martes, 29 de septiembre de 2009

JUSTICIA Y DERECHOS HUMANOS: EL DISCURSO DE LA ‘VIEJA ESCUELA’ CONSERVADORA


Gonzalo Gamio Gehri


Quisiera someter a discusión algunas impresiones personales sobre una entrevista particularmente reveladora. El día de ayer – en RPP, en Ampliación de Noticias – el ministro de Defensa, Rafael Rey, reiteró las consabidas críticas contra la CVR, los organismos defensores de los derechos humanos, y a favor de la idea de que los efectivos militares están siendo expuestos a la ‘persecución’ y a la ‘desmoralización’. Incluso se refirió (de manera un tanto ambigua, podríamos decir) al caso de las amenazas contra Salomón Lerner. Se trató de una entrevista acalorada, en la que afloraron – con escasos y relativos matices – los viejos tópicos de cierto conservadurismo político (en la política activa, entiéndase). El dato anecdótico, un intercambio de palabras algo tenso entre el entrevistado y Augusto Álvarez Rodrich.

Nuevamente, el hoy ministro objetó las cifras de la CVR, señaló la inexistencia de los datos de la matanza de Putis, etc. Llama la atención la “crítica” a una presunta distinción ad hoc entre “sociedad civil” y “sociedad militar”, que supuestamente “divide” a los peruanos. Me pregunto ¿De dónde viene esa extraña distinción, que alguna vez el propio presidente García ha utilizado? No proviene de la filosofía política, sin duda. Más bien, parece un improvisado naipe “retórico” sacado de la manga (aunque se trata de una pobre carta, como resulta obvio). En la tradición contractualista, la “sociedad civil” es descrita como el espacio en el que la vida humana se regula según normas y estructuras políticas que las “partes” del contrato han elegido coordinadamente. Contrasta, pues, con la hipótesis del “Estado natural”. Tanto Hegel como los herederos de Tocqueville – motivados por razones diferentes – han distinguido a la “sociedad civil” del Estado. Para el primero es el espacio de las relaciones y los conflictos económico - sociales, para los segundos es el escenario de la vida cívica. En ninguno de ambos casos se trataba de plantear una relación de mera oposición. Ya nos hemos ocupado de discutir este concepto en otro post.

En términos contemporáneos, la sociedad civil constituye la expresión de la sociedad organizada en instituciones que median entre el individuo y el Estado, y que buscan configurar espacios de discusión cívica y vigilancia del poder política dentro de los márgenes de la racionalidad de la democracia. Así está definida la sociedad civil en el Informe Final de la CVR y no, como pretende el ministro Rey, en términos de un espurio antagonismo con las Fuerzas Armadas. Según el ministro, esta imaginaria distinción sociedad civil / sociedad militar le serviría a la CVR para señalar que los peruanos estuvieron sometidos a la violencia del terrorismo y de la represión estatal, cuando sucedió – señala – que la sociedad peruana fue defendida por sus Fuerzas Armadas, aun en los casos en las que suscitaron “excesos”. Hay que decirle al señor ministro que sí, nuestras Fuerzas Armadas defendieron heroicamente a la sociedad y al Estado (y eso lo reconoce expresamente el Informe Final de la CVR, Conclusión Nº 53), pero en situaciones claramente delictivas como Putis o Barrios Altos las acciones de los perpetradores no fueron en absoluto “defensivas”: se trató de violaciones de derechos humanos. Y los crímenes deben ser sancionados sin excepciones ni privilegios en los fueros de la justicia ordinaria. Desde luego, los criminales no comprometen el honor de toda la institución. La “salida” que persigue Rey distorsiona la lógica misma de la legalidad en materia del principio de imparcialidad y de proporcionalidad. Genera serias dificultades al proyecto de inclusión ciudadana de las fuerzas militares y policiales, al vulnerar el principio de igualdad ante la ley (isonomía), condición básica de la ciudadanía.

Considero que el discurso de Rey no contribuyen a consolidar una cultura democrático-liberal en el país. Su mensaje es excesivamente beligerante, virulento, y no suele ponderar los argumentos contrarios. Su posición recae una y otra vez en el extremismo político. Se trata además de una posición contradictoria, porque al proponer dos estándares de justicia claramente diferenciados para civiles y militares incurre en la distinción que tanto critica. Antes bien, sus alegatos constituyen la expresión de la vieja escuela autoritaria, que tanta acogida encuentra entre los políticos, cierta prensa amarilla y algunas autoridades sociales. Tampoco favorece al gobierno en materia de legalidad y derechos humanos. Como los propios entrevistadores sugirieron, la acostumbrada estrategia “ultra”, consistente en estigmatizar a la sociedad civil como enemiga del “orden y la pacificación” sólo debilita el escenario democrático de la forja de consensos en torno a las políticas de seguridad. Con esa clase de prédica, la idea misma de una “sociedad unitaria” (planteada por el propio entrevistado) constituye una gaseosa y demagógica abstracción.

sábado, 26 de septiembre de 2009

INACEPTABLES AMENAZAS CONTRA EL DR. LERNER



Gonzalo Gamio Gehri


El Dr. Salomón Lerner Febres – ex Presidente de la CVR y Rector Emérito de la PUCP –
viene recibiendo amenazas de parte de un grupo de cobardes que días atrás envenenaron a sus perros. Se pretende así intimidar a un hombre justo que ha servido con excelencia al país desde las aulas universitarias y en la defensa de los Derechos Humanos de los peruanos, en especial los derechos de las víctimas del conflicto armado interno. El Dr. Lerner ha cumplido una labor destacada al frente de la CVR, una labor marcada por un compromiso incondicional con los principios democráticos y con la cultura de la legalidad. En un escenario sociopolítico local lamentablemente acostumbrado al culto a la visceralidad y a la exclusiva competencia por el poder, el Dr. Lerner ha sabido plantear con claridad, lucidez y notable entereza moral la necesidad de resolver los conflictos a través del diálogo, así como la importancia de reflexionar en torno a las condiciones de la ética pública y la atención debida a las víctimas en materia de justicia y reparación. No sorprende que su voz pretenda ser acallada por sectores extremistas que – en un lado u otro del espectro político – se han declarado enemigos de las políticas de Derechos Humanos. No lo conseguirán, en absoluto.

No es la primera vez que el Dr. Lerner ha sido víctima de esta clase de amenazas. Hace cerca de un año recibió mensajes anónimos agraviantes y hostiles, e incluso hace unos meses su semblanza en wikipedia fue objeto de vandalismo informático. La prensa amarilla lo ha atacado con frecuencia, luego de publicado el Informe Final, en clara alineación con la facción más autoritaria de la "clase política", que ha pretendido suscitar confusiones en torno al documento y descalificarlo
sin siquiera leerlo. En todos estos casos, se trataba de agresores que estaban acostumbrados al cultivo de la ofensa y la distorsión sistemática de la verdad antes que al ejercicio de la argumentación sobre cuestiones importantes. Estas expresiones de vileza contrastan con la firmeza, la humanidad y la valentía que el Dr. Lerner ha puesto de manifiesto en su labor al frente de la CVR y del Instituto de Derechos Humanos de la PUCP. Hoy, en tiempos en que el proyecto de Museo de la Memoria está próximo a ver la luz, arrecian nuevamente estos cobardes intentos de intimidación. Ya la Defensoría del Pueblo ha solicitado al Ministerio del Interior que se proteja la integridad del Dr. Lerner y de su familia. Esperemos que las autoridades correspondientes respondan a este pedido, y que las investigaciones policiales den con la identidad de los delincuentes.

Nuestra solidaridad con el Dr. Lerner, cuya vida y obra consideramos a todas luces ejemplar y admirable. És un ciudadano y un maestro a carta cabal que cuenta con el apoyo de muchísima gente que aprecia y valora su sólido compromiso con la causa de la justicia en el país.





ACTUALIZACIÓN
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COMUNICADO

Solidaridad con Salomón Lerner Febres

Conocedores del enorme valor del trabajo que llevó a cabo la Comisión de la Verdad y Reconciliación bajo su presidencia, los abajo firmantes nos solidarizamos con Salomón Lerner Febres y exhortamos a las autoridades que se investigue el origen de la campaña de amedrentamiento que se está realizando en las últimas semanas contra su persona a través de llamadas telefónicas que amenazan su vida.

Salomón Lerner Febres tiene una reconocida trayectoria en el campo de las humanidades y los derechos humanos. Actualmente es vicepresidente de la Comisión de Alto Nivel para la creación de un Museo de la Memoria en el Perú, que preside el reconocido escritor Mario Vargas Llosa.

Solicitamos que las autoridades peruanas tomen todas las medidas del caso para que se proporcione la seguridad debida a él y a su familia, y se identifique y sancione a los autores de las amenazas que está recibiendo.


Marcial Antonio Rubio Correa
Efraín Gonzales de Olarte
Pepi Patrón Costa
Carlos Fosca Pastor
Mario Vargas Llosa
Gustavo Gutiérrez Merino
Fernando De Szyszlo
Luis Jaime Cisneros Vizquerra
Luis Guzmán Barrón Sobrevilla
Catalina Romero Cevallos
Fidel Tubino Arias Schreiber
Luis Peirano Falconí
Pilar Coll Torrente
Julio Cotler Dolberg
Marco Martos Carrera
Carlos Iván Degregori
Rolando Ames Cobián
Enrique Bernales Ballesteros
Rosa María Palacios
Frederick Cooper Llosa
Juan Ossio Acuña
Fabiola León-Velarde
Felipe Portocarrero Suárez
Alberto Isola de Lavalle
Walter Albán Peralta


miércoles, 23 de septiembre de 2009

RECORDAR PARA ACTUAR



Gonzalo Gamio Gehri



El último sábado, Pedro Salinas publicó en Perú 21 el artículo Para no olvidar. Agudo, bien escrito, e incluso conmovedor. El autor describe su paso los campos de Buchenwald, en el que el régimen nazi recluía, torturaba y asesinaba a judíos y a enemigos del proyecto hitleriano. Evoca su visita al Museo del Holocausto, así como a lo que alguna vez fueron las oficinas de la Stasi, la policía secreta de la Alemania socialista. Esos museos nos permiten recordar el grado de irracionalidad y crueldad al que puede llegar el ser humano, aun en plena ‘época de la ciencia’. Nos permiten identificar la hybris – la trasgresión de la correcta medida humana -, y a prevenirla. Estas formas de recuerdo articulado promueven la deliberación, y agudizan el sentido de justicia.

Salinas expresa muy bien los sentimientos de solidaridad con las víctimas – así como de indignación ante la insania de los perpetradores y la indiferencia de tantos ciudadanos. Del mismo modo, destaca la disposición de la sociedad alemana actual de hacer memoria, y no evadir la discusión en torno a la tragedia vivida.

“La sensación que uno tiene al caminar por el campo, al que le han arrancado de cuajo las barracas, es indescriptible. Unas piedras negras cubren la superficie de lo que alguna vez fueron barracones atiborrados de seres humanos. Un sentimiento de congoja y pesadumbre embarga de súbito al visitante. Pero el horror, que es como un estremecimiento agudizado por el frío del sitio, se le mete a uno en el cuerpo, en el alma, y en el ojo. El horror es, sin duda, la emoción predominante. El horror es la marca de Buchenwald. ¿Sabían los pobladores de Weimar, la tierra de Goethe, de la existencia de ese infierno? Difícil que no lo supieran. O, simplemente, no querían verlo, pienso. No lo sé. Ya no es importante. Lo importante es que, Buchenwald es como una herida abierta que los alemanes han dejado ahí, para no olvidar”.

Recordar el sufrimiento de las víctimas para evitar que esta clase de sucesos se repita constituye un ejemplo saludable, digno de seguirse, pues es expresión de la buena salud de los espacios públicos de aquellas sociedades que no se han refugiado en el silencio. Se trata de una sociedad que no duda en compartir esta experiencia con otros ciudadanos del mundo. Constituye un signo de ese ethos cosmopolita que toma en serio la idea de que no existen muertos ajenos. Rechaza la absurda sugerencia de algunos activistas neoconservadores según la cual la exploración del pasado doloroso e injusto que representa la Shoah es responsabilidad exclusiva – si acaso hay alguna - de quienes pertenecen a la nación alemana o llevan sangre alemana en las venas (de modo que cualquier consideración planteada "desde fuera" resultaría "invasiva" o "no pertinente"). La cultura de los Derechos Humanos nos recuerda con Marco Aurelio que no es la sangre ni el semen lo que une a los seres humanos, sino el espíritu. Esta convicción erosiona los tribalismos que muchas veces encubren posiciones negacionistas (muchos "activistas"- los cultores 'virtuales' del pintoresco "pensamiento sobretodo (sic)", peligrosamente próximo a posiciones neofascistas -, hay que decirlo, intentan legitimar un "sutil" negacionismo amparándose en la evocación de casos sonados de fraude testimonial, como el libro de Binjamin Wilkomirski).

Salinas nos ha recordado la tesis de Mario Vargas Llosa según la cual “los museos son tan necesarios para los países como las escuelas y los hospitales. Ellos educan tanto y a veces más que las aulas y sobre todo de una manera más sutil, privada y permanente que como lo hacen los maestros. Ellos también curan, no los cuerpos, pero sí las mentes, de la tiniebla que es la ignorancia, el prejuicio, la superstición y todas las taras que incomunican a los seres humanos entre sí y los enconan y empujan a matarse”. El ácido debate sobre el museo de la memoria – que nuestro actual ministro de defensa ha querido retomar – muestra la poca disposición de nuestra “clase política” a mirarse a sí misma en una historia mayor, que trascienda los datos y las cifras “oficiales”. Recuérdese que hasta el día de hoy el Ministerio de Defensa no ha movido un dedo para identificar a los responsables de la masacre de Putis, de quienes sólo se conoce sus seudónimos.

“Pues eso. Solamente la intolerancia, una intolerancia ciega y analfabeta, puede explicar aquella disposición de algunos peruanos que siguen sin aprender la lección terrible de la guerra interna, y que se solazan en el rencor y la desmemoria. “

Como se sabe, el autor del artículo de Perú 21 que hemos comentado no es un “izquierdista”, ni se trata de algún funcionario de alguna ONG. Es un periodista que nunca ha ocultado su profesión de un liberalismo “de derecha”, por así decirlo. Se trata de un personaje ajeno a las presuntas “batallas ideológicas” que describen los improvisados cronistas de alguna prensa de bajo calibre, así como ciertos blogs de similar condición. Más allá de las discrepancias con el columnista citado en innumerables temas, se agradece la claridad y firmeza de la pluma de Salinas en un asunto tan importante. Su toma de posición obedece nítidamente a cuestiones de principio, y no a veleidades ideológico-políticas.

viernes, 18 de septiembre de 2009

APUNTES SOBRE UNA ALEGORÍA DE LORENZETTI



Gonzalo Gamio Gehri


La corrupción y la crueldad son siempre signos del mal uso de la política; su ejercicio revela una injusta administración del gobierno. Esto no constituye ninguna novedad en los escenarios de la vida política (tampoco, qué duda cabe, en los foros de la filosofía práctica). Me gustaría evocar una imagen que ya resulta familiar tanto para los cuentistas políticos como para los historiadores del arte. Pensemos en el extraordinario fresco sienés del silo XIV La Alegoría del Mal Gobierno, del pintor Ambroggio Lorenzetti, que todavía puede verse en el Palacio Municipal de Siena. La pintura muestra una construcción fortificada en plena noche. En la mitad, aparece El Tirano, un personaje masculino vestido de negro, con apariencia demoníaca – lleva cuernos en la cabeza, una capa dorada cubre sus hombros y a sus pies descansa un macho cabrío – que representa el control absoluto sobre el poder. A su alrededor están la Soberbia, la Avaricia y la Vanagloria. A su derecha le acompañan sentados la Crueldad, la Traición y el Fraude. A su izquierda se sitúan un diablillo, el Furor y la Envidia.

El Tirano lleva en una mano una gran copa, en la que recibe los tributos de sus súbditos. En la otra lleva un tizón, que le sirve como un instrumento para intimidarlos (un detalle adicional es que el personaje está mostrando los colmillos). Bajo el trono yace, maniatada, la Justicia, quien observa impotente cómo se cometen impunemente actos de rapiña y violencia en torno suyo. La sujeta firmemente uno de los sirvientes del gobernante. No solamente el campo está libre para el ejercicio de la injusticia, sino que el aparato de poder existente está a su servicio. Como en la representación de la Injusticia realizada por Giotto, los crímenes cuentan con la anuencia de los poderosos (y probablemente con la condescendencia de los gobernados). Sorprende que no haya gente en la ciudad, salvo aquellos personajes que han sido mencionados. Los súbditos del Tirano están ocultos a causa de las sombrías condiciones en las que viven; el temor impera entre ellos, de modo que permanecen en sus casas (en contraste con La Alegoría del Buen Gobierno, del mismo autor, en la que los ciudadanos aparecen trabajando y entablando relaciones comerciales en las calles, en medio de un clima de seguridad y prosperidad bajo la protección de una atenta y bien dispuesta Justicia).

Lorenzetti retrata muy bien las condiciones de un gobierno en el que se concentra el poder y se lesiona la vida. Se trata de un estado de cosas en donde se depreda el bien común, y en el que se conculcan las libertades y derechos de los individuos. La alegoría está muy bien planteada: el artista describe muy bien cuáles son los vicios que destruyen las sociedades y minan el carácter de sus ciudadanos, así como su sentido de pertenencia institucional. Nadie en su sano juicio – en este horizonte de reflexión – podría sostener que un en el seno de un buen gobierno podría ejercitarse, bajo el amparo del aparato estatal) el homicidio, el secuestro, el fraude y el robo. La constelación de categorías morales y teológicas implícita en La Alegoría del Mal Gobierno no permitiría aceptar una hipótesis como esa. No estaría mal que nos preguntemos hasta qué punto los supuestos argumentos basados en la “eficacia” nos llevan a avalar o a mirar con condescendencia a los gobiernos que perpetran crímenes pero prometen garantizar la ‘gobernabilidad’ o la ‘seguridad pública’. Podríamos preguntarnos hasta qué punto asentimos cuando se nos dice que el precio de tales logros es que los gobiernos coexistan, negocien o establezcan alianzas con las versiones parciales criollas – por así decirlo - de la Crueldad, la Traición y el Fraude, o que pueda quebrantarse el Estado de Derecho por razones utilitarias. Incluso algunos analistas hasta podrían explicar tales alianzas como manifestaciones de Realpolitik, o considerar que quienes cuestionan estos hechos están cómodamente instalados en un nebuloso “deber ser” (amparándose débilmente en ese espurio “cuarto dogma del empirismo”, la dicotomía hecho-valor).

Creo, con todo, que las intuiciones de Lorenzetti (pese a su tendencia a la demonización) expresan un tipo de preocupaciones que nos invitan a pensar. Las imágenes constituyen motivos importantes para la reflexión crítica. Precisamente porque el mundo de Lorenzetti ya no es el nuestro es que sus imágenes políticas interpelan y remueven nuestros presuntos “sentidos comunes”.



miércoles, 16 de septiembre de 2009

REPENSANDO EL DESARROLLO HUMANO (CONGRESO HDCA 2009: PARTICIPACIÓN, POBREZA Y PODER)




Gonzalo Gamio Gehri


Entre el 10 y el 12 de septiembre se llevó a cabo en la Pontificia Universidad Católica del Perú el Congreso de la Human Development and Capability Asociation (HDCA), institución interdisciplinaria dedicada a la discusión y difusión del enfoque de las capacidades, propuesta conceptual elaborada por el economista Amartya K. Sen y la filósofa Martha C. Nussbaum. El tema de este año fue Participación, pobreza y poder. El evento contó con la participación de importantes especialistas en temas de teoría del desarrollo, justicia y filosofía pública, académicos de la talla de Matha Nussbaum, Kaushik Basu, Sabina Alkire, Séverine Deneulin, Frances Stewart, entre otros.

El enfoque de las capacidades promueve una lectura del Desarrollo Humano alternativa a la interpretación dominante, que identifica el PBI per capita como el indicador de desarrollo por excelencia. Esta cifra no dice nada acerca de la distribución de la riqueza en una sociedad dada, ni acerca de la calidad de vida de sus miembros en materia de inclusión, igualdad civil, consideraciones sobre las diferencias de género y cultura, etc. Sen y Nussbaum se proponen examinar el tema del desarrollo no en la perspectiva de lo que los individuos pueden llegar a tener, sino desde el horizonte de las actividades que las personas pueden llegar a realizar con tales bienes y recursos y la clase de vida que pueden llevar. El enfoque busca identificar áreas de actividad humana que los agentes deberían disponer para llevar una vida plena. Estas áreas se ponen en funcionamiento en la forma en que las personas deliberan y eligen. Una sociedad es considerada opresiva e injusta si priva arbitrariamente a los individuos del cuidado y ejercicio de tales capacidades.

Sen se ha mostrado renuente a elaborar una lista de capacidades, en consonancia con la convicción liberal que considera que debe dejarse abierta ante la posibilidad de descubrir en el futuro nuevas capacidades que puedan convertirse en fuentes de realización. Nussbaum – en una línea de reflexión aristotélica - sí asume la tarea de configurar una lista semejante, sin pretender fijar un número de capacidades o agotar el tema. La lista que ofrece Nussbaum es fruto de debates interculturales y de una detallada investigación tanto conceptual como empírica. La lista enumera aquellas capacidades que una vida plena tendría que poner en funcionamiento, precisando que es el agente quien elige por sí mismo la manera en que éstas se ponen en ejercicio. Estas capacidades serían las siguientes:

Vida.
Salud física.
Integridad física.
Sensibilidad, imaginación, pensamiento.
Emociones.
Razón práctica.
Afiliación.
Otras especies.
Ocio y juego.
Control sobre el entorno (político y económico).

Más adelante publicaré un post extenso sobre esta lista, y las controversias que ha suscitado. El Congreso contó con la dirección de los profesores de la PUCP Javier Iguíñiz (coordinador), Patricia Ruiz Bravo, Juan Ansión, Pablo Quintanilla, quienes formaron parte del comité científico. Los docentes mencionados forman parte, además, de un Grupo de Estudio sobre Desarrollo Humano que viene reuniéndose semanalmente a lo largo de dos años para discutir estos temas y realizar investigaciones en esta materia desde el Perú. Los profesores Pepi Patrón, Fidel Tubino, Efraín Gonzales de Olarte, Catalina Romero, Marcial Rubio, Jeanine Anderson, Marcial Blondet, Cecilia Thorne, Felipe Zegarra, Martín Monsalve, Iván Hinojosa y quien escribe conforman este grupo a lado de los académicos mencionados. Este grupo organizó el año pasado el Coloquio Interdisciplinario sobre Desarrollo y libertades, cuyas ponencias acaban de ser publicadas por el Fondo Editorial. Del mismo modo, ha puesto en marcha en la Escuela de Graduados PUCP, desde marzo del 2009, el Diploma de Desarrollo Humano.

Se trata de una lectura del florecimiento humano que merece ser examinado a fondo, y que ya está siendo tomado en cuenta en la discusión acerca de las políticas públicas en materia de justicia social y democracia. El enfoque de capacidades ha sido incorporado en los Informes del PNUD sobre índices de desarrollo en el mundo. En el Perú, tal enfoque ha sido analizado a menudo en el contexto de los estudios puntuales sobre desarrollo social en el campo de la economía. En años recientes se ha convertido en materia de reflexión académica interdisciplinaria.

jueves, 10 de septiembre de 2009

¿UN NUEVO ÁGORA?




Gonzalo Gamio Gehri



Dos imágenes dominan el horizonte abierto por la filosofía política clásica. La primera es la descrita por la alegoría de la caverna de Platón, el retrato de un mundo sumido en la confusión y el prejuicio, una humanidad que vive entre las sombras hasta que el filósofo inicia su camino hacia la luz, cuyo resultado permite que cada cosa sea vista y revele su lugar en un orden mayor de significados. La condición inicial del ser humano es aquí la de una criatura cautiva en una red de apariencias tejida por los sofistas y los tiranos, que manipulan su conducta imponiendo a los prisioneros una concepción falsa de la realidad y de sí mismos. La liberación de estas ataduras pasa por la parificación del pensamiento, que abandona por fin las opiniones y se dispone a conocer lo que en sí mismo constituye lo que es bueno y mejor para la vida.

La segunda imagen corresponde al ágora, el espacio público que convocaba a los ciudadanos atenienses a discutir en torno a la justicia y a la calidad de las instituciones políticas. Más precisamente, el Areópago, otrora lugar de culto a Ares y a la violencia, que se convierte finalmente por obra de los hombres en el escenario de las asambleas cívicas y en la sede de los tribunales. Se trata de un espacio para el discernimiento público, para el libre intercambio de argumentos que orientan nuestra vida común. Se trata de forjar consensos racionales y provisionales, tanto como expresar disensos racionales que puedan ser fructíferos para el debate y para la defensa de las libertades. El objetivo es producir la metánoia (el cambio en el modo de pensar y de sentir) entre los agentes políticos. Esta clase de práctica dialógica también está expuesta a la manipulación – qué duda cabe -, pero no disponemos de un saber de privilegio (“objetivo”) para denunciarla. Se la desenmascara in situ, merced a las habilidades dialécticas y al ejercicio del espíritu crítico de los participantes.

A pesar de la profundidad y el heroísmo de la primera imagen, siento mayor afinidad por la segunda. Pienso en el tribunal que absolvió al príncipe Orestes, y lo libró del yugo de las erinias, servidoras de la justicia cósmica y divinidades de la venganza. El ágora simboliza el locus de la racionalidad pública, de la justicia que hemos fundado los seres humanos gracias a nuestra capacidad de entendimiento común. El proceso de deliberación y construcción del juicio político es también de tipo correctivo - promueve el esclarecimiento de los problemas, la conversión de los “prejuicios” en “juicios” -, pero no postula un camino ascendente que (al menos en la interpretación tradicional), supondría el abandono de la perspectiva del mundo ordinario, sus afanes, sus conflictos. El diálogo que se cultiva en el ágora pretende ser horizontal; la verdad y la justicia que se pretende conquistar son inseparables de la experiencia encarnada de la discusión y la acción política. Parafraseando a Michael Walzer, la caverna platónica es un escenario del que no debemos salir; es un mundo que debemos saber habitar.

La segunda imagen celebra la idea de ciudadanía, la capacidad humana de actuar en concierto conforme al cultivo de la deliberación. En un mundo como el actual - para el cual la proyección del comportamiento económico y la razón instrumental hacia todos los rincones y facetas de la vida se ha convertido en una suerte de “sentido común” – la vindicación de la acción cívica constituye en una fuente de reflexión crítica especialmente valiosa. Nos invita a buscar lo que nos involucra en actividades cooperativas, y no sólo aquello que nos convierte en meros agentes competitivos, concentrados en el logro de intereses privados. En el plano político, nos convoca a buscar interpretaciones que no se agotan en aquello que se declara o relata desde los medios de comunicación. Nos anima a organizarnos para construir opinión pública, fiscalizar a nuestras autoridades, y vigilar que el poder se distribuya, y no se concentre en pocas manos.

Me he preguntado muchas veces si Internet constituye un escenario propicio para el surgimiento de una suerte de “nuevo ágora” y si concretamente los blogs constituyen espacios públicos de esta clase. La respuesta es compleja, sin duda. De un lado, la red hace posible que las opiniones se contrasten y se configuren casi en tiempo real, lo cual fluidifica la constitución de una esfera de opinión pública que incluso trasciende las fronteras nacionales. Por otro lado, ella permite que el número de interlocutores en la discusión se incremente notablemente, en contraste con décadas anteriores, en las que los llamados “líderes de opinión” formaban una élite compuesta por los políticos, otras autoridades sociales, y los periodistas e intelectuales que colaboraban con los medios de comunicación de masas. Hoy el usuario de un blog puede someter a crítica las declaraciones de estos personajes, o introducir un nuevo item en la agenda de la discusión.

Sin embargo, el tema también cuenta con algunas áreas oscuras. El acceso a la comunicación virtual está restringido, lo cual dificulta que mucha gente en condiciones de precariedad económica pueda intervenir como ciudadano en los debates sobre asuntos de interés común. De otro lado, no existe en nuestro medio una cultura de la argumentación, que valore especialmente la construcción de consensos, o que admita la discrepancia como algo valioso. La década de los noventa trajo consigo el pathos del ‘destape farandulero’ - que ha intoxicado al propio periodismo – y la lógica violenta del reality show como técnica (y “retórica”) para el tratamiento de los conflictos. El abuso del anonimato tiende a distorsionar la dinámica de la conversación. Aún con todas estas limitaciones, Internet contribuye a configurar un espacio amplio para la reflexión y la crítica. Depende de nosotros que algún día los espacios que ofrece la red puedan transformarse en una forma de ágora.



Leer el artículo en la Revista Nudo.

Imagen tomada de: http://images.google.com.pe/imgres?imgurl=http://exterior.pntic.mec.es/hrag0000/imag/naveg/stoa2.jpg&imgrefurl=http://exterior.pntic.mec.es/hrag0000/&usg=__6BffsBFj_Nm4bi6qo4pwaYA_imQ=&h=333&w=500&sz=34&hl=es&start=49&sig2=VCaSiSTXXsBNoXgP7nR6dw&tbnid=B4-gM72AqJ-zoM:&tbnh=87&tbnw=130&prev=/images%3Fq%3Dagora%2Bde%2Batenas%26gbv%3D2%26ndsp%3D20%26hl%3Des%26sa%3DN%26start%3D40&ei=n26pSoH-HILhlAfQs_XhBg

domingo, 6 de septiembre de 2009

PRENSA E INVITACIÓN A LA VIOLENCIA



Gonzalo Gamio Gehri


Deberíamos lamentar que una nota publicada en un medio peruano haya recibido el premio al “artículo más racista del año", otorgado por la ONG británica Survival (1). Lo más lamentable es que se trata de un “premio” absolutamente merecido. La nota “galardonada” es ¡Pobrecitos chunchos! y otras torpezas, publicada en la columna La Ortiga del diario Correo. Su autor, Andrés Bedoya Ugarteche. El columnista sugiere al Presidente de la República usar NAPALM para reprimir a la población indígena de Bagua. Esa sugerencia – por más “irónica” o “figurativa” que se la plantee – es inaceptable en una sociedad democrática. Sólo pueden encontrarle alguna “gracia” aquellas mentes que se muestran condescendientes con la prepotencia y con la discriminación.

El autor ha señalado que la alusión al NAPALM era fundamentalmente una suerte de “metáfora literaria”, y ha ofrecido una serie de explicaciones que han resultado tan desafortunadas como el artículo mismo. No hay nada de poesía en una invitación al exterminio. Ni siquiera cuando intenta justificarse, el columnista abandona el lenguaje de la violencia. Ha dicho por la TV, por ejemplo, que no es racista porque él mismo es producto de un complejo mestizaje, y que sólo alguien de “raza pura” podría ser racista. Curioso argumento. Revelador.

No nos damos cuenta de lo peligrosas que son esta clase de expresiones en una sociedad en la que la tolerancia a la violencia es considerablemente alta. Creo que el asunto debe trascender el caso puntual de una columna de opinión - ir más allá del perfil y estilo de este o aquel medio - y llevarnos a discutir cuestiones de principio. Martín Tanaka ha mostrado agudamente en un reciente post que esta complacencia mediática con la violencia no sólo la encontramos en La Ortiga, sino en la pluma de populares periodistas como Jaime Bayly en notas publicadas en Perú 21. Invitar a sus hijas a agredir gratuitamente a un desconocido es sórdido, como lo es abogar por la represión indiscriminada en la selva. Se pretende avalar la violencia (o justificarla) a través del discurso (lo que Galtung llama “violencia simbólica”). Augusto Álvarez Rodrich sostiene que esa actitud tiene su correlato político en la sugerencia del Vicepresidente Giampietri de declarar el VRAE como ‘zona de combate’, o en los destemplados gritos del ministro Rey contra las ONG y contra la CVR. Incluso una autoridad regional ayacuchana ha planteado la idea de bombardear la zona del VRAE “sin temerle a los temas de Derechos Humanos”. Esta clase de expresiones de visceralidad nos impiden pensar cuidadosamente el método más sensato y eficaz de vencer definitivamente al narcoterrorismo.

Todos estos gestos de permisividad frente a la violencia revelan una especie de grave paradoja vital. Quienes firmaron esas notas se conciben a sí mismos como defensores de la ‘modernidad’, pero podría argumentarse sólidamente que representan precisamente lo contrario. Si algo caracteriza al liberalismo - en el plano ético y en el político -, es el respeto de los derechos básicos de los individuos, sin distinciones de raza, origen, cultura, estatus socioeconómica, género o sexualidad. No importa que la persona esté en situación de indefensión, o que no conozca detalladamente sus derechos. El otro debe ser tratado como fin, y nunca exclusivamente como medio (Kant). Este es el punto de partida del liberalismo en cuanto tal, y tiene prioridad normativa incluso sobre los preceptos del libre mercado.

Evidentemente, estas invocaciones mediáticas a la violencia – así como los intentos por, literalmente, disculparla – entran en contradicción con el corazón mismo del ideal liberal. Esta clase de situaciones revelan la hemiplejia ideológica de nuestro falsos liberales (en realidad, conservadores autoritarios de pura cepa), aquellos que sólo identifican la afirmación de la cultura moderna con la fluidificación de la actividad económica y el acceso a la tecnología. El luctuoso punto ciego de esta lamentable distorsión ideológica parece residir en la posibilidad misma de reconocer al otro como un ser humano, titular de derechos inalienables.
(1) Es preciso señalar que se "premió" el artículo, no a un diario. Es necesario decirlo en honor a la verdad, más allá de mis grandes reparos para con el medio en cuestión.

viernes, 4 de septiembre de 2009

LA RECONCILIACIÓN AÚN ES UN RETO




Gonzalo Gamio Gehri



“Reconciliación” es un concepto polémico y particularmente interesante al interior del lenguaje moral y político de los Derechos Humanos. Se lo suele invocar en contextos de transición política, cuando una sociedad ha superado un periodo de conflicto interno, o busca reconstruir sus instituciones democráticas tras una etapa autoritaria, y busca recomponer un ordenamiento social y político que ha sido dañado por la violencia o por la suspensión del orden constitucional. Por lo general, el problema de la reconciliación coincide con el trabajo de las comisiones de la verdad, y nuestro país no ha sido la excepción a este respecto.

Como se sabe, el gobierno del presidente Toledo le añadió a la Comisión de la Verdad conformada por la administración Paniagua el rótulo “y de la Reconciliación”. La incorporación del concepto generó una acalorada discusión “¿Qué significa que una comisión de la verdad deba promover la reconciliación? ¿Quiénes se reconciliarían?” Hay que señalar que ese añadido también suscitó cierta expectativa entre sectores políticos conservadores y en el ámbito militar, pues en ciertos contextos la idea de reconciliación ha sido mal entendida como un llamado al olvido de los crímenes en beneficio de cierta noción de reencuentro y paz social. Pero ese entusiasmo desapareció tan pronto como la CVR señaló que toda genuina reconciliación suponía el esclarecimiento de la memoria y la acción de la justicia.

La CVR estableció que la reconciliación constituye un proceso histórico de largo aliento que expresa el compromiso de los ciudadanos con políticas de inclusión social y reconocimiento de las diferencias socioculturales que existen en el país. La propia Comisión planteó una serie de recomendaciones que apuntaba a la implementación de dichas políticas. A la CVR no le correspondía – como algunos han insinuado maliciosamente – consumar la reconciliación; ella debía examinar sus condiciones estructurales y simbólicas. Plantear la reconciliación como télos. Resulta bastante claro que no se trataba de regresar al tipo de sociedad con que contábamos antes de la emergencia del conflicto armado – el propio Informe Final describe una sociedad en crisis antes de iniciarse el conflicto – sino de una nueva sociedad democrática que ha pasado por la reforma de sus instituciones y por políticas públicas de reparación. Una sociedad que restituye a las víctimas los derechos fundamentales que les fueron arrebatados en medio de la insania senderista o de la respuesta militar. Es la propia sociedad peruana que reformula sus vínculos con el Estado y con las instituciones y comunidades que la conforman.

La reconciliación se plantea como un horizonte mayor para una política de transición democrática. Lamentablemente, la clase presuntamente dirigente ha desdeñado la agenda de la transición y muestra abiertamente su desinterés por los temas de derechos humanos. En más de un sentido, la responsabilidad de que estos problemas vuelvan a ser examinados en el espacio público recae en los propios ciudadanos y en las instituciones de la sociedad civil[2].


(Publicado en Punto Edu)

[1] Profesor del Departamento de Humanidades de la PUCP, sección filosofía. Miembro colaborador de IDEHPUCP
[2] Agradezco a Félix Reátegui por sus valiosas sugerencias y comentarios.