Como se sabe, la filosofía ha sido descrita en múltiples oportunidades como una terapia del alma o del pensamiento. Filósofos de primer nivel como Sócrates, Séneca, Sexto Empírico, Hume y Wittgenstein han considerado necesaria la purifiricación de pensamientos inconsistentes o incorrectos que podían producir en los agentes actitudes y prácticas erróneas o destructivas. La terapia filosófica se ha dedicado a la caza de contradicciones y falacias, creencias y pasiones malsanas, presuposiciones dogmáticas y sinsentidos. De un tiempo a esta parte, un pintoresco espécimen – bastante común en el espacio público, a pesar de su peligrosidad - se ha convertido en los últimos años en la presa favorita de los filósofos: el bullshit.
¿Qué es el bullshit? Si tuviésemos que traducirlo al castellano – tomando en cuenta contextos más coloquiales – tendríamos que traducirlo por “palabrería”, “charlatanería”, o “floro”. El filósofo estadounidense Harry Frankfurt - en su ya clásico On bullshit - interpreta esta suerte de patología del discurso como una perorata vacía y efectista, que simula profundidad y seriedad, articulada para el logro de determinados propósitos no conceptuales. El emisor de bullshit pretende aparecer como un comunicador de verdades, cuando su único interés es el de conquistar cierto lugar de privilegio ante sus interlocutores. Sin embargo, su discurso es insustancial.
“Su uso de lenguaje, por tanto, no contribuye al objetivo al que pretende servir. No se comunica más información que la que el hablante hubiera transmitido con una mera exhalación”[1].
Por supuesto, la emisión de bullshit supone distorsión del discurso, cuando no mera ignorancia – pienso, por ejemplo, en el uso charlatán de nociones como “secularización”, “sociedad civil”, "relativismo", "nihilismo", etc. En ciertas zonas de la blogósfera tratan de denigrar estos conceptos sin examinar su significado -; se trata de alegatos que no nos remiten explícitamente a argumentos fundados en investigaciones empíricas o en un trabajo textual riguroso, y que rara vez están bien construidos desde un punto de vista lógico. El fabricante de bullshit suele no saber de lo que habla. No obstante, advierte Frankfurt, tampoco el bullshit se identifica sin más con la mentira. Quien miente tergiversa deliberadamente la verdad; en contraste, el emisor de bullshit asume una posición indiferente frente a la verdad (crea o no en ella); sólo busca lograr lo que se propone, es decir, "salirse con la suya".
“(El productor de bullshit) no rechaza la autoridad de la verdad, como lo hace el mentiroso, ni se opone a ella. No le presta atención en absoluto. En virtud de ello, el bullshit es un enemigo de la verdad más poderoso que las mentiras”[2].
El filósofo peruano Pablo Quintanilla sostiene agudamente que el fundamentalista incurre también en la emisión de bullshit. El fundamentalista cree que posee la verdad, pero la da por sentada: muestra una total indiferencia frente al examen crítico que permite justificarla o cuestionarla. Como hemos señalado en otro post, se trata de una actitud plenamente convergente con los héroes de las comedias aristofánicas.
“Si el charlatán, se caracteriza poren su desinterés por la verdady su, manipula las situaciones para obtener sus fines, el fundamentalista también se comporta de esa manera, pues, estando convencido de la verdad de sus creencias, ya no le interesa revisarlas ni justificarlas ante los demás sino manipularlos para que las compartan”[3].
La mayoría de los filósofos que se han aproximado conceptualmente al fenómeno del bullshit han reconocido entre sus más destacados productores filosóficos a los autores que se describen a sí mismos como “postmodernos” (y a quienes se guarecen engañosamente bajo el manto del vocabulario postmoderno). Suelen poner como ejemplo de vana palabrería a quienes simulan, con un discurso grandilocuente, poner de manifiesto poderosas verdades sobre el ser, la historia o el destino del hombre, apelando a metáforas retorcidas o a un léxico hermético completamente inaccesible al lector común. No obstante, la sutileza y la clarividencia del mensaje son meramente aparentes. Como sugiere Quintanilla evocando a Nietzsche, el recurso a esta jerga pretenciosa nos lleva a sospechar que su usuario se propone enturbiar las aguas para que supongamos ingenuamente que son profundas.
En su reciente - y desaprovechado - paso por Lima, el filósofo inglés Timothy Williamson concedió una interesante entrevista a Carmen Zavala, en la que examina la suerte de "institucionalización del bullshit" en una cierta versión del postmodernismo. Williamson cuenta cómo, en sus primeros años de posgrado en filosofía, sintió alguna curiosidad por conocer algo del pensamiento postheideggeriano, lo cual lo llevó a visitar los círculos postmodernos locales. Al principio, consideró que su percepción de las imprecisiones del discurso se debía a su escaso conocimiento de la obra de Derridá y Foucault. Sin embargo, luego de un tiempo, cayó en la cuenta de que tales imprecisiones y sofismas se encontraban en el propio discurso postmoderno. Se sorprendía por la complacencia con la que los miembros de estos círculos interiorizaban y repetían la jerga desconstructiva, cómo protegían su vocabulario con aires de autoridad - en contraste con los filósofos analíticos, más horizontales y antijerárquicos, más dispuestos a vincular críticamente su reflexión con el uso del lenguaje coriente -; pero lo que más le sorprendía era la incapacidad de estos predicadores para responder con claridad a las preguntas u objeciones de los interlocutores no iniciados. En lugar de traducir sus tesis en argumentos claros y accesibles al público, las respuestas apuntaban a la exclusión violenta del extraño: "lo que sucede es que no has leído a X,Y o Z", o "no pudiste dilucidar el misterio y el poderío de mis metáforas". No respondían a las objeciones, las rechazaban sin más. Simplemente evadían la situación. Así, la filosofía se negaba a salir a la calle a dialogar socráticamente con el hombre común, se quedaba en los gabinetes y los auditorios de los usuarios de la Gran Jerga. Williamson se convenció de que estos círculos herméticos excluyentes se dedicaban a rendirle culto a la práctica del bullshit.
Williamson compara la charlatanería postmoderna con el cuento popular del emperador desnudo y su nuevo vestido ficticio. Al emperador le han hecho creer que viste sedas e hilos de oro que sólo ven los espíritus ingeniosos y sutiles, cuando camina en cueros. Anda rodeado por una corte de aduladores mediocres y cobardes, que fingen contemplar los ricos atuendos. El emperador camina por la calle - con solemne sonido de clarines - y se pavonea, orondo, exhibiendo sus carnes en público. A pesar de que no ve ni siente las telas, está convencido de que va vestido de gala. Sus cortesanos incondicionales refuerzan su soberbia, repitiéndole lo elegante de su atuendo. Hasta que un niño grita a todo pulmón que el soberano está desnudo. Los sduladores intentan censurar al niño, acusándolo de tonto, pero ya nadie puede ya ocultar lo manifiesto. El emperador no lleva ropa.
El notable profesor de Oxford muestra su desconcierto ante el hecho de que los pensadores postmodernos se sitúen en la posición autoritaria - análoga a la del emperador y los cortesanos del cuento - sumiéndose sin reparos en una "jactansiosa abstracción", y regodéandose en la confiusión conceptual. "Han invertido tanto intelectual y emotivamente en tales ideas", señala Williamson, "que no están dispuestos a aceptar una aclaración más sencilla y estricta". La actitud de un filósofo honesto y riguroso es, sin duda alguna, la del niño.
[1] Frankfurt, Harry G. “Sobre el concepto de bullshit” en: La importancia de lo que nos preocupa Buenos Aires, Katz 2006 p. 185.
[2] Ibid., p. 192.
[3] Quintanilla, Pablo Reseña de” On bullshit. Sobre la manipulación de la verdad”, por Harry G. Frankfurt,Paidós Contextos, Barcelona; 2006, en: DISCUSIONES FILOSÓFICAS, año 8, #11,enero-diciembre, 2007, pp. 316-319. Revista de filosofía publicada por laUniversidad de Caldas, Colombia.
40 comentarios:
¿Es esto un golpe al plexo de los ultraconservadores peruanos, que pronostican el fin de la democracia y el imperio de las guerritas culturales tipo George Lucas?
Karino el manganzón.
Gonzalo, ¿Aldo Mariategui practica el “BULLSHIT” ?
José
Hola "Manganzón":
Jajajaja te maleas con el nombre, te pueden cobrar derechos de autor.
Bueno, mi post es sobre Frankfurt, hasta donde tenía entendido.
¿Estás insinuando acaso que los ultraconservadores peruanos son aficionados al bullshit?
A José:
No soy un lector de Correo, pero uno que otro editorial es de antología. Pienso en el lamentable "caso Supa".
Saludos,
Gonzalo.
Estimado Gonzalo:
Muy buen post. Hablar por hablar, hablar para confundir y sin ningún interés por la realidad es lo que hacen, por ejemplo, gente como Alan García o Mauricio Mulder.
La educación superior debería ser capaz de detectar este tipo de discurso. Es uno de los puntos que he estado discutiendo con el anónimo llamado GB, a quien pronto voy a responder. Dejar que el bullshit se propague en el campus es renunciar a una de las funciones fundamentales de la universidad, como es su compromiso con la realidad humana.
El bullshit carece de compasión y de solidaridad. Es todo lo contrario a los ideales de la academia, desde Platón hasta nuestros días. En otras palabras, el bullshit es anti-tradicional, es la termina que socava el lenguaje, es el discurso del que no puede decir lo que verdaderamente piensa. Saludos.
Estimado Daniel:
Efectivamente, el bullshit desbe ser combatido con rigor racional. Abunda en nuestra clase política, en los medios, en la blogósfera.
Es cierto que florece especialmente - aunque no exclusivamente - en ciertos foros anti-DDHH. Aquellos que pregonan el "Viva la muerte" y al mismo tiempo se golpean el pecho.
Saludos,
Gonzalo.
Hola de nuevo:
En mi comentario anterior quise decir "termita" y no "termina".
A decir verdad, uno de mis mayores malestares no es tanto que la derecha esté llena de bullshit (para eso existe) sino la manera en que la izquierda se ha llenado de bullshit también. Yo suelo combatir más a la segunda que a la primera y más de uno me ha señalado ese sesgo. Pero combatir la charlatanería de la izquierda es también una obligación urgente, especialmente en estos tiempos en los que crece (para mi sorpresa) la admiración a personajes impresentables como Hugo Chávez y Ollanta Humala. Es una de las confusiones de nuestro tiempo y que abundan sobremanera: izquierdistas schmittianos, ultraderechistas castristas, católicos paganos. En fin, en el mundo posmoderno ya todo vale.
Estimado Daniel:
Muy graciosa tu tipología.
La derecha hace gala del bullshit con mayor cobertura porque tiene mayor visibilidad que la izquierda (cuya presencia política es, lamentablemente, mínima). Necesitamos una izquierda democrática y una derecha moderna.
Ni Chávez ni Humala son izquierdistas. Y la insustancialidad de sus discursos es famosa ya.
Creo que es importante no confundir a Heidegger con el postmodernismo que describe Williamson. Heidegger era un genio.
Saludos,
Gonzalo.
El bullshit llevado a su extremo se encuentra en el artículo "Transgredir las fronteras: Hacia una hermenéutica
transformadora de la gravedad cuántica" de Alan Sokal. La publicación de este texto en un número del año 1996 de la revista SOCIAL TEXT, dio lugar a un escándalo enorme en las ciencias sociales y humanidades, pues, tras aparecer el artículo, el propio Sokal declaró en público que no consistía en otra cosa que en una serie de sofismas, insustancialidades e incongruencias matizadas de algunos términos técnicos extraídos de la física cuántica y la matemática. La controversia dio lugar a una discusión tantos en medios académicos como periodísticos. (Pueden ver buena parte de ella en: http://physics.nyu.edu/faculty/sokal/) Se trató de algo muy bochornoso, pues uno de los órganos más encumbrados del postmodernismo aceptó sin reparos un artículo sin pies ni cabeza por la sola razón de que defendía las tesis que son parte de su ortodoxia y citaba con profusión a sus autoridades, además, obviamente, de haber sido escrito por una autoridad: el propio Sokal. Al igual que los cortesanos del emperador desnudo, que aunque no ven ropas dicen que las ven para no parecer poco inteligentes, ellos no vieron nada allí, pero lo presentaron como una suma de verdades. Si un físico lo decía, no había por qué dudarlo. Finalmente, eran cosas gratas a sus oídos, como que "la "realidad" física, al igual que la "realidad" social, es en el fondo una construcción lingüística y social; que el conocimiento científico, lejos de ser objetivo, refleja y codifica las ideologías dominantes y las relaciones de poder de la cultura que lo ha engendrado; que las pretensiones de verdad de la ciencia dependen, de un modo inherente, de la propia teoría y son autorreferenciales; y, por consiguiente, que el discurso de la comunidad científica, a pesar de su innegable valor, no puede aspirar a un estatuto epistemológico privilegiado respecto a las narrativas antihegemónicas que emanan de las comunidades disidentes o marginadas."
Sokal es un hombre de izquierda que pretendió "poner orden en casa." Pues lamentablemente la izquierda en medios académicos ha venido asumir este tipo de discursos de fuerte raigambre relativista y escéptica, los cuales van anexos a una retórica que no conduce a nada en términos efectivos. Al contrario de sus pretensiones bienintencionadas y reivindicatorias originales, esto beneficia más bien a la derecha y el oscurantismo, quienes, como ya es notorio, se suben al carro de la postmodernidad, del cual pueden sacar múltiples provechos. Vuelven a un terreno del cual ya habían sido expulsados, denunciando esta vez el "elitismo" intelectual del "pensamiento único." En el suelo relativista encuentran razones para que sus tesis no sean rechazadas en el acto por manifiestamente falsas. Les confieren sentido y, en consecuencia, legitimidad. Lo que antes se tuvo por sinsentido, ahora, impuesto el todo vale, debe tomarse seriamente. Son la voz de los "discriminados" en el plano epistemológico. Demás está decir que ello es una impostura que abandonarán tan pronto como hayan conseguido sus fines políticos.
Excelente la descripción de David. Ya hace muchos años Terry Eagleton desenmascaró el carácter reaccionario del posmodernismo (pero, como suele suceder, no le hicieron caso).
Aprovecho para saludarte, Gonzalo, por el día del padre. Ojalá algún día la alegría de tener hijos esté apoyada en la seguridad de que vivirán en una sociedad libre y sin violencia.
Estimado Daniel:
Muchas gracias. Esperemos que el mundo que heredarán nuestros hijos sea mejor que el presente.
Saludos,
Gonzalo.
¿Defiende la idea de que Nietzsche era nada más que un propagador de bullshit?
Manuel
Estimado David:
El caso que describes es muy interesante, y tu diagnóstico respecto de las actitudes de la "ultraderecha postmoderna" y la "izquierda postestructuralista" es muy agudo.
Saludos,
Gonzalo.
Manuel:
Para nada. Nietzsche y Heidegger son filósofos extraordinarios, críticos formidables de la metafísica tradicional e ilustrada.
Williamson se refiere a cierta versión postmoderna afectada y con aires de pitonisa, que nada tiene que hacer realmente con los gigantes mencionados.
Saludos,
Gonzalo.
Amigos:
Mantengámonos en el tema del post, por favor. Después tocamos temas de coyuntura.
Saludos,
Gonzalo.
Creo que tratando de atacar a cierto sector de la blogosfera esta tirando el bebe con el agua sucia. Me parece que hay muchas cosas valiosas en las obras de Derrida y Foucalt, no me parece justo calificarlos de BS.
Lasalusiones a Foucault y Derridá son de Williamson, no mías. Yo uso algunas ideas foucaultianas sobre el castigo que me son útiles. No obstante, es verdad que algunos postmodernos caen en estos vicios, como sugieren estos filósofos analíticos.
Saludos,
Gonzalo.
Las alusiones a Foucault y Derridá son de Williamson, no mías. Yo uso algunas ideas foucaultianas sobre el castigo que me son útiles. No obstante, es verdad que algunos postmodernos caen en estos vicios, como sugieren estos filósofos analíticos.
Saludos,
Gonzalo.
Ya sabemos que los peruanos somos maestros del FLORO. Pero hay distintos tipos de FLORO. A mi me llama la atencion el FLORO academico. Me parece que este fenomeno empieza en el colegio. Como nuestra educación se enfoca en repetir lo que otros dicen o piensan, adquirimos un vocabulario y un repertorio de ideas ajenas (las que, por cierto, no examinamos) y nunca nos vemos obligados a argumentar rigurosamente en favor o en contra de ninguna. Esto se ve despues en las aulas de las universidades del pais (incluyendo las mejores unversidades del pais). Nuestros profesores, muy cultos y eruditos ellos, se aseguran de que el alumno aprenda lo que las “mejores mentes” de la especie humana piensan y no exigen al alumno construir cuidadosamente argumentos en favor o en contra de sus posturas. Asi, el humanista peruano es un tipo que siempre tendra a la mano la cita correcta, el reporte de lectura adecuado, el comentario rebuscado y la anecdota culta. Sin embargo, muy difícilmente se preocupara en construir argumentos sólidos en favor de sus posturas. La preferencia por las “ideas sugerentes”, la bibliografia abultada y el vocabulario florido por encima de la argumentación meticulosa, es lo que a mi entender alienta el FLORO entre la clase intelectual peruana.
Feliz día del Padre! Atrasado, porque ayer estuve sin internet.
Bendiciones y buenos augurios para ti, tu esposa y tu hijo.
Saludos,
Ricardo.
Profesor Gamio. No estaba a favor del floro postmoderno de Vattimo, Rorty y compañia? No son floreros también?
Chau; el prime.
Muchas gracias, Ricardo. Creo que sería importante conversar.
Saludos,
Gonzalo.
Rorty es bastante riguroso, y la filosofía de la religión de Vattimo es extraordinaria. Son sus epígonos los que no me convencen.
Saludos,
Gonzalo.
Estimado Gonzalo:
De nada. Espero que la hayas pasado bien.
Sí como no. Envíame un mail y conversamos. Hace un año que no concretamos cita.
Saludos,
Ricardo.
Manganzón;
no veo palabra alguna ni ataque a los ultraconservadores. Pero si tales existen, estarían bien rayados de la cabeza. Nadie, en su sano juicio piensa en la manera exagera e irónica que la muestras.
Saludos,
Ricardo.
Para el último anónimo:
No toda la postmodernidad es palabrería o floro. Tal vez Derrida se pase de hablador, pero el mérito de la postmodernidad es ser la continuación de la modernidad, no es su antinomia.
Lo que dice Gonzalo es preciso.
Salidos,
Ricardo.
Efectivamente. Reafirmo, el post es sobre Frankfurt y Williamson, sobre la desmesura en el discurso, y sobre el juicio de la filosofía analítica en torno a ciertos excesos postmodernos. No hay fantasmas.
Saludos,
Gonzalo.
Aprovecho para hacer una aclaración importante.
Está circulando en un pintoresco blog la idea velada de que un grupo de “blogs liberales” están intentando atacar sistemáticamente el prestigio del Dr. Eduardo Hernando Nieto. El autor de ese blog insinúa veladamente que mi espacio puede estar desarrollando esa clase de ataques. Esa es una insinuación disparatada que yo rechazo.
En primer lugar, considero a Eduardo Hernando Nieto un amigo que aprecio y respeto y cuya obra he leído. No comulgo con sus ideas conservadoras y las he criticado argumentativamente, pero siempre en buena lid y en una relación de cordialidad y mutuo reconocimiento. Hemos debatido públicamente cuatro veces – en la UNMSM, en la PUCP, y dos veces por escrito -, y espero que estos intercambios se incrementen, porque todos hemos aprendido de ellos, y nos ha enriquecido. Martín Tanaka comentaba al respecto que estos debates constituían ya “un clásico” en las discusiones de los profesores jóvenes en Ciencias Humanas y Sociales en Lima. Estos debates se llevaban a cabo con respeto y aprecio. Lo atestiguan mis alumnos y los suyos.
Considero, además, que Eduardo defiende tesis que deben ser contestadas desde y en la democracia. Por ejemplo, la tesis de que la democracia liberal no le ha dado una atención suficiente a las situaciones de excepción es un punto que el pensamiento liberal tiene que desarrollar y criticar. Es un área de discusión importante. Esta tesis de Eduardo no es para nada “bullshit”, y estamos interesados en contestarla. Por eso distingo entre su versión del antiliberalismo y otras versiones más arcaizantes, que encuentro problemáticas.
Eduardo es un buen académico y una buena persona. Siempre he dicho que Eduardo no oculta sus puntos de vista, y dialoga con transparencia y buena disposición. En una reciente controversia blogosférica sobre el “canon literario metapolítico”, he señalado que la discusión con él no debe centrarse en la “denuncia ideológica”, muchas veces simplificadora, sino en el examen atento de sus libros, “Pensando peligrosamente” y “reconstruyendo la legalidad”. He dicho que sus posiciones son “tradicionalistas”, en sentido estricto, y que no deben ser caricaturizadas. Personas que asumen ideas cercanas a Eduardo – como Carlos Pérez, Raúl Haro y GB – pueden dar fe que mi intercambio de ideas con él siempre ha sido amistoso y riguroso. Por ello rechazo cualquier insinuación maliciosa que vaya en una dirección diferente.
Saludos,
Gonzalo.
Gonzalo, tu sabes que yo tambien aprecio mucho tu apertura y tu inteligencia y te agradezco mucho el texto que has colocado en tu blog. Definitivamente siempre estare dispuesto a debatir sobre ideas contigo o con quien desee hacerlo manteniendo las reglas de la caballerosidad que tu siempre has mostrado.
Un abrazo
eduardo
Estimado Eduardo:
Qué ocurrencia, amigo. Esos debates son siempre muy interesantes. Que continúen.
Conozco tu valía personal y tu transparencia. La discrepancia no es un obstáculo para la amistad.
Un abrazo,
Gonzalo.
Interesante el anàlisis semàntico del señor Ricardo Milla:
"La post-modernidad es lo que continùa de la modernidad"
Esperemos que este comentario no irrite su actitud ahora "progre".
Saludos,
Anónimo
(tenemos derecho a ser reconocidos como Anónimos)
Hola Gonzalo
Sería muy interesante que "bullshit" se conviritiera en un indicador o grupo de indicadores que midan esa dimensión en las encuestas sobre los docentes y jefes de prácticas.
Saludos
Renzo
Hola Renzo:
Efectivamente sería interesante, pero habría que precisarlo bien si es que se piensa convertirlo en un criterio de "medición".
Saludos,
Gonzalo.
En un blog conservador de escasa lectoría intentan contestar su post sobre el bullshit apelando a Heidegger, asumiendo una visión anti-socrática de la filosofía.
Alude indirectamente a usted hablando de la “gente ordinaria” y a los “bosquejos del liberalismo”….
¿Qué piensa?
Anónimo:
¿Qué quiere que le diga? Déjelos ser, simplemente, y no se haga mala sangre. Leí el post, y me reí muchísimo. Escribí lo del bullshit sin pensar en nadie en particular, y muchos saltaron; parece que el texto, sin querer, toco una fibra sensible. Respeto profundamente a Heidegger, pero no a los que nos intentan vender Nostradamus por Heidegger.
Me parece conmovedor que algunas personas piensen que sus cavilaciones son más que bosquejos, y que son algo más que personas corrientes. Esas ínfulas no son socráticas, como ustred bien dice, Dios me libre de ellas.
Nada más.´No tiene importancia.
Saludos,
Gonzalo.
y los conservadores criollos bogueros ¿Harán campaña por el general Donayre?
Como les gusta la guerra, y son tan radicales, podría ser...
Anónimo:
Jajajajaja.
No creo que lleguen a tanto.
Saludos,
Gonzalo.
Hola a todos
Con el permiso del blogger, para David. Realmente, que Alan Sokal, haya escrito tales cosas con el aparente propósito de desacreditar la legítima denuncia que la posmodernidad más ecuánime y, comprometida por un cambio desvinculado de falsos dogmas cientificistas que enmascaran y doran la píldora del pensamiento único, por lo tanto, que su propósito haya sido mediáticamente exitoso, lo único que revela es la desesperación por no contar con argumentos lo suficientemente respetables, por lo que se ven obligados a usar de estos "golpes bajos", de callejón intelectualoide.
Por otro lado, creer que las principales creencias posmodernas, pueden amparar o auspiciar de modo legítimo a corrientes de pensamiento que malinterpretando el círculo hermenéutico, creen encontrar en el retorno imperial, el "resplandor del acontecimiento", es equivocarse interesadamente. Los desplazados legítimos nunca pretenderán agazaparse y acechar para ver si cuando el tiempo es propicio, convertir a los otros en los desplazados del mañana.
La única posibilidad coherente y auténtica es la de hacer cada vez más patente la inhumanidad de la pretensión de un acceso privilegiado al conocimiento del ser y del valer, y a la traducción en un "lenguaje" que identifica la plenitud de lo real y del valor con la misma.
El lenguaje de la ciencia tiene su propia pertinencia, pero no es de ningún modo "el lenguaje", es uno más entre otros posibles, que son tanto o más relevantes para otras dimensiones del vivir humano. Si queremos regresar a la luna, en caso haya sido cierto y no solo propaganda, pues debemos hablar el lenguaje de la ciencia, pero si queremos saber para qué tenemos que ir a la luna, la ciencia no es la única voz atendible, de hecho no lo es, el lenguaje político -del dominio y del poder- también pretende imponer sus criterios, pero por supuesto, no es tampoco la única voz atendible.
Por lo cual, se equivocan aquellos que pretenden desacreditar desarrollos posmodernos comprometidos con la sensatez, haciéndolos responsables de la manipulación de sectores nostálgicos del ejercicio de un poder absoluto que solo encuentra justificación si es puesto al servicio de los demás, siendo el primer servicio la conservación de la alternabilidad pacífica de la misma, así como su libre crítica y la permanente actitud de renuncia a la misma.
Leer más en: jhcs-otromundoesundeber.blogspot.com
Estimado Julio:
Seguro David te responderá pronto.
Lo que denuncian Frankfurt, Williamson, y David con ellos, es una especie de 'desmesura postmoderna', presente en muchos discípulos de Derridá y Foucault (también algunos 'posmodernos locales' que convierten "Holzwege" en otra cosa, próxima a Nostradamus). La descripción de Lyotard acerca del ocaso de los grandes relatos es cierto. En esa clave, la postmodernidad - la recuperación de los pequeños relatos - da en el clavo.
Estoy de acuerdo en tu juicio severo sobre esa hybris criolla que pretende combinar postmodernismo con lo reaccionario. Veo, como tú señalas, allí más extravagancia. que conceptos.
Saludos,
Gonzalo.
Estimado Julio:
Como dije en la nota, el propósito de Sokal fue mostrar cuán pocos serios son los círculos que promueven el postmodernismo, hasta el punto de aceptar un artículo sin saber qué decía. Lo publicaron sin revisión previa -- y no en cualquier revista, sino en una de las más reputadas. El lenguaje oscuro en el que estaba escrito dejaba por momentos ver tesis parecidas a las suyas, por lo tanto, asumieron que era correcto, además de que, obviamente, el tener como autor a un conocido físico le daba ya cierto estatus. Esto quiere decir que no les interesa la argumentación, sino únicamente la persuasión de eventuales partidarios. Por otro lado, queda manifiesto el imperio del principio de autoridad en su variante más falaz y demagógica.
Sokal no pretendió con esto mostrar que las motivaciones o finalmente las tesis postmodernistas sean erradas. Respecto de lo primero, no cabe duda de que son bienintencionados. Sobre lo segundo, quizá no haya mucho que discutir. En este sentido, pido disculpas, pero si, según tu descripción de la tesis fundamental del postmodernismo, éste critica las pretensiones que tiene la ciencia de acceder de modo privilegiado al conocimiento del “ser” y del “valer,” entonces, debo decir que su empresa es quijotesca y que está luchando contra un monstruo inexistente.
Ningún científico tiene la pretensión habla sobre el “ser” y el “valer.” Y no porque esto sea “inhumano,” sino únicamente porque descripciones de ese tipo no se ubican dentro de sus intereses. La ciencia está interesada en el “por qué.” Sus métodos y programas no están diseñados para dar cuenta de qué son las cosas o para qué están, sino tan sólo para decir por qué acaecen. Es realmente sensato. Pues somos testigos de que, dada la ocurrencia de ciertos hechos o fenómenos, les suceden otros. La ciencia investiga esto, la causa, si lo quieres, en sentido eficiente. No dice nada sobre la final o formal porque de formular hipótesis en torno a éstas no habría lugar a la contrastación. Nadie duda de que existan modos de hablar sobre el particular; el problema es que serían incontrastables. (¿En qué radica la justificación cuando se habla de esencias o fines? ¿Quién tiene la razón cuando hay disputas sobre la esencia o fin de tal cosa o hecho? )
En resumen, hablar de la esencia o fin de las cosas no es algo de lo que se ocupe la ciencia, por lo tanto, no es correcto acusarla de buscar un acceso privilegiado a estas esferas, si las hay. Aquí no veo novedad. Las acusaciones apuntan mal. Es un muñeco de paja. Esto puede ser producto de dos cosas: mala fe o ignorancia. Mala fe si se conoce que la ciencia no presenta estas características, y, sin embargo, se le imputan para desacreditarla. Ignorancia si no se sabe que la ciencia no presenta estas características, y simplemente se habla de oídas.
Pero, a veces, la mala fe y la ignorancia se mezclan. Pues, desde la entrada y sin saber nada de ella, ni de sus potenciales, se tiene una animadversión hacia la ciencia. Este es el principio. Después se buscan razones para desacreditarla. Esto no es otra cosa que deshonestidad intelectual y auto-engaño.
Les sugiero leer el Manifiesto del Círculo de Viena para borrar prejuicios.
Saludos,
David
Muy interesante la aclaración de David. Persuasiva su alusión a las cuatro causas.
Saludos,
Gonzalo.
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