viernes, 8 de mayo de 2009

LA IRREALIDAD DEL ‘CHOQUE DE CIVILIZACIONES’: CARTA DE DANIEL SALAS SOBRE CONFLICTO Y CULTURAS










EL TRABAJO DE LA CRÍTICA. PRESENTACIÓN






Gonzalo Gamio Gehri





Hace ya un tiempo que este espacio está centrando su atención en los temas de interculturalidad, política y religión, en el marco general del blog, vinculado a la reflexión ética sobre las políticas democráticas y los Derechos Humanos. El post sobre la Ilusión del Destino y el dedicado a Las religiones y el derecho a la crítica buscan destacar el valor de la agencia racional en la construcción y reconstrucción de las identidades. Son asuntos sobre los cuales es importante seguir discutiendo. En un país como el nuestro, en el que el autoritarismo goza aún de buena salud, y en donde la defensa del pluralismo es sindicada erróneamente como “relativista”, no resulta ocioso ocuparse del tema de las identidades diversas y la libertad cultural. Al contrario, es preciso hacerlo desde la filosofía y las ciencias humanas.

Mi intención es abrir este blog a un diálogo más amplio y plural sobre estos asuntos. Invitar de cuando en cuando a otras voces a participar en este foro. Fue el caso de David Villena y es el caso del académico que presento a continuación. Hace unos días Daniel Salas – crítico literario y especialista en estudios culturales, además de un gran amigo – me comentó que quería escribir un texto, bajo el formato de carta, que recogiera sus reflexiones sobre los conflictos, las culturas, y los modelos de investigación en estos temas. El texto tomaría algunas ideas discutidas en este blog y en otros blogs peruanos. Señaló que Política y Mundo Ordinario podría convertirse en el espacio para publicar esa carta. Acepté con muchísimo gusto, me pareció una gran idea. El documento es el que a continuación dejo a su lectura.

Es un texto lúcido, y riguroso, sin lugar a dudas. El trabajo de la crítica es un arte mayor que hay que saber cultivar. Daniel Salas polemiza con los ideólogos antiliberales locales cuestionando severamente la hipótesis neoconservadora según la cual la guerra deba ser explicada a partir de un presunto “choque de civilizaciones”. Cuestiona con firmeza las ideas de quienes creen que las "nuevas luchas" se darán entre las culturas y los credos. La categoría “civilización” es meramente una abstracción, señala. Lo que existen son personas que configuran sus identidades a partir de la interacción social, en virtud de formas de adhesión y afiliación que las vinculan a diversas instituciones. Como he argumentado en La Ilusión del Destino, la pretensión de muchos “líderes” políticos y religiosos de fijar la pertenencia a determinados grupos sin otorgarle un espacio al ejercicio de la reflexión crítica y la elección constituye una actitud moralmente mutiladora y degradante, que no sólo impide a mucha gente llevar una vida buena, sino que – a juicio de numerosas escuelas de pensamiento occidental y no occidental - bloquea la posibilidad de llevar una vida humana a secas.

Salas sostiene que una investigación social rigurosa debe tomar en cuenta la evidencia empírica sobre el asunto. Ello nos devuelve al importante problema del diálogo entre la filosofía y las ciencias. Esta cuestión tiene un trasfondo moral de singular importancia: si queremos erradicar la violencia de nuestras vidas tenemos que comprender qué la suscita. El análisis de la experiencia histórica es, en este sentido, ineludible. El estudio de casos puede contribuir a echar luces sobre no pocos “nudos” que el trabajo conceptual debe desenredar. No es posible plantear una reflexión sobre la guerra que prescinda del análisis histórico. Salas considera que la hipótesis neoconservadora ofrece una teoría falsa de los conflictos violentos; en la práctica, dicha perspectiva desarrolla una cierta condescendencia con la guerra y la estigmatización cultural, religiosa y quizá incluso racial. La pedagogía moral que ella entraña se evidencia raquítica. El autor se muestra sorprendido ante la tesis reaccionaria según la cual la guerra se legitimaría ante la expectativa de la supuesta “maduración moral” del pueblo que la afronta (una aseveración, habría que decir, que acaso procede de una lectura notoriamente epidérmica y altamente cuestionable – quizás indirecta, todo es posible - de Fichte y de Hegel, pero eso es para otro post). Salas finaliza su reflexión lamentando que esta perspectiva goce de cierta popularidad en algunos centros tradicionales de formación superior.

El autor alude en su carta al desarrollo de ciertas ideas vertidas en otros blogs. De hecho, se enfrenta dialécticamente con algunos académicos locales, considerados cultores de la llamada “metapolítica”. No obstante, lo hace honestamente y con el mayor respeto, como corresponde a intelectuales y a ciudadanos de bien, con el único ánimo de contrastar ideas y buscar la verdad. Contesta argumento con argumento, como debe exigirse en cualquier espacio de reflexión sensato (también a los blogs). De todos modos, cualquier expresión de discrepancia razonable y argumentada, cualquier réplica o perspectiva alternativa a la de Daniel – desde cualquier posición conceptual – será bienvenida aquí, no lo duden.









LA IRREALIDAD DEL ‘CHOQUE DE CIVILIZACIONES’


CARTA DE DANIEL SALAS



Daniel Salas Díaz


Estimado Gonzalo:

Hace unos días te prometí un comentario sobre la idea de “choque de civilizaciones” que yace en los fundamentos de los que se ha venido a llamar “pensamiento metapolítico” o “pensamiento reaccionario”.

Como lo he expresado varias veces, veo con mucha preocupación la difusión de tales ideas especialmente en ciertas universidades y en ciertas facultades con sesgos tradicionalistas y autoritarios. Mis razones no están motivadas por la intolerancia al “pensamiento políticamente incorrecto” de la extrema derecha sino por una comprobación básica: la absoluta carencia de solidaridad con el mundo. Me explico: los “reaccionarios”, “metapolíticos”, “coaligados” –o como quieran autodenominarse los que pretenden reactualizar ideas que no en vano han sido descartadas—se refugian en una suerte de especulación intelectual que llaman filosofía –no creo, sinceramente que lo sea—para sostener lo que en el plano científico sería imposible de sustentar.

Como tú sabes, yo soy crítico literario, es decir, analista de textos. Y la filosofía hasta ahora me ha servido como herramienta para afinar mi trabajo interpretativo. Ciertamente, estoy lejos de ser un especialista en el campo filosófico pero reconozco que la filosofía posee un gran poder crítico que me ha ayudado a comprender, por ejemplo, los problemas que más me atraen como son el lenguaje, la representación y la imaginación moral. Uno de mis temas es el estudio de la historiografía, es decir, la escritura historia y su impacto en las distintas esferas sociales. Para emprender mi trabajo tengo que exponerme cotidianamente a documentos o fuentes directas sobre el siglo XV o el siglo XVI, por ejemplo y al hacerlo he logrado tener un contacto especializado con la manera en que pensaban las personas de aquellas épocas y la manera en que percibían su destino moral y el sentido de su tiempo.

De allí viene mi asombro y, más precisamente, la gran molestia que me causa el tratamiento frívolo de la historia. Ya he explicado en numerosas oportunidades el gran desconocimiento que Eduardo Hernando evidencia sobre la edad media, lo cual no es de ninguna manera una falta significativa. Nadie está obligado a saber cómo fue aquella época de la historia. El problema surge cuando Hernando nos pretende dar lecciones sobre el periodo medieval sin mostrar ningún documento, sin ofrecer ninguna prueba de lo que dice y, sobre todo, reduciendo cerca de mil años de historia humana a ciertos principios que no se sostienen cuando se observan los procesos sociales en sus detalles. El problema surge, entonces, cuando se atreve a enunciar tantas falsedades históricas en un libro académico o en una lección universitaria. Y cuando leí el texto de Dick Tonsmann en donde se refiere de manera acrítica e intuitiva a conceptos como “raza” o “civilización” me sentí tremendamente espantado de lo que puede estar enseñándose en este momento en las aulas universitarias peruanas.

El texto de Tonsmann sostiene, al menos, tres proposiciones gruesas sin someter sus conceptos a crítica alguna:

Primero: que existen ciertas entidades llamadas “civilizaciones”.

Segundo: que las diferencias entre “civilizaciones” son las causantes de las guerras.

Tercero: que el “mundo posmoderno” o “liberal” es incapaz de armonizar estas diferencias, con lo cual reproduce e incluso agudiza las condiciones para el odio y las guerras internas y externas.

Yo no puedo aceptar como “filosófica” una especulación que no eche sus raíces en la evidencia empírica. No se puede considerar “filosófica” una forma de pensamiento que haga a un lado los datos, imponiendo una realidad paralela que se pretenda forzar sobre el mundo. Tonsmann no da ninguna prueba de lo que sostiene, no ofrece ningún dato empírico que demuestre que hay más violencia dentro de las sociedades liberales que en las sociedades iliberales.

Tonsmann dictamina con gran soltura, por ejemplo, que “al carecerse de un sentido natural de patria, la violencia está servida en el modelo del Estado liberal”. ¿Cómo comprueba su afirmación? Con ningún ejemplo. Tonsmann se choca con la realidad como contra una pared y no parece importarle. No explica, por ejemplo, el éxito de la Unión Europea que ha permitido que Alemania y Francia sean socios y respondan a intereses comunes. No se pregunta, por ejemplo, por qué nos parecería improbable una guerra entre Canadá y Estados Unidos e, incluso, entre México y Estados Unidos.

Yo he estudiado varios casos de conflictos políticos y militares y no conozco un solo ejemplo en el cual el detonante de la guerra haya sido la diferencia cultural. En cambio, sí conozco varios ejemplos en los cuales la religión y la cultura han sido utilizadas como armas para justificar la violencia. Sí conozco ejemplos en los cuales la “civilización” ha sido utilizada como arma de avanzada en el dominio de las comunidades subalternas. Tonsmann cita como un ejemplo el intento de Nixon de llevar el protestantismo a Latinoamérica como parte de la infiltración imperialista de Estados Unidos en los países católicos y sostiene lo siguiente:

“En una oportunidad el gobierno norteamericano de Richard Nixon subestimó el poder de identificación que había de la Iglesia Latinoamericana con su feligresía, creyendo que podía deshacerse fácilmente de ella por su lucha contra el capitalismo inundando los países con propaganda evangélica. Nada más lejos de todo éxito. Si hay un sitio donde la Iglesia Católica genera cohesión social, ese es el pueblo latinoamericano.”

Como debería ser obvio para cualquier intelectual regido por una mirada crítica, el rechazo al protestantismo no se debe tanto a una mera afirmación del catolicismo sino a una razonable resistencia a los símbolos que traía consigo el invasor y con los cuales quería justificar su dominio. Nixon podía entender que la propaganción de nuevas ideas religiosas servía de arma para afirmar la influencia de Estados Unidos en América Latina. Pero de allí no se deduce que la finalidad de Nixon haya sido que los católicos se volvieran protestantes. Esto ya lo sabía Tácito y lo reconoce en un pasaje muy citado de Agrícola en el que describe los cambios de costumbres de británicos y galos como el medio por el cual aquellos bárbaros creen civilizarse cuando en realidad se están convirtiendo en siervos de Roma (Agricola 1, 21). ¿Creemos acaso que los reyes católicos estaban sinceramente interesados en llevar la fe de Cristo a las poblaciones americanas que vivían en la oscuridad? Ciertamente, no. Quien insista en la idea de que la conquista de América tuvo como motivación principal la salvación de las almas de los indígenas contradice lo que sabemos sobre aquella época a través de sus propios documentos. No hay que ser marxista para concluir que la invasión europea de América en el siglo XVI no se debió a diferencias culturales, a un “choque de civilizaciones”. Lo que estuvo en juego desde el inicio fue el control de la riqueza. Sin este interés concreto la historia de la conquista se haría, simplemente, incomprensible.

Tonsmann se queja de que la sociedad liberal trate homogéneamente a los individuos negándole sus identidades colectivas. Sin embargo, él mismo trata a las civilizaciones como entidades homogéneas y se refiere a ellas como si fueran unidades autónomas capaces, por ejemplo, de hacer la guerra. Las civilizaciones –deberíamos darnos cuenta— son meras abstracciones; no son entidades que puedan irse de un lado a otro como si fueran cuerpos gigantescos en busca de un espacio en el planeta. El hecho de que algunos líderes aludan a las “cruzadas” o invoquen motivaciones civilizadoras no significa que la razón por la cual se muevan ejércitos sea la lucha contra el infiel. Los verdaderos intereses no suelen enunciarse y hay que poseer una ingenuidad impropia de un filósofo como para creer que esta clase de discursos explican la violencia.

Pero el pasaje de su texto que más me asombra y me atemoriza es el siguiente:

“La guerra sólo es lícita si es una lucha por el reconocimiento que, a posteriori, debe resultar en una madurez moral del pueblo que combate, madurez consistente en el ejercicio personal e institucional de la misericordia”.

¿Qué ha querido decir aquí Tonsmann? ¿Acaso que las guerras sirven para formar el temple de un pueblo y que su finalidad es que los pueblos maduren? Hay que entenderlo bien: Tonsmann, en un rapto de irrealidad e iluminación, concluye que la guerra no sería lícita para el Perú en caso de que, por ejemplo, Brasil lo atacase. No. La única razón por la cual el Perú podría ir a la guerra sería con el fin de obtener un reconocimiento o una madurez moral. ¿Qué clase de situación sería aquella?

Lo que parece sostener Tonsmann es que solamente “los pueblos” pequeños, no reconocidos, marginados, pueden ir a la guerra a fin de obtener el reconocimiento y la madurez moral de la que carecen. Con ese razonamiento, no le fue lícito a Estados Unidos entrar en guerra contra el Eje y no le fue lícito ir en busca de los talibanes afganos que planearon el ataque del 11 de setiembre de 2001. Tonsmann pretende darle a la guerra un carácter terapéutico más que propiamente político. Observa además que no son los ejércitos sino “el pueblo” el que combate. Tonsman parece creer que los “pueblos” son entidades orgánicas que poseen identidad y deben pasar por una etapa de adolescencia y madurez, para lo cual han de pasar por un momento de crisis que sería la guerra. Que la gente se mate, se lance bombas, granadas y destruya ciudades con tanques y misiles es un camino hacia la formación de la “identidad”. Debido a su énfasis en la idea de “pueblo” que busca su “madurez moral” Tonsmann está justificando, por cierto, la insurgencia de los que considera las “naciones marginadas” contra aquello que la extrema derecha considera el poder apátrida del capitalismo global. Siguiendo las ideas de Tonsmann, cualquier grupo que se sienta excluido tiene derecho a la guerra, sin importar otras consideraciones como el derecho de los demás a la paz y a la prosperidad. En realidad, está justificando la estrategia de los extremistas nacionalistas de asediar a las sociedades abiertas y democráticas bajo el pretexto de que el capitalismo y la globalización no reconocen su identidad. Pero, ¿qué puede querer decir exactamente que mi identidad no es reconocida?

No me parece un asunto desdeñable pero la extrema derecha lo enfoca equivocadamente y con malicia. Veamos lo que las ideas de Tonsmann podrían significar esto en el Perú. Acabo de hacer a una consulta a una experta en lenguas nativas peruanas. Me asegura que en el Perú se hablan actualmente 42 lenguas nativas. Cada una de esas lenguas podría conformar una comunidad que, con toda razón, se puede considerar excluida y no reconocida (lo que no cierto, hay un número mayor de comunidades con su propia identidad aunque compartan la lengua con otras pero supongamos que en el Perú hay, por lo menos, 42, una cifra respetable si se trata de valorar la diversidad cultural). Pues bien, si seguimos tal como la plantea la idea de Tonsmann sobre la guerra eso significa que en el Perú hay 42 “pueblos” con derecho a hacer la guerra en busca de su reconocimiento y de su maduración.

Actualmente, en la Selva peruana estamos ante un caso bastante agudo de reclamo de derechos (protesta que, dicho sea de paso, apoyo plenamente). Sobre cómo solucionar este conflicto y otros similares, los “metapolíticos” callan. Y lo hacen porque, si siguieran con coherencia sus postulados sobre el derecho de “los pueblos” a la diferencia, tendrían que admitir que la única salida sería la desintegración del país, exactamente lo contrario a lo que, por otro lado, defienden, es decir, un Estado único y fuerte, con poderes “excepcionales” para imponer el orden y evitar el caos. Se trata, en realidad, de un uso oportunista de la identidad y de las diferencias étnicas pues se invoca solamente cuando se trata de atacar, por ejemplo, a Estados Unidos o a Israel o a cualquier instancia política que consideren monstruosa como la secularización o la libertad de culto.

Las identidades siempre se pueden multiplicar, partir o sumar y los regímenes más duros no pueden impedir que esto ocurra, a menos que recurran al genocidio o al exterminio de cualquier disidente. Las identidades no son estables, no son esenciales, ni muchos menos corresponden, como increíblemente sugiere Tonsmann, a una cuestión “natural”. No solamente es innecesario sino que es imposible que la jurisdicción de un Estado corresponda a una sola nación homogénea. Las identidades no son un problema ni tienen que serlo en una sociedad democrática y liberal porque sencillamente en ellas el Estado no tiene que nada que decir. La solución al conflicto de la Selva peruana no tiene que pasar por una “guerra”, como sería el caso si siguiéramos a pie juntillas la doctrina de Tonsmann. Se resolvería fácilmente y sin sangre si el Estado peruano otorgara a los habitantes de la Selva los derechos fundamentales que corresponden a cualquier ciudadano, por ejemplo, el derecho a la propiedad, a no ser molestado, ni a que su modo de vida sea alterado, así como a hablar su lengua y practicar sus propias creencias. Alan García está en realidad socializando la Selva, convirtiéndola en propiedad del Estado, expropiándola a favor de intereses privados, lo que debería resultar inaceptable para cualquier liberal. Más bien es la “razón de Estado” que tanto defiende Eduardo Hernando la que se quiere imponer en aquella zona de nuestro país, transgrediendo los derechos fundamentales que corresponden todos los ciudadanos y no solamente a los que viven en San Isidro o La Molina. Se trata, en realidad, del principio de sacrificar a unos para el beneficio de otros, justamente esa forma de moral socialista con la que tanto simpatiza la extrema derecha.

Concluyo este comentario reiterando mi preocupación porque estas ideas tengan cabida alguna en la discusión universitaria. La universidad, tal como la entiendo, debe ser un espacio crítico y de pluralidad. Pero la diversidad no puede significar contradecir la historia ni negar la ciencia. No se puede poner en un mismo plano la discusión académica con el mero desprecio a la verdad. El prejuicio y la incapacidad para hablar desde la realidad, con asiento en la experiencia humana misma, no debería tener cabida en las aulas. Quienes estamos preocupados por la violencia y quienes quisiéramos vivir en un mundo sin guerras tenemos la obligación moral e intelectual de entender por qué se producen. A ello solamente puede llegarse mediante el examen de los hechos. En los comentarios al post de Tonsmann, él me acusa de “reduccionista” al querer enfocar mis explicaciones sobre la guerra en los intereses materiales. Me parece una mala objeción, ya que Tonsman solamente podría invalidar mi interpretación si fuera capaz de demostrar que hay otros elementos que deberían agregarse al análisis, tarea que hasta ahora no ha podido emprender. Si un médico nos receta un medicamento que nos alivia de algunos malos síntomas, no lo acusamos de “reduccionista” por habernos ayudado a soportar el dolor con una sola medicina en vez de usar dos o tres –aunque por experiencia te puedo decir que algunos pacientes salen sumamente decepcionados cuando el médico no encuentra necesario recetarles nada. Si encontramos una explicación sumamente simple a la cura de la gripe, no se nos ocurriría objetar que deberíamos buscar métodos más complejos. En todo caso, una teoría “culturalista” de la guerra que sostenga que la violencia se origina en las diferencias o choques entre civilizaciones es notoriamente simplista y analíticamente muy pobre, ya que se rinde ante las explicaciones que ofrecen los mismos actores como si el discurso político agotara el porqué de las actuaciones políticas. De todos modos, para mí, la simplicidad de la teoría de Tonsmann no es el problema. Lo que objeto es que sea, por un lado, llanamente falsa, irreconciliable con las evidencias históricas y, por otro, que no contribuya a solucionar una de las grandes causas de dolor como es la guerra. Y una filosofía que no busque explicaciones ni soluciones a los problemas ¿de qué manera es relevante, es decir, para qué nos sirve? No basta ser, pues, “políticamente incorrecto”. En primer lugar uno debe ser moral e intelectualmente solidario y verdadero. Las pachotadas también son “políticamente incorrectas” y, sin embargo, no esperamos que ningún intelectual se las tome en serio (o tal vez sí).

Me detengo aquí, recordando ese cuento de Borges en donde se describe de esta manera a un personaje: “refutarlo es contaminarse de irrealidad”. Otro día podemos hablar de Borges, el escritor fantástico que más agudamente ha reflexionado sobre el valor moral de vivir en la realidad.

Recibe un cordial saludo y espero que nos veamos pronto.

Daniel

94 comentarios:

YO, SI OPINO dijo...

Buena pluma. Me gusta el uso de la comba, el trinche y la navaja. Tonsman ha quedado como relleno huachano. Realmente me parecen muy convincentes los argumentos de Carlos, y, Tonsman me parece que vive en un autismo para la jocosidad. Con respecto a Carlos me gustaría hacer la observación siguiente cuando dice: "Yo he estudiado varios casos de conflictos políticos y militares y no conozco un solo ejemplo en el cual el detonante de la guerra haya sido la diferencia cultural." Pues me parece que habría pasado por alto el proceso histórico de Alejandro Magno y su llegada hasta la India y de igual manera la expansión romana. Lo dejo ahí. Buenaza la cita de Borges. Ahhh me olvidaba, en cuanto a los datos históricos que reclama Carlos, me parece bien aunque bueno es recordar la famosa VERSTEHEN de Max Weber quien nos ayudó a suavizar la lija crítica-histórica de don Carlitos Marx.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Jaime:

El crítico cuya pluma elogias es Daniel salas. Un lapsus.

Saludos,
Gonzalo.

YO, SI OPINO dijo...

Hola Gonzalo, eso lo tengo bien clarito. Es con respecto a Carlos Salas a quien le he dedicado toda la tinta y te felicito por esa inclusión de tan buen artículo. Aunque lamento que a mi amigo Eduardo Hernando le haya caído tremendo 'huaracazo', supongo que estará afilando machetes y en breve estaremos en palco numerado para avistar tremendo 'encuentro'.

YO, SI OPINO dijo...

Un trillón de disculpas, si pues es DANIEL y no CARLOS. Sorry por el lapsus calamis.

Levy dijo...

Lo que se debería de medir no es si hay mas o menos violencia en las sociedades de tendencia liberal, sino su capacidad para resolver conflictos. Y sería incorrecto pensar que la no violencia es el resultado directo de la soolución de conflictos. ¿Pueden haber cambios estructurales bajo la lógica liberal?

KM dijo...

Independientemente de la disputa con Tonsman (cuyo texto no conozco), creo que Salas da en el clavo cuando critica cierto tipo de especulaciones (mal llamadas filosoficas) que pretenden explicar puramente a priori los procesos sociales/historicos/politicos. Estos pensadores creen que es suficiente tener una red coherente de conceptos y proposiciones para explicar los mismos. Nada mas ingenuo. Si bien se necesita de un marco teorico preciso y coherente para comprender los procesos sociales/historicos/politicos, hay que dudar de aquellas propuestas que, por su generalidad y abstraccion, resultan imposibles de ser confirmadas o falseadas con algun tipo de evidencia empirica. Con esto no quiero desmerecer la especulacion a priori. Para nada. Sin embargo, creo que esta deberia ser reservada para las matematicas, la logica, la metafisica y areas afines.

Anónimo dijo...

Salas ha demostrado ser un gran escritor y un gran pontífice defensor de la claridad de pensamiento, la filosofía y la enseñanza universitaria.
Debemos estar de acuerdo con él en que metodológicamente la filosofía necesita un arraigo en el devenir histórico. Habría que preguntarse si este arraigo consiste en acumular datos históricos y si la filosofía, efectivamente, necesita datos para demostrar su eficacia como disciplina.
El arraigo histórico que le podemos exigir a la filosofía no es, en absoluto, el que los críticos literarios tan libremente utilizan en sus reflexiones, si es que así podemos llamarlas.
La filosofía no es un instrumento; para aquellos que así la consideran, cualquier esbozo de especulación debe parecer un despropósito.
¿El ser de los entes se expresa como trabajador y soldado?

Gonzalo Gamio dijo...

Respondo brevemente. La ontología y la lógica podrían - en algún sentido - prescindir del dato empírico, pero para el filósofo práctico es fundamental trabajar con la investigación histórica y social. debe ser responsable de justificar su reflexión.

saludos,
Gonzalo.

YO, SI OPINO dijo...

A manera de piqueíto, no creo que exista ningún filósofo que no haya partido de la dura realidad, muy al contrario la realidad monda y lironda hace al filósofo. O acaso no es así en el caso de Ludwig Wittgetstein quien meditaba cuando las balas le zumbaban por las orejas o Hegel en medio de un sistema político injusto y de hierro, o Franz Brentano tratando de hacer lo más concreta posible su filosofía centrándose en la sique. Lo dejo ahí. A manera de piqueíto.

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Jaime del Castillo:

Claro. Lo que Daniel critica a los que caracteriza como "ideólogos reaccionarios" es que - a diferencia de los verdaderos filósofos - ellos no "dialogan" con la realidad histórica. Lejos de ello, se refugian en ficciones, como las "civilizaciones".

Saludos,
Gonzalo.

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

No comprendo muy bien la crítica de Daniel. En particular, no entiendo porqué se atribuye esa opinión a "la extrema derecha". La idea de que el "choque" entre civilizaciones es la fuente principal de los conflictos armados es la idea de un liberal bastante clásico, a saber, Samuel P. Huntington. Cito:

It is my hypothesis that the fundamental source of conflict in this new world will not be primarily ideological or primarily economic. The great divisions among humankind and the dominating source of conflict will be cultural. [...]The fault lines between civilizations will be the battle lines of the future.
Conflict between civilizations will be the latest phase in the evolution of conflict in the modern world.
Huntington, Samuel P. 1993. The Clash of Civilizations? Foreign Affairs. Summer 1993Huntington, que fuera profesor de Harvard y asesor de Carter, fue un reconocido intelectual liberal. Y en todo caso, no califica ni remotamente como alguien de "extrema derecha". Ya que el texto criticado bien puede considerarse una mera paráfrasis de las ideas de Huntington en ese artículo, no veo muy bien la conexión entre esa idea en particular y "la extrema derecha".

Nota que yo no estoy defendiendo esa idea. Es más, Huntington me parece por completo equivocado.

Tú observas bien que la defensa del nacionalismo que algunos hacen no se extiende a todos los nacionalismos. Pero eso mismo ocurre con los ataques al nacionalismo. Vargas Llosa ha escrito contra los nacionalismos regionales en la península ibérica, por ejemplo. Curiosamente, pero no ha escrito nunca contra el nacionalismo centralista español en la misma península. Es más, parece decir que, por ejemplo, el nacionalismo catalán es nacionalismo, pero el nacionalismo centralista español no lo es. Las credenciales liberales de Vargas Llosa no están en discusión.

Mi pregunta, quizá ingenua, es: ¿no son los liberales los que están equivocados? ¿por qué no escribir para denunciar el absurdo de las ideas de Huntington o para reclamarle coherencia a Vargas Llosa, en vez de atacar sus paráfrasis y reflejos?

eduardo hernando nieto dijo...

Si seguimos los lucidos razonamientos de Daniel Salas, entonces los trabajos de Platon, Aristoteles, Maimonides, etc, no sirven para nada pues no dan ninguna evidencia empirica!

Evidentemente estos liberales de izquierda siguen siendo grandes materialistas!!!!
saludos

YO, SI OPINO dijo...

Solo a manera de bastón: La Teoría de Rawls ha sido bien criticada por no tener sólidos referentes en la realidad o en la práctica concreta y sí auparse en teorías etéreas por decirlo así.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Jaime:

Esa crítica podría funcionar - con reservas -para el primer Rawls, pero difícilmente para la obra de Rawls de 1993 en adelante.

Saludos,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Eduardo:

Nuevamente, amigo, nuestra interpretación de los griegos nos divide: la obra de Aristóteles está llena de evidencia empírica (desde estudios de política comparada hasta estudios sobre el funcionamiento del cuerpo humano y animal, asociado a su comprensión de la acción). El hecho de que Platón elaborase una - denominada - 'teoría de las formas no lo inhibe de hacer una serie de juicios muy agudos sobre la experiencia histórica y la coyuntura política de Atenas.

El caso de Hegel es similar.

Saludos,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Miguel:

Respondo telegráficamente. Hasta donde entiendo, Huntington es un neoconservador, próximo a la gestión Bush II. De hacho, liberales como Sen y los discípulos de Rawls lo ha criticado con mucha fuerza.

Saludos,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Miguel:

Aprovecho para felicitarte por tu aguda reflexión sobre el incidente Correo - Supa.

Saludos,
Gonzalo.

YO, SI OPINO dijo...

Efectivamente cierta la precisión de Gonzalo sobre lo de Rawls I y II, está dentro de lo tolerable. Aunque no sé si será tolerable lo que afirma Eduardo cuando dice: "Evidentemente estos liberales de izquierda siguen siendo grandes materialistas!!!! ... Suena a latigazo de gamonal enfurecido ... Sería bueno un desmenuzamiento de ese chinguirito con arroz zambito ...

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Levy:

Comparto tus dudas al respecto, y recuerdo algunas buenas críticas de Nancy Fraser en esa línea. Personalmente, no creo que el liberalismo funcione sin alguna clase de humanismo cívico de tipo "izquierdista". Con todo, sí creo que puede promover alguna clase de cambio estructural. El liberalismo clásico transformó profundamente la política y la economía. Cuando reviso la "Teoría de la justicia" de Rawls, no puedo evitar pensar que se trata de una 'utopía' que pretende transformar el sistema político y las formas de distribución social.

Saludos,
Gonzalo.

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Yo no sé de dónde ha sacado esa barbaridad, Goanzalo. Huntington no solo fue un promimente miembro del partido Demócrata (asesor de campaña, asesor de Carter, etc) sino que además fue un activo crítico de Bush---su último curso en Harvard estuvo dedicado (en el 2005) a un análisis bastante crítico de la política internacional de Bush, especialmente la guerra de Irak.

Gonzalo Gamio dijo...

Miguel:

Huntington fue asesor de Johnson, es cierto. Pero su obra cumbre sirvió de base teórica a parte de la concepción geopolítica de Bush II. Ignoro lo de su último curso en Harvard.

El vínculo entre Huntington y la "nueva concepción geopolítica" en USA es materia de crítica en Sen y los rawlsianos. Cfr., por ejemplo, "Identidad y violencia".

Saludos,
Gonzalo.

Daniel Salas dijo...

Luego comento los comentarios. Por cierto, Carter no es un buen ejemplo de nada y no entiendo por qué la Defensoría lo condecora. El sabía de los escuadrones de la muerte en Centroamérica porque el mismo Arnulfo Romero se lo hizo saber.

En todo caso, aquí me refiero a la democracia liberal en un sentido general, no particular, esa que puede funcionar con Clinton, Bush y Obama. No hay que estar de acuerdo con ninguna de esas administraciones para entender las ventajas de los sistemas abiertos sobre los sistemas cerrados. Y defender el modo de vida democrático y liberal no implica adscribirse por entero a las políticas de los gobernantes.

En todo caso, Miguel, los comunistas, al igual que Tonsman y Hernando, rechazan el capitalismo y la globalización. De ahí no se deriva en absoluto que Tonsman y Hernando lo sean de izquierda. Estás cometiendo un razonamiento falaz.

Anónimo dijo...

Yo creo que con este post el bloque fascista de los blogs peruanos ha recibido un golpe durísimo, MUY buenos argumentos.

salas no deja títere con cabeza.

A.C.

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Daniel, no he dicho nada de Tonsman o Hernando, de quienes nada sé. He hablado de Huntington y Vargas Llosa. Es más, he dicho que están equivocados en esas ideas en particular. Imagino que en eso estamos de acuerdo.

Si Carter es de extrema derecha, bueno entonces habría que definir un poco cómo se está usando esa expresión. Carter es considerado un prominente político de izquierda (o un "liberal", como dicen aquí) en USA. Por supuesto, nadie se quiere ahogar en etiquetas, pero precisamente por eso es mejor definir con exactitud de quienes estamos hablando cuando usamos las etiquetas.

Tampoco entiendo tu acusación de razonamiento falaz.

Que un grupo A rechace el capitalismo y la globalización no lo hace de izquierda, por supuesto. Pero si alguien está en desacuerdo con esa idea (es decir, si alguien está en desacuerdo con el rechazo al capitalismo y la globalización), no puede solamente criticar al grupo A, y decir "eso es lo que hace el grupo A". Eso es lo que es falaz. Lo que es coherente es criticar la idea en cuestión, incluso si con eso se critica a grupos distintos al grupo A.

Así mismo, que otros no puedan reconocer el mismo estatus a todos los nacionalismos, o que atribuyan un papel desproporcionado a las diferencias culturales no los hace liberales. Pero precisamente por esa razón, no es coherente criticar solo a esos otros, sino a todos los que sostienen esas ideas, sean liberales o no. Esas ideas están equivocadas por sus propios méritos (o deméritos) no por los méritos (o deméritos) de quienes las sostienen. Decir lo contrario es justamente lo que es falaz.

Precisamente, el hecho de que al idea de choque de las civilizaciones haya sido usada por la admnistración Bush---contra la explícita protesta de Huntington, dicho se de paso---muestra a las claras cómo una idea liberal puede ser usada por otros grupos diferentes, sin que eso comprometa sus otras posiciones políticas.

En otras palabras, no debemos perdernos en las etiquetas ("liberal", "extrema derecha"...), sino más bien enfocar nuestra argumentación en las ideas. Me parece que eso es lo que hace productiva una discusión.

Insisto otra vez. Mi intervención no es para defender las ideas que tú criticas aquí. Yo estoy plenamente de acuerdo en que son ideas equivocadas. Me limito a señalar que ambas provienen de canteras liberales. Eso no hace liberales a todos los que las sostienen. Pero no el hecho de que algún no liberal las sostenga no les quita tampoco el carácter de liberales. La pureza ideológica no existe, ni tendría que existir.

Daniel Salas dijo...

Miguel: Yo estoy criticando la idea de "choque de civilizaciones" y hasta ahí no importa si quien la defienda sea de izquierda, liberal o de derecha.

Pero no solamente eso: me estoy refiriendo además a un tipo especial de discurso que se aprovecha de fuentes variopintas para fundamentar una crítica a la democracia y a la sociedad liberal. Ese discurso tiene rasgos específicos, a saber:

1. Rechazo a la secularización.
2. Rechazo a la democracia liberal.
3. Defensa de la preeminencia de la Iglesia Católica y su tradición ante el Estado y en la formación de la "identidad nacional".
4. Rechazo a los derechos humanos.
5. Negación de la historia de la violencia política.
6. Exacerbación del nacionalismo.
7. Odio a Estados Unidos e Israel.
8. Autoritarismo.
9. Misticismo político con rasgos paganos y esotéricos.
10. Estamentalismo.
11. Rechazo a la globalización y al libre mercado.

Si eso no es extrema derecha, dime qué es.

Por cierto, para elaborar su discurso, como ya te dije, toman de aquí y de allá, en una suerte de eclecticismo oportunista. Por un lado, se suben al carro de la antiglobalización y el antiimperialismo, por otro reclaman un Estado fuerte y estamentalista. Por un lado, elogian el postmodernismo, por otro quieren imponer una sola idea de verdad. Por eso mismo su discurso se ve tan confuso y tan poco articulado. Saludos.

Gonzalo Gamio dijo...

Creo que un punto importante en torno al "liberalismo" o "iliberalismo" del enfoque de las civilizaciones lo encontramos en la crítica de Sen: los liberales creen que lo que existen son "personas" - piénsese en Locke o en el Mill de "Sobre la libertad"-, las "civilizaciones" son una gruesa abstracción.

Saludos,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

La descripción de Daniel describe con suma precisión el ideario de los reaccionarios locales, al menos por los temas de sus blogs personales.

Saludos,
Gonzalo.

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Es interesante el comentario de Gonzalo. Dice en buena cuenta que la idea de choque de civilizaciones no es liberal. Pero no comprendo muy bien por qué.

No hay duda de que lo que existen son personas. Estoy completamente de acuerdo con esa idea. Eso significa, por ejemplo, que "gruesas abstracciones" como País, Nación, Estado, Cultura, Sociedad, Lengua, Civilización, etc. no son en verdad objetos de la realidad sino entidades imaginarias que protagonizan la narrativa personal de los individuos. Son recursos para hablar de los demás. Son las herramientas cognitivas para darles un sentido a las diferencias y a las semejanzas. Nunca debemos olvidar eso.

Me pregunto, sin embargo, qué tiene que ver eso con ser liberal o no serlo.

País, Nación, Estado, Cultura, Sociedad, Lengua, Civilización, etc. son recursos empleados por liberales y no liberales por igual, por diferentes razones y motivos. No creo que su carácter arbitrario o convencional esté seriamente en discusión.

Lo que está en discusión es si la percepción de las diferencias (un hecho real e individual) es la causa final de las guerras. Huntington responde que sí. Evidentemente no puede tener razón porque hay muchísimos casos de diferencias que se resuelven pacíficamente, mientras aquellos casos donde las diferencias culturales se cruzan con diferencias de interés material, movilizan recursos bélicos con mucha más facilidad. Se dice que Honduras y El Salvador fueron a la guerra después de perder (o ganar) un partido de fútbol para las eliminatorias del 70. Creo que a nadie se le podría ocurrir decir seriamente que esa fue la razón por la que esos países fueron a la guerra (y sin embargo, se sigue llamando "la Guerra del Fútbol"). Fue solo una coincidencia.

Si no toda diferencia genera una guerra, entonces quienes argumentan en favor del choque de civilizaciones tienen que desarrollar una teoría que explique qué diferencias son las que producen las guerras y por qué. Curiosamente, esa teoría ya existe y es bastante clásica: las guerras se inician para controlar más recursos. Si ese interés existe, cualquier diferencia podría servir de excusa (hasta un partido de fútbol).

No creo estar diciendo nada fuera de lo común. Me parecen ideas bastante obvias y muy convencionales que, si se van a cuestionar, merecerían ejemplos concretos donde no funcionen. Y no creo que pertenezcan a ninguna corriente ideológica en especial. La razón por la que se produce una guerra particular es un hecho empírico que puede confirmarse o desecharse en cada caso. Tanto liberales como no liberales pueden investigar eso y estar de acuerdo al respecto sin abandonar sus otras posiciones.

Por otra parte, podría cuestionarse que Huntington sea un liberal, sobre la base de que sus ideas no coinciden con la de otros liberales. Pero esa estrategia es riesgosa, porque entonces imponemos un criterio de pureza ideológica y prescribimos una receta para ser X or Y. Más razonable parece aceptar que "liberal" o "conservador" son denominaciones tradicionales en torno a un cierto número de creencias que no todos comparten de manera uniforme.

La tradición ha clasificado a Huntington como "liberal", porque sus opciones políticas e ideológicas han coincidido más frecuentemente con las de otros que también portan esa etiqueta. Si eso es correcto, significa que la idea de choque de civilizaciones es perfectamente compatible con el horizonte liberal. Por supuesto, como ya he dicho antes, eso no significa que todos los liberales la acepten. Pero no tendrían por qué. "Liberal" no es más que una "gruesa abstracción". En este terreno, lo que existen son las ideas (eventos, por supuesto, siempre individuales).

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Miguel:

Me refiero estrictamente a que en el liberalismo el centro de gravedad de lo político reside en la persona, sus libertades y derechos (claramente en Locke, Mill, Rawls y muchos otros). En contraste, otras ideologías postulaban "sujetos colectivos" que que asumían el protagonismo en el devenir histórico (y desde un punto político o social imponían obligaciones inapelables al individuo): la comunidad, la clase, la cristiandad...la "civilización".

La idea de que los conflictos se conciben como "choque de civilizaciones resulta extraña al enfoque liberal. De hecho, puede ser distorsionada al punto de descender hasta el espíritu de cruzada (no estoy diciendo con esto, por supuesto, que Huntington hubiese querido esto; de hecho, estoy pensando en la crítica de Barber o de Sen).

Creo que Daniel llama la atención en torno al punto inicial, a saber, el modo cómo nuestra "extrema derecha" local usa el tema del choque de civilizaciones, más allá del "liberalismo" o "iliberalismo" de Huntington.

Saludos,
Gonzalo.

Nila dijo...

saludos,
en la "crisis de la democracia" Hungtinton habla de los "excesos de la democracia" un tema que nunca he podido entender porque me parece que considera peligroso el ejercicio ciudadano y ello ya no sería un asunto propio de una democracia liberal (como tampoco la discriminación o la xenofobia, creo)
Mucho les agradecería a Gonzalo o a Daniel si me pudiesen explicar este punto.

Muchas gracias
n

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Estimado Gonzalo:

Por supuesto que Daniel no habla de Huntington. Pero esa es precisamente mi crítica. Que debería responder al autor de esa idea equivocada, no necesariamente a quienes lo usan. Y esa idea está equivocada en Huntington mismo.

En su último comentario, Daniel aclara precisamente que él considera que los grupos que condena elaboran una ecléctica combinación de ideas con diferente procedencia. Pero no comprendo qué tiene eso de malo. Una combinación de ideas se puede criticar cuando hay incoherencia entre ellas, por supuesto; pero no simplemente porque es ecléctica. Rechazar el eclecticismo precisamente asume precisamente la pureza de una pureza ideológica, que creo que debemos rechazar, sea liberal o no.

Por supuesto, también es posible criticar idea por idea y juzgar que están equivocadas. No es la combinación, sino cada idea. Nada hay de objetable en hacer eso, por supuesto. Solo que nos da la obligación de criticar a todos los que tienen cada idea que critico en forma independiente, no solamente a los que tienen la combinación de las ideas que critico.

Raúl Haro Gonzales-Vigil dijo...

Estimado Daniel:

Sobre el tema de la guerra ya te respondí en la Coalición. Y a manera de resumen te puedo decir que sí estoy de acuerdo contigo en que la guerra suele tener motivaciones políticas y económicas (lo cual se evidencia a lo largo de la historia), pero rescato el papel que tiene la tradición y las creencias de un grupo determinado en el modo cómo desplegaran sus fuerzas en el conflicto. La resistencia y el temple de un pueblo ante la guerra están influidos por los valores que informan su cultura; por lo cual creo que un análisis correcto de la guerra debe contemplar todas las variables en cuestión, incluyendo la forma en la que los valores entran en juego en el conflicto.

Por otro lado, no me identifico con los puntos que has mencionado sobre lo que caracteriza al pensamiento no liberal, y hasta donde entiendo el pensamiento que llamas reaccionario también escapa a lo que mencionas en dichos puntos. Sobretodo en lo relacionado al tema de los derechos humanos, lo que se rechaza no son los derechos humanos en sí mismos, sino el hecho que no tengan como base la realidad de la persona concreta en su dignidad inalienable, que se debería tener en cuenta para proteger la vida humana desde su concepción hasta su muerte. Y la secularización la rechazo en cuanto que busca relegar la religión y las valoraciones morales personales al ámbito de lo privado, pero no en cuanto permite que exista una recta delimitación entre lo sagrado y lo propio de la vida política. Sobre los once puntos que señalas tendría que hacer un comentario más extenso, pero creo que he cumplido con exponer mi postura y dejar en claro que ser un no liberal no es sinónimo de seguir esos 11 puntos; de hecho es menester que mencione como ejemplo que nunca he escuchado a los que Gonzalo llama reaccionarios locales hablar en contra de los derechos humanos como tales; sino que el punto que critican (y me incluyo) es la manera cómo interpretan la mayoría de liberales el estatuto ontológico de los DDHH. Para terminar debería dedicarme a comentar cada punto que mencionas Daniel, pero lo dejaré para otro momento.

Saludos cordiales,
Raúl H.

eduardo hernando nieto dijo...

Para Daniel Salas:

¿Y cual seria el ideario de la extrema izquierda?

1. Materialismo
2. Individualismo radical
3. Rechazo a la religion
4. Rechazo a la teleologia
5. Globalismo
6. Neutralidad
7. Odio al pensamiento "no politicamente correcto"
8. Odio las identidades
9. Odio a la jerarquia y a la autoridad

¿Puede ser?

saludos
eduardo

eduardo hernando nieto dijo...

Me olvidaba de uno muy importante:

Culto a los DDHH!!!

saludos
eduardo

PD: Ojo no se olviden que Huntington es un Cientista Politico no un teorico o filosofo, solo pretende describir una realidad!!!

Gonzalo Gamio dijo...

Raúl:

Muy interesante lo que dices. Aquí podrás encontrar un post sobre "secularización", que la interpreta desde la kenosis, y no desde la privatización de la fe.

Por desgracia, la crítica reaccionaria de los DDHH va más allá del tema teórico. Puedes constatarlo en otro blog "coaligado" en el tratamiento de La Cantuta, Barrios Altos e incluso el hitlerismo.

Para seguir conversando.

Saludos,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

P.D.: Pero ciertamente no todo iliberal es reaccionario.

Saludos,
Gonzalo.

ricardo falla carrillo dijo...

Estimado Gonzalo, por lo visto ya tenemos a nuestro nuevo "Sepúlveda". Tu entiendes.

Un abrazo

Ricardo

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Ricardo:

Precisamente. está clarísimo.

Saludos,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

Eduardo:

Lo tuyo tiene chispa, pero no atina del todo. Hablo por mí: no soy materialista, soy creyente religioso, creo en que la estructura de la deliberación práctica es teleológica (pero no en sentido metafísico), y como has podido constatar, combato la ficción teórica de la neutralidad, y creo en una lectura intersubjetivista de la identidad.

En cambio la lista de Daniel acierta bastante.

Saludos,
Gonzalo.

Daniel Salas dijo...

Nila: Desafortunadamente, no sé a qué se refiere Huntington con los "excesos de la democracia". Lo que sí tengo claro es que la democracia solamente es legítima dentro de un Estado de derecho, porque de otro modo se convierte en populismo, es decir, en la tiranía de la mayoría. Por ejemplo, no se puede decidir por voto popular si es válida la Ley de la Selva; tampoco se puede decidir por mayoría qué religión o qué lengua deben ser "oficiales".

El Estado de derecho está diseñado justamente para la protección de las minorías y de los disidentes. No sé a qué se refiere Huntington, ya que en Estados Unidos ese peligro no es tan evidente, puesto que hay una fuerte tradición constitucionalista. Por ejemplo, si en un Estado aprueba una ley, un ciudadano que se sienta discriminado debido a ella puede ir hasta la Corte Suprema para declararla inconstitucional y si la Corte Suprema así lo declara, desde entonces eso se convierte en una normal nacional. El peligro se produce cuando la democracia no está compensada por un sistema jurídico con la tradición y con la fuerza para imponerse.

¿Alguien sabe si las comunidades de la Selva peruana han acudido al Tribunal Constitucional? Si no ha ocurrido, eso demuestra que el sistema jurídico no es considerado un medio funcional y legítimo. Es una pena, por supuesto y no sería culpa de los ciudadanos.

Daniel Salas dijo...

Sobre la lista de Hernando.
La extrema izquierda es anticapitalista, antihumanista y colectivista. No cree ni en los derechos humanos ni en la responsabilidad individual, así que el listado carece de sentido.

Por supuesto, hay un truco retórico al usar la palabra "individualista", que suele sonar mal. Cuando Hernando rechaza el individualismo,no lo olvidemos, lo que propone a cambio no es la solidaridad sino el sacrificio del individuo en favor de la colectividad, ya sea como soldado destinado a morir, obrero condenado al trabajo duro y mal retribuido o mujer destinada a procrear.

Ni Gonzalo ni yo hemos defendido nunca un "culto" a los derechos humanos. Se trata de un respeto irrestricto a la dignidad humana. No todas las personas son iguales ni se puede tratar de igual manera a todos. Esa sería una forma de vivir absurda y contraria a la solidaridad. Un ejemplo: en un medio de transporte público hay que darle preferencia a las embarazadas y a los discapacitados. Segundo ejemplo: no se le cobra los mismos impuestos a un pobre que a un rico.
Tercer ejemplo: no se trata de la misma manera a un convicto que a una persona libre. Cuarto ejemplo: no se cuida a un niño con la misma atención que a un adulto. Pues bien, a pesar de que son necesarias las diferencias en el trato, en ninguno de ellos se puede violar principios fundamentales que las soprepasan. No se puede torturar a un convicto ni a un sospechoso, no se puede juzgar de manera distinta a un rico que a un pobre. Hernando suele decir que los derechos humanos no tienen fudamentos pero nunca da un ejemplo concreto de qué derecho humano se puede violentar y en qué circunstancias.

Pero además debemos tener en cuenta un gran problema moral que implica estar a favor de que se violen los derechos humanos. Si yo de verdad creyera que las mujeres son inferiores a los hombres y que algunas razas son superiores a otras, debería estar dispuesto no solamente a que otros se comporten de acuerdo a aquellos prinpcios sino que yo mismo sea capaz de practicarlos sin que se me plantee una duda. De la misma manera, si de verdad creemos que es posible torturar a una persona o matarla fuera de un contexto de legítima defensa (por ejemplo, desaparecerla por "razones de Estado"), yo mismo debería estar en la capacidad de realizar tal tarea sin hacerme problemas. Es decir, yo mismo debería tener la capacidad de meter electricidad al cuerpo de un sospechoso, ahogarlo en una tina o inyectarle alguna sustancia venenosa. ¿Quién de nosotros se atrevería a hacerlo? O, por lo menos, ¿quién de nosotros estaría orgulloso de tener un hermano, un hijo o un padre dedicado a aquellas tareas que los reaccionarios consideran "necesarias" para la sociedad?

eduardo hernando nieto dijo...

Hola Gonzalo, me llama la atencion que hayas pensado que se referia a ti, pues decia la izquierda radical!!
saludos
eduardo

eduardo hernando nieto dijo...

Gonzalo, ¿como es posible hablar de teleologia sin metafisica?
Por cierto me referia a la extrema izquierda, no se porque pensabas que estaba orientado a tu discurso!
Debo reconocer que esta buena la lista de Salas! ;)
saludos
eduardo

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Eduardo:

Sencillo. La estructura de la acción - en clave fenomenológica - es teleológica, pero no (necesariamente) la estructura del universo.

Saludos,
Gonzalo.

Daniel Salas dijo...

Estimado Raúl:
En primer lugar, aclaro, al igual que Gonzalo, que yo no creo ni he dicho que cualquier postular iliberal es reaccionaria. Los socialistas, por ejemplo, claramente son iliberales, al igual que los conservadores. Incluso creo que se puede y se debe llamar iliberal a Aldo Mariátegui.
Ahora bien, vayamos a tu idea, que me parece interesante, por un lado, un problemática por otro:
“La resistencia y el temple de un pueblo ante la guerra están influidos por los valores que informan su cultura”.
Si tu frase significa que la forma que adquiere la guerra está definida por la cultura de los que la hacen yo diría que hasta cierto punto. Más bien el examen concreto nos muestra que la guerra fuerza a las poblaciones a la adaptación. Voy a dar un ejemplo que todos conocemos.
En el Perú, la resistencia indígena a la invasión española no puede explicarse únicamente a partir de la cultura nativa. Habría, en principio, que aclarar que los españoles no combatieron contra “un pueblo”, sino contra varias naciones a la vez. En otras palabras, “los indios” empiezan a existir como tales ante la llegada de los blancos. No existía en los Andes propiamente “un pueblo” antes de la Conquista. Si diéramos por válida tu narrativa, tendríamos “un pueblo” por cada enemigo, sin contar con la posibilidad de que muchos pueblos pueden terminar formando uno solo frente a un acto de agresión que los une. Con ello, la violencia los obliga a homogeneizarse. Tu narrativa estaría entonces dando por sentada, por válida y encomiable una unidad que antes no existía pero que fue forzada a surgir no como producto del espíritu de “un pueblo” sino como resultado de una adaptación ante la violencia.
Pero además las evidencias nos muestran que los indígenas rápidamente respondieron a las nuevas circunstancias. Así, el arma más poderosa de los españoles era el caballo pero los generales de Atahualpa muy pronto diseñaron formas de combate para inhabilitar la ventaja de estos animales, colocando estacas en la tierra o bien llevando la batalla a las montañas. Pizarro habría sido derrotado y su cabeza habría terminado exhibida en una pica si no hubiera sido por la constante llegada de refuerzos. Décadas después, los indígenas contaban con caballos, pólvora y con otro instrumento muy útil que era la escritura, así como nuevas categorías religiosas y políticas que provenían del cristianismo. De manera que la guerra dio una forma especial al “temple” del pueblo indígena y no al revés. El mundo andino tal como lo conocemos hoy tiene muy poco que ver con el mundo de Huayna Cápac.
El otro problema con tu frase es que todo pueblo resiste cuando quiere ser sometido pero no a todo pueblo se le permite sobrevivir. Me explico. En el Perú la cultura indígena forma parte importante de nuestra historia y de nuestra identidad. En Argentina no es así. La razón es muy simple: los indígenas argentinos fueron exterminados por los criollos (que, ay, se llamaban liberales) durante el siglo XIX. Ninguna resistencia los pudo salvar del genocidio y de que su memoria haya sido borrada de la historia.
Esto no prueba, Raúl, que los indígenas peruanas haya poseído “temple” y los argentinos no, pues se dejaron matar o fueron menos valientes. No es así porque la supervivencia de los primeros no se debió a la resistencia sino a su papel como fuerza de trabajo. En otras palabras, el hecho de que los indígenas peruanos fueran explotables como mano de obra les permitió sobrevivir y gracias a ello ahora son una parte importante del país. Los indígenas argentinos no tuvieron esa “suerte” y por ello los criollos bien pudieron desaparecerlos ya que eran solamente un obstáculo.
En resumen, ¿los pueblos cambian ante la guerra? Sí. La guerra sirve como acicate a la imaginación dado que se trata de solucionar problemas en este mismo momento o morir. ¿El temple de los pueblos y su fuerza como nación es puesto a prueba en la guerra? No necesariamente, porque un pueblo o varios pueden ser sencillamente exterminados, con lo cual no hay prueba que puedan pasar. A menos que argumentes que los pueblos que no pueden resistir a la guerra merecen ser olvidados. Pero bien sé que ese no es tu punto de vista.
Hay que tener mucho cuidado con romantizar la guerra. Porque es preferible que no fuera necesaria, que nadie tenga que pasar por esa “prueba”. El gran temor de los schmittianos parece ser la posibilidad de que finalmente vivamos en un mundo sin enemigos y esto podría ocurrir cuando todas las naciones encuentren intereses comunes, por ejemplo, en el comercio y en la búsqueda de la prosperidad. No me gustan, sinceramente, los nobles que basan su dominio en la guerra. Prefiero los burgueses pacíficos que hacen buenos negocios.

Anónimo dijo...

Daniel:
una consulta, qué harías si tienes una persona que tiene gripe aviar, ¿la aislaría por la fuerza? ¿la llevarías a un hospital así no quiera para evitar que pueda esparcir la enfermedad? o sólo le dirías que no salga de su casa.
otra pregunta, si tú sabes que tienes a un terrorista que puede tener información sobre un gran atentado, por ejemplo, el 11 de setiembre, 11 de marzo (o 11/M), o cualquiera de gran magnitud, aplicarías la tortura para conseguir información sobre el posible atentado. Así como la información puede ser que no sea veraz, también puede ser veraz.
Alguna vez leí que la utilización de algunas técnicas de interrogatorio rudo (un eufemismo para la tortura) permitió la captura de importantes líderes de al qaeda, o la desactivación de atentados en Irak,
No creo que nadie se sienta orgulloso en decir que torturó a alguien, pero lo que si puede decir que ante dos males, eligió el mal menor.
En principio, yo creo que la protección de los derechos individuales se antepone al interés colectivo. La única forma de vulnerar un derecho individual es cuando se enfrenta a otro derecho individual o existe una alta probabilidad de dañarlo. Aquí el análisis casuístico se volvería básico.
César

Anónimo dijo...

Hola Daniel y Gonzalo:
Ernesto Garzón Valdez (un filósofo del Derecho) decía que era más fácil llegar a acuerdos sobre qué era malo o inaceptable en una sociedad que decidir sobre si algo era bueno. Por ejemplo, es más fácil llegar a acuerdos sobre si golpear a un niño es ser un mal padre, que decidir si darle mucha libertad a tu hijo te hace un buen padre. Por ello, planteaba que deberíamos enfocarnos en establecer qué conductas son dañinas antes que decidir qué conductas son buenas.
César

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado César:

Completamente de acuerdo contigo. Precisamente ESE es el pincipio del liberalismo, el "consenso sobre el mal". La idea es que la política establece un mínimo de normnas para conjurar el daño, de modo que los agentes se dediquen al discernimiento del bien. Por supuesto, la búsqueda del bien es una tarea nobilísima - acaso la más noble, y NO ES una tarea solitaria -, pero para emprenderla se necesita un clima de libertad.

Debo confesar que me asombra leer los comentarios de los jóvenes conservadores locales, que dicen que "el liberalismo se cae". sostener eso implica contar con el conocimiento adecuado. Me pregunto si han leído UNA obra COMPLETA de Locke, Mill o Rawls. No basta con los cursos.

Saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Asombra ver cómo se defiende el blog conservador.

Los discípulos coaligados no argumentan o lo hacen de modo no correcto. Dicen cosas como: no pueden refutarlo, porque no han ido a sus clases y no lo comprenden bien. O peor: no pueden haberlo refutado, porque nos gustan sus clases.

Llos cazadores de falacias que abundan en este blog y en otros estarán de fiesta.

Gonzalo Gamio dijo...

Anónimo:

Efectivamente, esos razonamientos no son muy afortunados.

Saludos,
Gonzalo.

eduardo hernando nieto dijo...

Un anonimo (para variar) cita:

"Asombra ver cómo se defiende el blog conservador.

Los discípulos coaligados no argumentan o lo hacen de modo no correcto. Dicen cosas como: no pueden refutarlo, porque no han ido a sus clases y no lo comprenden bien. O peor: no pueden haberlo refutado, porque nos gustan sus clases"

Por lo menos los "coaligados" son de varias edades y con distintas formaciones, a ver si hay "jovenes liberales de izquierda" que puedan defender a sus Rawls, Rortys o Shklars!!! ;)

Gonzalo: si hubieras leido bien a Mill o Locke probablemente no les tendrias la simpatia que pareces tenerles!. Queda pendiente un debate contigo sobre el liberalismo!
saludos
eduardo

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Eduardo:

Bueno, por este lado del asunto no practicamos a raja tabla la lógica del discipulado. Pero sí, encontramos lectores de diversas edades. Algunos se han ido presentando aquí, otros lo irán haciendo: Arturo caballero, César Mendoza, Sandro Caviglia, Héctor Ponce, raúl Zegarra, etc.

Te garantizo que he leído con devoción a Locke y a Mill, y sí, tienes razón en cuanto - en sentido estricto - ellos no predicaban "una ciudadanía universal". No te discuto ese ppunto, tienes razón en eso (y sabes perfectamente que en el marco del diálogo fraterno que cultivamos, no tengo ningún problema en concederte algunos puntos, así como recusar otros). Sin embargo, sin ellos no podría haberse postulado más tarde una ciudadanía universal. Ser lockeanos o millianos hoy (en diverso grado) implica ir más allá. Tomar de esos autores lo que sea nutritivo.

Saludos,
Gonzalo.

Daniel Salas dijo...

Uno puede ser aristotélico sin creer en la esclavitud, ¿o no?

Gonzalo Gamio dijo...

Evidentemente, querido Daniel. Es el único modo de ser aristotélico de un modo decente en la primera década del siglo XXI.

Eduardo cree que uno sólo puede ser lockeano o milliano de manera "ortodoxa", es decir, avalando lo bueno y lo malo, todo junto.

Saludos,
Gonzalo.

Ricardo Milla dijo...

Estimado Gonzalo:

Ya quisiera ver un grupo de liberales jovenes, viejos, etc. que no piensas igual en todo y para nada auto.complacientes que se reunan a dialogar sin prohibiciones, con contactos internacionales, no con amigos peruanos en USA, sino con intelectuales de Universidades específicas, etc., etc.

La queja de Salas es la de un mal perdedor, por no llamarlo loser, ya que suena feo. Salas escribe bonito. Eso es cierto. Pero no está a la altura del Dr. Tonsmann.


El comentario de Raúl es atinado. En mucho concuerdo con él. La línea que sigo con mi amigo es muy símil, pero igual discutimos.

Las listas de Eduardo y de Salas son impecables. Qué bueno que soy anti-secularizante.

Y está demás, a mi juicio, tu comentario tendencioso a mi estimado Raúl Haro. Fácil se debe haber reido. Ya pues estimado! Tú te lo tomas muy en serio. Casi, casi personal. Que uno no piense como otro no es malo, es parte de la libertad de pensamiento, debería alegrarte que ejercemos nuestro derecho a expresarnos libremente. Me parece que muchos de tus comentarios en mi blog son de mera censura... y la libertad ¿dónde queda?

Saludos,
Ricardo.

Ricardo Milla dijo...

PD: ¿Se puede ser rortyano sin pensar que USA es lo máximo de lo máximo?

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Ricardo:

Yo sólo pido argumentos, y no siempre es lo que se ofrece. A diferencia de otros blogueros (algunos jóvenes), yo no suelo censurar comentarios (salvo que sean explícitamente agraviantes o soeces, claro).

Lo que dices de Daniel lo tienes que justificar; de lo contrario no cuenta. No sé de donde sacas que "ha perdido", si ni siquiera ha sido contestado, que yo sepa - a menos que sea posible una "refutación automática y silenciosa", lo dudo -. Tampoco tiene que ser necesariamente contestado, pero tu alusión a "gana / pierde" supone un debate que no se ha dado. Yo veo que el texto de Daniel es sesudo y riguroso. Sus críticas son muy interesantes.

Daniel y yo no pensamos igual en muchos puntos (p.e., en temas económicos, en el conflicto palestino), pero en cuestiones de DDHH y democracia coincidimos. Es un buen amigo y un gran académico.

El círculo de lectores e interlocutores de este blog es amplio y plural.

No soy rortiano (ni liberal "ortodoxo"). EEUU no me parece la concreción de la utopía, aunque Obama suscita esperanzas. de hecho, estaría de acuerdo en que se procese a Bush por Guantánamo.

Mi respuesta a Raúl es fraterna. Yo sí pienso que algunos antiliberales - a juzgar por sus posturas mediáticas - no creen en los DDHH en la práctica. Pero igual creo en el poder del diálogo, en la metánoia y en una irrestricta libertad.

Saludos,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

Ricardo:

Leí tus opiniones sobre la PUCP en tu blog. Para tí, la PUCP "adoctrina" y una eventual entrada del Cardenal "traería la libertad". Bastante patético, he de decir. Qué equivocado estás, deberías pasar por la PUCP para informarte de su carácter como Universoidad y su contribución al país. Y lo que sucedería si es capturada (para saber qué pasa realmente con el litigio no basta "Correo", que suele mentir).

Creo que no te molestaría que la PUCP perdiera su calidad académica y se convirtiera en una escuela confesional ¿No que te interesa la verdad?. Mira el panorama completo. Veo que contigo el mundo marcha al revés.

Saludos,
Gonzalo.

Ricardo Milla dijo...

Estimado Gonzalo:

Bueno lo de Salas y Tonsmann es aparte.

Creo que sí puede haber un diálogo constructivo con el liberalismo.

Sabía que te gustaría mi comentario sobre la PUCP y su Eminencia =)
De hecho la PUCP es una buena Universidad, para mí: la mejor de Perú. Pero no todo es perfecto. Que entre el Cardenal no sería malo y aberrante. Hay que ser libres-pensadores, abiertos con el otro, ¿no te parece? No todos pueden seguir el "pensamiento único". Se debe permitir también que haya gente que piensa distinto.
En la PUCP hay poca tolerancia. Claro que he ido. Familiares estudian ahí. Amigos. Profesores que conozco. Etc. No hablo sin saber. Ya el próximo año cuando esté en la Maestría tendré más información, de manera empírica.
No entiedno porque ese tema de la PUCP te altera tanto, igual no tienes mucha prescencia, o sea, no eres Giusti ni Pepi.

Saludos fraternos,
Ricardo.

Ricardo Milla dijo...

¡Ah! Y hay un comentario anónimo que eliminaste, ¿porqué? No lo ví nada mala leche ni insultante. Está en mi gmail. Me llegó con todos los demás comentarios. De ahí te quejas que yo borro comentarios, hazme el favor Gonzalo.
=)

Gonzalo Gamio dijo...

Ricardo:

Creo que no manejas el panorama completo. La PUCP tiene profesores de todas las tendencias (incluidos el Opus y otros). El tema es que la captura cardenalicia destruiría su nivel: la heriría de muerte. El tema es ideológico y monetario (a ningún cardenal anterior se le ocurrió hacer esto, piénsalo). No lo anima el derecho o la razón, sino el apoyo del gobierno.

La PUCP es mi Alma Mater y la de mi padre. Soy profesor allí desde 1999 (desde 1992 si contamos la JP). Soy de una generación más joven, Giusti y Pepi son mis maestros. Creo que tengo presencia en el contexto de mi generación, pero eso no es lo fundamental. Pero yo no protesto pensando en mi conveniencia, sino en que mi Alma Mater siga siendo una gran Universidad; libre, sin libros prohibidos, con una Facultad de Arte y CCSS, con una filosofía amplia (sin neotomismos de manual). en la que enseñen profesores de calidad, no porque son "creyentes en la línea" y no están divorciados. No quiero una escuelita confesional, sino la PUCP en la que me formé y en la que siempre he enseñado.

Saludos,
Gonzalo.

P.D.: Eliminé el Anónimo a pedido de un lector. No por el contenido (de hecho, quería contestarle), sino porque el seudónimo era soez. Que cambie de nombre y vuelva a colgarlo.

Raúl Haro Gonzales-Vigil dijo...

Estimado Daniel:

He demorado en responderte debido a una serie de trabajos que he tenido en la Universidad.

Creo que o no me he dejado entender, o se ha sacado de contexto algunos puntos que he expuesto en mi comentario. La frase que te pareció problemática es la siguiente: "La resistencia y el temple de un pueblo ante la guerra están influidos por los valores que informan su cultura; por lo cual creo que un análisis correcto de la guerra debe contemplar todas las variables en cuestión, incluyendo la forma en la que los valores entran en juego en el conflicto."

Antes de comenzar a responder propiamente tu comentario, creo que es menester que mencione que para mí es un dato evidente que las personas en general actúan tomando como base tanto factores internos (desde su constitución psicobiológica hasta sus pensamientos y creencias) como factores del ambiente (economía, familia, etc). La persona a partir de estas variables internas y externas se ajusta a su entorno, y en esa medida va adaptándose y cambiando. Zimbardo afirma que el principio de adaptabilidad o ajuste es un mecanismo continuo que responde a diversas variables. Entender al ser humano desde sólo los factores internos o externos es un reduccionismo absurdo. Asimismo, de manera análoga, los grupos sociales y las personas que comparten una cierta visión del mundo, tienen maneras particulares de ajustarse a su entorno, si bien -es evidente- que por ser existentes concretos y participar de una tradición viva, irán adaptándose de manera activa a las diversas vicisitudes. Con esta primera parte, quería dejarte en claro cuál es mi postura sobre el asunto de la adaptación de los pueblos o de los diversos grupos sociales a su entorno. Ahora pasaré a explicarte como tu crítica parte de una interpretación sesgada de lo que expuse.

Comienzas diciendo: "Si tu frase significa que la forma que adquiere la guerra está DEFINIDA por la cultura de los que la hacen yo diría que hasta cierto punto." Esta primera idea es el pilar de toda la confusión de tu comentario. Primero, porque nunca dije que la guerra estuviera DEFINIDA por la cultura, sino que dije: "...un pueblo ante la guerra está(n) INFLUIDO(s) por los valores que informan su cultura". Definir la guerra "por la cultura de los que la hacen" es reducir de manera engorrosa el hecho real y vivo que es la guerra. Es evidente que ante un estresor como la guerra, las personas se deben adaptar y buscar desarrollar diversos modos para sobrevivir. Segundo, en lo que llamas mi narrativa, nunca negué este hecho, que incluso se deja entrever cuando afirmé que se deben tomar en cuenta todas las variables en general. Es cierto que sólo hice mención de un aspecto de la guerra, pero nunca dije que era el factor determinante ni mucho menos.

Después añades: "Más bien el examen concreto nos muestra que la guerra fuerza a las poblaciones a la adaptación". Y perfecto, nadie lo ha negado, la guerra fuerza a la adaptación, quien lo niegue es un insensato. Paréntesis, Daniel recuerda que mi comentario no era un análisis general de la guerra y sus consecuencias, sino que se inscribía en un debate muy concreto entre Tonsmann y tú, por lo cual se entiende que no haya especificado ciertas cosas; pero como te voy mostrando has sacado consecuencias de mi comentario que no se siguen lógicamente de lo que digo.

Continúas diciendo: "Si diéramos por válida tu narrativa, tendríamos “un pueblo” por cada enemigo, sin contar con la posibilidad de que muchos pueblos pueden terminar formando uno solo frente a un acto de agresión que los une. Con ello, la violencia los obliga a homogeneizarse. Tu narrativa estaría entonces dando por sentada, por válida y encomiable una unidad que antes no existía pero que fue forzada a surgir no como producto del espíritu de “un pueblo” sino como resultado de una adaptación ante la violencia."

En serio Daniel no entiendo de donde se sigue en lo que he dicho que habría un pueblo por cada enemigo y todas las consecuencias que de ahí sacas. Más bien la historia, como bien has mencionado y explicitado, muestra que muchos grupos sociales y pueblos se pueden unir en una guerra. Cada grupo humano buscará en sus conocimientos la mejor manera de sobrevivir y adaptarse a la guerra, así como también en el intercambio mismo que supone la guerra irá desarrollando técnicas en conjunto con los que podríamos llamar sus aliados, y a su vez se desarrollará en el intercambio humano que supone enfrentarse al enemigo. Incluso en la guerra se puede dar el caso que sólo sea una unidad estratégica la que se forma, lo cual no implicaría que exista la obligación de homogeneizarse.

Asimismo señalas: "De manera que la guerra dio una forma especial al “temple” del pueblo indígena y no al revés". El punto aquí sería ver qué entiende cada uno por temple. A mi parecer tú entiendes por temple la fortaleza que puede tener un grupo humano o pueblo para resistir ante la guerra, ya que incluso llegas a decir que no es que los indígenas argentinos no hayan tenido temple. Temple según Julián Marías es la modulación de la instalación; es decir, es el modo en el cuál una persona se realiza en diversas circunstancias a partir de los estados en los que se encuentra. Por analogía, el temple de un grupo humano en concreto donde se comparten los mismos usos y costumbres sería el modo cómo están en dicha situación. El temple es cambiante y no una condición estable, es por esto que es un factor activo de adaptación que permite a un grupo humano realizar con una intensidad y dirección determinada su ajuste a su entorno. El intercambio evidentemente modifica el modo (temple) en el cual se encuentran instaladas las personas en un determinado sistema de creencias y valoraciones, pero a su vez, dicho estado que se ha generado con la guerra es producto del encuentro humano que supone por ejemplo la guerra. Los grupos humanos se encuentran con su mundo desde una determinada cultura o sistema de creencias que le ayudan a saber a qué atenerse, y es a partir de esto que modulan su actuar (no creo que puedas negar esto con ninguna evidencia). Entonces, el temple está cambiando siempre, no sólo con la guerra.

De acuerdo contigo con que todo pueblo resiste, y yo nunca he dicho lo contrario. Creo que con lo que he dicho antes ya te he respondido esto también.

Por último, el temple no se pone a prueba en una guerra, sino simplemente es un factor que entra en juego; ahora bien, la fuerza de un pueblo sí se pone a prueba, por lo menos desde el plano militar y tecnológico.

Saludos cordiales,
Raúl H.

Daniel Salas dijo...

En un rato comento el comentario de Raúl, el único oponente interesado en argumentar.

Por ahora, creo que es mejor dejar el juicio de quién gana o quién pierde a los lectores, no a los que tomaron partido en esta la discusión. Yo no he visto de parte de Tonsman y sus defensores que hayan derribado mis principales objeciones que se pueden reducir a tres puntos: ausencia de conocimiento de la historia de la guerra, imposibilidad práctica de aplicar sus ideas y uso anticuado de categorías anticuadas como "civilización" y "raza".

César Inca Mendoza Loyola dijo...

HOLA A TODOS, LES SALUDA CÉSAR MENDOZA.

Al leer estos mensajes, se me vienen a la cabeza las siguientes reflexiones.

1.- Para empezar, una constante de los discursos revisionistas de la Modernidad en aras de reivindicar añoradas estructuras sociales y conceptuales pre-modernas es criticar frontalmente el carácter cosificante de la racionalidad moderna que procura “impunemente” homogeneizar la múltiple y ecléctica realidad inherente al hombre como sujeto y como comunidad.

2.- Esta apreciación es certera pero cae en una parcialidad un tanto “ingenua” cuando ignora esa otra capacidad rebelde y autocrítica que la racionalidad moderna posee y ejercita cada vez que hace un balance exhaustivo de sus logros, proyecciones y desatinos a lo largo de la historia y a través de las diversas regiones del mundo.

3.- La propuesta de la añoranza pre-moderna denuncia la cosificación pero plantea la recuperación de una cosificación anterior, la del Antiguo Régimen, la que objetivaba la esencia humana y la colocaba en un esquema de jerarquías (sociales, espirituales, políticas, religioso-cósmicas, etc.), esquema que se validaba a partir de una comprensión “inapelablemente objetiva” de lo que es la “esencia” de una cultura, un ethos, una comunidad, una civilización, un horizonte de significados lo más férreo posible.

4.- Esto último es una negación frontal y peligrosa del carácter dinámico e imprevisiblemente creativo del logos, esa fuerza espiritual que marca y regula lo más propio de nuestra humanidad en todas nuestras acciones y pasiones, las motivaciones que las empuja y sus efectos. Implica un atentado voraz contra el hombre mismo.

5.- A contrapelo de su tendencias instrumentalistas y reductoras, la racionalidad moderna ha sabido hacerse eco de esa dimensión creativa del logos, generando propuestas filosóficas, artísticas, literarias, de acción social, de crítica política, etc., donde se puede replantear mil y una reorientaciones desde las cuales podamos manejar las diferencias, resolver los conflictos y reinventar las condiciones de convivencia entre las diversas racionalidades que comparten nuestro mundo. Tal como señalé anteriormente, la policromía multidimensional de la racionalidad moderna le permite crear campos abiertos para nuevas ideas exigidas por cada tiempo nuevo. Esto es algo que no pueden y no quieren prometer las ideologías de la añoranza, pues se hallan en las antípodas de la autorreflexión.


Aquí me despido hasta una nueva ocasión.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado César:

Gracias por tu muy sesuda reflexión. Es precisamente lo que pienso. Los antimodernos caricaturizan la modernidad (individualismo, desarraigo, neutralidad), y desconocen la autocrítica moderna. Por eso denunciao su profundo desconocimiento de Hegel y los románticos (desconocimiento basado en una no-lectura o en una lectura indirecta, de manual).

Saludos,
Gonzalo.

Ricardo Milla dijo...

Estimado Gonzalo:

No entiendo tu manera de proceder. Primero me dices estimado y me hablas muy cordialmente, pero ahí mismo ves que pongo el dedo en la herida en lo que respecta a la PUCP, la cual admiro, te pones muy susceptible. En verdad no quiero que me tengas rencor ni nada parecido.

Ahora, yo creo que la PUCP tiene una línea de pensamiento, entre las tantas que hay, que es un lastre. Y creo, además, que con la entrada del Cardenal las cosas mejorarían. No me trago el cuento de la República (la gorda) que el Cardenal desea dinero y es movido por esto (ya bastante tiene, para qué mas?). Si nos abrimos al diálogo con la entrada del Cardenal no tendría por qué ser la PUCP un lugar cerrado, conservador y confesional, pues si eso fuera así yo mismo estaría en contra. Sólo creo que en tanto en cuanto la Iglesia con representante tenga más presencia será más libre esa Universidad a la que todos queremos.

Por otro lado espero tener más tiempo para comentar lo dicho por Raúl Haro y Daniel Salas. Es un debate interesante, al cual Daniel debe responder pues lo expuesto por Raúl es contundente.

Saludos cordiales,
Ricardo.

PD: Sí pues, el anónimo se pasa con el nombre. Si lo leí. También hay gente de esas que molesta en mi blog.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Ricardo:

El tema de la PUCP es muy sensible - hay que entender eso, amigo -, y lo conozco desde dentro. Creo que JLC no tiene nada que hacer allí, salvo lo que se estipula acerca del cargo de Gran Canciller. No confío en el personaje ni en su trayectoria. Creo que hay buenas razones para desconfiar. Me parece que su incursión daña a la PUCP. Prefiero una PUCP sana y plural.

Saludos,
Gonzalo.

Ricardo Milla dijo...

Estimado Gonzalo:

Yo quiero una PUCP como tú. Esperemos lo mejor. Yo estoy a favor del Cardenal, pero más lo estoy a la verdad y la vida.

Saludos,
Ricardo.

Daniel Salas dijo...

Estimado Raúl:
Me refería a los posibles sentidos de tu pregunta precisamente para entender qué puede querer decir. Como sabes, esto se llama análisis del lenguaje. Un mismo enunciado puede significar varias cosas, algunas con sentido y otras no. "No hay que perder la cabeza" tiene varios sentidos, algunos relevantes, otro absurdos.
Como sabes también, buena parte de los errores intelectivos se producen cuando no tenemos en claro lo que queremos decir con las palabras que usamos. "El alma nacional" no es la misma que el alma de la persona (tal como la define Santo Tomás, por ejemplo). De la misma manera, la "identidad nacional" no puede ser análoga a la identidad de un sujeto. Las metáforas suelen salir con trampa y pueden ser convincentes pero también pueden ser muy peligrosas.
¿Existe el temple de un pueblo o más bien existe el temple de una persona o de varias personas? ¿Existe la "civilización occidental" o más bien existe una frontera ideológica que distingue a Oriente de Occidente, pero que no puede dar cuenta de la diversidad de la experiencia humana?
Nada de eso se plantea Tonsman. Él da por sentadas categorías sin someterlas a un análisis crítico y sin ponerlas a prueba en una situación concreta. Están refiriéndose a una ficción usando conceptos surgidos de la ficción. Esto es justamente lo que Borges llamó “el lenguaje de Tlon”, cuyo orden no es de hombres sino de ángeles. En el planeta en el que vivimos, las guerras se producen por intereses concretos, no siempre visibles a los ojos del analista, pero eso no quiere decir que no existan. No se producen, como sugiere Tonsman, a consecuencia del choque entre visiones diferentes.
Volvamos a la frase de Tonsman que me causa pavor:
“La guerra sólo es lícita si es una lucha por el reconocimiento…”
Esta frase claramente implica que si no hay necesidad de reconocimiento, el ejercicio de la guerra no es lícito. Tonsman dice literalmente “sólo es”, con lo cual está proponiendo una condición sine qua non. Según la doctrina de Tonsman, si Estados Unidos es invadido o atacado, no puede responder con la guerra, ya que no hay duda de que Estados Unidos no es un país que necesite luchar por su reconocimiento. Esto es absurdo e inaplicable, por supuesto. No veo qué utilidad se le puede sacar a una idea de este tipo y no veo a partir de qué experiencia Tonsman puede sacar estas conclusiones. Hasta donde yo entendía, la guerra sólo es lícita cuando hay una causa justa. Estados Unidos la tuvo contra Afganistán pero no contra Iraq. Mi sospecha, entonces, es que Tonsman quiere quitarle a las potencias el derecho de hacer la guerra, ya que éstas no necesitan ser reconocidas. En cambio, se le da derecho a hacer la guerra a cualquier nación que busque su “reconocimiento”.
El segundo problema con las ideas de Tonsman y con lo que tú mismo propones es la insistencia en que las guerras las hacen los pueblos. Este es un pésimo consejo porque en el mundo en que vivimos es mejor que las guerras sean realizadas por los ejércitos profesionales. El pueblo siempre va a sufrir el impacto de una guerra pero eso no quiere decir que no sea mejor que el ejercicio bélico esté ejercitado por los especialistas y que la guerra no se extienda a la población civil.
El tercer problema es el carácter terapéutico y constructivo que Tonsman le quiere dar a la guerra, para lo cual confunde maliciosamente la posibilidad de procesar un hecho doloroso y convertirlo en una forma de mejorar nuestra actitud ante la vida (lo que es loable) con la necesidad de atravesar necesariamente la violencia a fin de alcanzar la madurez (lo que es reprobable, porque convierte a la violencia en un ritual de iniciación). Sin duda, el atravesar una enfermedad grave o perder a un ser querido pone a prueba nuestro carácter pero yo no te desearía, Raúl, que te enfermases ni que pierdieses a una de las persona que quieres incluso si pudiera prever que tales experiencias habrán de poner a prueba tu temple. La propuesta de Tonsman es contundentemente inmoral porque sostiene que es bueno para el carácter de un pueblo hacer la guerra.
Yo no sé en qué momento hemos perdido el horizonte ético al punto de que alguien educado como Dick (a quien ahora llaman “doctor” siendo el caso que yo conozco a varios doctores y no se me ocurre tratar a nadie con ese apelativo que se usa normalmente para ridiculizar o bromear) llegue a sostener que la guerra debe realizarse a fin de moldear el carácter de un pueblo. La guerra es una peste y debe ser evitada hasta donde sea posible. Sólo una causa justa la convierte en lícita. Lao Tse escribió “El verdadero general vence y no se jacta. Vence porque ese es su oficio”. Y creo que tiene razón: en primer lugar, un ejército gana una guerra no para vanagloriarse, no para crecer moralmente, no para buscar reconocimiento, no para alcanzar la gloria sino para cumplir una misión; en segundo lugar, un ejército gana una guerra porque está preparado para ella y porque ser soldado es una profesión necesaria para la paz de la república. En lo posible, no debe pelear “el pueblo”. Sin una misión y sin una causa, la guerra carece de sentido, se convierte en mera rapiña, en un burdo abuso y tal manera de entender la violencia es una inmoralidad que debemos repudiar. Si Dick no lo tiene claro (porque lo nubla el puesto de gurú en el que algunos incautos lo han colocado), yo sí.
El cuarto problema se refiere ya a lo que mencionas y que te parece problemático en torno a la conclusión de que, siguiendo tus ideas y la interpretación que yo le doy a lo que escribe Tonsmnan, tendríamos “un pueblo por cada enemigo”. Esto lo concluyo a partir de “output” o “salida” que puede producir la guerra. Tus ideas y las de Dick parten de la noción de que existe una tradición que da forma a un pueblo y que esta tradición se forma en la historia, uno de cuyos actos cruciales es la guerra. Dicho de otra manera, tú y Dick parecen creer que el “input” es equivalente al “output” sólo que el segundo es una versión mejorada, ya que ha pasado por una experiencia que ha afinado su temple. Yo pienso exactamente lo contrario: mi idea es que la guerra, como muchos otros procesos históricos, tiende a destruir la tradición y a construir otra. El “output” puede llegar a ser totalmente diferente al “input”. Una narrativa ulterior pretenderá armar una continuidad (por ejemplo, cuando se dice que los peruanos “descendemos de los Incas” , lo que es falso); esto es lo que se llama la “invención de la tradición”, un artificio narrativo que se desarma cuando examinamos los detalles y cuando comprendemos el transfondo ideológico con el que se escribe la historia.
Como ya expliqué, no existían los indígenas hasta que llegaron los blancos. La guerra de conquista no confirmó la tradición de los nativos. Por ello, no puede decirse que puso a prueba su “temple”, ya que el “output” es un producto en el que no se puede reconocer al “input”. Los nativos fueron conquistados y reformados, sus identidades y sus naciones fueron deshechas. ¿Dónde puede observarse el temple de “su pueblo”, Raúl?
En conclusión, hay dos formas narrativas tradicionales de la violencia: en una, la violencia es como un cataclismo que transforma el mundo (lo que se conocía como “pachacuti” y ahora se conoce como “revolución”); en otra, la que parece inspirar a Dick Tonsman, la violencia depura a un pueblo y confirma sus tradiciones. Es como una prueba por la que es menester atravesar para llegar a la madurez. Entiendo que un filósofo (quien por definición debe poseer un espíritu crítico) debería entender la trampa con la que operan estas dos formas de narrar la violencia (una sería de izquierda, la otra de derecha o conservadora). Entiendo además que un filósofo debería darse cuenta de que la primera omite que los ciclos de violencia no hacen sino repetir el principio del sacrificio humano como acto “transformador”, con lo cual en realidad no hemos cambiado nada, ya que perpetuamos el principio sanguinario del acto fundacional de la comunidad; la segunda da por sentada la continudad entre el pasado y el presente, siendo el caso que el acto de violencia puso fin a una tradición y produjo otra. Se trata de un tradicionalismo meramente imaginado, que silencia el pasado y le hace decir lo que queremos decir ahora de acuerdo con nuestras conveniencias.
Saludos.

Gonzalo Gamio dijo...

Excelente comentario, Daniel, muy claro y preciso.

Saludos,
Gonzalo.

Raúl Haro Gonzales-Vigil dijo...

Estimado Daniel:

Prometo responderte in extenso el día de mañana o en unas horas, pero sólo quería decirte que en tu argumentación no has respondido nada de lo que te he dicho. Sobretodo porque haces de mi comentario dependiente del de Tonsmann cuando este es independiente, además que no respondes directamente nada de lo que te respondí en mi comentario, sino que en cada momento utilizas tu sesgada visión e interpretación de lo que he escrito. La mayoría de lo que has puesto es a mi entender una petición de principio que pretendes erigir como válida, cuando en realidad parecieras no haber entendido lo que he escrito, cayendo en una interpretación absolutamente sin fundamento. Sería bueno que hubieses dado respuesta a mi último comentario en vez de volver a responderle a un fantasma creado por tu mente e interpretado tomando como base la única defensa que te quedaba, que era volver de nuevo a Tonsmann así evadiendo las objeciones puntuales que te puse en mi último comentario.

Saludos,
Raúl H.

Ricardo Milla dijo...

Jajaja... Asu! Te están dando duro, Daniel. No mentira. A ver. Creo que todo lo que dices Raúl es correcto. Te basas en prejuicios infundados. No has entendido nada de lo dicho por Raúl.
Y, bueno, Gonzalo te tiene que tirar rosas y estallar cohetitos. Esta bien. Se tienen que apoyar. Pero es pura palanbrería, porque, más allá de tu buena pluma, no respondes a nada.

Saludos,
Ricardo.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Ricardo:

Me parece que ni yo ni Daniel cultivamos la lógica de la "barra brava", esto es, apoyarse incondicionalmente en los debates. No sé cómo será en el caso de los "coaligados". Nosotros apreciamos los argumentos: por eso mismo deberías justificar tu "diagnóstico" del debate.

Saludos,
Gonzalo.

Daniel Salas dijo...

A ver, Raúl, ya que tú sí has entendido, ¿me puedes decir exactamente qué debo responder? Y he planteado problemas muy concretos en la argumentación de Tonsman y de Haro. Veo una gran diferencia entre el primero (confuso, abstruso y falto de apoyo empírico) y el segundo (claro y contrastable). Pero también hay algunos elementos en común y, dado que en primer lugar estaban defendiendo el texto de Tonsman, simplemente volví a la fuente original para explicar dónde se halla la debilidad de sus argumentos. Si Haro no está de acuerdo con Tonsman, debería explicarlo también; pero yo entendía su intervención como una manera de salvar algunos puntos de Tonsman. Yo, sinceramente, no encuentro ninguno que valga la pena rescatar.

Daniel Salas dijo...

Una errata: en mi anterior comentario quise decir "A ver, Ricardo...." Lo siento.

Raúl Haro Gonzales-Vigil dijo...

Estimado Daniel:

Daniel para hacer interpretaciones de lo que dice alguien no puedes basarte en tu imaginación del sentido que puede tener, debes basarte en la evidencia del pensamiento del autor, o en último caso aceptar tu ignorancia y no sacar conclusiones porque se te ocurrió.
Primero, Daniel, cuando utilicé la palabra temple no lo hice basándome en su carácter analógico únicamente, sino en el hecho que los seres humanos modulan su existencia a partir de un sistema de creencias y modos que sirven como base para su intercambio con el ambiente. Es patente que el ser humano no se enfrenta desde la nada con su mundo, sino que actúa y se despliega en base a los criterios que le vienen dados de su entorno cultural. Ahora que cada individuo pueda desligarse de su tradición es cierto, pero que la tradición en la que nace influye en su adaptación también es cierto.
Es imposible Daniel que me niegues que existen tradiciones, y que estas son sistemas de ideas y creencias que comparten ciertos grupos humanos. Esa es una evidencia a todas luces, existen creencias con las cuales nos encontramos desde que nacemos y que modulan nuestra instalación existencial. Tu pregunta es engañosa Daniel, me preguntas si el temple es de un pueblo o de un grupo de personas...pues yo te respondo que no conozco una substancia individual llamada pueblo y que por ende sólo puedo hablar de grupos de personas, y es a ellas que se encuentran inscritas en una determinada cosmovisión que les estoy aplicando mi análisis. Si hubieses leído con detenimiento mi último comentario, te hubieses dado cuenta que nunca hable del pueblo como SUSTANCIA.
Segundo, en el tema de la guerra y el análisis que hiciste del por qué se inician, ya te había dicho que concordaba contigo en que es un patrón el que se inicien por intereses políticos y económicos, así que no veo porque lo traes de nuevo al debate.
Tercero, lo que dices sobre cuándo una guerra es lícita o no, yo nunca he dicho cuál es mi pensamiento al respecto, así que no veo porque lo pones en un comentario que pretende responder a lo que yo he dicho...By the way...no sé si exista propiamente una causa justa para hacer una guerra (que siempre es ocasión para los crímenes más atroces en contra de las personas y sus derechos), a nada menos que sea por extensión del principio de legítima defensa y en búsqueda del bien común.
Cuarto, es obvio Daniel que cuando hablé de pueblo o grupo humano lo hice en sentido genérico y no para referirme a la población civil (por ende están incluidas las personas que pertenecen a las fuerzas armadas de dicho grupo humano o pueblo). En serio Daniel no veo de donde sacas que yo postulo lo contrario. Supongo que decir que vaya el pueblo a pelear sería para que tomara un antipsicótico jaja. Este punto sí me pareció que no tenía ni pies ni cabeza Daniel...supongo que habrá sido una simple ironía de tu parte o un intento de llevar al ridículo lo que piensas que contradice tu pensamiento...sino en verdad no entiendo una interpretación tan peculiar -por no decir extraña- de tu parte en este punto.
Mira, yo creo que una guerra siempre debe ser evitada en la medida en que sea posible, si bien también creo que la guerra es una ocasión para el crecimiento de las personas y de las tradiciones. Con esto último no quiero decir que vea como deseable que existan las guerras, sólo estoy diciendo que es un facto que existen y que de éstas puedan surgir ciertos factores positivos.

Saludos Cordiales,
Raúl Haro.

Raúl Haro Gonzales-Vigil dijo...

Estimado Daniel:

Continúo con mi comentario...

Tengo que reconocer que le tengo admiración a Dick, y no porque lo considere un gurú ni porque esté de acuerdo en todo lo que dice, sino porque es un gran ser humano y es una persona muy culta que lo que menos pensaría de él es que su pensamiento es inmoral ni mucho menos.

Ahora, mencionas en tu último comentario comentario que la guerra tiende a destruir la tradición y construir otra...pues a mí no me es evidente tu conclusión. Al contrario, me parece que es racionalmente insensato pensar que en una guerra los valores culturales y las creencias de un grupo humano se pierden totalmente y se destruyen, lo que muestra la evidencia histórica al contrario es que incluso los pueblos conquistados y a los que se le impone una cultura, tienden a desarrollar usos culturales que si bien integran lo nuevo que les ha venido dado, no dejan totalmente de lado lo que era característico de su cultura. Es por ejemplo emblemático el modo como los distintos pueblos "indígenas" incorporaron el catolicismo a sus usos, pero con nuevas manifestaciones, propias de su tradición.

El carácter histórico de la existencia humana es un dato que no me parece posible de ser refutado Daniel. El pasado no determina el presente ni el futuro, pero sí los condiciona. Asimismo, el pasado es un factor que influye en el presente en tanto que se actualiza en la vivencia de las costumbres y de las creencias de un grupo determinado, así como también es en el pasado donde se han desarrollado diversas circunstancias que sirven de virtualidades para el despliegue del ser humano en sociedad.

Saludos Cordiales, Raúl Haro.

Raúl Haro Gonzales-Vigil dijo...

Estimado Gonzalo:

En mi descanso de estudiar para mi parcial de mañana he leído tu texto sobre secularización. Me pareció interesante, después lo comento. Es interesante poder contrastar ideas contigo y Daniel, así hayan aspectos en los que discrepamos.

Saludos,
Raúl Haro

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Raúl:

Excelente. será un gusto conocer tus impresiones sobre mi texto.

Saludos,
Gonzalo.

Ricardo Milla dijo...

Estimado Raúl:

Rescato unos puntos de todo lo que mencionas;
"

1. Es imposible Daniel que me niegues que existen tradiciones, y que estas son sistemas de ideas y creencias que comparten ciertos grupos humanos.

2. SUSTANCIA

3. yo creo que una guerra siempre debe ser evitada en la medida en que sea posible, si bien también creo que la guerra es una ocasión para el crecimiento de las personas y de las tradiciones. Con esto último no quiero decir que vea como deseable que existan las guerras, sólo estoy diciendo que es un facto que existen y que de éstas puedan surgir ciertos factores positivos.

"

Son apreciaciones serias de las cuales todos (los que tenemos una racionalidad práctica mínima y un respeto por lo que es) podemos aceptar comos ciertas.

Son agudos tus comentarios y no lo digo porque seas mi amigo sino porque hay mucho de cierto en tus argumentos.

Saludos,
Ricardo.

Ricardo Milla dijo...

Estimado Gonzalo:

No es una barra brava. Pero debes admitir que tu también felicitas a discrción a quien quieres y repudias así de la misma manera. Por ello no sé qué me reprochas.

Saludos,
Ricardo.

Ricardo Milla dijo...

Estimado Daniel:

Bueno, uno de mis comentarios tal vez haya sido un poco laxo y me disculpo si eso te inquietó. De hecho creo que escribes muy bien, pero que en la conversación que has tenido con Raúl Haro has estado respondiendo cuestiones que eran muy, sino totalmente, llevadas por otros linderos por los cuales no iba mi amigo. Lo que quiero decir es que hablabas de cuestiones que no tenían que ver con lo esgrimido por Raúl. No tengo por qué señalarte una u otra cosa, pues él ya lo hizo repetidas veces; sólo te instaba a que des cabida a que estabas hablando de algunas cositas que se habían salido del lugar de la argumentación central.

Yo admiro bastante al Dr. Tonsmann, como persona, amigo, cristiano y maestro. Todo ello no significa que diga amén a todo lo que expone, pues siempre estoy en actitud crítica en pos del conocimiento cierto y verdadero. No obstante creo que tu juicio sobre él es apurado, pues en La Coalición discutió a una altura admirable y digna de elogio, alabanza y loa. Lo que dices hace muestra, o eso parece, de que no has entendido casi nada de lo dicho por Tonsmann. Sólo eso.

Por último creo que, si bien la discución es muy buena pues aumenta el conocimiento, se puede buscar puntos en común.

Saludos,
Ricardo.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Ricardo:

Lo único que digos es que si no concedes a alguien la razón, explíca porqué.

Saludos,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Ricardo:

Veo que en tu blog he pasado de la lista "Blogs de corte intelectual" a "Otros blogs".

He sido desterrado. no puede ser.... ¿Qué pasó, amigo? No será por mi condición de "caviar" / "liberal de izquierda" ¿no?

Saludos,
Gonzalo.

PVLGO dijo...

Edward Said, "The Myth of the Clash of Civilizations" 1
http://www.youtube.com/watch?v=boBzrqF4vmo

Daniel Salas dijo...

Algunas respuestas:

Si el debate se reduce a lo que expone en su último comentario Raúl Haro, entonces no hay nada mucho qué debatir porque la discrepancia se reduce al mínimo.

1. Yo nunca he negado la existencia de las tradiciones. Claro que existen. Pero de la existencia de las tradiciones no se deriva que uno deba ser tradicionalista. También creo que, sin duda, existen los individuos. Pero de ello no derivo que deba ser un "individualista". En realidad, nadie me ha dado buenas definiciones de "tradicionalismo" o "individualismo" que pueda suscribir.

2. Obviamente, la manera en que un grupo de gente reacciona ante un hecho traumático como la guerra está en buena parte definido por sus creencias y sus maneras de actuar. Yo no llamaría a ese conocimiento y a esa disposición para actuar propiamente "tradición" sino "habitus", un término de Bourdieu que me parece más preciso.

3. El problema es que decir que la cultura o la tradición se ponen en acto durante la guerra es una trivialidad. La cultura se expresa en todos los actos humanos que impliquen sentido: la escritura, la comida, la indumentaria, el cortejo, las maneras en la mesa, la religión, los deportes, etc. Jamás he negado que la cultura exista y que no informe la manera en la que actuamos.

4. La guerra, como cualquier trance que implique sufrimiento, puede ser una oportunidad para el crecimiento de las personas. Sí, pero también es verdad que las personas pueden morir o bien puede sufrir un trauma sicológico tan grave que pierdan, por ejemplo, el sentido de la moralidad.

5. Yo he estado discutiendo las ideas de Tonsman y entendía que Raúl estaba tratando de rescatar algunas de ellas. Ahora veo que no era así. Vean cómo Raúl va progresivamente aclarando sus puntos de vista hasta hacerlos irreconciliables con los que sostiene Tonsman.

6. Las guerras pueden destruir las tradiciones. He dado un ejemplo bastante contundente: el mundo andino contemporáneo no tiene nada que ver con el mundo andino en la época del Tahuantinsuyo. Hay reapropiaciones de las tradiciones incaicas en algunos discursos, como el Humalismo, por ejemplo, pero eso no es lo mismo que sostener que haya una continuidad entre un universo cultural y el moderno. Aquí tenemos un caso bastante claro de destrucción de la tradición y de reconstitución del mundo bajo categorías completamente diferentes.

Daniel Salas dijo...

Sobre lo que sostiene Ricardo:

Mi estrategia en este debate es la misma que aplico en cualquier crítica. Consiste en analizar el texto y desnudar sus fundamentos ideológicos y sus contradicciones. Por eso a Raúl le parece que yo estoy concluyendo cosas que él no ha dicho.

Creo que, a pesar de todo, hay una importante discrepancia que tiene que ver con la manera en que entendemos la tradición y el peso que le damos en la ponderación de las acciones humanas, especialmente las acciones colectivas.

Para que quede claro, yo encuentro dos problemas en el tradicionalismo. Uno descriptivo y otro normativo.

1. Descriptivamente, el gran problema con el tradicionalismo es que se presenta como una continuidad prístina, fiel a los orígenes, siendo el caso que el tradicionalismo es un mero recurso discursivo que transforma la tradición y la recontextualiza de acuerdo con los intereses y las circunstancias de los actores.

2. Normativamente, la tradición no puede privilegiarse como respuesta a los problemas humanos. La tradición puede ser buena pero también puede ser terrible e indeseable. Ante un problema, debemos aceptar la mejor respuesta, sin importar que sea tradicional o antitradicional. Me parece sencillamente absurdo buscar las respuestas en la tradición si hay nuevas ideas que pueden ofrecer algo mejor. Es así cómo la humanidad ha evolucionado, no solamente desde el punto de vista tecnológico, sino moral. Saludos.

Ricardo Milla dijo...

Estimado Daniel:

Lo que apuntas es muy interesante.

La tradición debe ser una autoridad en tanto en cuanto se recojan lo bueno que hay que recoger, así mismo discernir que no es apropiado del pasado -y del presente- que no sean buenos 'at all' para la vida humana, la libertad y el desarrollo de las virtudes.

Saludos,
Ricardo.

Ricardo Milla dijo...

Estimado Gonzalo:

¿Cómo lo debo tomar: en forma de broma o de resentimiento? Jajaja.

Bueno, como no aparezco en ningún sitio de tu blog, pensé en sacarte, pues... Como eres de izquierda y yo de derecha no puedo hacer propaganda de quien es mi otro schmittsiano...
Jajaja...
No, en verdad, quería ver si lo notabas.

¿Aún sigue en pie la invitación a conversar?

Saludos cordiales,
Ricardo.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Ricardo:

Claro, conversemos personalmente.

La razón por lka que no he puesto a nadie es que no sé cómo hacerlo. Díme cómo.

¿Vas a reponerme? ¿O esa columna es sólo para metapolíticos? Jajaja.

Saludos,
Gonzalo.

Raúl Haro Gonzales-Vigil dijo...

Estimado Daniel:

Estoy de acuerdo en que el aceptar la existencia de la tradición y del individuo no te hace ni tradicionalista ni individualista. Creo que es un hecho evidente lo que mencionas, ya que toda elección supone una valoración compleja de la realidad aprehendida.

Nunca dije que la tradición fuera la disposición a actuar, sino que dije que la tradición es el sistema de ideas que subyace a la modulación de la acción. A la disposición en sí misma yo también le llamaría hábito.

Siguiendo la definición de Ortega cultura puede ser entendido como todo quehacer del yo con las cosas. Entonces en ese sentido es obvio lo que dices. Pero es importante resaltar cómo los estresores sociales influyen de manera particular en la cultura.

Nunca hice mi exposición en función de defender lo dicho por Tonsman, sino que lo hice en función de considerar lo que consideraba verdadero en el debate en sí mismo.

Yo tampoco soy un fiel seguidor de la tradición en sí, y es cierto que la tradición no puede privilegiarse por el hecho de ser tal. Estoy de acuerdo en que es mejor discernir en cada momento la mejor opción. Nunca he sido partícipe de esa frase de que todo tiempo pasado siempre fue mejor. Muy buen debate Daniel.

Saludos Cordiales,
Raúl Haro

Ricardo Milla dijo...

Estimado Gonzalo:

Me parece bien.

Ya te enseñaré como. Siempre me agarran de arreglador de Blog: Raúl Haro, Sofía Tudela, La Coalición, etc. Jaja...

Sí, te he repuesto. Ti blog es muy interesante, puede que no esté de acuerdo con muchos aspectos, pero tiene rigurosidad y está bien estructurado. Aunque personalmente me gustan más los textos filosóficos y no tanto los que son medios como que de periódico.

Mi blog apoya la pluralidad del pensamiento y está contra todo fanatismo. Por eso recomiendo blog que no necesariamente piensan como yo o parecido.

Saludos,
Ricardo.

Julio H. Correa S. dijo...

Saludos a todos:

Con la venia del administrador del blog, me permito introducir un link para que entre otros, el inefable Daniel Salas se entere de las verdaderas razones que mueven a los pueblos nativos de nuestra amazonía, en esta manifestación de inconformidad frente al sistemático y secular expolio que la occidentalidad, una vez mas, realiza contra los mismos, aun en esta pretendida versión aséptica de la modernidad neoliberal, en la que se identifican dogmáticamente los intereses empresariales con los de todas las etnias amazónicas, continuaré luego...

http://www.youtube.com/watch?v=c18UbkTAcLs&feature=related

Julio H. Correa S. dijo...

COMENZÓ EL GENOCIDIO:

Es absolutamente lamentable, la decisión del gobierno aprista, de mostrar las fauces del leviatán estatal mediante la represión militarizada indiscriminada contra población civil indígena y mestiza.

Un ordenamiento jurídico que no garantice la solución institucionalizada de los conflictos, que permita discriminar la legitimidad mayor de los intereses de unos sectores sobre los de otros, simplemente se desligitima y pierde razón de ser.

El orden constitucional del Perú establece que la persona es el fin primordial del Estado. Es tragicómico, escuchar al impresentable que tenemos por presidente, que los indígenas estarían defendiendo intereses extranjeros, o sea ya pues, después de esto macondo queda como la zapatilla, al lado de la capacidad de realismo mágico de este venal presidente.

Hasta dentro de un momento