Gonzalo Gamio Gehri
La Navidad constituye una de las festividades religiosas más dulces y entrañables que hay. Evoca el nacimiento de Jesús de Nazareth, que los cristianos consideramos Hijo de Dios, y que la mayoría de las religiones identifican como un hombre santo y un hombre bueno, que radicalizó su mensaje de amor incondicional (ágape), al punto de ofrecer su vida por él. Jesús predicó la abolición de la violencia, como un medio que enturbia irremediablemente cualquier ideal de justicia. Puso la vida donde otros pedían la muerte, y combatió la violencia con amor y perdón.
Los cristianos concebimos la Navidad como el ingreso de Dios en el tiempo finito de la vida humana, y celebramos Su presencia entre nosotros. El paso de lo Eterno a la temporalidad (literalmente, eso es secularización). En el vocabulario de Schelling en Las Edades del Mundo, esa es una forma de realización de lo divino en la historia. Recientemente, Gianni Vattimo – en una línea convergente con Taylor y Chesterton – ha desarrollado el concepto cristiano de kenosis de esa manera. El “abajamiento” de Dios – la secularización - constituye la ‘verdad’ (el acontecimiento medular) del cristianismo: antes los llamaba “siervos”, hoy los llamo “amigos”.
Ello nos remite al tema de la encarnación. Ese es un tema que – a pesar de su relevancia – suele no ser examinado en su radicalidad por los propios cristianos. Como alguna vez mi querido amigo Gustavo Gutiérrez sostuvo, el abandono del mundo puede constituir un signo de santidad en otras religiones, pero no en el cristianismo, que invita a habitar el mundo, transfigurarlo, configurarlo como un lugar justo, conforme a los designios de un Dios que quiere la Vida. Humanizar el mundo – hacer de él parte del Reino de Dios – equivale a colaborar con el proceso de Creación, y hacerse responsable por él. Por desgracia, muchos cristianos piensan más en cómo abandonar el mundo que en cómo vivir y actuar en él, siguiendo el imperativo del Amor (Amarás a tu prójimo como a tí mismo). Muchos olvidan, incluso, las dificultades que implica seguir este poderoso imperativo – tomando en cuenta la vida de Jesús y sus discípulos: la tarea profética, la confrontación con los fariseos y los poderosos, el cultivo de la parresía (hablar con verdad y audacia), incluso la cruz -. Esos son los peligros de la encarnación. El ritualismo y la formalidad no entrañan ese tipo de contratiempos. Por eso algunos optan por un epidérmica espiritualidad y un rancio tradicionalismo – con su pomposa estética barroca, piénsese por ejemplo en el patético 'fundamentalismo reaccionario criollo' que camufla como "cristianismo" el delirante retorno de las antiguas jerarquías (¿?), o la sórdida descripción de Pinochet como promotor de la "civilización occidental y cristiana" ¿Qué de cristiano puede tener eso? -, y desestiman la fidelidad al Evangelio, que es justamente aquello que realmente importa.
Seguir el imperativo del Amor, de eso se trata. Creo que ese llamado trasciende la contingencia de las ideologías y las creencias y aún trasciende las religiones. Nos convoca a todos. La imagen de Jesús naciendo en el pesebre nos invita a dar una oportunidad a que ese imperativo de Amor renazca en nosotros, más allá de nuestras cosmovisiones particulares. Que se encarne en nosotros. Creo muy en lo personal que en ello consiste el espíritu de la Navidad.
Feliz Navidad para todos ustedes.
La Navidad constituye una de las festividades religiosas más dulces y entrañables que hay. Evoca el nacimiento de Jesús de Nazareth, que los cristianos consideramos Hijo de Dios, y que la mayoría de las religiones identifican como un hombre santo y un hombre bueno, que radicalizó su mensaje de amor incondicional (ágape), al punto de ofrecer su vida por él. Jesús predicó la abolición de la violencia, como un medio que enturbia irremediablemente cualquier ideal de justicia. Puso la vida donde otros pedían la muerte, y combatió la violencia con amor y perdón.
Los cristianos concebimos la Navidad como el ingreso de Dios en el tiempo finito de la vida humana, y celebramos Su presencia entre nosotros. El paso de lo Eterno a la temporalidad (literalmente, eso es secularización). En el vocabulario de Schelling en Las Edades del Mundo, esa es una forma de realización de lo divino en la historia. Recientemente, Gianni Vattimo – en una línea convergente con Taylor y Chesterton – ha desarrollado el concepto cristiano de kenosis de esa manera. El “abajamiento” de Dios – la secularización - constituye la ‘verdad’ (el acontecimiento medular) del cristianismo: antes los llamaba “siervos”, hoy los llamo “amigos”.
Ello nos remite al tema de la encarnación. Ese es un tema que – a pesar de su relevancia – suele no ser examinado en su radicalidad por los propios cristianos. Como alguna vez mi querido amigo Gustavo Gutiérrez sostuvo, el abandono del mundo puede constituir un signo de santidad en otras religiones, pero no en el cristianismo, que invita a habitar el mundo, transfigurarlo, configurarlo como un lugar justo, conforme a los designios de un Dios que quiere la Vida. Humanizar el mundo – hacer de él parte del Reino de Dios – equivale a colaborar con el proceso de Creación, y hacerse responsable por él. Por desgracia, muchos cristianos piensan más en cómo abandonar el mundo que en cómo vivir y actuar en él, siguiendo el imperativo del Amor (Amarás a tu prójimo como a tí mismo). Muchos olvidan, incluso, las dificultades que implica seguir este poderoso imperativo – tomando en cuenta la vida de Jesús y sus discípulos: la tarea profética, la confrontación con los fariseos y los poderosos, el cultivo de la parresía (hablar con verdad y audacia), incluso la cruz -. Esos son los peligros de la encarnación. El ritualismo y la formalidad no entrañan ese tipo de contratiempos. Por eso algunos optan por un epidérmica espiritualidad y un rancio tradicionalismo – con su pomposa estética barroca, piénsese por ejemplo en el patético 'fundamentalismo reaccionario criollo' que camufla como "cristianismo" el delirante retorno de las antiguas jerarquías (¿?), o la sórdida descripción de Pinochet como promotor de la "civilización occidental y cristiana" ¿Qué de cristiano puede tener eso? -, y desestiman la fidelidad al Evangelio, que es justamente aquello que realmente importa.
Seguir el imperativo del Amor, de eso se trata. Creo que ese llamado trasciende la contingencia de las ideologías y las creencias y aún trasciende las religiones. Nos convoca a todos. La imagen de Jesús naciendo en el pesebre nos invita a dar una oportunidad a que ese imperativo de Amor renazca en nosotros, más allá de nuestras cosmovisiones particulares. Que se encarne en nosotros. Creo muy en lo personal que en ello consiste el espíritu de la Navidad.
Feliz Navidad para todos ustedes.
15 comentarios:
HOla Gonzalo... esta pregunta siempre se la hago a mis amigos filosofos, historiadores y hasta a mis propios alumnos... ¿qué problema ha resuelto el amor en toda la historia del género humano? ... algunos ejemplos ayudaran... Saludos y Feliz Navidad al director de este blog y su respetable concurrencia... Eduardo Torres Arancivia.
Mi estimado Gonzalo
Un abrazo en estas fiestas, y cuánto tiene que ver el deseo de sentir a un Dios mas antropomorfizado el hecho de que Jesus sea hijo de Dios
Ternura para Iñigo, y afecto para tu entorno familiar
Eduardo:
Tu pregunta tiene cierta "trampa", si tomamos en cuenta dos cuestiones:
1) El 'ágape' no es una categaría política, y en ese sentido difícilmente podría tener un alcance transformador societal. En cambio, tiene un poderoso alcance transformador en el plano biográfico, en el de las relaciones "cara a cara" e incluso al interior de las comunidades pequeñas. La "philía" clásica - en contraste - sí tuvo un impacto político.
2) Incluso si el record histórico del 'ágape' fuera mínimo - pensemos en el pensamiento y la práctica de la no violencia - eso no lo invalida como ideal moral, un propósito por el que podría valer la pena vivir (o morir, como el propio caso de Jesús). Si transforma vidas, entonces podría valer la pena ¿no?
Feliz Navidad.
Saludos,
Gonzalo.
Estimado Hugo:
Muchas gracias por tu mensaje. La próxima vez que vengas a Lima, avisa con tiempo. Feliz Navidad, hermano.
Saludos,
Gonzalo.
Señor Gamio,
Aunque sé que no es algo muy incoherente que un marxista diga esto (y aunque usted piense que estoy cayendo en la sensiblería de un pequeño burgués alienado), le deseo una feliz Navidad. Para serle sincero la figura del niño Jesús me sensibiliza mucho y me hace desear intensamente que todo lo que proclama el cristianismo, en especial con respecto a la figura del Jesús fuera en realidad cierto. Es decir, que no sólo fuera un mensaje o una teoría sino que el Dios-Hombre fuera real, que pudiera quitarme el peso de tanta amargura por el mal en el mundo y en mi mismo y que realmente pudiera creer que todos los hombres somos hermanos, más allá de las clases sociales. Lamentablemente el materialismo dialéctico nos dice que todo es una hermosa ilusión.
Gónzalo:
Concuerdo plenamente contigo que el espíritu de la Navidad es el espíritu del Amor. Yo creo que es muy fácil y obvio decir que no puede haber Navidad sin Jesús (muchos lo venimos escuchando en las palabras relacionadas a esta fecha), pero el mensaje, trascendiendo inclusive al cristianismo, debiera ser que no se puede hablar de Navidad sin amor, y con ello, podremos recuperar la inmensa figura de Jesucristo en contenido, y no en formas vacías.
Un abrazo y una feliz Navidad para tí y para tu familia.
José:
Completamente de acuedo contigo ¡Feliz Navidad!
Un abrazo,
Gonzalo.
Cirilo:
Creo que la Navidad trasciende las religiones, e incluso si uno cree o no en algo sobrenatural. La figura de Jesús es ejemplar, incluso en un sentido histórico. Y el Amor existe en quienes aman al prójimo. Recojo tus reflexiones navideñas con cercanía y fraternidad.
Una Feliz Navidad para tí.
Saludos,
Gonzalo.
Feliz Navidad Señor Gamio.
Tal vez no me entienda. Escuché hablar a un cura y me dejó pensando mucho. No necesito una idea sino un redentor que me libere de este fardo. Sólo un impulso sobrenatural podría superar todo el mal que veo en el mundo. El drama es que lo deseo intensamente pero ¿donde lo puedo encontrar? Mejor será que vuelva a lo mio y que busque en la tierra cambiar al mundo.
Oh... el espíritu de la navidad afloro de forma inusitada... un verdadero milagro al estilo Dickens... Me quedo con el final de la II parte del Fausto: "todo lo que pasa es símbolo, solo el amor nos conduce al cielo"... Estimado Gonzalo.. concuerdo con tus reflexiones... algo de eso habia entendido... el amor solo funciona en escala reducida... tiene algo de melancólica la respuesta... tu segunda reflexión también tiene "cierta trampa" ... casi como el final del diario de Ana Frank que creo termina diciendo... "pero a pesar de todo aun hay gente buena"... Pero interesante la reflexion... Saludos,
Estimado Eduardo:
No es cierta trampa ¡Es que la esperanza y la fe (humana y práctica) le echan una mano al amor!
Saludos,
Gonzalo.
Son súper interesantes los temas abordados.
...Feliz Navidad!!!!
María nos representa y muestra la ternura y el valor de las mujeres.
Continua ilustrándonos y haciéndonos pensar a la luz de "la Verdad".
Bueno, la verdad es objeto de búsqueda....no de posesión. Cuando pensamos que "poseemos" enteramente "la" verdad, allí empiezan los problemas (fundamentalismos, guerras "santas", intentos de control exterior sobre universidades, alanzas con el poder, terrorismo, y tantos otros males).
Muchas gracias.
Saludos,
Gonzalo.
Buen artículo, el niño vino a sembrar amor, pero el mundo no lo supo escuchar, en nombre de esa pequeña criatura se han (y siguen) cometido grandes atrocidades.
Mucha gente dice creer en este Dios hecho hombre, y seguir sus mandatos, pero la verdad personas como Pinochet, que nombraste, actuan en el sentido contrario derramando odio y amargura en vez de amor y esperanza
feliz navidad
Estimado Hommo Leo:
Gracias por tu mensaje. Tienes toda la razón. En Chile, el tema Pinochet y sus crímenes debe ser todavía muy delicado, como aquí el tema Fujimori (a quien esperamos finalmente condenar y castigar conforme a la justicia).
Aquí en el Perú tenemos todavía muchos personajes que se erigen como "líderes espirituales", y sin embargo colaboraron con dictaduras. Es un problema en toda América Latina, en donde la impunidad todavía impera, lamentablemente.
Esperemos que vengan tiempos mejores, con justicia y democracia, con amor y respeto por el prójimo.
¡Feliz Navidad!
Saludos,
Gonzalo.
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