domingo, 9 de marzo de 2014

W. WORDSWORTH: NOSTALGIA Y ANHELO DE UNIDAD. DOS PERSPECTIVAS







Gonzalo Gamio Gehri

Un par de palabras más sobre William Wordsworth, poeta de la nostalgia, del amor y de la naturaleza. Este post continúa algunas reflexiones sobre este autor desarrolladas con anterioridad, y pretende precisarlas un poco más. Quisiera plantear hoy algunos comentarios sobre un poema suyo de la etapa que los críticos describen como el “Ciclo de Lucy”, que evoca nuevamente motivos míticos de aquella época, pero que inquietan no pocos espíritus que procuran entender (y lidiar con) la retirada del presente. El autor asume momentos en algunos aquí la voz de la naturaleza, y evoca la presencia de la amada - que el poeta llama Lucy -, perdida prematuramente. El contraste entre la voz del mundo y la perspectiva del individuo que padece la pérdida es omnipresente en el texto.

“Ella creció tres años bajo el sol y los chubascos, entonces la naturaleza dijo: ‘Una flor más hermosa nunca ha sido sembrada sobre la tierra;                                                                  
a esa niña yo me llevaré;será para mí, y la convertiré en mi propia dama’.

Una manera muy tierna de hablar de la ausencia de la amada – y del amor mismo -. El poeta pierde a su amada – Wordsworth alude en este y otros poemas a la muerte de Lucy -, y se convierte en parte del infinito, ocupa un lugar de privilegio en el trono del kósmos. Existe más de un lugar común con Novalis. El tono es dulce, pero no trabsmite consuelo. La pérdida es irreparable y el dolor gotea desde lo profundo del alma.

‘Ella será juguetona con el cervato
que con júbilo salvaje atraviesa el pasto,o sube hasta los manantiales de la montaña;y suya será la respiración balsámica
y el silencio y la calma de las cosas insensibles y mudas’.

La ambivalencia de la descripción es notable, y es tan evidente como la desolación del creador. Por un lado la amada participa del paraíso junto a los animales y las fuerzas naturales. Por otro, disfrutará de la tranquilidad de la naturaleza inerte. La visión de la armonía natural permanece - en la perspectiva del autor - como una esperanza, como una secreta ilusión, acaso como una imagen de reencuentro. Luego el poeta recupera su propia voz, que es nuevamente la de la nostalgia y la del dolor frente a la ausencia. Se concentra esta vez en sus propios sentimientos y deja de lado la promesa de unidad con la naturaleza. Es cierto que en otros poemas de este período se relativiza este pesimismo, pero en estos pasajes finales el autor da rienda suelta a la desesperanza. La perspectiva cósmica se contrasta con la del individuo que afronta una circunstancia  de fractura interior.  Sólo el tiempo - el ser - ahí del espíritu - podríá poner de manifiesto si este implacable pesimismo está justificado.

“Así habló la naturaleza, la obra se llevó a cabo. ¡Qué deprisa se acabó la carrera de mi Lucy!Murió, y me dejó a mí este brezal, esta calma, este escenario silencioso;La memoria de lo que fue y nunca volverá a ser”.  

No hay comentarios: