Gonzalo Gamio Gehri
He visto nuevamente
El secreto de sus ojos, una película
formidable, muy conmovedora. La historia de un terrible crimen, la compleja red
de violencia y abuso de poder en la Argentina dictatorial, una historia de amor
que desafía las circunstancias biográficas de dos personas. La fuerza del guión
– imagino inspirada en la novela original -, las actuaciones impecables de los
protagonistas, la calidad de la dirección se han confabulado para construir un
filme decisivo y multidimensional.
“¿Cómo se vive una
vida vacía?”, se pregunta Benjamín Espósito, “¿Una vida llena de nada?”. La pregunta
alude al joven que ha perdido al amor de su vida en un horrendo asesinato, pero también alude a Irene y a sí
mismo, incapaces de decirse lo que sienten a lo largo de años, y confrontar las
barreras sociales que los separan. Sus miedos le impiden avanzar, tomar
efectivamente las riendas de su vida. Ha decidido escribir una novela que gira
alrededor de esa compleja relación, la represión de los derechos en el país, y,
por supuesto, el sonado crimen que ha intentado esclarecer por dos décadas y
media. El homicida se había convertido en guardaespaldas del mandatario y luego habría desaparecido sin dejar huella alguna..
Como atestigua una
de las escenas cruciales de la obra, Benjamín cree que resolver esa terrible
injusticia constituye la clave para que el “Temo” – su estado habitual, reseñado
en una lacónica frase escrita sobre su gabinete de escritor -, se convierta en
“te amo”, la expresión que le debe comunicar a Irene, después de tanto tiempo de
silencio. La experiencia del crimen, la desolación del pobre deudo que busca
justicia en el imperio de la tiranía le recuerda lo que significa para la
existencia la inminencia de la nada. La nada que parece imperar en todo un
país. La conexión entre las vidas de Espósito, Irene y Sandoval y la situación
nacional es omnipresente en la película.
En la peculiar
narrativa de El secreto de sus ojos, el
esclarecimiento del delito y la solución del conflicto afectivo de los
protagonistas constituyen signos potenciales de la nueva época que puede
abrirse para la sociedad en general. Se deja un espacio – para decirlo de una
manera – para la esperanza. Se trata de una conexión interpretativa compleja,
pero que resulta plausible desde los supuestos que bosqueja el propio guión de
la película.
3 comentarios:
No entiendo, la verdad es que cada vez entiendo menos cosas en este mundo de locos que vivimos…
No entiendo por qué si un hombre mata a una mujer es un machista, pero cuando es la mujer la que mata a un hombre “algo habrá hecho para merecerlo”... y aún muerto sigue siendo machista.
Tampoco entiendo por qué un hombre que mata a su hijo, sea niña o sea niño, también es machista, pero una mujer que hace lo mismo “estaba loca”.
No entiendo por qué si un pederasta es sacerdote tiene que pedir perdón hasta el Papa, pero si es profesor de una escuela pública al ministro de Educación ni se le mueve el bigote.
No entiendo por qué la Iglesia en la que se han refugiado tantos homosexuales a lo largo de la historia tiene que pedirles perdón, pero los comunistas que tantos homosexuales han encerrado y hasta ejecutado a lo largo de la historia, le exigen a la Iglesia que pida perdón.
No entiendo que un dictador que abandona el poder tras convocar un referéndum después de una dictadura de quince años dejando el país en la mejor situación económica que haya nunca alcanzado, es un villano, mientras otro dictador que no sólo no convoca ningún referéndum sino que, en una dictadura que supera ya el medio siglo, deja a su hermano en el poder y al país en una miseria que no había conocido jamás, es un héroe.
No entiendo por qué un español que quiere ver una gran película de Hollywood sólo la paga si decide sacar la entrada, pero aunque no quiera ver ninguna de las muchísimas espantosas películas que hacemos en España, las tiene que pagar sí o sí con sus impuestos, y si además decide someterse a la tortura de verla… pagar encima la entrada.
Tampoco entiendo por qué a quién hace malas películas en España se las paga el Estado, pero a quien escribe buenos libros no le da ni las gracias.
No entiendo por qué cuando tiene tres meses de vida todos invitan a una madre a abortar a su hijo discapacitado, pero cuando éste tiene ya diez meses hay tortas para hacerse una foto con el niño.
No entiendo por qué el Estado paga los abortos en clínicas privadas, pero no paga los partos en esas mismas clínicas.
Tampoco entiendo por qué el estado paga operaciones para cambiarle a uno el sexo, pero aparta de la carrera a quien ayuda a un paciente que se lo ha pedido a dejar de ser homosexual.
No entiendo por qué unos señores pueden montar un hotel para homosexuales en el que se veta la entrada de heterosexuales, y tiene hasta su toque cómico, pero al que no permite entrar en su hotel a un homosexual le cierran el establecimiento ipso facto, lo juzgan y hasta le pueden caer algunos añitos entre rejas o una multa de no te menés.
No entiendo por qué un cura no puede hablar mal de un homosexual, pero un homosexual se puede poner una mitra de obispo y una braguita y burlarse del cura, del obispo y hasta del Papa en virtud de su inalienable libertad de expresión.
No entiendo por qué robarle un pedrusco de colores a Kim Kardashian es un delito castigado con varios años de prisión que moviliza a la policía de varios estados, pero robar una hostia consagrada es robar un “objeto blanco redondo” sin consecuencias penales.
No entiendo por qué una persona negra puede proclamar entre alabanzas generalizadas que “espera ser un ejemplo para los de su raza”, pero si algo parecido lo dice una persona blanca, es un racista execrable que debe ser inmediatamente separado de la sociedad.
No entiendo por qué si hace bueno un día eso es cambio climático, pero si hace malo también, y si hace frío también, y si hace calor también… y si llueve, y si no llueve, y si nieva y si no nieva…
No entiendo por qué el que fuma es un agresor de su entorno, pero el que se droga y hasta roba y mata para hacerlo es una víctima de la sociedad.
No entiendo, no entiendo, no entiendo, cada vez entiendo menos, son tantas ya las cosas que no entiendo…
Me pareció una película extraordinaria, sobretodo, por el mensaje que se puede llegar a interpretar. Se confunde la justicia con la venganza personal por miedo a dejar ir. Cuando Esposito cambia el "temo" por el " te amo" lo tomé como saber dejar ir para no disfrutar de un infierno junto al que mas odias y reemplazarlo por la locura de decir las cosas, arriesgarse. Amar tanto que sea imposible odiar porque no tiene sentido amar en silencio.
Además, algo primordial es cómo a través de las miradas se puede llegar a algo grande (la intuición) y por la pasión que nunca tiene fin.
En la escena que morales engaña a Esposito diciéndole que ya había asesinado a Gómez, es donde te puedes dar cuenta que el mismo sabe en la condena que se había sometido solo por hundir al que odia y al mentirle se puede notar como un gesto de compasión para intentar liberar a Esposito de esa condena.
Me pareció una película extraordinaria, sobretodo, por el mensaje que se puede llegar a interpretar. Se confunde la justicia con la venganza personal por miedo a dejar ir. Cuando Esposito cambia el "temo" por el " te amo" lo tomé como saber dejar ir para no disfrutar de un infierno junto al que mas odias y reemplazarlo por la locura de decir las cosas, arriesgarse. Amar tanto que sea imposible odiar porque no tiene sentido amar en silencio.
Además, algo primordial es cómo a través de las miradas se puede llegar a algo grande (la intuición) y por la pasión que nunca tiene fin.
En la escena que morales engaña a Esposito diciéndole que ya había asesinado a Gómez, es donde te puedes dar cuenta que el mismo sabe en la condena que se había sometido solo por hundir al que odia y al mentirle se puede notar como un gesto de compasión para intentar liberar a Esposito de esa condena.
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