Gonzalo Gamio Gehri
La bancada
fujimorista ha decidido interpelar al ministro Saavedra con la intención de
censurarlo. Está claro que detrás de este tipo de estrategia está el intento de
acabar con la Reforma Universitaria ,
a través del ataque de sus principales gestores. El APRA ya ha propuesto
modificar la Ley
para debilitar la SUNEDU
y promover una suerte de “indulto” para
las universidades que no podrían – en la perspectiva de la reforma – obtener el
licenciamiento. Si esta organización es conformada por autoridades
universitarias (en la clave de la criticada ANR ), la supervisión de la calidad académica simplemente
quedará diluida en el círculo de los intereses y el cuidado de la baja política criolla, tan conocida.
Muchos de los
columnistas que rechazan la ley son funcionarios de universidades-empresa que
no están interesadas en la formación científica de los jóvenes, sino con una
instrucción profesional, a menudo insuficiente, concebida desde el exclusivo
formato mercantil. Con frecuencia denuncian la “infiltración” progresista o izquierdista
en los espacios académicos, pero cabe la interrogante a la intelectualidad
antiprogresista ¿Dónde están sus propias
contribuciones a la investigación? ¿Dónde están las publicaciones de sus
universidades? La incorporación del anhelo de lucro ha distorsionado
profundamente el trabajo científico y tecnológico en el Perú. La reducción de
los periodos de estudio, la aniquilación de los estudios generales, la desaparición
en la práctica del examen de admisión se ha convertido en características de
estas instituciones educativas. Su pobre nivel académico es un secreto a voces.
Necesitamos una
instancia como la SUNEDU ,
constituida por investigadores de alto nivel, que puedan supervisar la buena
marcha de la educación universitaria. El Estado peruano debe someter a
evaluación a aquellas instituciones que pretenden otorgar títulos y grados a
nombre de la nación. Tenemos derecho a saber qué centros educativos no califican como reales universidades.
Los intentos por
quebrar la ley y por sacar al ministro pueden leerse desde la pretensión de
preservar sus centros contra cualquier intento de supervisión de calidad académica. Los
fujimoristas y los apristas procurarían - según la hipótesis de algunos expertos - pactar un nuevo ministro con otra línea de acciones. Se proponen intimidar al Ejecutivo con su número de parlamentarios. Es
preciso cuestionar severamente esta clase de estrategias basadas en los
intereses de facción y la simple
prepotencia.
¿Cómo librará el gobierno esta compleja batalla?
¿Cómo librará el gobierno esta compleja batalla?