viernes, 15 de agosto de 2008

DESDE LA CAVERNA: COMUNICACIÓN Y POLÍTICA



Gonzalo Gamio Gehri


Comparto con ustedes unas reflexiones que planteamos ayer en clase, fruto del diálogo con los alumnos, en el contexto de una clase introductoria de Ética y Filosofía del Derecho en el Diplomado de Filosofía (UARM). El asunto que concentró nuestra atención fue la interpretación política de la alegoría platónica de la caverna, a la luz del fenómeno contemporáneo de la manipulación mediática del ciudadano en el seno de las democracias liberales.

Como se sabe, la preocupación por la política atraviesa la obra de todos los filósofos griegos. La pregunta por la vida buena implica decisivamente la reflexión sobre el cuidado de las instituciones, y la crítica de las mismas. En Platón, por ejemplo, las meditaciones más profundas sobre ontología y cosmología (o sobre la naturaleza del lenguaje) generalmente aparecen conectadas con un radical interés por el sentido de los asuntos humanos.

Cuando dictamos cursos introductorios de historia de la filosofía – que abarcan, por ejemplo, las diversas etapas de la historia del pensamiento en un único semestre -, los profesores universitarios tendemos a privilegiar la ontología platónica sobre su preocupación conceptual por el curso de la vida pública. Lo hacemos pensando (naturalmente) en la poderosa influencia de la filosofía teórica de Platón en las concepciones del cosmos desarrolladas en el Renacimiento y en el siglo XVII, su enorme relevancia para la construcción de la teología medieval y para la filosofía romántica del arte. Me ha pasado en mis primeros años como docente que – pensando en esas fructíferas y fascinantes proyecciones del platonismo -, solía dejar para el final (casi como colofón del tema) las ‘consecuencias políticas’ del pensamiento platónico. Estaba en un error, que corregí posteriormente. No se trataba, evidentemente, de "consecuencias". En realidad, la radical preocupación por la vida buena y por la política está presente desde el inicio de los diálogos platónicos. Hay que precisar – como acertadamente mis profesores de especialidad y la maestría en la PUCP y en el Doctorado de la U. Comillas (en ambos casos se trataba de notables platonistas) sostenían – que ontología y política se reclaman la una a la otra en el pensamiento de Platón; no podemos hacer abstracción de la una sin empobrecer la otra. Eso es evidente desde la lectura del texto mismo: basta recordar que la alegoría de la caverna o la exposición de la “teoría de las formas” se plantean al interior de un texto que la tradición ha titulado La República (Politeia), obra que intenta esclarecer el problema de la justicia y orientar en diseño de las instituciones.

La propia alegoría de la caverna requiere de una interpretación política. No se trata solamente de una imagen que busca poner de manifiesto el contraste entre la verdad y las apariencias. Es una imagen que muestra el cautiverio del ser humano, sumergido en un falso “saber” y víctima de la manipulación. No siempre nos preguntamos quiénes son las personas que llevan los objetos y conversan entre sí, proyectando sombras deformantes y emitiendo sonidos que se distorsionan en las penumbras de la caverna. Quién proyecta deliberadamente estas sombras para engañar a los seres humanos que están – sin saberlo - en condición de prisioneros. El camino dramático de purificación del juicio (el proceso crítico de conversión de la mera opinión en saber) constituye un ejercicio de liberación moral y política, expresado en el posterior retorno a la caverna. Reconocimiento de la sujeción y el error como condición del cultivo del pensamiento y de la virtud.

Por lo general identificamos a estos perversos titiriteros con los sofistas (otras lecturas apuntan hacia la figura del tirano). No resulta un ejercicio inútil el proyectar esta imagen platónica hacia nuestro tiempo ¿Quién mueve hoy los hilos de la confusión de los ciudadanos y se place en la distorsión de la comunicación? Un estudiante sugirió que hoy en día son los medios de comunicación – y no los políticos, que han caído en el descrédito – quienes han ocupado el lugar de los sofistas. Acostumbrados a poner su talento al servicio de los intereses de sus promotores económicos y sus alianzas con el poder constituido - argumentó - los operarios de una cierta prensa inescrupulosa y servil se dedican a sacrificar la vocación por la veracidad, el espíritu crítico y el compromiso público de los medios en los altares del juego de fuerzas de la empresa, la “clase política” y los poderes fácticos.

Aunque establecer un paralelo entre la alegoría y un fenómeno contemporáneo como el descrito entraña una serie de riesgos, tiendo a darle la razón. En tiempos como los actuales, en los que la comunicación escrita se debilita y la ‘esfera de opinión pública’ se repliega ante el fortalecimiento de la cultura audiovisual, el control de los medios supone contar con una poderosa influencia sobre la conducta de las personas, sus emociones, sus necesidades. Pienso en Montesinos, comprando los canales de televisión, promoviendo el rechazo de la propaganda electoral aduciendo “razones de mercado”, o dedicándose a calumniar a la oposición política digitando los titulares de la “prensa chicha”. El proyecto de preservación del régimen autoritario de Fujimori, asegurándose una segunda e inconstitucional reelección, pasaba necesariamente por el control efectivo de los medios audiovisuales. Pienso también en la infame campaña mediática contra la CVR, que reveló la entraña alcantarillesca de cierto "periodismo" (el mismo que apoya el conato ultramontano de atentar ilegítimamente ontra la autonomía de la PUCP).
Platón oponía a la manipulación propia de los demagogos el trabajo de la definición y la intelección de las formas. Es posible que esa solución no sea considerada plausible en los círculos intelectuales que han celebrado el “fin de la metafísica”, y que consideran que la caverna (el “mundo ordinario”, precisamente) es el locus del pensamiento y la acción consciente. No obstante, esa incredulidad postmoderna no echa a perder los motivos platónicos: el ideal socrático de la vida examinada, la concepción terapéutica de la filosofía como crítica de las tradiciones y de las ideologías existentes sí goza de consenso en las comunidades académicas tardomodernas. Incluso Iris Murdoch ha propuesto – en La soberanía del Bien – una suerte de “platonismo fenomenológico” no dualista, una concepción filosófica que encuentro convincente y convergente con la hermenéutica posthegeliana que cultivo. Para pensar con lucidez no necesitamos abandonar el mundo ordinario – nuestro espacio vital – sino orientarnos razonable y sensatamente en él, mirarlo con "ojos nuevos", intentando esclarecer las relaciones con el mundo y con los otros que se han tornado problemáticas.
Sócrates consideraba que el ejercicio de la mayéutica filosófica podía liberarnos del yugo de la sofística. Los intelectuales del siglo XVIII pensaron que la difusión de las ideas científicas y morales de la Ilustración podían liberarnos del despotismo invocando al uso público de la razón. La pregunta del millón es: ¿Qué clase de estrategia filosófico-pública podemos postular para intentar liberarnos de esta suerte de “feudalismo virtual” que amenaza con manipularnos?



Gráfico tomado de: http://images.google.com.pe/imgres?imgurl=http://usuarios.lycos.es/medeis/HISTORIA/platon-cave-posul1.jpg&imgrefurl=http://usuarios.lycos.es/medeis/HISTORIA/Platon.htm&h=600&w=800&sz=17&hl=es&start=37&tbnid=9adoXIWuvK6l-M:&tbnh=107&tbnw=143&prev=/images%3Fq%3Dalegor%25C3%25ADa%2Bde%2Bla%2Bcaverna%26start%3D20%26gbv%3D2%26ndsp%3D20%26hl%3Des%26sa%3DN

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Gonzalo, creo que la red de redes nos puede dar la gran ventaja en este aspecto, como es el caso de los blogs como este.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado anónimo:

Muchas gracias por el mensaje. Yo también creo que los blogs contribuyen a democratizar la información y la discusión cívica.

saludos,
Gonzalo.

César Inca Mendoza Loyola dijo...

HOLA A TODOS, LES SALUDA CÉSAR MENDOZA.

Esta última reflexión de Gonzalo Gamio tiene un enfoque muy claro en los alcances y circunstancias de los medios de comunicación en relación con la difusión y debate sobre los asuntos de interés colectivo. La invención de la imprenta tuvo su motivación primaria en una dinamización en la difusión de la Biblia; unos siglos más tarde, la imprenta será el bastión logístico por antonomasia de la Ilustración en su misión de hacer que la información y el conocimiento rediman a la humanidad de las cadenas del despotismo, la falsedad y la tradición. Fue en el siglo XX que el predominio de la razón instrumental en nuestras vidas traducido en una cosmovisión utilitarista y mercantilista que se expandía de la mano con el modo de vida occidental que la imprenta pasó a ser principalmente herramienta para la difusión de los productos. Todo un concepto consumista sobre el sentido de la vida humana, impregnado por igual de frivolidad y maquiavelismo, hizo que los medios de comunicación estuviesen al servicio de las ventas: el discurso del mercado pasó a ser el prioritario, y por ello, no le resultó muy difícil imperar en los contenidos transmitidos en los cada vez más complejos y abundantes medios de comunicación (imprenta incluida).

Este discurso mercantilista impone una modalidad de vender productos al lector en vez de informar y dar a conocer, que era la función originalmente primordial. Esta modalidad está presente en las notas emitidas por las autoridades políticas y burocráticas que solicitan paciencia a los perpetuamente desatendidos afectados de Pisco, o incluso cuyas expresiones de protesta y desaliento recriminan. Se trata de un producto totalmente desconectado de los eventos reales y los significados de los mismos. Un producto más veraz sería un análisis detallado de las causas por las cuales los planes de emergencia social no funcionan o funcionan mal, o una exposición autocrítica transparente sobre los pocos alcances y excesivos límites de su gestión post- desastre sísmico a un año de sucedido el terremoto en el departamento de Ica.

De eso se trata: no crear en los medios de comunicación productos como simples ítems a la venta, sino productos como motivadores de averiguación, reflexión y debate. Tal como se ha dicho ya en este blog, la creación y uso de foros como éste crean una muy buena alternativa, aunque también vemos que la lógica del discurso mercantilista se ha impuesto a velocidad galopante a lo largo del incesante desarrollo de la Internet. Algo podemos hacer aquí, de todas maneras,...

Seguimos en contacto.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado César:

De acuerdo contigo. debemos explorar el conflicto entre el modelo de la empresa y el de la "esfera pública" en lo que respecta al sentido y actividad de los medios de comunicación.

Muchas gracias por tu comentario.

Un abrazo,
Gonzalo.

Carlos Eduardo Pérez Crespo dijo...

Estimado Gonzalo,

Felicitaciones por el post, me parece una excelente interpretación crítica de la caverna de Platón para nuestra época. Pero quisiera decir algo sobre un comentario anterior.

Personalmente se me hace difícil aceptar que lo audiovisual (estoy refiriéndome sobre todo a la TV) pueda tener una función de reflexión y debate, pues está muy impregnada de la cultura de la "imagen", es decir, de lo inmediato, lo rápido y lo fácil (Ver: "Homo Videns" de Sartori).

En un sentido platónico hasta en el caso de una TV "educativa" se seguiría en el mundo de las sombras, pues esta no busca promover o crear herramientas al servicio del conocimiento. Más bien todo lo deforma y trastoca al antojo e interés del dueño del medio de comunicación. Aunque claro, esta es una generalización.

Un afectuoso saludo,

Carlos P.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Carlos:

Gracias por tu comentario. Tu alusión a la tesis de Sartori es completamente pertinente y esclarecedora. También tu alusión a Platón. La pregunta es: ¿Debemos mantener con Platón la desconfianza frente a la cultura audiovisual y frente a la escritura como formas de “eikasía” (y "pistis"?

Saludos,
Gonzalo.

Carlos Eduardo Pérez Crespo dijo...

Hola Gonzalo!

Gracias por los saludos. Sobre la pregunta que mencionaste, mi impresión es que sí debemos mantener la desconfianza a la cultura audiovisual como "eikasía".

Primero porque la TV muestra una parte de la realidad y la trastoca como si fuera la realidad total. Un ejemplo: Hace un tiempo veíamos con el profesor Kahhat cómo los medios CNN, BBC, etc., mantenían una cobertura total al conflicto de Irak, dando la "imagen" (quisiera resaltar esa palabra) de que el mayor conflicto internacional estaba en Medio Oriente.

Sin embargo, si uno investiga y analiza friamente las cosas, podemos ver que los mayores conflictos y genocidios del mundo están en África, sobre todo en el Congo, donde practicamente la autoridad no existe. De esto concluímos que la TV cumple un papel ideológico y una "dominación simbólica" (Ver "Sobre la TV" de Bourdieu), pues se esconde el mundo que está más allá de las sombras.

Otro ejemplo es el que comentábamos con el profesor Dante Dávila el primer ciclo del Diplomado. Él nos contaba que en nuestro mundo actual es factible pensar que la existencia de las "sombras" es necesaria para desenvolver nuestra vida cotidiana. ¿Por qué? Pues porque si la mayoría estuviera más enterada de los conflictos por los recursos naturales, el calentamiento global, etc., de seguro nadie podría vivir en paz.

Por último el ejemplo que tú mismo has puesto en tu post. En la campaña de reelección del fujimorismo fue muy claro que el gobierno manipuló a los medios de TV para sus fines políticos (el Estado incrementó el gasto pubicitario más del cincuenta por ciento!).

Creo que debemos mantener la desconfianza, no para mal; sino para ejercer el buen oficio del "tábano". De nuevo un afectuoso saludo Gonzalo, siempre es edificante intercambiar ideas con usted.

Carlos P.

Anónimo dijo...

Sr Gonzalo, quisiera saber cual es su respuesta a la " pregunta del millon " Gracias.