Gonzalo Gamio
Gehri
La Navidad – más allá
de su fundamental sustancia religiosa – es una fecha para la reflexión. Uno se
pregunta por la sede de significado de las cosas, y por la orientación de la
vida. Es una celebración sobre el Nacimiento, y uno se pregunta qué ha nacido
en la propia mente y en el propio corazón, Es una celebración del afecto, de
las conexiones entre los seres humanos, aquellas que forjan aspectos centrales
de tu identidad. Es para todos los cristianos la rememoración del natalicio de
Jesús. El niño que nación en un pesebre y predicó entre los hombres el amor
radical por el prójimo, el prójimo que habita en cada persona.
Una dimensión básica
del ágape es su gratuidad. Las cosas
más trascendentes en la vida son gratuitas. La cultura popular actual impide a
menudo ver aquello que es gratuito, aquello que no implica la negociación, el
intercambio o el cálculo estratégico. Esto no es fácil de percibir en tanto se
ha pretendido convertir estas fechas en ocasión para hacer negocio y hacer
obsequios. Jesús dedicó su vida a los demás sin esperar nada a cambio. Entregó
su vida gratuitamente en la cruz. Entregar la vida así, se ha dicho, es el
secreto del ágape.
Mi padre me ha dicho
que el madero más importante del cristianismo es el del pesebre. Estoy de
acuerdo con él. Celebrar el Nacimiento de Jesús implica celebrar la posibilidad
de nacer de nuevo y acoger la impronta del ágape
– lo divino, en cierto modo - en cada uno de nosotros.
Una Feliz Navidad a
todos.
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