lunes, 25 de mayo de 2015

EL RACISMO, LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA Y EL “REALISMO DE MERCADO”




Gonzalo Gamio Gehri


Increíble lo que ha pasado en la Universidad San Martín de Porres hace unos pocos días. Y la respuesta del Decano de la Facultad de derecho resulta aún más sorprendente. De acuerdo con lo señalado por una testigo del incidente, las autoridades de la Facultad consideraron pertinente tomar fotos en una clase en el contexto de la campaña de publicidad. La persona denunciante indica que, en medio de la clase, por disposición de las autoridades, entraron 10alumnos blancos (da la casualidad que todos eran blancos) yse intercalaron conlos alumnos que estaban en el salón, luego procedieron a tomar las instantáneas”. Estos alumnos no eran parte de la clase. La alumna que comenta el hecho sostiene – con razón – que esta acción puede calificarse como racista. El incidente provocó una serie de reacciones y comentarios, que motivaron que el Decano, Ernesto Álvarez Miranda – ex presidente del Tribunal Constitucional  – escribiera una nota sobre el tema.

“No creerán que luego de haber presidido el TC resulto ser racista, pasa que para hacer publicidad a colegios de nivel B hay que ponerse en la mente y gustos de chicos y chicas de 16 años. No comparas planes de estudio ni corrientes jurídicas, sino que ojeas el folleto de admisión y eliges el lugar donde encuentras gente que quisieras conocer por los motivos más frívolos y superficiales. La publicidad eficaz es la que se pone en el lugar del público objetivo a la que está destinada. Las profes pidieron gentilmente intercalar a los chicos con chicas, y en el grupo había de diversos tipos y colores, por cierto. Disculpen si alguien se ofendió, la idea es que postulen más y mejores muchachos para seguir elevando nuestra posición en los rankings, y eso beneficiará a graduados, alumnos y profesores".


Es lamentable constatar la cantidad de prejuicios y estereotipos que presenta esta asombrosa respuesta. La nota empieza con una evidente falacia (la idea es “no puedo ser racista si he presidido el Tribunal Constitucional"). Se asume que “los colegios de nivel B” cuentan con estudiantes de un cierto “perfil”, y que en general la clase media está compuesta por personas de un determinado fenotipo. La alusión a los "mejores muchachos" es profundamente desafortunada, y sumamente grave en una Facultad de derecho, en una universidad cuyo patrono es san Martín de Porres - un hombre de bien víctima de discriminación racial - y en un país democrático y multicultural. El texto supone que los postulantes eligen presentarse a una u otra universidad sin tomar en cuenta alguna consideración académica o profesional.  El decano minusvalora a los alumnos escolares de una manera que resulta a todas luces ofensiva. Sostener que los móviles de los estudiantes para escoger universidad constituyen “los motivos más frívolos y superficiales" es, por lo menos, una generalización altamente discutible. No es la respuesta que uno espera de una institución que pretende ser formadora de la juventud.

Pero hay un asunto, si cabe, más grave. La USMP se precia de tener una prestigiosa Facultad de derecho. Se supone que la razón de ser de su existencia es la preocupación por la justicia en nuestra sociedad. La idea de introducir muchachos blancos en la clase como una estrategia de marketing refuerza prejuicios racistas que vulneran la dignidad y la igualdad de las personas y lesionan la democracia. Una universidad que respeta los derechos humanos – y que los concibe como algo más que normas y procedimientos puramente formales – no debe renunciar a formar el juicio de las personas, a educar, y a combatir cualquier forma de discriminación. Entregarse a las exigencias de la mera mercadotecnia incurriendo en prácticas racistas equivale a claudicar en la tarea de hacer pedagogía moral y política en la universidad. Las universidades no son meras empresas que por todos los medios se proponen competir para captar un buen número de estudiantes matriculados. El funesto decreto legislativo 882 – un decreto fujimorista – generó una peligrosa distorsión de la misión universitaria; fomentó la creación esos centros de dudosa calidad que invocan la existencia de una “raza distinta” (para citar otro ejemplo, especialmente patético) cuyos exponentes perciben toda transacción humana e institución desde la lógica de los negocios. 

No dejemos que las universidades abjuren de sus fines en nombre de meras motivaciones económicas. La universidad debe ser un espacio para la forja de una conciencia crítica que interpela las presuposiciones y  las prácticas que debilitan la cultura de derechos en el país. En el caso específico de la USMP, hay que felicitar la iniciativa de los propios alumnos de denunciar el hecho. La respuesta del decano sí preocupa, se esperaría alguna rectificación de su parte, cuando menos. El decano afirma que "los blancos venden", y que "nuestro mercado es así", sin importar lo nocivas que son estas suposiciones para la cultura de los derechos humanos. La apelación a un supuesto “realismo de mercado” – la aspiración a llegar a un determinado público para captar postulantes de aquel grupo social – no puede oscurecer un propósito crucial de una genuina universidad: construir conocimiento para formar una sociedad autoconsciente y justa, que defiende los derechos de todos sus ciudadanos. 











domingo, 24 de mayo de 2015

ROMERO BEATIFICADO. ALGUNAS REFLEXIONES INICIALES










 He sido frecuentemente amenazado de muerte. Debo decirle que, como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección: Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño. 


Monseñor Romero






Gonzalo Gamio Gehri


Monseñor Oscar Arnulfo Romero ha sido beatificado en medio de una gran celebración. La Iglesia católica plantea así que Romero constituye un ejemplo de vida para sus fieles. Su preocupación por la justicia, su especial atención a la situación de las víctimas de violencia y pobreza – formas de injusticia, no productos del infortunio ni de la censura divina – son consideradas la expresión de virtudes, de una vida dedicada a la defensa de la paz y al cuidado de los demás en lo relativo a su dignidad y a sus derechos humanos. Esta medida recoge una solicitud – formulada desde hace mucho tiempo por un sector importante de la Iglesia salvadoreña, de la Iglesia iberoamericana y de la Iglesia universal -  de que se reconozca la vida y el martirio de monseñor Romero como un legado profético inspirador para las personas de buena voluntad, creyentes o no creyentes.

Esta beatificación fortalece la idea, planteada en las conferencias de Medellín y Puebla y vindicada en documentos de la Iglesia universal, de la opción preferencial por los pobres como un elemento fundamental del cristianismo. Romero pone de manifiesto que la misión de un pastor no es procurarse poder e influencia en los círculos políticos y económicos, o preocuparse por el control de la conducta; tales prácticas fueron objeto de crítica por el propio Jesús de Nazaret  en su cuestionamiento de la acción de los fariseos. El trabajo del pastor le otorga un interés fundamental al predicamento de quienes sufren injustamente, los más débiles de la sociedad. Aquellos a los que los grandes relatos de la historia invisibilizan.

Es un hecho interesante que el papa Francisco destaque este tipo de figuras históricas como fuentes de inspiración para la institución y para quienes encuentran en el cristianismo un relato fundador para una existencia con sentido. Contribuye esta medida a poner el profetismo en el centro de la espiritualidad cristiana. Se trata de una voz crucial en el mensaje bíblico. Quienes no tienen creencias religiosas pero valoran la prioridad del ejercicio de la justicia para la reflexión ética y el cuidado de lo humano, reconocen en la vida de Oscar Romero el compromiso incondicional con los derechos de los seres humanos más vulnerables, quienes padecen con mayor intensidad la ausencia de libertad y la carencia de oportunidades para llevar una vida plena. Más allá de la fe de cada cual, se trata de un hombre cuyo testimonio y vida enriquecen la construcción de una cultura de la solidaridad en nuestro tiempo.





miércoles, 20 de mayo de 2015

DOS ENTREVISTAS SOBRE JUSTICIA, ETICA Y RELIGIONES


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Gonzalo Gamio Gehri

A.- En la página Religión Digital aparece una entrevista al Padre Gastón Garatea, que examina la situación de la Iglesia peruana, la influencia del Concilio Vaticano II, entre otros temas. Muy interesante, en realidad, aquí pueden encontrar el texto y el video. Garatea, fiel a su estilo, habla claro sobre el trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación y la Mesa de Concertación de Lucha contra la pobreza. Señala que colaboró en esas instituciones fundamentalmente como ciudadano y persona, a partir de las exigencias éticas que ellas planteaban, y no en virtud de alguna consideración eclesiástica. Se refiere también a su situación personal frente a una medida tomada por la autoridad local respecto del ejercicio de sus tareas pastorales, y sobre la lucha que lleva a cabo la PUCP por defender su autonomía como institución académica plural. Reflexiona asimismo sobre el trabajo de renovación que lleva a cabo el papa Francisco dentro de la Iglesia.

Estas reflexiones tienen lugar en el marco de un proceso de franca apertura a la teología de la liberación y al pensamiento más plural dentro de la Iglesia, una actitud que lleva el sello del Pontificado de Francisco. Gustavo Gutiérrez ha tenido una presencia interesante en eventos institucionales en Roma. No todos reciben esta disposición con alegría y esperanza. Un portal electrónico conservador ha intentado difundir la idea – carente del sustento probatorio más elemental – de que la teología de la liberación habría sido creada por la KGB. La falta de seriedad de la nota es clamorosa. Alessandro Caviglia cuestiona y ridiculiza dicha nota con toda razón. Caviglia plantea que estos objetores de Medellìn se pronuncien sobre Vaticano II - la principal fuente de inspiración de dicha Conferencia latinoamericana - y sobre el papado actual. Es un excelente argumento critico.  La discusión debería tener un mayor nivel, no caer en una absurda campaña destructiva, como es el caso de la nota de este portal católico tradicionalista. No se debe descender al nivel de sensacionalismo irresponsable que se cuestiona en los medios de prensa masivos.

B.- Hace un tiempo que se ha suscitado una polémica interesante sobre si el Islam es una religión que promueve doctrinalmente la violencia. Reza Aslan, académico iraní – estadounidense ofrece argumentos para responder negativamente esta cuestión. Se trata de un científico social que estudia las religiones, es un musulmán liberal que ha escrito varios libros sobre estos temas. . Señala que es preciso distinguir entre el Islam y el integrismo islámico, que existen países musulmanes en los que se respetan los derechos humanos y se combaten las desigualdades basadas en el género. Recomiendo esta entrevista a la cadena norteamericana CNN en la que esclarece una serie desupuestos debatibles sobre cómo entender el Islam, la paz y la violencia.

Se trata de documentos que inspiran una conversación rigurosa sobre temas de una peculiar significación social y humana. Recomiendo su lectura y discusión.


martes, 12 de mayo de 2015

UNA NOTA SOBRE “ANTROPOLOGÍA EXISTENCIAL” (2015)






Gonzalo Gamio Gehri

Hace unos días se presentó el libro de Vicente Santuc, Antropología existencial, una publicación póstuma realizada por el Fondo editorial de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Presentaron el texto Bernardo Haour, Rafael Fernández Hart, Soledad Escalante y Diego Edowes.

Vicente fue hasta su fallecimiento Rector de la Ruiz de Montoya, su fundador y mentor. La UARM nació bajo su inspiración. Vicente ingresó muy joven a la Compañía de Jesús, después de intervenir como soldado en la terrible guerra de Argelia. Había leído con entusiasmo a Sastre y los existencialistas, y en sus años de estudios filosóficos se interesó mucho en los clásicos, en Kant y Hegel, y en Marx. Las últimas cuatro décadas de su vida las pasó prácticamente en el Perú, con viajes cortos a Francia. En 1991 fundó la Escuela Superior de Filosofía y Letras Antonio Ruiz de Montoya, convertida en Universidad doce años después. El topo en su laberinto fue su libro más importante y su legado al pensamiento filosófico.

Antropología existencial es un libro breve que resume sus ideas sobre el ser humano y la racionalidad, su reflexión de base en filosofía, el background ontológico-práctico que sostenía sus ideas para la política y la crítica de la economía como “espíritu absoluto”. Vicente formula cinco tesis en las que defiende la posibilidad de retornar al ‘hecho’ de la vida, de la ‘encarnación’ que constituye nuestro modo fundamental de habitar el mundo,  el trasfondo implícito en la capacidad percibirnos y constituir vínculos con los otros. Numerosas “abstracciones” nos arrancan de esa experiencia básica, y nos impiden reconocernos como cuerpos hablantes, para los que el ejercicio de la “racionalidad” supone encarnación y lenguaje. Si El topo en su laberinto es su libro más meditado y discutido, Antropología existencial da cuenta del marco de referencia filosófico sin el cual todo otro razonamiento permanece inarticulado e incompleto. Encontramos aquí, pues, los motivos fundamentales – el horizonte hermenéutico subyacente y constituyente – de todo su trayecto filosófico. Es este un libro riguroso y hondo que examina elementos básicos de la condición humana. Una lectura imprescindible para quienes conocen y aprecian  la vida y obra de este intelectual, jesuita y amigo extraordordinario.

lunes, 4 de mayo de 2015

LAS IZQUIERDAS, OTRA VEZ DIVIDIDAS




Gonzalo Gamio Gehri

Nuevamente asistimos al penoso espectáculo de la división de las izquierdas. Es una historia conocida que los desacuerdos en torno a candidaturas y las desavenencias ideológicas echan a perder la posibilidad de que la izquierda, y en general los grupos progresistas, puedan presentar una propuesta más o menos articulada. Por un lado, una facción de la izquierda con cierta experiencia política está planteando la candidatura de Y. Simon en las elecciones de 2016. Puede entenderse esta decisión en el hecho de que Simon es un personaje conocido en el escenario político, con una trayectoria interesante en Lambayeque, y una fugaz y controvertida gestión al frente la PCM durante el segundo gobierno de García. En el otro lado, tenemos a un conjunto de colectivos alrededor de Tierra y Libertad. El conflicto entre ambos sectores parece residir en el hecho del premierato de Simon, que , sostienen los críticos, comprometería moralmente su candidatura.

Si existen controversias de tipo ideológico entre ambas izquierdas, éstas aún no han salido a la luz, que sepamos. Resulta lamentable – lo hemos comentado más de una vez – que estos movimientos y otros no hayan supuesto una discusión más honda y estricta sobre los cimientos teóricos y prácticos del pensamiento progresista, en diálogo con el liberalismo político. La distribución del poder, la ciudadanía activa, los derechos humanos, la separación de instituciones sociales, las formas de representación y participación de la democracia, la economía de mercado, son elementos que requieren de discusión y que deberían – creo – ser asimilados de manera creativa por las izquierdas. Resulta preciso examinar y abandonar algunos presupuestos ideológicos cuestionables, como el determinismo económico, y en particular una concepción de la ciencia y de la historia con matices totalitarios y salvíficos. Como indica mi colega y buen amigo Ricardo Falla C., este trabajo resulta urgente. Han surgido algunas formulaciones “postmodernas” del marxismo, bastante precarias desde el punto de vista de la filosofía. Una reformulación crítica y seria del pensamiento acerca de la justicia social permanece como un proyecto sin asumir en nuestro contexto.

Las izquierdas enfrentadas difícilmente podrán presentar una iniciativa de gobierno o de fiscalización parlamentaria realmente consistente. Difícilmente podrán hacer frente a la estigmatización ideológica que genera contra ellas la ‘clase política’ y la prensa conservadora, que las acusa falsamente de extremistas, contrarias al progreso y afines al terrorismo. Resulta prioritario desenmascarar tales campañas destructivas, promovidas por diversos medios de comunicación. La unidad constituye una medida valiosa; creo que sus líderes harían bien en optar por unirse y plantear una alternativa política conjunta. No sólo pensando en las elecciones, sino en el futuro de mediano y largo plazo: las izquierdas tendrían que proponerse retomar el contacto con las bases que el fujimorismo les arrebató en los noventa, usando contra ellas el clientelismo y fortaleciendo una actitud autoritaria. La izquierda contribuiría sin duda a combatir el “sentido común” conservador que comienza a instalarse en nuestra política local.





viernes, 1 de mayo de 2015

SOBRE RECONCILIACIÓN, JUSTICIA Y PERDÓN. OTRA NOTA SOBRE "LOS RENDIDOS"



Gonzalo Gamio Gehri


Quisiera discutir algunas ideas del texto de José Carlos Aguero - Los rendidos - que son bastante controvertidas y relevantes. Algunas ideas sobre la complejidad del concepto de víctima en los estudios teóricos de derechos humanos. La víctima es alguien que ha sido tratado con injusticia, de modo que su cuerpo y alma han sido dañados en circunstancias no deseadas por quien sufre sus efectos. Eso no significa que la víctima sea por sí misma una persona moralmente ejemplar; se trata en realidad de una persona concreta, que ha estado en el lugar incorrecto en la hora incorrecta. Se le han desconocido sus derechos básicos, se ha negado su identidad como ciudadano y su condición moral de individuo. La víctima no lo es por reunir ciertos estándares de pureza. Ha sucedido en la Alemania nazi, en la Rusia estalinista y en el Perú: los victimarios pueden convertirse en víctimas, las víctimas pueden convertirse luego en victimarios. Todorov lo ha explicado con rigor. podemos pensar en posibles casos hipotéticos. Condenados por delitos probados de terrorismo pueden encontrar la muerte en la represión de un motín en la cárcel. O un militar sentenciado por tortura que es víctima de un atentado subversivo. Esas muertes, no obstante, tienen lugar en un contexto de injusticia. Las ejecuciones extrajudiciales constituyen delitos contra los derechos humanos. Un preso pierde el derecho al libre tránsito mientras cumple su condena, pero no ha perdido su derecho a vivir. Para la acción de la justicia es importante reconocer la condición de víctima y victimario cuando estas recaen en una misma persona, y deben ser consideradas y evaluadas de manera diferenciada, para asignar sanciones y ponderar reparaciones, cuando éstas son necesarias. Se trata de imputaciones distintas: ambas son valiosas en la medida que se trata de dar a cada cual lo que le corresponde[1].

“La víctima (…), está allí, aunque no se le quiera ver o se la descarte del lenguaje. En algún lugar del mundo alguien se conduele de un deudo de una guerra, en secreto. Quizá un vecino. Y quizá nunca lo sepas porque quizá calle toda su vida”[2]

Las víctimas merecen ver restituidos sus derechos, en los términos en que un ciudadano y una persona humana los posee. Tienen derecho a conocer la verdad acerca de lo que le sucedió a él o a sus seres queridos. Tienen derecho a la justicia, a participar de un debido proceso que esclarezca la responsabilidad de sus agresores, de modo que éstos reciban una sanción que corresponda a aquello que establece la ley. Tienen derecho a ser reparadas a partir de las medidas equitativas que determinan las instancias del Estado que se ocupan del ejercicio de este tipo de políticas de derechos humanos. Tienen derecho a recuperar su lugar en la sociedad, junto a los suyos, y continuar con sus vidas en paz. Una vez cumplido el proceso de duelo y habiéndose logrado los propósitos de la justicia y la reparación, quienes una vez sufrieron inmerecidamente violencia reasumen la conducción de sus vidas.

El rol de las víctimas en el proceso de reconciliación social es sin duda crucial. Se trata de un proyecto ético y político que se propone reconstruir lazos sociales lesionados por la violencia y construir una auténtica ciudadanía democrática. El perdón constituye una opción libre que puede afrontar la víctima si lo considera correcto: es esencialmente un acto voluntario, no una obligación. Es el camino que discierne el autor en este libro. Argumenta que el perdón implica asumir la actitud moral de “rendirse”, en el sentido de deponer una actitud de rencor y anhelo de revancha frente a los perpetradores – cuya necesaria sanción está en manos quienes hacen justicia en el ámbito público -; perdonar entregarse a los demás en una dinámica de escucha y acogida de los otros. No supone impunidad penal ni olvido. Implica memoria y justicia en todos sus niveles prácticos. El ejercicio del perdón es una figura existencial específica  – eminentemente práctica - al interior del horizonte más amplio de la reconciliación.





[1] Esto significa que ninguna de estas condiciones elimina o “compensa” a la otra.
[2] Agüero, José C. Los rendidos. Sobre el don de perdonar. Lima, IEP 2015 p. 115.