lunes, 29 de septiembre de 2014

DEMOCRACIA LIBERAL Y ÉTICA DE LAS COMUNICACIONES






Gonzalo Gamio Gehri

Esta semana se realizaron en la UARM las IX Jornadas Éticas. Se trata de un evento anual en el que la Escuela de Filosofía organiza un conjunto de conferencias de carácter filosófico – práctico e interdisciplinario que tiene una significativa proyección hacia la vida pública y en general hacia la vida social en el Perú. Esta vez, el tema abordado fue la Ética,   democracia y comunicación. Participaron en estas sesiones de reflexión Rómulo Franco, César Zamalloa, Santiago Pedraglio y quien escribe estas líneas.

Se discutieron una serie de cuestiones, como el debilitamiento del periodismo de investigación, así como la precariedad argumentativa de las columnas de opinión en la mayoría de los medios de prensa en el país. Del mismo modo, se examinó la compleja situación que entraña que una poderosa empresa mediática controle cerca del 78 % de la prensa escrita en el Perú, circunstancia que podría poner en riesgo el pluralismo tanto como  los derechos al acceso de la información y a la expresión del pensamiento, principios fundamentales para una sociedad democrática. Los ponentes advirtieron los peligros que se generan a partir de la “propiedad cruzada” de diversos medios de comunicación, así como la necesidad de propiciar la discusión ética y legal sobre esta materia.

“Los medios de comunicación no tienen que ver nada con la educación”, sostuvo – recuerda Zamalloa – un famoso empresario de las comunicaciones. Es francamente patético que los medios de prensa hayan desarrollado una cuestionable vocación por ejercer nfluencia en los espacios del poder – público y privado – y muestren un absoluto desinterés por el cuidado de la conciencia cívica. Los medios han abjurado de su misión originaria – explicitada en la época de la ilustración -, la formación del juicio crítico y la defensa de las libertades sustanciales de las personas. Es preciso reasumir esa preocupación por la calidad de nuestras instituciones sociales y políticas. Recuperar foros de deliberación que orienten la sociedad hacia el fortalecimiento de la democracia en el Perú.



DEMOCRACIA Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN (ESQUEMA)





Gonzalo Gamio Gehri

Esquema de mi participación en las IX Jornadas Éticas en la UARM. El tema general fue Ética, democracia y comunicación, el 25 de septiembre último.

ESPACIO PÚBLICO Y CONSTRUCCIÓN DE OPINIÓN COMÚN

}        No sólo el Estado es administrador del “Bien común”.
}        Se trata de escenarios en los que los ciudadanos puedan construir consensos o expresar disensos sobre temas de interés común, y generar formas de vigilancia respecto de la conducta dde las autoridades.
}        “Espacio de aparición” de lo propiamente humano” (H. Arendt).

     LA ESFERA DE OPINIÓN PÚBLICA

}        Una expresión puntual del espacio público.
}        Escenario distinto del Estado, espacio meta-local (Taylor) para la formación del juicio crítico del ciudadano en torno a asuntos de interés común.
}         Desde el siglo XVIII se constituyen en espacios para la deliberación cívica y la construcción de “opinión pública”.
}        Vigilancia del poder.
}        La existencia de una esfera de opinión pública constituye un rasgo distintivo de las democracias liberales.

     ¿QUÉ ES OPINIÓN PÚBLICA?

}        Se trata de opiniones que versan sobre asuntos de interés público.
}        Son susceptibles de argumentación y crítica.
}        Son posible foco de consenso público.
}        No son la mera sumatoria de opiniones privadas.
}        Los medios de comunicación de masas son espacios que en un principio fueron concebidos desde la idea de la formación de opinión pública desde el debate y la información.

      ¿LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SON EMPRESAS O ESPACIOS DE OPINIÓN PÚBLICA?

}        Las empresas persiguen fundamentalmente fines privados.
}        Los medios se comportan hoy en primera instancia como empresas.
}        Sin embargo, es posible que una empresa dedicada a la comunicación cumpla con su misión de informar al ciudadano y difundir opiniones plurales sobre asuntos importantes.
}        Figura del “Defensor del Lector”.

        MEDIOS DE PRENSA Y DEMOCRACIA      

}        El medio tiene derecho a ejercer sus libertades en tanto empresa, el ciudadano tiene derecho a la información y a la expresión del pensamiento.
}        En ese sentido, el fenómeno del copamiento de medios por parte de una empresa plantea un conflicto entre el mercado y las exigencias de la democracia en términos de una esfera de opinión pública plural.
}        El copamiento de medios de prensa podría obstaculizar el acceso a información o la discusión de perspectivas que no convergen con la “línea política” o con los intereses de la empresa.
}        Limitar este pluralismo constituye un severo riesgo para la democracia.



miércoles, 17 de septiembre de 2014

PRIMO LEVI: EL CUIDADO DE LO HUMANO Y LA ÉTICA DE LA REMEMORACIÓN





Gonzalo Gamio Gehri


Hace tiempo que no leía un libro tan inspirador. Si esto es un hombre de Primo Levi describe los denodados esfuerzos de un grupo de seres humanos recluidos en Auschwitz por evitar la muerte y combatir la deshumanización que se promueve desde el Lager. Con una pluma sutil e iluminadora, el autor nos sumerge en el corazón mismo de la tragedia humana. Hacer memoria constituye a su juicio una condición para hacer justicia a quienes no sobrevivieron y permite abrigar la esperanza de que la humanidad aprenda de esta terrible experiencia. Rememorar la Shoah implica decir “nunca más”, procurar trazar un límite entre nosotros y aquellos funestos acontecimientos.

“Entonces por primera vez nos dimos cuenta de que nuestra lengua no tiene palabras para expresar esta ofensa, la destrucción de un hombre. En un instante, con intuición casi profética, se nos ha revelado la realidad: hemos llegado al fondo. Más bajo no puede llegarse: una condición humana más miserable no existe, y no puede imaginarse”[1].

El libro retrata una situación de absoluta degradación y desesperanza. Luchar a muerte por un trozo de pan adicional o por un par de botones, delatar al vecino por un poco más de sopa. Los nazis construyeron en los campos de concentración un sistema jerárquico que encargaba a los propios judíos el cuidado de la disciplina entre los internos: el Kapo se convirtió en una figura particularmente despiadada, que no dudaba en someter a sus propios compañeros a tratos crueles con tal de agradar a las autoridades del campo y  así hacer más soportables las condiciones de su propia reclusión. Generar la división entre los internos, fomentar el robo y el trato violento constituyó una estrategia sistemática para ejercer un control absoluto sobre las personas. Se trataba, asimismo, de despersonalizar a los internos, para minar cualquier posibilidad de resistencia contra su cautiverio. Era parte de una política de genocidio, conducente a la erradicación de quienes los nazis tenían por “seres desechables” [2]. La destrucción de lo humano en los campos obedecía a un programa cuidadosamente diseñado.

“En la práctica cotidiana de los campos de exterminación se realizan el odio y el desprecio difundido por la propaganda nazi. Aquí no estaba presente sólo la muerte sino una multitud de detalles maniacos y simbólicos, tendientes todos a demostrar y confirmar que los judíos, y los gitanos, y los eslavos, son ganado, desecho, inmundicia. Recordad el tatuaje de Auschwitz, que imponía a los hombres la marca que se usa para los bovinos, el viaje en vagones de ganado, jamás abiertos, para obligar así a los deportados (¡hombres, mujeres y niños!) a yacer días y días en su propia suciedad; el número de matrícula que sustituye al nombre, la falta de cucharas (y, sin embargo, los almacenas de Auschwitz contenían, en el momento de la liberación, toneladas de ellas), por lo que los prisioneros habrían de lamer la sopa como perros; el inicuo aprovechamiento de los cadáveres, tratados como cualquier materia prima anónima, de la que se extraía el oro de los dientes, los cabellos como materia textil, las cenizas como fertilizante agrícola; los hombres y las mujeres degradados al nivel de conejillos de indias para, antes de suprimirlos, experimentar medicamentos”[3].
En este libro encontramos poderosas reflexiones sobre lo humano y sus posibilidades, aún en estas terribles circunstancias de humillación y de encierro. A pesar del maltrato y el hambre, Primo Levi decide luchar en contra de las fuerzas que intentan destrozar su cuerpo y doblegar su espíritu. Se da cuenta – por ejemplo - de que puede recordar la fuerza interior de lo humano evocando las grandes palabras de los antiguos poetas: esto lo descubre cuando recita de memoria los versos de Dante del célebre Canto de Ulises en la Divina comedia. Tenía la intención inicial de enseñarle algo de italiano a un compañero francés; de pronto, los versos reabren las puertas de su mente y su corazón a pensamientos y emociones que creía ahogados en el profundo abismo de la desesperanza y del miedo. Esa experiencia lo impulsó a plantearse el proyecto de escribir sobre su propio Infierno y así advertir a otros de que los campos de concentración sí fueron reales.

En lo personal, debo decir que hace tiempo que no leía algo tan valioso y esclarecedor sobre la condición humana. Un texto que da que pensar y mueve poderosamente el alma hacia la empatía. Recomiendo su lectura con especial consideración. Se trata de una forma diferente de estudiar lo humano: configura un horizonte que nos permite acercarnos con ojo crítico a otras experiencias de violencia, como los sucesos recientes en la franja de Gaza o en Irak, llevados a cabo por otros perpetradores y en nombre de otras variantes del odio. Primo Levi ofrece una mirada hacia lo humano arraigada en lo narrativo y en lo práctico en su sentido más antiguo. Estamos acostumbrados, lamentablemente, a pensar al ser humano desde las categorías de la antropología metafísica esencialista, tan apreciada por el conservadurismo teológico y político. El riesgo de la abstracción y de la desvinculación con lo práctico es, por desgracia, considerable en esos enfoques, que a menudo pueden desembocar – involuntariamente o no - en visiones totalitarias de la moral y de la política. En contraste, esta hermenéutica de lo trágico nos acerca al trabajo de la investigación ética griega, aquella que contrasta experiencias y juicios prácticos contrapuestos, de modo cultiva “el poder dialéctico de comparar concepciones alternativas de un modo perspicuo al oponer sus rasgos más destacados”[4]. Ese tipo de reflexión enraizada apunta a la comprensión y a la defensa del ser humano concreto, libre de generalizaciones que pueden convertirlo en una mera idea, o en un objeto más del mundo.



[1] Levi, Primo Si esto es un hombre Barcelona, Nuchnik Editores 2002 p. 13.
[2] Revísese Lepenies, Wolf “La intolerancia, esa terrible virtud” en: Varios autores La intolerancia Buenos Aires, Gránica 2007 p. 93.
[3] Levi, Primo Si esto es un hombre op.cit. p. 109.
[4] Nussbaum, Martha “Leer para vivir” en: El conocimiento del amor Madrid, Machado Libros 2005 p. 432.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

INFORME CVR: UN AÑO MÁS DE SU PUBLICACIÓN





Gonzalo Gamio Gehri

Hace una semana se cumplieron once años de la publicación del Informe Final de la CVR. El 27 de agosto de 2003 Salomón Lerner Febres entregó el documento al Presidente y a los miembros del Congreso de la República, y, a través suyo, a todos los ciudadanos. Es sin duda una investigación interdisciplinaria promovida por el Estado – durante el proceso de transición - que examina con rigor y compromiso cívico el fenómeno de la violencia y la exclusión durante el conflicto armado interno. El Informe se instala firmemente en el horizonte moral y político de la cultura de los derechos humanos. Aunque todavía un grupo importante de ciudadanos persevera en la tarea de discutir el documento y explorar las posibilidades de realizar sus recomendaciones, particularmente desde algunas universidades, centros de investigación y comunidades religiosas,  el texto ya no suscita un gran interés de parte de la mayoría de los medios ni de la “clase política”, incluido el propio gobierno. No debería sorprender el hecho, dado que muchos políticos en actividad eran en los tiempos de la violencia funcionarios públicos en ejercicio. En muchos casos, su indiferencia – y quizás su cobardía – se explica por sus propios intereses o por las expectativas de los poderes que los avalan. Mientras tanto, las víctimas inocentes del conflicto esperan el día en que se haga justicia y se les trate como compatriotas y titulares de derechos universales no negociables.

Es cierto que el tipo de trabajo de las comisiones de la verdad es doloroso y desafiante – y está bien que así sea -, de modo que la validez de su relato y los alcances de sus propuestas va afirmándose con el tiempo. Así ha sucedido en Sudáfrica y en otras sociedades. Sin embargo, No puedo evitar pensar que las condiciones de la violencia, a nivel estructural, cultural e ideológico, siguen lamentablemente latentes en el país, como lo estaban antes de la época del terror subversivo y la represión. Ni el crecimiento económico ni la precaria estabilidad democrática han logrado conjurar el grado de conflictividad presente en la sociedad de tantas formas. Es un peligro que ya el Informe Final de la CVR y diversas investigaciones especializadas han advertido. El uso de la fuerza y el autoritarismo siguen siendo instrumentos atractivos para no pocos grupos políticos, y tanto el funesto Movadef como la extrema derecha libran una absurda y sinuosa lucha contra la memoria. El buen sentido escasea en materia de justicia, institucionalidad y derechos humanos.  La reflexión de Hubert Lanssiers – que tiene algo menos de dos décadas – tiene una preocupante vigencia:

“Contaban los griegos que Cadmo, fundador de Tebas, mató un dragón y enterró sus dientes en el campo. De inmediato la tierra se cuarteó y, en lugar de espigas, asomaron cascos de bronce, puntas de lanza y, finalmente, hombres armados: todo un ejército fantasmal programado para matar.
 Me pregunto si no estamos, nosotros, sembrando los dientes del dragón sin darnos cuenta de que terminaremos siendo triturados por ellos”.

Examinar y discutir las condiciones de las múltiples dimensiones de la violencia, para combatirlas en democracia, constituye un desafío crucial para el país. No lo olvidemos.