Gonzalo Gamio Gehri
Hace unos días
intervine en una mesa redonda sobre la campaña Chapa tu choro, organizada por nuestra FEPUC, la federación de
estudiantes. Participó también Rocío Vizcarra, especialista en temas de seguridad
en el país. Intervine desde mis investigaciones sobre ética y derechos humanos,
y desde el contraste entre esta inaceptable campaña y la experiencia de las
rondas campesinas y los CADs. Fue breve y muy interesante, con múltiples puntos
de consenso. El diálogo estableció que estas iniciativas de “justicia”
callejera son perniciosas, porque son violentas y absolutamente
desproporcionadas, porque la justicia sancionadora sin participación de la
deliberación pública y del Estado no es justicia. Esta situación revela la
importancia y la urgencia de una presencia mayor del Estado y la sociedad en
esta clase en la solución de esta clase de problemas.
Pero ahora quisiera
comentar algunas ideas – todavía considerablemente intuitivas, que desarrollaré
luego con mayor detalle – sobre el trasfondo político de esta iniciativa. Hace
meses (o más) que el tema de inseguridad ciudadana es señalado por los
políticos y por los medios de comunicación. El problema es real, aunque los
estudios sobre el tema señalan que el discurso de los políticos y de muchos
medios tiende a sobredimensionarlo, al punto que una campaña que enarbola la
barbarie goza de la simpatía de ambos. Da la impresión de que esta situación
apunta a destacar las candidaturas de la “mano dura”, a pesar de que estas
candidaturas sólo cuentan con la nostalgia del pasado – el gobierno del padre,
por ejemplo -, y no cuentan con ninguna experiencia en materia de políticas de
seguridad. Un pasado vergonzante, además, en asuntos de justicia, instituciones y derechos humanos. Y parte de la ciudadanía es receptiva a esta estrategia.
Si a esto sumamos el
hecho de que los modios intentan indicar que “todos los políticos son corruptos”,
entonces el escenario está bosquejado. Se trata de alentar propuestas que
encuentran en formas de caudillismo e iniciativas dinásticas de “mano dura”. Nadie se ha
preocupado por examinar las causas de la criminalidad, para así combatirla
combinando mecanismos de sanción y mecanismos de prevención. Necesitamos
demostrar que la batalla contra la inseguridad es perfectamente compatible con
la democracia. Aprender de la historia, recordar el profundo daño que causa la
concentración del poder, la arbitrariedad, entre otros males. Necesitamos
fortalecer el supuesto básico de la democracia, a saber, que el poder debe distribuirse
en muchas manos – las de autoridades y ciudadanos -, que muchas mentes
juiciosas e informadas piensan mejor que una. Ojo con la tentación autoritaria.
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