LA LUCHA CONTRA EL MINOTAURO
Gonzalo Gamio Gehri
Quisiera contar ahora brevemente la historia de las hazañas que realizó Teseo en su viaje a Creta. Como se sabe, El rey cretense Minos había impuesto a los atenienses un amargo tributo, el entregar – cada nueve años – a siete jóvenes y a siete doncellas al feroz minotauro Asterión, hijo del rey y solitario habitante del intrincado laberinto, una bestia sedienta de sangre, temida por todos los griegos. Se cuenta que la compasión que provocó en el espíritu del príncipe Teseo el amargo llanto de las madres de los jóvenes seleccionados lo movió a ofrecerse como una de las víctimas. Abrigaba en su corazón la esperanza de poder acabar finalmente como el monstruo.
El barco se dirigió a Creta, esperando que se sellara sobre su tripulación un destino fatal. Sólo Teseo había bosquejado un plan para acabar con el minotauro y con la ignominiosa sumisión de Atenas a Creta. Había dispuesto infiltrar a dos guerreros disfrazados en el grupo de doncellas para enfrentar al minotauro si era necesario. El padre del héroe – el rey Egeo – le había pedido que, si triunfaba, cambiara las velas de la embarcación de negras a blancas, en señal de victoria. El problema crucial que debía resolver Teseo era cómo podría salir del sinuoso laberinto, célebre por la perfección de su diseño y porque ninguno de sus prisioneros – con la única excepción de su creador Dédalo y su hijo Ícaro – pudo escapar de él.
Una vez en Creta, la solución llegó de la mano de la inquieta Fortuna. Sucedió que la princesa Ariadna se enamoró de Teseo - ya el héroe había quedado impactado con la belleza y la inteligencia de la joven -, y le prometió ayudarlo a salir del laberinto si la llevaba con él a Atenas. La muchacha le obsequió una madeja de hilo mágico, que antes había pertenecido al mismísimo Dédalo, y le dio instrucciones acerca de cómo usarlo para dar con la guarida del minotauro y luego regresar a la entrada del laberinto. Lo último que vio Teseo antes de internarse en los retorcidos pasajes del indescifrable laberinto fueron los brillantes ojos de Ariadna. Entonces, madeja en mano, se dedicó a buscar a Asterión.
El vaporoso olor a sangre y el sonido de terribles gruñidos le indicaron que el temido monstruo estaba cerca. Teseo hubo de enfrentar a su propio miedo para luchar – desarmado – contra el poderoso minotauro. Tuvo que esquivar golpes que hubieran derribado sin esfuerzo alguno a un caballo de guerra. Sin embargo, el guerrero no retrocedió, y devolvió golpe por golpe. Por fin, la bestia cayó bajo la fuerza de su brazo. Siguiendo la ruta establecida por el hilo mágico de Ariadna, el héroe pudo salir del laberinto.
Muerto el minotauro, Minos liberó a los atenienses del yugo padecido, y Teseo pudo regresar a su tierra cubierto de gloria. Gracias a su valor, había recuperado la libertad para Atenas.
1 comentario:
Que buena publicación, gracias por compartirnos tan excelente articulo basado en este recorrido por la mitología, excelente.
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