viernes, 20 de enero de 2017

ACERCA DE LOS TIEMPOS DE ARIDEZ EN LA ESCENA PÚBLICA






Gonzalo Gamio Gehri

Trump asume la Presidencia de los Estados Unidos, el Reino Unido inicia su camino de desvinculación de la Unión Europea, candidaturas de extrema derecha (incluso grupos que cuentan con programas de expresa filiación neofascista) se consolidan en diversos lugares del viejo continente. La prédica propia del extremismo político conservador, basada en el discurso abiertamente xenófobo, contrario al respeto de la diversidad cultural y de género, se ha unido a una retórica populista, proteccionista, en lo económico y político. Y esa retorcida simbiosis tiene éxito en las contiendas electorales.

Rechazo y estigmatización del migrante y del extranjero, reivindicación de la población “nativa” – con todas las inconsistencias que este término posee en un discurso paleo y neo conservador – como núcleo de la fuerza laboral, el fortalecimiento de los mercados internos interviniendo en  la economía desde la instancia política, la evocación de un presunto “pasado glorioso” de la “nación” que sería preciso recuperar, la promesa de represión y violencia para garantizar seguridad interna y externa, el recurso a teorías de conspiración para explicar situaciones de crisis ¿Suena familiar? No son pocos los historiadores e investigadores sociales que han establecido un paralelo entre este discurso y aquel que sentó las bases de los proyectos totalitarios de los años treinta y cuarenta. La crisis económica y laboral de los últimos años, la mudanza de numerosas empresas a otros países, el descrédito de las élites políticas en Norteamérica y Europa ha contribuido a fortalecer alternativas electorales que defienden un discurso anti-globalizador y contrario a las políticas humanitarias. Algunos especialistas avizoran tiempos de aridez para la causa de la cultura política liberal y los derechos humanos para los años venideros.

Estas propuestas encuentran un terreno fecundo en el ejercicio de los regímenes postfactuales, que sistemáticamente (y explícitamente) – en el ámbito del discurso público - prescinden de toda pretensión de verdad como elemento básico en el diseño de los programas políticos. La referencia a la “verdad” y el debate construido en torno a argumentos han sido sustituidos – en los escenarios de la política y en numerosos medios de comunicación – por el manejo de apariencias y percepciones, por la apelación a reacciones afectivas sin arraigo en razones y hechos, por la enunciación de slogans y mero mercadeo político. Se trata de un fenómeno que se funda por igual en el más burdo maquiavelismo político  y en la total irresponsabilidad de la llamada “cultura postmoderna”. La comunicación política sin verdad desemboca en la barbarie. Es en buena cuenta la estrategia que el conservadurismo político y religioso ha desarrollado en el país, y que tiene en el fujimorismo como su grupo más prepotente e incisivo.

Quienes apoyan estos movimientos políticos de extrema derecha señalarán que el liderazgo de estos personajes y facciones obedecen a la voluntad de las mayorías, que han elegido que estos individuos ocupen posiciones en el poder ejecutivo o controlen el parlamento. Ellos han ganado elecciones. De eso trata el ‘juego democrático’, arguyen escuetamente y con obvia ironía. Resulta evidente que lo decidido en las urnas ha de respetarse. Pero no hay que olvidar que el sistema democrático liberal no consiste solamente en los mecanismos de sufragio universal y la decisión de las mayorías. La democracia liberal supone asimismo el cuidado del sistema de derechos, el respeto por los grupos minoritarios de la sociedad y el cultivo del debate en los espacios políticos y de sociedad civil. Existen reglas y modos de vida que no pueden atropellarse ni pasarse por alto. Es preciso que la ciudadanía discierna cuándo determinadas ofertas programáticas, en su día populares, promueven – en silencio o a voces – el recorte de los derechos de las personas y la perniciosa erosión de la vida pública en cuanto tal.





3 comentarios:

Anónimo dijo...

No me gusta su doctrina señor Gamio ni me gusta la CVR.
Debe aprender de este duque de la escritura:

http://elmontonero.pe/columnas/el-monopolio-de-la-mentira

Pilar Toro

Gonzalo Gamio dijo...


Hilarante y extravagante el artículo enlazado..

Anónimo dijo...

q' desastre de columna de este hiperbólico y hepidérmico personaje. Ahora quiere aplicar la palabrita de moda,
la posverdad. para meter un cuento. Así como algunos niegan el cambio climático, otros y/o los mismos el holocausto,etc
este sujeto ,quiere ,de plumazo borrar nuestra triste historia como país,y atribuir teorías de la conspiración
de los que él llama sóviet caviar..Delirante y alcantarillesco!

Marcelo