Gonzalo Gamio Gehri
I
En una nota del diario conservador Correo, Carlos Meléndez me acusa de distinguir de manera antojadiza entre “ciudadanos” y “fujimoristas”:
En una nota del diario conservador Correo, Carlos Meléndez me acusa de distinguir de manera antojadiza entre “ciudadanos” y “fujimoristas”:
“Pensemos en el ciudadano fujimorista "de a pie" (no como Gonzalo Gamio, que opone "ciudadanos" versus "fujimoristas")”.
Me extraña la mención (por demás gratuita), y lo que en ella se insinúa. Quisiera saber en qué texto yo planteo esa distinción, o excluyo explícitamente a los fujimoristas de la condición ciudadana. Nunca he sugerido nada parecido: creo que la lectura que hace Meléndez de mis textos no es la correcta y presenta serias imprecisiones conceptuales. Cuando ha pretendido justificar su lectura, algunas falacias han aparecido. He sostenido que los individuos son titulares de derechos y agentes políticos, y la constitución y las leyes reconocen esta condición en ellos sin distingos de cultura, raza, género, etc., y por supuesto, sin hacer distingos en razón de sus creencias políticas. Uno puede ser incluso contrario a la democracia y a los Derechos Humanos, y eso no modifica un ápice su condición de ciudadano.
Tampoco he sugerido que los fujimoristas tengan una conducta no racional. Ser racional es actuar conforme a principios, de modo que se pueda reconstruir mi acción – y la de los otros – reconociendo móviles, medios, fines, etc. En suma, ser capaz de actuar de modo inteligible. Nunca he dicho que los fujimoristas sean irracionales: actuar o movilizarse buscando la eficacia o la "mano dura" también es parte de una conducta racional. Que se trata de propósitos discutibles, incluso cuestionables, es evidente. Puedo discrepar respecto de sus principios (incluso considerarlos inmorales), así como cuestionar la legitimidad de sus medios, pero eso no equivale a consoiderarlos irracionales.
Quisiera recordar algunas ideas que he esbozado antes sobre la doble raíz del concepto de ciudadanía (antigua y moderna). Voy a sostener que nos definimos como ciudadanos apelando a la concepción clásica (“agentes políticos”) y a la concepción ilustrada / liberal (“sujetos de derechos”). Voy a poner énfasis en el tema de la participación.
II
Si examinamos la tradición filosófico-política occidental, constatamos que desde ésta se han construido dos grandes concepciones de ciudadanía. La primera – la ciudadanía como condición -, nos remite a la génesis misma del pensamiento liberal. La segunda – la ciudadanía como actividad – tiene un origen clásico. Mostraré en que medida una comprensión compleja del agente político de las democracias tardomodernas incorpora los elementos de ambas perspectivas[1]. Ambas imágenes de la ciudadanía aportan articulaciones de valor a la democracia y a la cultura de los Derechos Humanos.
La primera concepción de ciudadanía es un desarrollo del esquema liberal, centrado en la condición política y legal de los individuos como titulares de derechos inalienables (y deberes para con la preservación de la sociedad y el cuerpo político que garantiza tales derechos). El nacimiento y los procesos de naturalización confieren al sujeto el estatuto de ciudadano. Esta perspectiva se nutre teóricamente de las filosofías del contrato social, que conciben la estructura básica de la sociedad como producto de un hipotético acuerdo voluntario entre individuos libres e iguales, que deciden configurar los principios que regulan la vida común y dan forma a las instituciones. Las ‘partes’ del contrato eligen estos principios desde una supuesta situación de imparcialidad – el Estado Natural en el contractualismo clásico, la “posición original” en el planteamiento de John Rawls – a la que acceden al ‘poner entre paréntesis’ sus concepciones de la vida buena, así como la información con la que cuentan acerca de su lugar en el sistema socioeconómico e incluso el conocimiento de sus talentos naturales. El Estado natural y la “posición original” constituyen imágenes antijerárquicas de la vida social; nos recuerdan que la fuente de legitimidad del poder constituido reside estrictamente en el consentimiento racional de los individuos.
El cuerpo político concede a todos los individuos iguales privilegios y prerrogativas a todos los individuos, protege sus vidas, su libertad y sus propiedades (he aquí el germen de los llamados “Derechos Humanos de primera generación”). El Estado – por encargo de quienes componen la sociedad – vela por el estricto cumplimiento de la ley, pero deja un amplio margen de libertad (entendida en este punto como un espacio de no intervención) en el ámbito privado. De este modo, las personas pueden discutir o elegir sus visiones personales de aquello que le confiere sentido a su existencia, o pueden decidir sin obstáculos (siempre y cuando no vulneren la ley) qué asociaciones crear o qué clase de creencias suscribir o abandonar. El Estado debe garantizar que estas decisiones puedan concretarse, pero él mismo no puede inmiscuirse en el proceso de decisión, que es responsabilidad exclusiva de los individuos. Más adelante, se crearon instituciones internacionales cuya función residía precisamente en garantizar esas libertades ante los Estados.
La segunda concepción describe la ciudadanía como una forma de vida. Nos remite a la definición ofrecida por Aristóteles en la Política, según la cual ciudadano es aquel que a la vez gobierna y es gobernado[2]. Es gobernado porque se atiene a las decisiones que se toman en las asambleas; es gobernado porque acata las directivas de las autoridades legítimamente constituidas. Pero también gobierna, en tanto participa activamente en los debates públicos realizados en las reuniones de las asambleas, y ha intervenido en los procesos de elección de los representantes de su comunidad. En esta línea de reflexión, el ciudadano es un agente político, que construye con sus iguales – a partir de la palabra y de la acción – un destino común de vida. Si para la interpretación liberal ejercicio de la política constituye para las personas una opción vital entre otras, de modo que puede elegir replegarse y comprometerse con otras actividades, en la versión clásica se convierte en el corazón mismo de la ciudadanía.
Se trata de dos interpretaciones de la ciudadanía que son complementarias en una democracia constitucional inserta en la cultura de los Derechos Humanos (con primacía de la primera sobre la segunda). La ciudadanía como condición pone énfasis en las formas de protección del individuo que los Estados deben observar rigurosamente, con el fin de que éste pueda encontrar – al interior de espacios sociales libres de violencia y coacción ilegítimas – sus propias formas de realización. Esta perspectiva supone una cierta cultura legal (y una cierta ‘sensibilidad constitucional’) que lleva al individuo a reconocer el Estado de Derecho como el trasfondo público que garantiza la posibilidad de una vida libre y civilizada. La ciudadanía como actividad nos recuerda a los usuarios de un régimen democrático que podemos ser coautores de la ley y en general sujetos responsables de aquello que sucede con nuestras instituciones. Desde los escenarios abiertos en los fueros del Estado, en los partidos políticos y en la sociedad civil, los agentes pueden realizar funciones de vigilancia y control democrático del poder. Sin ciudadanos alertas, los gobiernos pueden ceder a la tentación de generar políticas autoritarias, o de asumir una actitud concesiva respecto de los casos de corrupción y violación de la ley. La política cívica se pone al servicio de la defensa de los derechos de las personas.
La democracia y la cultura de los Derechos Humanos no puede fortalecerse sin ciudadanos dispuestos a actuar y a denunciar el abuso en donde aparezca. El asesinato, la tortura y las desapariciones forzadas constituyen violaciones de estos derechos, pero también la pobreza y la autocracia, racismo, la discriminación sexual, constituyen lesiones gravísimas contra la humanidad del otro. Es preciso combatir la violencia directa, pero también la violencia estructural que la promueve y la violencia cultural que la legitima (la clasificación es de Johan Galtung). Sin agentes políticos que cultiven el respeto por el otro y estén dispuestos a movilizarse por ello y presionar democráticamente por ello, la Declaración universal de los Derechos Humanos puede convertirse en un saludo más a la bandera. En un país como el nuestro, en donde la extrema pobreza y la ausencia del Estado constituyen un hecho verificable, en el que todavía existen cuatro mil fosas comunes identificadas y sin abrir, está claro que los Derechos Humanos no han sido una prioridad para nuestra (autodenominada) clase dirigente. Incluso en la actualidad, muchos columnistas de la prensa conservadora siguen predicando la impunidad de los perpetradores mientras que no pocos congresistas aderezan cuando pueden inconstitucionales leyes de amnistía. Corresponde a todos los ciudadanos – más allá de las afinidades ideológicas que uno cultive, o de la tienda política a la que se pertenezca, finalmente - comprometerse para que esta historia siga un curso diferente.
34 comentarios:
Gonzalo:
Creo entender que para ti el ciudadano más allá de ser sujeto de derechos, deberes, etc., es una especie de depósito de "virtud", supongo que por influencia de una perspectiva republicana del concepto. Al mismo tiempo, para tí el fujimorismo es todo lo contrario a un régimen liberal y "virtuoso", por lo que resultaría ilógico que "el ciudadano" apoye a fujimori.
El problema aquí entonces es la utilización del concepto del "ciudadano", marcado por un sesgo normativo, como si fuera una categoría analítica suceptible de ser utilizada así nomás en la sociedad.
Saludos,
Hola Gonzalo,
Esta mañana había sacado finalmente el post sobre el populismo en el Perú que llevaba editando por algún tiempo, y leo la portada de Correo sobre la congresista Supa. No pude evitar decir algo en un post que acaba de salir en el GCC. Ahora veo tu post y me entero del curioso artículo del cada vez mejor auspiciado personaje, tan propenso él a las falacias. Veamos.
Silogismo:
Premisas:
1. "Ahora los futbolistas tendremos que hacer algo sobre las barras bravas".
2. "Los aliancistas tienen una propuesta al respecto".
Conclusión:
3. "¿No ve?. Gamio sostiene que los aliancistas no son futbolistas. Muy mal".
Veinte.
Sin embargo, "a la gente no le importa si sus argumentos son falaces o no". Es que lo que vale no es que la causa lleve al efecto, la construcción de la argumentación, sino el efecto que causa, el espejismo que crea. Estamos ante propaganda disfrazada de intelectualidad.
Se habla como si los fujimoristas ya fueran un movimiento sólido (¿por las encuestas Keiko?), se vende el argumento oficialista del "voto vergonzante" en las elecciones de 2000 (en las cuales hubo irregularidades denunciadas nacional como internacionalmente). Se obvia que Fujimori ganó las elecciones pasadas con la ventaja de usar los recursos del estado: la oposición no podía poner su propaganda en los canales de señal abierta.
Notemos nomás esta frase:
"Y como señalan las encuestas, lo seguirán haciendo por Keiko Fujimori el 2011."
Las encuestas se hacen con la pregunta "si las elecciones presidenciales fueran mañana, ¿por quién votaría?". Las encuestas no señalan que "seguirán votando por Keiko el 2011". Pero el autor ya se lanzó con una proyección para dentro de dos años.
En fin. El falaz personaje se ha apuntado con todo a la ola de los que han salido en mancha del armario para arropar al ex-dictador, oficialmente un asesino, y apoyar a su hija.
Seguramente el siguiente artículo de Correo será "El intelectual fujimorista" y será publicado con una primera plana tan amarilla como la de hoy.
Saludos,
Hola Silvio:
Gracias por tu comentario. Tu ejemplo es excelente. Me parece que CM vuelve a incurrir en serias falacias.
Saludos,
Gonzalo.
Hola Rodrigo:
Para mí se trata de dos concepciones complementarias. sin cierta disposición a la acción, el sujeto de derechos se tornaría vulnerable frente al autoritarismo. Si los ciudadanos no están dispuestos a defender el estado de derecho, este podría ser dañado con facilidad. Ello no supone la "virtud" en un sentido pleno.
Saludos,
Gonzalo.
Hola Gonzalo, pero bueno... debes reconocer también que a veces suscribes opiniones que van por el sentido de catalogar a los fujimoristas como "infrahumanos". Eso lo vi cuando apoyaste y transcribiste (haciendo tuyo) el comentario de Falla en el post anterior titulado "Y se hizo justicia". Aqui va para que lo recuerden:
"Siempre me pregunto qué demonios hay en la cabeza de aquellos que aun defienden a Fujimori. ¿Qué tipo de ser humano es aquel que sigue negando lo evidente? ¿Cómo nuestra historia pudo haber parido a un Fujimori y, peor aun, a los llamados "fujimoristas"?.¿Cómo definir a un fujimorista? ¿De qué vida proviene? ¿Qué arrastra en su conciencia? Tendríamos que elaborar una tipología del fujimorista para comprender, de mejor manera, la relación terrible entre el mal y la estupidez”.
Saludos, Eduardo Torres Arancivia,
Eduardo:
Reseñé el comentario de R. Falla, pero no hice mía su posición (tampoco él le niega la condición de ciudadanos, no los despoja de sus derechos).
CM dice que yo excluyo a los fujimoristas de la ciudadanía. Yo digo que eso es falso, que miente y que razona falazmente. Nada de lo que me atribuye se sigue de mis textos. Es un problema que CM afirme tales cosas sin el menor sustento lógico.
Saludos,
Gonzalo.
No seas gracioso pues Gonzalo de tus innumerables post sobre Fujimori se sigue que para ti ser fujimorista (yo no lo soy pero defiendo su politica antisubversiva) es actuar "irracionalmente" mientras que los seguidores de los DDHH son racionales. Ahora si para ti ser ciudadano no es igual a ser racional, entonces si tiene sentido tu critica a Melendez.
Por otro lado, no me queda claro en que se sostiene tu idea de virtud ciudadana, pues esta no solo se basa en la excelencia al desarrollar una actividad sino en que esta actividad tiene que ser acorde a la naturaleza humana (clasicos)
un abrazo
eduardo
Interesante el silogismo del Sr. Hernando. Su validez dependerá de cómo se plantee el enunciado "los ciudadanos son racionales".
Ejemplo 1
1. Todos los ciudadanos son racionales.
2. Los fujimoristas no son racionales.
Conclusión
Los fujimoristas no son ciudadanos.
Conclusión correcta lógicamente.
Ejemplo 2
1. Los ciudadanos suelen ser racionales.
2. Los fujimoristas no son racionales.
Conclusión
Los fujimoristas no son ciudadanos.
Conclusión incorrecta lógicamente.
La corrección lógica de la conclusión dependerá del carácter universal o existencial de la primera premisa.
Ojo que aquí no se está juzgando la validez empírica de las premisas. Que todos los ciudadanos son racionales o que los fujimoristas son irracionales no es algo que sea evidente en la práctica.
Particularmente creo que muchos ciudadanos no actúan siempre tan racionalmente y que muchos fujimoristas actúan racionalmente dados sus intereses y posibilidades. Difícil hacer planteamientos universales para ambas premisas.
Saludos,
Hola Gonzalo,
Tu sabes que no se trata solamente de la interpretación de un párrafo, sino algo que se trasluce a través de tus posts sobre la condena a Fujimori y demás.
Hay un sector de clase media profesional que descalifica de buenas a primeras ("infrahumanos", "irracionales") a los ciudadanos que asumen una posición política fujimorista. Los ciudadanos, los "cívicos", son aquellos que se indignan por la corrupción y por las violaciones a los derechos humanos; los "fujimoristas", "el otro político", simplemente no se le entiende. "Cómo se puede ser fujimorista si su líder es un asesino y ladrón?". Una persona que ha recibido prebendas, que participa del clientelismo, que no está llena de "virtud", no merece, de acuerdo a esta última posición ser ciudadano. Por lo menos no merece ser "uno entre iguales".
Tanto tú, como Martha Moyano, la señora del comedor popular de Campoy y yo somos iguales y tenemos los mismos derechos. Querramos o no, hay que respetar la posición de los fujimoristas. Excluirlos en nuestro mundo ideal griego, no nos ayuda a comprendernos como país.
Saludos,
Estimado Eduardo:
Me parece que tú eres el gracioso, querido amigo. A ver ¿Qué significa ser racional? Ser racional es actuar conforme a principios, de modo que se pueda reconstruir mi acción – y la de los otros – reconociendo móviles, medios, fines, etc. Nunca he dicho que los fujimoristas sean irracionales: actuar o movilizarse buscando la eficacia o la mano dura también es parte de una conducta racional. Puedo discrepar respecto de sus principios (incluso considerarlos inmorales), así como la legitimidad de sus medios, pero eso no equivale a consoiderarlos irracionales. No sé de dónde sacas eso. Menos todavía señalar que no son sujetos de derechos. La imaginación del Jorobado es excesiva.
Tu comentario también adolece de problemas de argumentación. La crítica que hace Silvio de tu “silogismo” es correcta.
Saludos,
Gonzalo.
Carlos:
Nuevamente, ser racional es actuar conforme a principios, de modo que se pueda reconstruir mi acción – y la de los otros – reconociendo móviles, medios, fines, etc. Nunca he dicho que los fujimoristas sean irracionales. Menos que no sean ciudadanos. Una cosa es que cuestione a los fujimoristas, y otra muy diferente negarles la racionalidad y la ciudadanía. Nadie los ha excluido. Por favor, lee con atención, si vas a criticarme.
Tengo derecho a que se me critique por lo que digo o escribo, no por lo que "se cree" que digo o que escribo. Lo mínimo que se puede pedir es una lectura atenta y precisa de lo que se va a criticar. de otro modo, la crítica pierde seriedad y responsabilidad. Si algo nos enseñan en filosofía, es a ser precisos con el lenguaje y la argumentación, a no "presuponer" nada que no esté en el texto o en el razonamiento. Todo lo demás - más allá del razonamiento - es especulación ligera.
Saludos,
Gonzalo.
Sobre el debate:
Creo que el señor Melendez señala la falta de comprensión hacía los fujimoristas o lo que es peor la ausencia del intentar comprender al otro, al projimo, al pecador, al fujimorista.
El CM no se ha concentrado en el lengua formal lógico sino en la escala de valores, en la normatividad de Gamio y ahora Rendon. No obstante, esto no anula o deslegitima la crítica o el llamado ala comprensión del fenómeno fujimorista.
Gamio tiene mucho asco moral hacia los fujimoristas por lo que su defensa se ha concentrado en la lógica y en lavarse las manos (como pilatos) al decir que no dijo lo que no dijo (aunque sea obvio como la existencia del viento). Con su "todos somos iguales" se lava las manos.
Rendon es un pequeño burges (un poco chic), un paternalista liberal cuya lógica desprecia lo empirico del debate sobre un fenomeno político concreto ("Ojo que aquí no se está juzgando la validez empírica de las premisas"). ¿Acaso noes importa juzgar la validez de lo empirico en el debate a ver quien redacta logicamente formal?
Ambos se concentran, al fin y al cabo, en sus egos, dignos de todo liberal intelectual que vive en un pais tercermundista y se entretiene hablando de el. Defienden su reputación sin importarles siquiera intentar comprender a los fujimoristas. Teclean con la intención de cuidar su imagen, su posición. Esto se refleja en que no intentan comprender (no solo entender) el asunto de fondo (comprender a los fujimoristas). ... La razon, que como sabemos, también pare mostrous y totalitarismo. Ojala que nunca haya proyectos para instaurar un "liberalismo cientifico".
Un poco más de comprensión a los fujimoristas, que muchas veces son pobres, desempleados y poco "ilustrados"(¿Con que derecho luego se solidarizan con la congresista Supe?)
Gamio
Todos debemos combatir los discursos falaces y contradictorios.
El hecho que así como CM puede ser contradictorio usted y Rendo (o Rondón?) también pueden caer en eso.
Otro punto es que no debe concentrarse en la filosofía normativa y su lucha contra la injusticia solamente. Esto lo lleva a construir modelos que no se ajustan a la realidad y desde la cual crítica. Esto en todo el mundo se llama dogma.
Por ahí va el punto de CM, tal vez como él es politólogo aprecia más la realidad e investigarla que usted, por lo que no se preocupa ni indigna cuando la realidad no se ajusta a sus juicios de valor. Parafreaseando a Tanaka, ¿a quién le importa lo que uno piensa? ¿no es más importante lo que puede demotras, ver la realidad q no vemos a simple ojo?
Existe una realidad que debe entenderla. Los sacerdotes antes de la reforma luterana no lo entendian. Después vino Ignacio, que saco la iglesia a las calles. Quiza usted debería sacar su laptop a Villa María y no cambiara no su modelo liberal pero si la forma en que se acerca la realidad y nuestro projimos, los fujimoristas ciudadanos (no los del congreso).
Saludos
el anonimo de hace un rato
PD. Rendon no es chic, me retracto.
Menos amor a los modelos, aproximice a la realidad de otra manera.
Anónimo:
Lo suyo es de Ripley. Como no encuentra los argumentos, cree conocer las intenciones más profundas en mi pernona y en Rendón. Y no le cuesta nada calificarnos a ambos.
En total coincidencia con Carlos Meléndez - tal como él señaló en un post -, usted parece considerar que la preocupación por la lógica es una "frivolidad". No señor, si un discurso es falaz y contradictorio, no es verdadero (más allá de los "valores" que lo animan).
Usted confunde dos cosas importantes. Yo cuestiono el proyecto fujimorista, cuestiono que a algunos fujimoristas la "eficacia" les permita "perdonar" crímenes contra los DDHH y corrupción, critico la "agenda única" de Keiko. Pero cuestionar el fujimorismo - señalar que es políticamente funesto - no equivale a sentir "asco" por los fujimoristas (¿De dónde diablos saca eso?). Yo no siento asco por nadie. Sólo combato lo que considero injusto.
Se equivoca, y distorsiona lo que digo.
Saludos,
Gonzalo.
Anónimo:
Primero, no tengo laptop, el que se maneja con prejuicios es usted.
Segundo. La realidad es problemática. No es evidente. Los filósofos se preguntan por la realidad, no la "presuponen" (como algunos científicos sociales).
Tercero. No basta "ver" la realidad. Cuando uno cree que sólo la "ve", también la está`pensando y construyendo un discurso. Allí la justificación y la lógica son muy importantes. Me sorprende que algunos jóvenes
intelectuales "preocupados por la realidad" no se detengan en la lógica o la consideren un adorno más.
Quinto. No intento ajustar la "realidad" a un modelo normativo, sino que la ética y el mundo ordinario "dialoguen" (el "equilibrio reflexivo" de Rawls).
Saludos,
Gonzalo.
Gonzalo:
¿Debes considerar a Eduardo Hernando como una persona con la cual se puede hablar? Lo que veo es que en todos sus comentarios es bastante infantil, parece que este "señor" no ha madurado y aun tuviera menos de 18 años. Un ejemplo, entra a tu blog dice lo que quiere burlándose de ti de paso y además promociona su próximo artículo.
Como tú dices es gracioso el niño Hernando.
Saludos,
Aónimo:
No creo que la cosa vaya por allí. Eduardo siempre está dispuesto a dialogar, y eso es importante. Sí me preocupa su concepto de racionalidad.
Saludos,
Gonzalo.
Para Gonzalo y el Sr Rondon: Ya que manejan con tanta seguridad la logica formal (y me imagino la material) ¿por que no se hacen un analisis de la coherencia, consistencia, corrección etc) de la sentencia a Fujimori? le harian un gran bien al pais y de paso nos enseñen a nosotros que no tenemos sus conocimientos que esta es un sentencia racional.
saludos
eduardo
Un análisis basado en falacias no no puede ser correcto. Es lo mismo que una cuenta basada en que dos más dos son tres. Esta mal hecha. Es imposible que sea correcta prácticamente. Ponga dos palitos, luego ponga otros dos, y en la práctica, no sólo en teoría, habrá cuatro, no tres palitos.
Pedir que se argumente lógicamente no se contrapone a querer verificar la validez empírica de los enunciados que se hacen. Por favor.
En el caso que nos ocupa, en el Gran Combo Club he escrito, antes que el Sr. Meléndez, sobre los fujimoristas: ¿Cuán fujimoristas son los fujimoristas?
Fujimori no creó nada que se le parezca a lo que creó Perón en la Argentina. Al fujimorismo se le fue mucha gente, pues no ha estado inmune al transfuguismo. La gente ve mejores oportunidades en otras opciones y se cambia. El artículo de Meléndez tiene mucho de deseos del autor y de los deseos de los mismos fujimoristas de la línea "proseguir" que buscan a como dé lugar presentarse como una alternativa política viable. Con su líder condenado a 25 años, saben que no la hacen. Necesitan crear la imagen de una Fujimori Higuchi fuerte y con opción en el 2011. Son atrevidos en presentar sus intereses como la realidad nacional. Sin embargo, pueden estar corriendo a toda carrera, pero aquí se está corriendo una maratón, no los 100 metros planos. Falta mucho.
Sobre la sentencia a Fujimori ya he escrito un post, La lógica condena a Fujimori.
Hola Silvio:
Es notorio cómo algunos jóvenes intelectuales no le dan a la consistencia lógica argumentativa el lugar que le corresponde. Creen que es un agregado suntuario - como ponerr bien los tildes o escribir con elegancia. Ni se enteran que tiene que ver con la verdad, con la validez del discurso.
¿Qué habrá que hacer, incrementar los cursos de lógica, retórica y argumentación? Creo que sí.
Saludos,
Gonzalo.
Eduardo:
Creo que el tema de la lógica es importante. También para analizar la sentencia, como señalas.
Meléndez dice, con alguna arrogancia, que es "como Edwin "Flemita" Perez, no sé jugar sin patear". Qué risa. No, no patea, naca la pirinaca: la imagen de Pérez no funciona. Sus críticas son infundadas, y no tienen contundencia teórica. Descuida gravemente el lado argumentativo.
Hay que decir, además, que ha sido colonizado por el vocabulario ultraconservador: "caviar", "cívico", es la jerga preferida de "Correo", el medio preferido de la ultraderecha; ahora es su terminología habitual. Sostiene que sus notas aportan al análisis, pero recurre - para validar sus afirmaciones - nociones como "median voter", que han sido desenmascaradas por su falta de rigor por sus propios colegas.
Para un debate de nivel, uno debería estar preparado para elaborar razonamientos sólidos, no falaces. Es intuitivo, pero un buen sparring para cualquier diálogo académico o cívico - aquí y en la China - debe tener consistencia en la argumentación. Y no lo tiene para nada. No sabe de lógica. Si quiere debatir, debe cuidar más y mejor ese aspecto.
En fin. Será para otra vez.
Saludos,
Gonzalo.
Hola Gonzalo:
Yo creo que de la parte de tu texto citada por Carlos Melendez si se podría deducir lógicamente que existirían dos categorías de sujetos: los ciudadanos y los fujimoristas:
"Ahora los ciudadanos (subraya este término) tendremos que considerar el frente político que se abre tras esta sentencia. Los fujimoristas (subraya este término) van a victimizar a su líder, van a salir a las calles. Tienen algunos cuadros violentos".
Tú dices ahora los ciudadanos (qué tipo de cuantificador estás utilizando: todos o algunos). si utilizas todos los ciudadanos, entonces estás excluyendo a los fujimoristas. Si dices algunos, ¿a qué tipo de ciudadano te refieres'. En todo caso, tu texto es impreciso desde un punto de vista lógico, lo cual es comprensible debido al formato del blog, pero debes reconocer que debido a esa imprecisión se puede prestar a diversas interpretaciones.
Desde un punto de vista retórico, contrapones el término "Ciudadano" al término "Fujimorista". La interpretación más simple es que los estás oponiendo, por lo cual son dos términos que se excluyen mutuamente. Igual, tu texto desde un punto de vista retórico es, por lo menos, impreciso. No sé quieres enfrentar ambos categorías en la lucha política.
Quizás, debiste decir que los ciudadanos que creen en la democracia, los derechos humanos, la libertad del ser humano deben prepararse para combatir en el plano ideológico a los fujimorista. Creo que hubiera sido más preciso lógicamente. Y yo estaría de acuerdo con tu planteamiento.
saludos,
César
Gonzalo:
quizás un mejor concepto es el de sujeto de derechos. Todas las personas son sujetos de derecho (ciudadanos o no, por ejemplo, los extranjeros). El término ciudadano tiene una connotación más política y de participación en la vida política del país. No sé si un terrorista es un ciudadano, pero si es sujeto de derecho, por el sólo hecho de ser persona, lo cual se encuentra garantizado por la Constitución. Los extranjeros también tienen todos los derechos fundamentales de cualquier persona, mas no los de ciudadanía.
quizás la confusión entre sujeto de derecho y ciudadano puede llevar a confusiones.
saludos,
César
Estimado César:
Interesante tu reflexión. En ningún momento he sostenido / sugerido / deslizado: "Todo ciudadano es no-fujimorista" o "Todo fujimorista es no-ciudadano", que es la absurda e insensata suposición que Meléndez me atribuye. Tampoco digo que todos sean violentos o algo así. Decididamente, la argumentación no es lo suyo. Me extraña que él esgrima una hipótesis tan disparatada y pueril. Cualquiera que lea mi blog SABE que creo en la ciudadanía universal.
Muchas gracias por tu aguda reflexión.
Saludos,
Gonzalo.
Gonzalo:
El que le escribe no se considera fujimorista. No obstante, coincido con César en que la parte que Carlos Melendes cita de usted es imprecisa desde un punto de vista lógico y que podría interpretarse que las categorias "ciudadano" y "fujimoristas" no son conjuntos en intersección. Otra redacción hubiese evitado todo el embrollo.
Los debates son como procesos judiciales: las palabras que uno usa pueden ser usadas en contra de uno mismo. No sé si la frase que generó esta polémica fue producto del descuido o algún rasgo de intolerancia inconsciente hacia al el fujimorismo de su parte (lo que sería humano, como dijo Lugo esta semana: "soy humano y por ello nada de lo humano me es ajeno"). Sea el motivo que sea, creo que este tipo de polémicas ayudan a reflexionar sobre qué palabras empleamos y cómo las combinamos al momento de tomar posición.
Creo que la labor de un filósofo es generar reflexión, plantear preguntas que nadie se hace, preguntas que nos cuestionen nuestras propias creencias, preguntas que nos hacen ver de otra forma la realidad, deconstrucción de discursos, complejización de la realidad. Por ello, me parece que usted a veces escribe tomando posición muy rápido o con mucha decisión sin plantear preguntas interesante que cuestionen los mismos alcances de un proyecto ciudando liberal (de izquierda) en la época post-condena de Fujimori. ¿Es posible la reconciliación entre los ciudadanos fujimoristas y los ciudadanos que votaran por el PDS el 2011?
Finalmente, si el discurso liberal es incluyente entonces (me parece) la labor de los liberales y sus pensadores es escribir para los que se encuentran en la frontera del liberalismo, para los que rondan y miran con sospecha (y hasta rencor) a los que viven cobijados (convencidos) del liberalismo. "caviar" gritan desde afuera (del círculo) los cansados del lo "políticamente correctos"...."conservador" les responden los miembros del círculo liberal. Así poco avanzamos.
Saludos y disculpe la extensión.
Franklin:
De la frase citada - ni del texto entero - se sigue LÓGICAMENTE que yo opongo ciudadanos a fujimoristas. CM tiene la costumbre de usar y estirar de manera antojadiza lo que otros dicen. Lea de nuevo. Por supuesto, no soy neutral en el tema Fujimori. Menos mal.
Saludos,
Gonzalo.
Franklin:
En el caso de la condena a Fujimori es difícil optar por la abstracción, incluso resulta indeseable. Padecí los 10 años de fujimorismo, su record de corrupción y crímenes. Estuve al tanto de la lectura de sentencia, y estoy revisando el texto. Celebro sin duda la condena, como ciudadano. Acaba de ser condenado. Este blog es un espacio para hacer filosofía, pero también para discutir los propios compromisos.
Saludos,
Gonzalo.
Hola, Gonzalo:
Todos aquellos q te leen tienen la certeza de que no comulgas con el fujimorismo (yo tampoco). Ello ha contribuido a interpretar ese fragmento como una oposición ciudadanía vs fujimorismo (la q me parece errada). Pero también sabemos que viniendo de alguien que sostiene la postura de una ciudadanía universal y que constantemente refiere a autores que tb creen en lo mismo, difícilmente puede creer que tú defiendes la ciudadanía restringida. Carlos apela a tus demás textos para sustentar tal oposición pero los ignora para comprender tu noción de ciudadanía liberal.
Como lo explique en mi post sobre CM, la condición ciudadana no la perdemos, sino que la denigramos con nuestros actos si es que no estamos a la altura. Y los fujimoristas, al no condolerse con el dolor ajeno de aquellos que fueron atropellados por ese régimen (civiles comunes y corrientes como nosotros) asumen una indiferencia cómplice y malsana que debería avergonzar a cualquier ciudadano.
Tb es bueno precisar que lo que los lleva a pensar así tan pragmáticamente (valorar resultados, eficacia y no cuestionar los medios) obedece a otros factores sobre los que sería bueno discutir algo como "Las bases de la razón o el discurso fujimorista".
Saludos,
ARturo
Un abrazo
Estimado Arturo:
Gracias por tu mensaje. Sí, la distorsión que CM hace es evidente. Y que utilice "Correo" en ello me parece absurdo. La mención era gratuita e innecesaria; además, encierra un pobre razonamiento.
saludos,
Gonzalo.
Hola Gonzalo,
El Sr. Meléndez no ha sido aupado a Correo a manera de un "nuevo rico intelectual" por gusto. Lo logró, entre otras ayuditas, gracias a su artículo sobre el museo de la memoria y al amparo de una serie de desadvertidos blogueros (todos ellos ahora mudos sobre la trepada de Meléndez), entre ellos el caricaturista Heduardo, además de hacerse la víctima plañideramente porque lo criticamos en el GCC.
Ahora tiene el balcón mediático que tanto quería y lo usa para desquitarse con quienes siguen en sus blogs, planteando claramente una posición y argumentándola en forma consistente. Ha salido del armario del todo utilizando ya no la terminología de Correo, "caviar", sino la de Expreso y de los diarios más chicha aún de fines del fujimorismo, "cívicos". Todo lo que dice apunta al apoyo al fujimorismo. Ya es inocultable. Allá quienes le creyeron.
Para colmo de reveses (además del rechazo generalizado a su nuevo balcón por racismo), ya vimos cómo en el propio distrito del Sr. Meléndez el fujimorismo no pudo convocar sino a 200 "ciudadanos fujimoristas" que se enfrentaron con los serenos locales.
Saludos,
Estimado Gonzalo, como sabemos, hay cuestiones que tienen que ver más por las convicciones que se posean que por argumentaciones. Ambos partimos de una experiencia de fe cristiana que, en su intento de coherencia, denuncia el escandalo de la injusticia y de las "estructuras del mal" (Paulo VI. Es evangélico denunciar el mal, enfrentarse a él, sabiendo que con esos actos estamos contribuyendo al Reino. En este mundo, nunca fue un "buen negocio" ser fiel a Cristo. Y más de uno considerará fuere de tono esta intervención. Honestamente no me importa, pues a mi me interesa ser fiel a mi fe y a mi mismo. Sabemos que el "Shalom" se distingue de la "Pax romana". El "Shalom" es la paz que proviene de la justicia. La "Pax romana" es la "pacificación" forzada. El "Shalom" se construye en comunidad, la "pax romana" se impone. Por lo tanto, el "Shalom" es un acto liberador. Pues nos liberamos de la injusticia. Escribía ese hombre de Dios que fue Dietrich Bonhoeffer: "un acto de liberación que se enfrenta al peor de los males: la necedad". Necedad de no reconocer la experiencia del mal en lo político y económico.
Ya se ha hablado bastante, creo. Pienso que debemos volver a lo nuestro. Pensar este mundo desde la experiencia de las más intensa verdad: Cristo. Y fiel a mi estilo, me importa un bledo argumentar eso. Sólo se vive, se asume, se cree.
un abrazo fraterno
Ricardo F.
Hola Silvio:
Tienes razón. El término "cívico" fue acuñado por un "columnista fascistoide" de "Expreso" para combartir la transición. Luego pasó al fujimontesinista "La Razón" para organizar la campaña difamatoria contra la CVR. Meléndez lo ha asumido como un caballito de batalla. Se ha comprado - innecesariamente - el pleito de lo más oscuro de la prensa peruana. Lástima.
Saludos,
Gonzalo.
Estimado Ricardo:
Tienes razón. Es mucho mejor volver a una situación de paz.
Saludos,
Gonzalo.
He deciddo quitar del post todo elemento de polémica con CM, para dejar solamente la parte conceptual. El debate ha tenido momentos tensos, y prefiero dejar sólo lo conceptual.
Saludos,
Gonzalo.
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