NUEVAS REFLEXIONES SOBRE EL CASO DE LA PUCP
Gonzalo Gamio Gehri
La semana pasada, un importante grupo de intelectuales representativos del país – entre los que se cuentan Mario Vargas Llosa, María Rowstoroski y otros – firmaron un pronunciamiento a favor de los principios de tolerancia y libertad de pensamiento que ha observado la Pontificia Universidad Católica del Perú desde su fundación. La declaración constituye un gesto a favor de la Universidad en momentos en que la autoridad eclesiástica limeña y su representante buscan – por todos los medios, en contraste con el respeto de sus predecesores por la autonomía universitaria – intervenir en los asuntos de la PUCP, particularmente en la administración de sus bienes y en la definición de la línea académica de la institución. Estos distinguidos intelectuales y artistas respaldad a la PUCP cuando se pone en juego toda la maquinaria de cierta jerarquía católica - sumada a la del poder político en el gobierno – para dañar a una de las instituciones académicas más importantes del país. A buen entendedor, pocas palabras. Hace tres días, las autoridades, representantes estudiantiles y profesores nombrados de la PUCP han suscrito un documento similar.
En las últimas semanas, se ha revelado que el Poder judicial ha desestimado – en una primera instancia – la acción de amparo interpuesta por la PUCP contra las pretensiones del señor Muñoz Cho, representante del Arzobispado de Lima, de tener ingerencia en los asuntos internos de la Universidad. Es cierto que en materia de acciones de amparo el Poder judicial no se pronuncia sobre cuestiones de fondo sino de forma, pero es una mala señal. El diario Perú 21 ha mostrado la cantidad de presiones que el juez de la causa ha recibido de parte del bando que representa los intereses arzobispales. Es que, si bien la autoridad eclesiástica no tiene la ley de su lado, sí tiene al poder político de su parte. Tiene entre sus aliados a los dos vicepresidentes - reconocidos fujimoristas -, un ministro en funciones (cuya trayectoria "política" ya es conocida), y evidentemente, al propio Presidente de la República y al partido de gobierno casi en su totalidad (que tiene, como se sabe, una gran influencia en el Poder judicial y entre los nuevos integrantes del Tribunal Constitucional). En fin, hay veinte mil razones diversas que explican este desconcertante y lamentable resultado inicial, completamente contrario a la justicia. El aspirante a interventor en jefe sabe que sólo tendrá la oportunidad de capturar la PUCP bajo un gobierno de escasas credenciales en materia de democracia y moral pública, como el fujimorato en los noventa o la actual administración García, por eso mueve sus piezas de ajedrez con tanta celeridad. Es que, si algo ha “aprendido” García es a aliarse con los ‘poderes fácticos’ del país: los grandes empresarios, el capital internacional, los jerarcas eclesiásticos, la “clase política” conservadora, los dueños de los medios de comunicación. Uno lee El síndrome del perro del hortelano y reconoce inmediatamente a qué intereses sirve García. Uno escucha su encendido discurso religioso – político y distingue que sector eclesiástico frecuenta ¡Qué lejos de la prédica secularizadora del joven Haya en los tiempos de la dictadura de Leguía!
La semana pasada, un importante grupo de intelectuales representativos del país – entre los que se cuentan Mario Vargas Llosa, María Rowstoroski y otros – firmaron un pronunciamiento a favor de los principios de tolerancia y libertad de pensamiento que ha observado la Pontificia Universidad Católica del Perú desde su fundación. La declaración constituye un gesto a favor de la Universidad en momentos en que la autoridad eclesiástica limeña y su representante buscan – por todos los medios, en contraste con el respeto de sus predecesores por la autonomía universitaria – intervenir en los asuntos de la PUCP, particularmente en la administración de sus bienes y en la definición de la línea académica de la institución. Estos distinguidos intelectuales y artistas respaldad a la PUCP cuando se pone en juego toda la maquinaria de cierta jerarquía católica - sumada a la del poder político en el gobierno – para dañar a una de las instituciones académicas más importantes del país. A buen entendedor, pocas palabras. Hace tres días, las autoridades, representantes estudiantiles y profesores nombrados de la PUCP han suscrito un documento similar.
En las últimas semanas, se ha revelado que el Poder judicial ha desestimado – en una primera instancia – la acción de amparo interpuesta por la PUCP contra las pretensiones del señor Muñoz Cho, representante del Arzobispado de Lima, de tener ingerencia en los asuntos internos de la Universidad. Es cierto que en materia de acciones de amparo el Poder judicial no se pronuncia sobre cuestiones de fondo sino de forma, pero es una mala señal. El diario Perú 21 ha mostrado la cantidad de presiones que el juez de la causa ha recibido de parte del bando que representa los intereses arzobispales. Es que, si bien la autoridad eclesiástica no tiene la ley de su lado, sí tiene al poder político de su parte. Tiene entre sus aliados a los dos vicepresidentes - reconocidos fujimoristas -, un ministro en funciones (cuya trayectoria "política" ya es conocida), y evidentemente, al propio Presidente de la República y al partido de gobierno casi en su totalidad (que tiene, como se sabe, una gran influencia en el Poder judicial y entre los nuevos integrantes del Tribunal Constitucional). En fin, hay veinte mil razones diversas que explican este desconcertante y lamentable resultado inicial, completamente contrario a la justicia. El aspirante a interventor en jefe sabe que sólo tendrá la oportunidad de capturar la PUCP bajo un gobierno de escasas credenciales en materia de democracia y moral pública, como el fujimorato en los noventa o la actual administración García, por eso mueve sus piezas de ajedrez con tanta celeridad. Es que, si algo ha “aprendido” García es a aliarse con los ‘poderes fácticos’ del país: los grandes empresarios, el capital internacional, los jerarcas eclesiásticos, la “clase política” conservadora, los dueños de los medios de comunicación. Uno lee El síndrome del perro del hortelano y reconoce inmediatamente a qué intereses sirve García. Uno escucha su encendido discurso religioso – político y distingue que sector eclesiástico frecuenta ¡Qué lejos de la prédica secularizadora del joven Haya en los tiempos de la dictadura de Leguía!
Junto a estos actores, hay que contar a cierta prensa autoritaria (Expreso, Correo, La Razón), que se ha sumado a esta suerte de sombría cruzada contra la autonomía universitaria. Estos órganos de prensa conservadora han hecho suya esta campaña - no sabemos si actuando en concierto o no -, incluyendo artículos o notas pequeñas ("sin confirmar") en las que se dedican a mostrar una versión de la historia, a distorsionar los hechos o a atacar directamente a las personas. Particularmente se esfuerzan por retratar falsamente a la PUCP como una institución "izquierdista" que supuestamente "adoctrina" a sus estudiantes en la "ideología derechohumanista". No obstante, la mala fe y la mentira cultivada por estas "empresas de la comunicación" es manifiesta: ni siquiera ellos pueden ocultar el hecho de que en la PUCP se cultiva el pluralismo: en ella encontramos profesores liberales, socialdemócratas, izquierdistas, del Opus Dei, ex candidatos humalistas, apristas, católicos, judíos, agnósticos, etc., todos interactuando en un clima de cordialidad y cooperación, lo cual constituye un signo inequívoco de tolerancia y apertura intelectual en la comunidad universitaria de la Católica. Es que las credenciales que permiten el acceso a la PUCP son los de la excelencia académica y la honestidad intelectual, y no el carnet o la línea ideológica o religiosa (que es lo que pretenden imponer quienes suspiran por controlar la Universidad desde una ideología ultramontana, como ocurre en algunos centros de educación "superior" dedicados a la "formación teológica" que regentan hoy con "mano de hierro" y manuales de Navarra en lugar de bibliografía académica). Sin embargo, la parte contraria a la PUCP ha llegado a colgar en su Página Web institucional - hasta hace poco tiempo - una serie de notas agraviantes contra la Universidad procedentes precisamente de esa prensa amarillista. Qué triste, realmente. Se supone que la institución episcopal está para promover la caridad y para dar testimonio del Evangelio, no para avalar ni para celebrar estrategias mediáticas moralmente cuestionables.
Pero los analistas más agudos y radicales van más allá. Señalan que a los intereses del conservadurismo católico, el gobierno, los sectores políticos anti-ONG y anti-CVR se les suma los intereses de otra universidad privada – hoy poderosamente vinculada al gobierno central en diferentes niveles -, que cosecharía en grande la violenta conversión de la PUCP en un gran colegio católico pre-concilio Vaticano II, como sucedería con un hipotético (e inadmisible) control cardenalicio sobre la PUCP. La universidad privada señalada cuenta hoy con una poderosa infraestructura, con un importante capital (¿De dónde proviene tanta bonanza?), con una influencia de privilegio en las “grandes esferas”, pero los bienes de la excelencia académica todavía les son relativamente esquivos. Una eventual 'expulsión' de los profesores más libres y notables ante una imaginaria incursión ultraconservadora sobre la PUCP le favorecería en ese sentido ¿Se equivocan estos analistas más radicales? Quizá no.
Lo he dicho muchas veces. En mi opinión – y no hago otra cosa en este breve texto que volcar mi opinión, ese es es sentido de un blog, exponer mi punto de vista personal sin cortapisas y con los argumentos correspondientes – estas escaramuzas contra la PUCP no representan otra cosa que un intento por demoler una parte importante de lo que queda del pensamiento pluralista y progresista en nuestro país. Para los grupos más conservadores - aquellos que recusan lo que llaman "hodiernidad" y su cultura de la libertad y del cuidado de la diversidad - las distinciones conceptuales e ideológicas son lo de menos: la distinción entre humanistas, ecologistas, socialistas o liberales les da igual, todos los que defiendan los Derechos Humanos, la libertad de conciencia y las políticas de diferencia son "rojos" (véase sus juicios gruesos y caricaturescos sobre las ONG o sobre la CVR en sus propios blogs). Su intolerancia no conoce matices. Ellos pretenden desmantelar una institución que cultiva el respeto por la pluralidad y defiende la democracia y los Derechos Humanos contra cualquier sombra autoritaria. Perder la PUCP sería una verdadera tragedia para el Perú. En tiempos en los que las evaluaciones educativas internacionales ponen al Perú a la cola del mundo, promover ilegítimamente desde esta curiosa e inaceptable alianza entre cierto poder eclesiástico y los poderes fácticos la extinción de la voz de una universidad de probada excelencia académica, reconocida mundialmente, constituye un acto perverso contra la vida de la ciencia y el pensamiento crítico en nuestro país. Este es más que un lío judicial. Se trata de un problema político y de libertad de pensamiento.
Pero ello jamás sucederá, jamás. Que sepan los aspirantes a "interventores" que los estudiantes, docentes y profesionales de diversas generaciones que amamos la PUCP no vamos a contemplar cómo destruyen una institución tan importante sin denunciar ante la ciudadanía sus componendas bajo la mesa y sus colusiones con el poder. Creo que es hora de salir a los espacios de opinión pública a denunciar lo que está pasando, señalando las presiones y los intereses que están en juego. Dirigirnos a la sociedad civil para que la ciudadanía esté alerta, y no permita este atropello contra el derecho y contra las libertades más básicas.
5 comentarios:
Cuando se cayó el techo de Arte, ese trío de medios conservadores explotó la noticia. Cuando se anunció la huelga del sindicato, hicieron lo mismo. Cuando salimos a marchar contra Rey, nos dijeron de intolerantes para abajo. Pero ahora que se ha dado el Seminario de reforma del Estado no han dicho ni pío. No han dicho que estuvo Jorge del Castillo y Aurelio Pastor, tampoco que se invitó a Lourdes. Manipulan burdamente la información a sus intereses. Hace ya tiempo que vienen haciendo eso.
Expreso es todo un caso. No tienen ningún tipo de vergüenza en asociar ddhh=izquierda caviar = terrorismo. Su conservadurismo llega a tanto que la vez pasada entrevistaron a un militar que negaba la existencia de la sociedad civil ("solo existe la sociedad peruana, eso es un invento de los izquierdistas pro-terroristas". Para ellos probablemente una universidad peligrosa por su pensamiento crítico debe ser regida por alguna de las "fuerzas tutelares" del país: la Iglesia. Y peor aun la más conservadora. Aquella que dice que los curas no deben participar en política, pero insisten en que el Estado no debe hacer política de planificación familiar y que afirma que Chávez "no trae nada bueno". Si eso no es política, ¿entonces qué es?
"Es más que un lío judicial" Es mucho más. Es un esfuerzo por avanzar al modo del cangrejo.
La situación religiosa del país obliga a que profesores como tú,Gonzalo, sigan motivando a nosotros, tus alumnos, a que podamos despertar del sueño que obnubila la razón, y en algunos hata el sentido común -que no es el común sentido-.
Cuando hay dos posturas frente a un problema, algunos sectores de nuestra santa madre iglesia se han "echado" frente a la situación, avalando el Status Quo; los que denuncian y defienden las causas de fondo, no vistas muchas veces de manera clara, son pues "rojos", "izquierdistas", "teólogos marxistas", "ideólogos de la muerte", "hijos rebeldes de la iglesia"...Te doy la razón. De fondo hay un problema de pluralidad: no se acepta la diferencia. Por otro lado, está una posición ecelsial dictatorial que actualmente vivimos, esto tiene como consecuencia el problema de la Católica, de muchas comunidades religiosas que por tener planes pastorales diferentes se ven despojadas de sus parroquias en nombre de la "obediencia".
Vivimos un invierno en la iglesia peruana, invierno que nos está congelando cualquier tipo de acción. Nuestro Prelado parece vivir añorando el siglo XV donde la palabra del obispo era Verbum Dei, pero no se da cuenta que estamos en pleno s. XXI donde los laicos no sólo pueden participar sino que es una necesidad con carácter obligatorio. Donde la libertad de expresión y las diferentes formas de vida son valoradas y fomentadas.
La iglesia de Lima necesita aires nuevos. Es necesario que despertemos a la madurez no sólo intelectual, sino también moral y humana, que es capaz de dialogar con lo diferente, de abrirse a nuevos horizontes, de dar oportunidades, de tolerar.
Más que un lío judicial es un lío de poder político-religioso, es una problema de anacronía, es un problema de fosilización de actitudes que contrarian a lo que la humanidad necesita y vive, que contrarian al evangelio y al mismo ser de la iglesia, es un problema de caminar de espaldas a lo que sucede, es un problema de actitud frente a lo diverso.
Completamente de acuerdo, Cenveda. Necesitamos apertura y reflexión crítica en la Iglesia, urgente.
Me parece que el problema también proviene de las "altas esferas" ¿Qué significa que el Perú tenga 12 obispos del Opus Dei, primer lugar en el mundo - España, 2º lugar, tiene sólo 2? (que no se me malinterprete: creo que la Iglesia debe ser PLURAL y eso también implica que el conservadurismo tenga un lugar, y que el Opus tenga algunos obispos, ESO ES RAZONABLE, pero...¿12? Eso supone una intencionalidad político - eclesial EVIDENTE. Creo que el problema de la PUCP - que no caerá, allí estaremos para vindicar sus derechos, y su carácter plural - se enmarca en un problema mayor, de naturaleza político-religiosa, como señalas.
Gonzalo,
Yo suscribo lo que dices. ¿Pero te parece que la PUCP está manejando bien el asunto?
Mi opinión es que la PUCP debería someter esto a discusión ante los medios.
Me sorprende que aun no lo haga.
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