Gonzalo Gamio Gehri
Título: La Rebelión de la Memoria
Autor: Salomón Lerner Febres
Edita: IDEHPUCP / CND / CEP
Año: 2004
El libro que reseñamos contiene los discursos que pronunció Salomón Lerner Febres entre los años 2001 y 2003, en su condición de presidente de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Son catorce discursos que testimonian la cimentación y el desarrollo del Informe Final – la apertura de las audiencias públicas, el trabajo de los voluntarios en las zonas golpeadas por el conflicto interno - así como su presentación ante los poderes del Estado y la sociedad civil. El texto además expone con particular lucidez y valentía la necesidad de perseverar en la discusión pública del Informe, y defender las políticas de reparación y las reformas institucionales que el proceso de reconciliación y reconstrucción democrática precisan para realizarse.
El título del libro revela con claridad el espíritu que lo anima. La memoria – el recuerdo de la exclusión y la violencia sufridas – se rebela contra la corriente ‘oficial’, representada por nuestra autodenominada “clase dirigente”, aquellos líderes y autoridades políticas que han preferido dirigir la mirada hacia otro lado cuando se trata de esclarecer o de someter a debate las causas de la violencia, el reconocimiento de nuestras responsabilidades frente a las violaciones de los Derechos Humanos y la ruptura de la institucionalidad democrática. El libro llama la atención acerca de nuestra posición como ciudadanos frente al reto de la construcción de una sociedad pluralista y solidaria; el trabajo de la memoria debe proyectarse sobre nuestra propia conducta, con frecuencia indolente e infraterna, frente a las victimas de la insania terrorista y la represión militar indiscriminada. La memoria se rebela también contra aquellos que- por condescendencia o aun por genuina complacencia con los perpetradores de uno u otro bando – predicaron el silencio; para evitar “reabrir viejas heridas”, privaron de voz a las víctimas o usurparon desde el Estado la potestad exclusiva de éstas de otorgar perdón, respaldando ilegítimas leyes de amnistía para garantizar la impunidad de los criminales y disfrazarla de legalidad.
Desde Hesiodo y Esquilo, la memoria ha sido considerada el instrumento por excelencia para la superación de la violencia y la generación de la vida civilizada: el esclarecimiento de la verdad implicaba la cooperación humana en el des-ocultamiento de lo real, arrebatado de las garras del olvido o del encubrimiento intencionado; el proceso del recuerdo era y es condición del ejercicio de la justicia. En la literatura griega, era frecuente que el esfuerzo por la verdad encontrase oposición en la “ceguera voluntaria” de quienes detentan el poder. Los argumentos de La Rebelión de la memoria beben de esa fuente moral, al enfrentarse al funesto miedo a la verdad, que suele contemplar los hechos de violencia como eventos fatales que producen “daños lamentables” e “inevitables”, pero no injusticias. En nombre de una “pedagogía perversa” – estrictamente autoritaria – los peruanos hemos preferido muchas veces mantener a las víctimas en el anonimato, considerándolas parte del precio a pagar por la “pacificación”, o el empleo de la “mano dura” gubernamental en los temas de “seguridad nacional”.
El libro de Lerner es una invitación a la ruptura del círculo vicioso de la exclusión, el autoritarismo, la violencia y la indiferencia ciudadana. La confrontación del pasado es el primer paso para la construcción de una ética democrática. “Hay una amarguísima fábula moral oculta bajo la masa de hechos conocidos y por conocer” –sostiene el autor – que es preciso descifrar para lograr configurar nuestra patria como “un recinto de realización humana para todos”. Este proceso de restauración ético-social requiere no solamente el castigo de los criminales y el rechazo de las políticas autoritarias, sino también el combate de las profundas desigualdades socioeconómicas y las diversas formas de discriminación que han sido caldo de cultivo del terror. Sólo el trabajo desde estos diversos frentes podría asegurar el acceso de todos los peruanos a la condición de ciudadanos.
A casi dos años de entregado el Informe Final de la CVR, el documento sigue sin ser examinado y discutido con detenimiento por muchas instituciones del país y por los organismos del Estado. Los políticos hace tiempo que han preferido atender “sus asuntos”, vinculados a la coyuntura y al clima preelectoral. Los medios han apagado ya los micrófonos y las cámaras ante lo que consideran unilateralmente una “noticia antigua”. No obstante, el compromiso con quienes han padecido injusticia y violencia continúa siendo una exigencia irrenunciable para las instituciones y las personas que participan de una genuina democracia. La Rebelión de la memoria nos recuerda, con firmeza y claridad, la fuerza moral de este compromiso en el contexto de los retos decisivos que afronta el Perú.
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