lunes, 30 de noviembre de 2015

UNA NUEVA PUBLICACIÓN SOBRE DEMOCRACIA LIBERAL, DIVERSIDAD Y ESTADO LAICO







Gonzalo Gamio Gehri



Ha aparecido en el volumen más reciente de los Cuadernos de Ética y filosofía política de la Asociación Peruana de Ética y Filosofía Política un texto mío titulado ¿Qué es un Estado laico?  Allí defiendo el concepto liberal de Estado laico y libertad religiosa,  en contra de la idea conservadora de una “laicidad positiva”. El documento discute el predicamento del Estado peruano y la sociedad frente a esta discusión. Se examina la discusión en la UNMSM en torno al uso de espacios de la Universidad para festejar la Navidad, una polémica que – a pesar de su carácter puntual – ha puesto de relieve las ideas de fondo sobre la relación entre la democracia y la “neutralidad” en materia religiosa.

jueves, 26 de noviembre de 2015

EL TEMOR A LOS GRISES, OTRA VEZ. UNA NOTA MÁS SOBRE EL “RELATIVISMO”





Gonzalo Gamio Gehri


Siempre me ha parecido que los conservadores locales han basado buena parte de sus consignas en falsos dilemas. En particular, en un falso dilema moral. O asumes una perspectiva moral definitiva e incorregible – generalmente religiosa – o incurres en el relativismo.  Richard J. Bernstein ha señalado que es común entre los espíritus animados por una vocación integrista suponer como válido el esquema “o esto o esto otro”, una oposición sin matices. El autor añade que, a pesar de que muchos de estos ideólogos rechazan en bloque la cultura moderna, comparten la “ansiedad cartesiana” por erradicar la duda de sus vidas.

Me llama la atención la obsesión que algunos de estos activistas tienen con el "relativismo". Casi nunca lo definen, pero presuntamente es la causa de todos los males de nuestro tiempo. Se traduce en incredulidad e “indiferentismo” (¿?), dicen. Lo curioso es que después de la acerada crítica platónica del pensamiento de Protágoras en el Teeteto, nadie afirma que “cada ser humano sea la medida de todas las cosas”.  De hecho, resulta obvio que el propio Protágoras no pensaba así, y que suscribía más bien una lectura antropomórfica (o “humanocéntrica”) del saber, por así decirlo. El sentido de las cosas es inmanente a nuestra radicalmente humana capacidad de interpretar o de concebir esas cosas. Todo saber es antropomórfico.  La figura de un “relativismo individual” parece ser una estratagema de Platón para ridiculizar al célebre sofista.

En un ensayo de 2007 he discutido en detalle en qué medida el relativismo constituye una etiqueta vacía. Aquí sólo hago un comentario general acerca de esas ideas. Nadie realmente asume las dos afirmaciones básicas del relativismo: a.- No existe forma alguna de parámetro moral que trascienda las percepciones, las preferencias  y las elecciones del individuo. Los valores que le otorgan significado a la vida son fruto exclusivo del arbitrio individual. b.- Nadie ‘tiene derecho’ a juzgar los valores de los demás o a intervenir en sus planes de vida sin el consentimiento de los involucrados. En la práctica, cuando alguien suscribe un modo de vida no está dispuesto a aceptar que “toda manera de vivir es igualmente válida”. Por lo general, está presto a debatir con quien descalifica su estilo de vida o lo cuestiona. Si está dispuesto a argumentar en favor de su elección, considera que existe un parámetro que trasciende las meras preferencias y percepciones. Argumentar implica ingresar a un espacio que trasciende el mero yo y su parecer. No hay aquí “relativismo”, en sentido estricto.

La acusación de “relativismo” funciona como una estrategia retórica para descalificar al rival en un debate ético y político. Si no compartes mis creencias (morales, religiosas o antropológicas) eres un relativista, así se presenta dicha estrategia en la polémica. Si un grupo de gente no piensa como yo o como nosotros – suelen decir – es porque vivimos una “crisis”, se ha desencadenado el “nihilismo”, etc. No se toman el trabajo de sustentar su visión de las cosas usando argumentos. Se remiten a una “edad de oro” en la que todos pensábamos igual, supuestamente antes de la modernidad.  El cuidado del pluralismo y la disposición a argumentar en el espacio público les parecen prácticas que le restan brillo a la única verdad. Eso también les suena a “relativismo”.

Por supuesto, la realidad es más compleja que lo que aquellos supuestos pretenden describir sin reconocer matices. Pensar la ética y la política con seriedad implica renunciar a esas groseras etiquetas. El respeto de la diversidad constituye un valor crucial en la cultura democrática. Debemos combatir el temor a los diversos tonos de gris.






miércoles, 18 de noviembre de 2015

EL INTEGRISMO Y LOS CRÍMENES DE ODIO





Gonzalo Gamio Gehri

Los sucesos del último 13 de Noviembre en París han conmovido al mundo entero. Un grupo de militantes del Estado Islámico abrieron fuego contra ciudadanos inocentes que sólo buscaban pasarla bien y en paz en la ciudad. Los terroristas actuaron con suma crueldad, enarbolando, una vez más, los estandartes de una ideología feroz que pretende hacerse pasar por una confesión religiosa. Aniquilar al otro por su origen cultural o geográfico, porque no comparte una herencia religiosa o un ideario político, constituye en sí mismo un acto criminal repudiable, contrario a la razón y a la sensibilidad humana más básica. Millones de ciudadanos han expresado su solidaridad con el pueblo francés y con las personas afectadas, y han condenado estas acciones con firmeza.

Es preciso no confundir la religión con el integrismo, aquella actitud que convierte ilegítimamente el propio credo – sea éste espiritual o secular - en la única visión de las cosas, en la suprema verdad que convierte a los demás sistemas de ideas en falsos y perversos, o en relatos parciales y paródicos de la realidad. Para quien cultiva el integrismo, quien piensa de otro modo no es un interlocutor válido con quien hay que dialogar; se trata de un hereje sumido en un error que hay que corregir, o se trata de un enemigo al que hay que combatir sin piedad. A los ojos de los integristas, la tolerancia y el cuidado del pluralismo son expresiones de debilidad moral o constituyen síntomas de un “relativismo” que les resulta inaceptable. El Islam es – si atendemos a sus textos, así como al legado de sus teólogos y de sus místicos – una religión basada en el amor y  en el cuidado compasivo del otro. El integrismo pervierte  sus raíces y trastoca irremediablemente sus valores. Haríamos mal en identificar las creencias de los musulmanes con la funesta prédica de odio y muerte que difunde el Estado islámico.

Es importante recordar esta distinción - crucial en términos éticos y culturales -, en la medida en que las reacciones frente a estos crímenes de odio podrían propiciar el fortalecimiento de las posiciones más duras y beligerantes en Europa. Los sectores ultraconservadores van a invocar un “espíritu de cruzada” que intentará hacer del Islam la mera encarnación del mal y que exhortará a los Estados occidentales a deshacerse de los refugiados de Siria que con tantas dificultades han acogido; ellos son en su mayoría personas que han arriesgado sus vidas para huir del terror. La tentación consistirá en  combatir el integrismo musulmán fortaleciendo la agenda del integrismo local, aquella ideología que sindica a los extranjeros como potenciales “delincuentes” y “terroristas”. Europa debe tener en cuenta que combatir al Estado islámico y al terrorismo internacional no debe implicar estigmatizar al Islam.

Es hora de actuar con firmeza y coraje contra el agresor, pero también con lucidez y sentido de justicia frente a quienes siendo ciudadanos inocentes, podrían ser víctimas de la discriminación y la violencia de quienes pueden obrar conforme a la lógica de una generalización malsana que convierte a todo musulmán o árabe en sospechoso de terrorismo. No debemos olvidar el legado pluralista de la cultura de los derechos humanos, que ha influido decisivamente en las democracias contemporáneas. Los terroristas pretenden “agudizar las contradicciones”, propiciar el imperio de la violencia; el Estado islámico se propone lograr que la comunidad internacional asuma esa misma vocación destructiva. Sin embargo, la represión indiscriminada es una tentación a la que no debemos ceder, pues tenemos un legado espiritual que defender, el de la Ilustración y su compromiso con la libertad, la igualdad y la fraternidad. Se trata de la herencia espiritual de Locke y Voltaire, un modo de pensar y de sentir que vale la pena asumir a toda prueba. No vaya a pasar que – como relata agudamente Borges en Deutsches Réquiem – acabemos reproduciendo la actitud que rechazamos en el otro, y que hemos jurado enfrentar en los múltiples escenarios de la vida.






jueves, 12 de noviembre de 2015

"DEMOCRACY, CULTURE, CATHOLICISM": UNA RECIENTE PUBLICACIÓN SOBRE FE Y MODERNIDAD POLÍTICA





Gonzalo Gamio Gehri


Acaba de ser publicado por Fordham University Press el libro  Democracy, Culture, Catholicism. Voices from tour continents, editado por Michael J. Schuck y John Crowley-Buck. El libro recoge las investigaciones de intelectuales provenientes de Estados Unidos, Lituania, Indonesia y Perú, que discuten acerca de la relevancia de las creencias católicas para el pensamiento y el cuidado de la democracia en el siglo XXI. Estos estudios fueron presentados originalmente en un Congreso celebrado en Roma en el año 2012, organizado por el Joan and Hill Center for the Catholical Intellectual Heritage de Loyola University. Por el Perú – a través de la Universidad Ruiz de Montoya – intervinimos Oscar Espinosa, Soledad Escalante, Jorge Aragón, Juan Carlos Díaz y quien escribe estas líneas.


En dicho volumen figura mi ensayo Catholicism and the Struggle for Memory. Reflections of Peru, una investigación filosófico-cultural en torno al debate generado al interior del sistema político peruano, la sociedad civil y la Iglesia católica en torno al conflicto armado interno durante la elaboración y la posterior publicación del Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR). El texto se centra en los puntos de vista de aquellos intelectuales y actores sociales que invocaban su filiación católica como un elemento importante para su participación en este intrincado debate. Se contrasta la posición de progresistas y conservadores frente al IF-CVR, de cara a los documentos eclesiales sobre temas de memoria, profecía, justicia y derechos humanos.

Iré comentando algunos ensayos del libro en futuros posts de este blog.