domingo, 29 de abril de 2012

LITERATURA Y FORMAS DE NOSTALGIA





Gonzalo Gamio Gehri

De todas las emociones que afectan el alma, la nostalgia siempre ha llamado mi atención. Tiene la forma de la reflexión y la intensidad conmovedora del anhelo. Plantea una aguda relación con el pasado. Evoca experiencias pasadas y se añora su retorno (nóstos). La mente y el corazón acarician esas imágenes que el recuerdo retiene. Por un lado, la memoria mantiene viva la experiencia y, en ese sentido, la hace presente; sin embargo, lo que se hace presente es también su condición de pertenecer al pasado. Lo que provoca dolor es saber que pasó, y que talvez sólo se preserva como pensamiento, como reflejo. Esa distancia temporal constituye al menos en principio una barrera infranqueable. Sólo se puede volver realmente sobre los propios pasos a través del recuerdo. No puedes retener el más pleno de los instantes – Fausto lo expresa muy bien -: inevitablemente, se te escurre entre las manos.


Esa es una manera de ver las cosas. Exploremos otro aspecto del asunto.

No obstante, la nostalgia puede mover el alma a la acción,.y a transformar la propia situación. La reflexión puede modificar la práctica. La nostalgia llevó a Odiseo a volver a pisar la patria, y a liberarla de sus opresores, e impulsó a Orfeo y a Dante a bajar a los infiernos para reencontrarse con la amada. El recuerdo de los brillantes ojos oscuros y la cabellera negra de Eurídice condujo a Orfeo a las profundidades del Hades y a su rescate; la visión de Beatrice orientó a Dante en su trayecto por el Cielo. El sufrimiento de Admeto por la muerte de Alcestis permitió que Heracles la recuperara para el mundo de los vivos, arrebatándosela por la fuerza al mismísimo Thanatos; de este modo, el amor pudo vencer a la propia muerte. Otra es la suerte de Novalis, que escribe sus Himnos a la noche agobiado por la pérdida de Sophie von Kuhn. La vivencia de la nostalgia parece invocar en su caso el retorno de una temprana y feliz época del mundo:

“¿Qué más nos falta hacer en esta tierra
Con nuestra fe y amor que nada calma?
Por siempre más lo antiguo ha fenecido,
Y ¿qué ha de traer lo nuevo a nuestra alma?
¡Ah, cuán sólo se siente y afligido
Quien con amor profundo
Ama la primitiva edad del mundo!”.

En algunos casos, como el de Novalis, la nostalgia implica la pertenencia al pasado y la extrañeza frente al presente. Es una nostalgia fatalista y desgarradora. De hecho, a diferencia de los griegos, marca una absoluta cerrazón frente al presente. La nostalgia novaliana ata la consciencia al pasado. En contraste, en el caso de Orfeo y Admeto (y creo que también en el de Dante), se trata de superar el pasado en el presente, poder lograr nuevas experiencias plenas, quizás recuperar el amor y a la amada añorada. En el caso de Odiseo, volver a su reino y recuperar el trono. Diríase que la nostalgia, bosquejada en este sentido “clásico”, busca salir de sí misma para reorientar con esperanza el presente. Extrañar constituye un llamado al retorno de la plenitud, marca una actitud de apertura al presente y al futuro en cuanto a lo que se anhela. Esa nostalgia genera un impulso práctico por la recuperación de lo anhelado. Superar la pérdida y acaso  lograr el reencuentro. No existe una única forma de nostalgia, ni una única forma de observar el pasado, ni un solo modo de anhelar el retorno de la plenitud.

miércoles, 25 de abril de 2012

VICENTE SANTUC SJ: UN AÑO DE SU PARTIDA

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Gonzalo Gamio Gehri


El pasado 3 de Abril se cumplió un año del sensible fallecimiento de Vicente Santuc, sacerdote jesuita, filósofo, fundador y Rector de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Dejó muchos buenos amigos y numerosos discípulos que apreciaron sus clases y su ejemplo de vida. Vicente mostró con su vida y obra que es posible ser a la vez un creyente comprometido y un espíritu libre, un filósofo y un hombre de Dios. La lectura paciente de los clásicos y la meditación en torno a los textos del Evangelio lo llevaron a comprometerse con esa difícil pero altamente significativa forma de existencia. Sus lecciones sobre Nietzsche y sus escritos fenomenológicos sobre la acción humana – particularmente la acción política – constituyen un claro testimonio de esa vocación por hacer de la fe y la libertad las disposiciones fundamentales para llevar una vida con sentido.

En el libro El topo en su laberinto es posible encontrar su compleja interpretación del lugar de la filosofía en la cultura, la sociedad y la vida de las personas. En este momento estamos revisando y ordenando los numerosos manuscritos que Vicente dejó, con el propósito de publicar sus Obras completas. En un primer volumen aparecerá su último ensayo, "Antropología existencial", acompañado de algunos artículos complementarios sobre filosofía de la educación, espiritualidad y filosofía práctica.

Más allá de la evidente calidad de sus ideas, la profundidad de sus argumentos sobre el carácter gratuito de la vida, la dimensión humana de la fe, la crítica del homo economicus y tantos otros motivos filosóficos en el pensamiento de Vicente, sus amigos y colegas lo recordaremos siempre como un verdadero maestro que sabía encarnar las ideas en un camino de vida y que era capaz de transmitirlas con precisión conceptual, espíritu crítico y una gran  honestidad personal. Su sólido sentido de la realidad no le impedía tener una enorme y afectuosa fe en los seres humanos y en su capacidad de crecer y plantearse propósitos que implican la transformación del entorno y la promoción de la justicia. Después de un año, su partida nos sigue dejando un enorme vacío. Tomar muy en serio los principios que guiaron su vida y su magisterio filosófico será el mejor modo de honrar su memoria.

jueves, 19 de abril de 2012

EL SOMBRERERO LOCO Y LA LIEBRE DE MARZO




Gonzalo Gamio Gehri

Uno de los episodios célebres en Alicia en el país de las maravillas es sin duda aquel del encuentro de Alicia con el Sombrerero loco y la Liebre de marzo, personajes que están permanentemente disfrutando de la hora del té. Les acompaña un Lirón, una criatura sensiblemente proclive a quedarse dormido. A pesar de que la mesa es muy grande, ellos se han sentado muy juntos en uno de sus extremos, quejándose por la falta de espacio. El Sombrerero y la Liebre son individuos que han perdido la razón, que se expresan y actúan de manera confusa e irracional. Carecen – como muchos personajes en el cuento – de lo que Alicia interpretaría como “sentido de la realidad”. Sin embargo, juegan con las palabras de tal manera que ponen en grandes aprietos a Alicia.
El Sombrerero y la Liebre son una suerte de maestros de confusión: plantean a Alicia adivinanzas en principio absurdas (“¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?”) e intentan reducir a la niña a una situación de irresoluble perplejidad a partir de extrañas comparaciones. Cuando Alicia sugiere cuestionablemente que “decir lo que uno piensa” es semejante a “pensar lo que uno dice”, el Sombrerero replica que ello entonces equivaldría a sostener que “veo lo que como” es lo mismo que afirmar que “como lo que veo”. La Liebre añade otro ejemplo: a saber, que expresar que “me gusta lo que tengo” es semejante a aseverar que “tengo lo que me gusta” (pp. 62-64). El lógico y filósofo que era Lewis Carroll emerge desde las entrañas mismas del narrador.
El Sombrerero y la Liebre aprovechan las alusiones al tiempo para hablar del Tiempo como si se tratase de una persona. El Tiempo es descrito por el Sombrerero como el amo de todos los relojes, y, en tanto tal, un personaje puede disponer de ellos para favorecer a sus amigos, o que puede ensañarse con quienes caen en desgracia ante su opinión y su parecer. El Sombrerero insiste en sostener que, habiéndose enemistado con el Tiempo – en un evento público en honor de la reina -, él y la Liebre están condenados a vivir permanentemente a la hora del té. En lo que respecta a la vida de ambos, el Tiempo se ha negado a discurrir ¡Ni siquiera tienen tiempo para lavar la vajilla!
La propia Alicia se convierte en víctima del agrio humor del Sombrerero. El Lirón cuenta un extraño cuento acerca de tres hermanas que dibujaban sólo personas y objetos cuyos nombres empiecen con ‘M’ (p.72) – los participantes manifiestan su preocupación por cómo sería retratar un “mucho” -, el Sombrerero reprime con notoria hostilidad las reiteradas interrupciones y preguntas de la niña. Alicia abandona, entonces, visiblemente irritada, la estrafalaria merienda, y se adentra tímidamente en el bosque.
Sus pasos la llevarán a conocer a la terrible Reina de Corazones. Episodio del que nos ocuparemos otro día.

jueves, 12 de abril de 2012

PUCP: AUTONOMÍA E IDENTIDAD


Gonzalo Gamio Gehri

El conflicto entre la PUCP y el Arzobispo de Lima ha llegado nuevamente a un punto crítico. En momentos en que las conversaciones parecían llegar a cierto entendimiento que apuntaba a darle una solución integral al problema (juicios y estatuto) – se estaba preparando un documento que se iba a someter a discusión en la Asamblea Universitaria -, el Cardenal Cipriani concede una entrevista a un medio de prensa en la que sostiene que estas conversaciones con la PUCP nada tenían que ver con el tema de la herencia de Riva-Agüero y con los juicios correspondientes. Este gesto puede tomarse como de ruptura del diálogo, dado que el Vaticano está interesado en lograr una solución integral al conflicto (en el contexto de esa propuesta se envió al Cardenal Erdo). Asímismo, es preciso señalar que estas declaraciones del Arzobispo de Lima estarían contraviniendo el pedido expreso de Roma de mantener en absoluta reserva las negociaciones entre la Iglesia y la PUCP. Esta funesta actitud favorece la sólida hipótesis de que lo que el Arzobispo busca es ejercer el control económico y académico sobre nuestra casa de estudios. Hasta donde se sabe, las autoridades competentes ya estarían informadas acerca de esta quiebra de las conversaciones y sus extrañas circunstancias.

Por principio, soy partidario de la idea según la cual la mejor forma de resolver los conflictos pasa por llegar a acuerdos que satisfagan a las partes; esto supone escuchar las razones del otro y estar dispuestos a hacer razonables concesiones mutuas. En el caso de la PUCP, considero saludable arribar a consensos que no supongan sacrificar la autonomía universitaria, el pluralismo académico y el libre ejercicio del derecho de la Universidad a administrar lo que le pertenece. Lo digo en nombre de la importante trayectoria de la PUCP al servicio del país y a favor del cultivo del conocimiento, y también porque el cuidado de estos principios – autonomía y pluralismo – constituyen requisitos básicos para que podamos hablar propiamente de una Universidad: en ella, la libertad ante el examen crítico de las diversas formas de saber y expresión de sentido. Estoy convencido de que los centros educativos que no permiten discutir determinados asuntos o disciplinas, o que impiden leer ciertos libros, no son realmente universidades, y fracasan en la tarea de formar seres humanos lúcidos. En contraste, la PUCP ha sabido mantener su autonomía y practicar el pluralismo y el espíritu crítico sin perder de vista su inspiración católica. El cuidado de la identidad no debería suponer el sacrificio de la libertad académica. Estoy convencido de que esa libertad no es negociable; no puede serlo si lo que se busca es preservar el espíritu de la Universidad. Eso está claro para la comunidad universitaria.

No conozco el documento definitivo que iba a ser sometido a consideración de la Asamblea- pude leer un escrito preliminar, un borrador, que ha estado circulando en la red -, antes que la otra parte interrumpiera el diálogo. Considero que tal documento preliminar es ambiguo en una serie de puntos importantes, como en las condiciones que un candidato debe reunir para ser elegido Rector, por ejemplo. Creo que cualquier sugerencia de reforma de los estatutos tendría que ser examinada con tiempo, para asegurar que la autonomía y el pluralismo no se vean amenazados en modo alguno. Pienso también que ahora – en momentos en los que una de las partes parece haber desestimado la propuesta de solución integral, que habría sido materia del documento – el escenario es otro. Primero, quizá Roma tendría que pronunciarse sobre la ruptura unilateral de las conversaciones, (y en torno a la ruptura de la reserva de las mismas). La comunidad universitaria, por su parte, esperará que el diálogo se retome, bajo las condiciones de una estricta defensa de la autonomía de la PUCP.

Estaremos atentos a lo que suceda en los días que siguen.