Gonzalo Gamio Gehri
La presencia de los intelectuales
en el espacio de construcción de opinión pública (al menos en el ámbito de los
medios de comunicación de masas) es escasa; se reduce a muy pocos espacios periodísticos.
Impera en la actualidad la figura del columnista de opinión que escribe notas cada vez más
cortas y sin una unidad temática, en las que emite juicios sin el respaldo de
algún argumento o sobre la base de alguna investigación, y con frecuencia obedeciendo a una
agenda política bastante precisa. Hoy el estilo visceral se ha se impuesto en
diversos medios de prensa y cuenta con un cierto número de lectores. La
dimensión pedagógica del periodismo brilla por su ausencia. En algunos medios
parece primar hoy el prejuicio, la mera impresión, la diatriba, cuando no el insulto.
El estilo virulento ha calado hondo en un buen número de espacios de
comunicación. Tenemos ejemplos célebres de este cuestionable proceder.
Por supuesto, no se espera que
los intelectuales constituyan el sector con mayor presencia en los medios. No
es esa la tesis que quisiera bosquejar aquí. La esfera pública está abierta a
todos los ciudadanos que tengan algo razonable que sostener sobre los asuntos
de interés común. Empresarios, profesionales, trabajadores, todos los
ciudadanos son posibles formadores de opinión pública. Nadie tiene garantía de
lucidez en los asuntos políticos. Sin embargo, me parece importante fortalecer
la figura del “intelectual público”, venida a menos en el contexto local. En estos días se viene discutiendo este
asunto, ello que me parece positivo. La historia del Perú destaca la presencia
de esta clase de escritores, desde Vidaurre, Rodríguez de Mendoza, así como el autodenominado “solitario de Sayán” y otros intelectuales en
adelante. El aporte de los intelectuales en el espacio de discusión política es
valioso por dos razones.
En primer lugar, porque los
intelectuales están habituados a tratar con argumentos y evidencias. Ese modo
de proceder – actuar brindando,
recibiendo y evaluando razones - previene contra el autoritarismo y la
prepotencia que hoy prosperan en algunos medios. El cuidado del argumento educa
en la actividad ciudadana y promueve el diálogo y el cultivo de la crítica, el
elemento básico de la esfera pública y también de la genuina academia. En
segundo lugar, porque el pensamiento crítico exige lo que Richard Bernstein denomina
– siguiendo a James, a Pierce y a Dewey, célebres forjadores del pragmatismo
filosófico – la actitud falibilista, que
apuesta por fomentar la revisión crítica de las propias ideas, e incluso su
abandono si no existen buenas razones para preservarlas. Esta buena disposición
a acoger y a escuchar al otro combate toda forma de dogmatismo e integrismo
ideológico, pues, como asevera este autor, “el falibilismo de hecho plantea
dudas sobre la posibilidad del conocimiento
absoluto incorregible”[1]. En una sociedad como la peruana - en la que
existe una proclividad permanente a imponer ortodoxias de todo cuño en la vida
política y a invocar presuntas “instituciones tutelares” en el ámbito público –
el recurso a esta disposición intelectual, promotora de pluralismo y de racionalidad, constituye
una forma sensata de fortalecer el ethos
democrático.
La dinámica de la confrontación
de razones constituye un rasgo común de la comunidad científica y de la esfera
de opinión pública ciudadana. Se trata de una práctica que es preciso recuperar
por el bien de la salud de nuestras instituciones sociales y políticas.
3 comentarios:
Ufff, si pues en los medios de comunicación social de Perú prima el abuso y totalitarismo de un pensamiento único. El pensar diferente es estigmatizada de MOVADEF, sendero, etc. Los MCS se han convertido en guardianes descarados del pensar único, en defensores del modelo consumista.
Hola Gonzalo,
De acuerdo con lo que señalas Gonzalo.Justamente hay un folclórico y farandulesco personaje de nombre Phillip Butters que se dedica a imponer su pensamiento facho en los medios,y si estás en contra,te insulta,te grita,te dice caviar,posero,que no le ganaste a nadie,que si quieres te contrata como su empleado,etc.Basta ver su cuenta en twitter nomás Fomenta el racismo y la discriminación.Lamentablemente le dan espacio en la radio y lo invitan constantemente a programas donde da entrevistas.Una lástima!
Bueno que estés bien compadre,a ver si vamos a la cevicherì de Farid Ode cuando esté por Lima
Un abrazo,
Marcelo
Hola Gonzalo:
Muy buen post. Respecto al punto en el cual señalas que "los intelectuales están habituados a tratar con argumentos y evidencias", pues al parecer, este es al mismo tiempo el punto débil de los intelectuales, frente a los charlatanes y opinólogos. No hace mucho, en USA, hubo un debate televisado entre un científico y un religioso fundamentalista. De alguna manera, se dio por sentado que el fundamentalista "ganó" el debate. En un blog analizaron esto, y la conclusión fue que los fundamentalistas (charlatanes y opinólogos) de alguna manera son entrenados para eso, para ir directo a los sentimientos de la audiencia, y no a su razón. No hay cómo "ganarle" a un tipo que se ha pasado la vida vendiendo sebo de culebra, al que no se le mueve un pelo al proferir la mentira más evidente. Así, no solo en el Perú se valora más al articulista insultante y alharaquiento frente al intelectual ponderado y objetivo.
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