia. El debate es estimulante y permite destacar la relevancia del autor en la filosofía y en las ciencias sociales contemporáneas. La rigurosidad, el entusiasmo y lel interés de los miembros del Grupo son notables. Comentaré los aportes de este Grupo a la discusión del libro.

domingo, 1 de mayo de 2016

BENEDETTI SOBRE HUELLA Y NOSTALGIA






Gonzalo Gamio Gehri



Difícilmente podríamos referirnos a la impronta de la novaliana poética de la nostalgia en esta zona del continente sin evocar a Benedetti, la calidez de su pluma, el modo vivencial de retratar la ausencia de la persona amada o de la plenitud de la existencia. Como en el poema de Borges que comentábamos en la reflexión anterior, Benedetti prefiere hablar en primera persona, usar un lenguaje directo que evoca la pérdida. El siguiente fragmento es de Espero:


“Te espero cuando la noche se haga día, 
suspiros de esperanzas ya perdidas. 
No creo que vengas, lo sé, 
sé que no vendrás”.
 

En otros poemas el tratamiento de la ausencia se hace considerablemente más reflexivo. En Ausencia de Dios el autor examina la hipótesis de la pérdida del amor. Con sencillez, una vez más, Benedetti explora el enorme vacío dejado, la huella de la ausencia, la tarea ilimitada – imposible - de rehacer la propia alma.

“Digamos que te alejas definitivamente
hacia el pozo de olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única
en mí que estoy enteramente solo sobreviviéndote
”.

Los últimos versos recuerdan el tema central de Anhelo de la muerte de Novalis. Sobrevivir a la plenitud perdida no es sobrevivir. Los versos suenan como frases póstumas, sostenidas por la retención de un tiempo que al poeta se le escurre entre los dedos. La huella del amor ausente – afirma -  es lo que sostiene el alma. Las sutiles palabras que siguen han sido extraídas de Espero:

“Mi aire se acaba como agua en el desierto. 
Mi vida se acorta pues no te llevo dentro. 
Mi esperanza de vivir eres tu, 
y no estoy allí”. 

Poderosos versos. Qué duda cabe..sencillos pero tristes.