Gonzalo Gamio Gehri
Hace un tiempo que
se discute la compra de Epensa por el grupo El
Comercio, y este importante debate nos ha llevado a una reflexión más
amplia sobre el rol de los medios de prensa en una sociedad democrática,
pluralista por definición. Desde el siglo dieciocho la prensa está asociada al
cultivo de las libertades ciudadanas e intelectuales.
Los ciudadanos
necesitan formarse un juicio propio sobre las circunstancias y conflictos
propios de la vida pública. Este juicio propio le permite discernir y actuar,
votar y asumir una posición en el juego político. Para construir este punto de
vista, requiere tener acceso a información veraz que pueda contrastar; precisa
– asimismo – de tomar contacto con opiniones
racionalmente fundadas sobre asuntos de interés común que él pueda examinar
críticamente y confrontar con otras posturas y argumentos. En principio, los ciudadanos disponen de esta
información o participan en la conversación cívica en la esfera de opinión
pública, de la que los medios de comunicación forman una parte. La esfera de opinión pública ha de ser diversa
para que cumpla con su cometido: la discusión que la constituye es la materia
prima de la deliberación que llevan a cabo los agentes sociales y políticos.
Hace ya tiempo que
los medios de comunicación se comportan exclusivamente
como empresas privadas, o se han convertido formalmente en empresas. Son empresas. Transmiten a menudo las
opiniones y las expectativas de sus dueños, y encarnan intereses económicos y
políticos concretos. Destacan la figura
de un personaje político o confrontan a otro. Es una realidad que no puede ser
desconocida o no considerada con la debida atención. Esa es una de las razones
por las cuales la concentración de los medios (y evidentemente el monopolio, si
éste tuviera lugar) es incompatible con una sociedad democrática. Simplemente
lesiona el marco de pluralidad que exigen tanto el ejercicio del derecho a la
información como el uso de la libertad de expresión y socava la idea misma de
la esfera de opinión pública.
La pluralidad es
condición para la vida democrática y para el ejercicio de la ciudadanía. Si un
grupo mediático (el que sea) acapara los medios de prensa, la diversidad
constitutiva de la esfera de opinión pública se corrompe. En adelante – en un
escenario como ese -, para recabar información significativa o para participar
en la dinámica de la emisión y contrastación de opiniones relevantes para la
vida pública habrá que pasar por las puertas y las ventanas abiertas por tal
grupo de interés, cerrando las posibilidades de escuchar otras perspectivas o
tomar contacto con otras visiones de las cosas. Se debilitaría la percepción de
otras opciones potencialmente valiosas para el debate público. Una lectura
económica del fenómeno resulta unilateral; es necesario desarrollar también una
reflexión rigurosamente política del mismo. Se trata de examinar diferentes
aspectos de una situación que puede afectar la marcha de una democracia.
Si es el caso que
un grupo empresarial mediático pueda llegar a concentrar bajo su imperio e
influencia aproximadamente 81 % de la prensa escrita, entonces afrontaríamos un
severo riesgo para el pluralismo democrático, una evidente amenaza la salud de
la esfera de opinión pública y la libertad de expresión. Es claro que este
peligro se combina con la aguda crisis en la que está sumido nuestro periodismo
de investigación y de opinión razonada. En muchos casos, las columnas de
opinión en muchos diarios de circulación nacional se han convertido en espacios
en los que sus autores comparten sus simpatías y sus fobias sin el concurso de
ninguna cimentación racional, omo también algunos críticos han señalado con cierto detalle.. Estamos
descuidando el cuidado de argumentación en el espacio cívico. El periodismo es
algo más que una actividad cultivada para la simplificación ideológica y el mero conflicto de intereses en el campo
de batalla por la hegemonía política o económica. Recordarlo será bueno para
todos y para la vigencia de nuestras libertades.