jueves, 7 de julio de 2011

ESTADO LAICO Y PLURALISMO







Gonzalo Gamio Gehri




No cabe duda que, en nuestro país, el catolicismo conservador se ha afianzado con singular fuerza. Sus exponentes asumen los cargos eclesiásticos más altos, y muchas de sus convicciones se han convertido en una suerte de “sentido común” en un sector importante de nuestra “clase política”. Esta es una forma de describir este fenómeno. Veo que en la inauguración del llamado “Cristo del Pacífico” – en presencia del Presidente de la República y de la jerarquía católica - se saluda la imagen con un “¡Que viva Cristo Rey!”, el grito falangista que trae tan amargos recuerdos en España por evocar la fuerza y la intolerancia del franquismo. Leo que Fernán Altuve – en una columna de Correo describe la terrible guerra civil española como una “cruzada de liberación”, cuando se trató de una cruenta guerra que registró crímenes sanguinarios de ambos lados: encuentro cuestionable describir un hecho tan doloroso como una gesta caballeresca. En fin, para evocar un caso más pintoresco, curioso y gracioso, el presidente en funciones llama “anticristos” a quienes critican su gestión.

La libertad de expresión propia de una democracia permite que cada uno pueda brindarle su lealtad a ideas de diverso cuño y calidad, siempre y cuando no de lesionen la ley y las instituciones que hacen posible la coexistencia social. Uno puede tener ideas en extremo extravagantes o incluso falsas. Uno puede pronunciar gritos falangistas y hacerlos pasar por expresiones de fe, entonar extrañas elegías a remotos y malogrados imperios, o denominar “cruzadas” a lo que fueron insurrecciones militares o guerras fratricidas. Incluso puede suceder que un político pueda usar el vocabulario bíblico para defenderse de sus críticos. Lo que uno no puede hacer desde el ejercicio de la función pública – conforme a lo argumentado en un post anterior, que generó un iteresante intercambio de ideas – es descalificar como “absurdas” o “primitivas” las creencias religiosas que uno no comparte, como el culto a los Apus.

Por supuesto, existen espacios para la discusión racional en materia teológica y religiosa (y también, por si surge la pregunta, uno puede encontrar foros para cuestionar los alegatos presidenciales, y las lecturas épicas que hemos reseñado), pero ellos no pertenecen al Estado. Necesitamos espacios propicios para discutir los asuntos éticos y espirituales en una perspectiva intelectual, escenarios de sociedad civil. Siguiendo con el ejemplo señalado, considero que el tipo de espiritualidad conservadora (al menos en algunas de sus versiones conocidas en nuestro medio) tiende a privilegiar la forma sobre el fondo, que se trata de una espiritualidad que a menudo quiere rituales de sacrificio antes que misericordia, que a veces asume con facilidad el pathos del Gran Inquisidor de Dotstoievski: considérese el discurso común de los exponentes de la derecha religiosa que actúan en la arena política en materia de derechos humanos, memoria, libertad de pensamiento y autonomía universitaria. Pienso que (como Gianni Vattimo ha mostrado en uno de sus libros más rigurosos) no se ha reparado lo suficiente en la radical convergencia entre el espíritu del cristianismo y el proceso de secularización. Pero no creo en absoluto que la instancia política deba recoger este u otro punto de vista sobre la cuestión religiosa para convertirlo en “oficial”. Al Estado democrático sólo le corresponde garantizar la libertad de culto, y que existan espacios de diálogo abierto sobre aquello que asigna o priva de sentido la vida.

Al Estado democrático le toca proteger las condiciones de pluralismo ético y religioso en la sociedad, sobre la base de un sistema de derechos. Que las personas y las comunidades puedan practicar y compartir (así como revisar y discutir) sus creencias sin ejercer o padecer violencia de ninguna clase, en espacios extra-estatales. Ciertos creyentes con una mentalidad más conservadora creen que el Estado tendría que promover institucionalmente una confesión en desmedro de otras, acaso por ser mayoritaria. Esta claro que ese tipo de consideraciones viola el principio de igualdad, pues el Estado debe tratar en igualdad de condiciones a cada uno de los ciudadanos, cualquiera sea su credo o si fuera el caso de que ellos no tuviesen creencias religiosas. No se trata de favorecer institucionalmente a las creencias de la mayoría, sino de respetar los derechos de cada uno. A veces los ideólogos antiliberales sostienen máximas ridículas como “no imponer (una religión en desmedro de otras) es imponer (la increencia, el agnosticismo o el ateísmo)”. Pero esta aseveración no tiene ni pies ni cabeza. Sostener que las imágenes religiosas no deben estar presentes en los escenarios del Estado no es expresión de “cristofobia”, como ha sugerido tendenciosamente un extravagante e hiperbólico artículo de Martín Sativañez. Nada de eso propone una genuina actitud liberal. Se trata de ofrecer espacios fuera de la coerción estatal para el cultivo de la fe y la discusión crítica sobre lo trascendente, sin que el Estado patrocine un sistema de creencias particular.

En la misma línea de la escuálida máxima citada, los enemigos del Estado laico sugieren que si el Estado no patrocina determinadas prácticas religiosas asociadas a un único credo - a una única concepción de lo "sagrado" -, estas prácticas se verían condenadas a debilitarse y a su eventual desaparición. Ese punto de vista catastrófico entraña una forma grotesca de agitación y propaganda ideológicas, y nada más. Esta sugerencia revela la pobreza de su fe en la fuerza de tales prácticas ¿Cuán “popular” es entonces la religiosidad popular? Estos defensores del Estado confesional no confían en la convocatoria y la fuerza espiritual de sus Iglesias – por no hablar de sus propias almas – si creen que sólo el respaldo del Estado podrá asegurar la preservación y transmisión de las prácticas de fe.

La alternativa al Estado confesional no es la "ausencia de valores", sino el pluralismo. La afiebrada imaginación conservadora hace ver a los liberales como presuntos militantes "nihilistas", aspirantes a sepultureros de los valores eternos. Se trata de una vieja lectura - muy vieja, en realidad -, típica de los manuales pre-conciliares, que veían en el "modernismo" la fuente y la suma de todos los males; habrá cambiado la metodología y el estilo literario, pero la prédica ideológica antiliberal es la misma. Toda la parafernalia vitalista o postmoderna empleada no impide ver las letras góticas. Lo cierto es que la existencia de un Estado laico no supone la des-espiritualización del mundo, o la progresiva desaparición de los “valores trascendentes”; ello supone menospreciar el trabajo de las Iglesias y las comunidades religiosas (además de reducir erróneamente el horizonte de los “valores trascendentes” al ámbito de la religión). En el seno de una sociedad pluralista las Iglesias y comunidades podrían incluso llegar mejor y con mayor claridad a sus fieles, ya sin el efecto deformante que puede generar (y que con frecuencia ha generado de facto) la intromisión del Estado en los asuntos del espíritu. Este anhelo de control político sobre las creencias revela un profundo miedo a la libertad.

La historia del liberalismo ha puesto de manifiesto las formas letales de autoritarismo y violencia que genera la imposición de un solo credo (el del “monarca”), aquello que Lessing denominaba “la tiranía del anillo único”. Las diferentes expresiones de autoritarismo político imponen la prédica altisonante y teatral de sus formas de totalitarismo ideológico: éstas a veces son religiosas (Franco, el integrismo islámico) o ateas (Stalin). Imponen un monismo ideológico. Piénsese en la difícil situación que atraviesa la Iglesia católica – por poner solamente un ejemplo - en sociedades comunistas como China, Cuba, e incluso en regímenes verticales y populistas como los de Bolivia bajo Morales y la Venezuela chavista, que hoy en día se relacionan conflictivamente con ella. Una mentalidad liberal, en contraste, promueve la defensa de la tolerancia y la libertad religiosas. Justamente en ese camino conceptual Natán el sabio de Lessing pone lúcidamente de manifiesto la coexistencia equilibrada de pluralismo y espiritualidad.

48 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Gonzalo,

A.García afirmaba que la mayoría es
cristiana y por lo tanto colocar
ese muñeco era correcto.
Ese es un sentido chato y alcantarillesco de la democracia,y olvido absoluto de
las minorías.
Además,ser cristiano no es necesariamente ser católico,y p.e.para muchos evangélicos las imágenes y estatuas de Jesús son ídolos.
Aun así,suponiendo que todos sean católicos,quién le han dicho que todos están de acuerdo con eso,y además que el gasto público se derive en su mantenimiento.
También estéticamente muchos lo desaprueban.

Slds,
Marcelo

Anónimo dijo...

Claro, no imponer es imponer. Y la ignorancia es fuerza, y la guerra es paz, y la libertad es esclavitud.

Todo esto o se dice o está implícito. En Lima, me arriesgaría a decir que todo esto se enseña hoy en prácticamente todas las universidades, hasta en las que creen que no lo enseñan.

¿Qué tan lejos estaremos del "colectivismo oligárquico" de Emmanuel Goldstein?

Algunos piensan que el futuro será más como decía Huxley que como decía Orwell, pero hay un hecho difícil de negar: Al ser humano le gusta la guerra, el conflicto; la paz lo aburre. La paz, como el pluralismo, requeriría mejores seres humanos que los disponibles. O, peor aún, sería imposible e indeseable, como abiertamente piensan muchos.

Hasta la misma razón (en la que tanta esperanza tienen todos los bandos) tiene sus contradicciones:

A los lemas arriba citados, hay que agregar el siguiente: La letra con sangre entra. Este no se enseña tanto en las universidades como en las familias y en los colegios (para los más intelectuales, considerar esto último con los empiristas ingleses en una mano y la Metafísica de Aristóteles, Santo Tomás y los Principios Universales de la Razón en la otra).

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Marcelo:

Es verdad que se trata de un asunto de derechos fundamentales y no una cuestión plebiscitaria. Lo que dices sobre el juicio de los evangélicos es cierto, aunque yo no usaría la palabra "muñeco", sino "imagen".

Saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Aunque los falangistas utilizasen esta expresión la verdad es que la fiesta de CRISTO REY DEL UNIVERSO fue instituida por El Papa Pío XI, el 11 de diciembre de 1925, esta solemnidad que cierra el tiempo ordinario. Su propósito es recordar la soberanía universal de Jesucristo. Es una verdad que siempre la Iglesia ha profesado.

JSB

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Anónimo:

Describes muy bien la prepotencia y ambigüedades del pensamiento antidemocrático. No comparto la intuición de su amplia difusión, pero sí puedes descubrir esa fraseología en cierto antiliberalismo criollo.

Saludos,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

Hola JSB:

Entiendo la precisión, pero las alusiones al Viva Cristo Rey en la política y en la prensa nacional están asociadas con la guerra civil española. Sus usuarios no ocultan simpatías por la Falange y por el Nacional-catolicismo franquista.

Saludos,
Gonzalo.

Mirko dijo...

Estimado profesor

Ya en un post anterior me permiti respetuosamente algunos alcances sobre el Viva Cristo Rey. Sin embargo insiste ud. con lo de "grito falangista". El que otro comentarista le haga otras precisiones al respecto ya deberia haberle hecho darse cuenta de que puede ud. estar equivocado.
El enfoque de su blog es filosofico, y los posts y comentarios deben ir en esa linea, pero si hace ud. una afirmacion historica incorrecta, el tema puede terminar desviandose por ahi, pues las argumentaciones tendran q ser inevitablemente historicas tambien.
Con mucho orgullo asumo el Viva Cristo Rey , y no porque sea falangista, que no lo es. Como catolico hago mias todas las objeciones que la Iglesia siempre opuso al fascimso desde las "Non abbiamo bisogno" y "Mit brennender sorge" de Pio XI, hasta las pastorales de la Iglesia española (por ejemplo los cardenales Goma y Segura, solo por mencionar dos) ya desde antes de la guerra civil, precisamente para que la Cruzada no se contamine con esa ideologia.
Repito que ese lema nacio en la Cristiada mexicana, lo hizo suyo el Carlismo español, nunca la Falange, cuyo grito siempre fue " Arriba España!" o "Una, grande, libre" y otros.
Se le reconoce a ud. como un gran entendido en su campo profesor, quien seria yo que apenas distingo la alfa de la beta para discutirle que si el pathos, el ethos, el kerigma o no se que. Pero cuando hace ud. una afirmacion falsa (e injusta, por lo demas), con todo respeto hay que señalarselo. Nuestros pensamientos podran ser divergentes pero con la consideracion que le guardo como academico de prestigio le pido tambien que se ciña a la verdad, a los hechos, ya no digo como creyente sino como hombre de recta conciencia.
Mirko

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Mirko:

De acuerdo en que el Viva Cristo Rey tiene una historia anterior a la Falange y al franquismo, no lo niego ni lo dudo. El asunto es que fue usado intensamente por el nacional catolicismo - eso es INNEGABLE,pues he vivido en España, y cuento con el testimonio de gente que lo ha vivido, y lecturas al respecto -, y que algunos exponentes de cierta derecha aquí se remiten a esas fuentes.

Saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

La ACI explica con claridad el tono de la idea de Cristo Rey:

"Si Cristo Rey era honrado por todos los católicos del mundo, se prevería las necesidades de los tiempos presentes, poniendo remedio eficaz a los males que friccionan la sociedad humana, tales como la negación del Reino de Cristo; la negación del derecho de la Iglesia fundado en el derecho del mismo Cristo; la imposibilidad de enseñar al género humano, es decir, de dar leyes y de dirigir los pueblos para conducirlos a la eterna felicidad.

"En un mundo donde prima la cultura de la muerte y la emergencia de una sociedad hedonista, la festividad anual de Cristo Rey anima una dulce esperanza en los corazones humanos, ya que impulsa a la sociedad a volverse al Salvador. Preparar y acelerar esta vuelta con la acción y con la obra sería ciertamente deber de los católicos; pero muchos de ellos parece que no tienen en la llamada convivencia social ni el puesto ni la autoridad que es indigno les falten a los que llevan delante de sí la antorcha de la verdad.

"Estas desventajas quizá procedan de la apatía y timidez de los buenos, que se abstienen de luchar o resisten débilmente; con lo cual es fuerza que los adversarios de la Iglesia cobren mayor temeridad y audacia. Pero si los fieles todos comprenden que deben militar con infatigable esfuerzo bajo la bandera de Cristo Rey, entonces, inflamándose en el fuego del apostolado, se dedicarán a llevar a Dios de nuevo los rebeldes e ignorantes, y trabajarán animosos por mantener incólumes los derechos del Señor."

http://www.aciprensa.com/fiestas/cristorey/
fiesta.htm

La idea, pues, es que el hecho de que Cristo sea considerado Rey del Universo da a la Iglesia el derecho de "enseñar al género humano, es decir, de dar leyes y de dirigir los pueblos". Esto, se dice, para conducirlos a la "eterna felicidad". Los "rebeldes e ignorantes" serán dirigidos también. Queda la ambigüedad sobre cómo conducir a los "rebeldes e ignorantes", y uno piensa que entonces se podría aplicar la "autoridad", sumada a la fuerza de la masa militando inflamada "bajo la bandera de Cristo Rey". Esto no suena a un apostolado persuasivo; esto mal interpretado tendría (y de hecho ya ha tenido) parecidos no sólo con el nacional-catolicismo sino también con la Inquisición y con otras estructuras político-militares donde Iglesia, Estado y Milicia se asocian y fusionan, estructuras que habían dejado de tener fuerza justo antes de la institución de la idea de Cristo Rey a comienzos del siglo XX.

(...)

Anónimo dijo...

Desde el punto de vista de quienes creen que ya no vivimos en la Edad Media, y quienes no consideran que la jerarquía eclesiástica tenga el estatuto de los reinos medievales, y quienes por tanto no se sientan forzados a actuar como si creyeran lo que no creen, todo esto suena a amenaza. El tono bélico de toda la figura (no sólo defensiva sino declaradamente ofensiva) que parte de la Iglesia está construyendo es claro. De la militancia inflamada bajo una bandera para imponer a los ignorantes y rebeldes una verdad, hay ya sólo un corto trecho que recorrer y una ténue línea que cruzar para llegar a una nueva Inquisición y a una dictadura con pretensiones y tendencias internacionales (una dictadura represiva, como el cristianismo de Martha Chávez, y como el orden que produjo a la Inquisición). Y a esto, pues, ya se ha llegado antes, y es de temer que se vuelva a llegar.

Obviamente, hay gran cantidad de católicos piadosos que no sospechan todo esto.

Pero también hay muchos católicos crueles que quisieran ver eliminados a los que no son católicos, y a otros que para ellos son indeseables también.

Y estos últimos son demasiados, el baño de sangre implícito en una declaratoria de guerra es cosa que deja pensando, por más que no se concrete.

Yo personalmente tengo gran temor al catolicismo. De hecho, lo respeto como se respetaba a los reyes: con una buena dosis de miedo. Por lo menos no soy ni rebelde ni ignorante. Ante masas inflamadas que portan banderas y andan en pie de guerra, dirigidas por autoridades con el debido poder, uno prudentemente se somete, o actúa como si se sometiera, que para ellos sirve igual.

Eso sí: El reino de Cristo no es de este mundo, Jesús era según los evangelios un sujeto humilde que tenía una relación filial con Dios y convencía por las buenas a quienes buenamente entendían las verdades que explicaba. Lo que describo más arriba para mí no tiene nada que ver con Cristo, esto de lo que estamos hablando es un tema de este mundo, como los impuestos al César, sólo que la moneda esta vez lleva un rostro que se supone es el de Cristo, nada más.

Por lo demás, es innegable el derecho de una colectividad de declararse en pie de guerra. Pero que no lo traten de ocultarlo a quienes se dan cuenta claramente de la situación, porque es demasiado evidente y demasiado expreso. Una cosa es que uno no vea algo, y otra que actúe prudentemente como si no lo viera. Por el momento, como se trata de política, hablar y analizar en forma crítica la situación no parece una falta a la prudencia. Simplemente que procedan según su conciencia y que hagan su guerra. Sí, claro que tienen derecho, e incluso tienen derecho a creer que ese derecho deriva del derecho divino.

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Anónimo:

Efectivamente, ese reporte de Aciprensa pone de manifiesto el talante "medievalista" y potencialmente totalitario de la extrema derecha religiosa. El uso político del lema señalado no es una exageración. En el Perú, la alianza entre esa posición religiosa y la ultraderecha política es evidente. A nivel ideológico, los intentos de resurrección del tradicionalismo político en la figura de sus mentores en la primera mitad del s. XIX, converge con este vínculo político. Los "neoteístas" criollos buscan proveer de una cosmología metafísica a la teología política conservadora. Son opciones ideológicas, por supuesto, pero deben ser discutidas (como en el caso de otras opciones intelectuales y políticas).

En la prensa, ya nos vamos acostumbrando a las columnas agresivas de Martín Santivañez y a su defensa de lo indefendible (con patéticas alusiones a "El Exorcista"), y a las notas de María C. Villegas, que recurre a argumentos emotivistas para hacer apología del fujimorismo. Tienen derecho a opinar lo que les plazca, pero será saludable poner en discusión sus puntos de vista.

Saludos,
Gonzalo.

Mirko dijo...

Estimado profesor

Bueno, no es solo ir a España, porque para repetir lo que dicen Zapatero, Carrillo, Preston, Almodovar, Bardem, la dizque Memoria Historica, y demás yerbas se puede uno ahorrar el pasaje y se compra su “Laberinto del Fauno” y otras peliprogres en Polvos Azules.
Nacional-catolicismo es una etiqueta pseudoacademica que se le quiere colgar al régimen de Franco (que nunca uso ese nombre), que con todos sus errores y excesos que pueda haber tenido ni de lejos se puede comparar a las tiranías nazi, soviética, china o cubana. Y esto lo dice el Premio Nobel Alexandr Solzhenitsyn, que conocía de primera mano el totalitarismo.
Por el hecho de que grupúsculos extremistas hagan mal uso de algún lema cristiano no vamos los católicos a renunciar a ellos, justamente hay que volver a darles su significado original. Lo contrario seria obviar injustamente a aquellos que dieron su vida por Cristo afrontando el martirio con este hermoso grito en los labios. Y es que por mas que diga ud. que en la guerra civil los dos bandos cometieron excesos, la persecución a la Iglesia solo se dio en la zona roja, donde el mero hecho de ser católico bastaba para merecer pena de muerte. Represion política hubo en ambos bandos, persecución religiosa solo en uno. (Trece obispos, seis mil y tantos sacerdotes y religiosos , doscientas y pico de monjas, y no estoy contando los laicos) Asesinatos acompañados la mayoría de veces de torturas que harian ruborizarse al Grupo Colina, aplicadas a religiosos y seminaristas de 15 o 16 años para que blasfemaran contra Dios o contra la pureza de la Santisima Virgen. Por eso es que se habla de Cruzada, que formalmente no lo fue (es decir, no fue proclamada oficialmente por la Iglesia, no hubo bula ni indulgencias) pero tuvo ese espíritu, porque muchos se lanzaron al combate exclusivamente para defender a la Fe y a la Iglesia en España de ser, literalmente, exterminadas.
En fin, no quiero desviar el tema del post, que es sobre la laicidad, asi que es mi ultima participación sobre este punto (salvo que el blogger quiera seguir argumentando, x mi encantado)

Mirko

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Mirko:

Dejemos ños estereotipos. No hablo de los activistas de izquierda, sino gente que vota al Partido Popular, pero que vivió la represión y el final de la guerra y que sabe qué significaba el "Viva Cristo Rey" (aunque,ciertamente, el lema tenga otros usos en otros contextos). Algunos amigos sacerdotes dan el mismo testimonio.

Sí se usó "Nacional catolicismo".

Y claro, en el breve tiempo de la República hubo una terrible hostilidad contra la Iglesia. Es cierto. Y hubo heroismo y nartirio de parte de muchos creyentes. También es cierto que el franquismo fue muy duro con sacerdotes más progresistas (los mal llamados "curas rojos").

Saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

¿Hay franquistas peruanos entonces?

Anónimo dijo...

¿Que es eso del nihilismo y porque tanto roche con eso?

Sapolio dijo...

Ya que están discutiendo el tema aquí una pequeña muestra de la delicada tolerancia laicista española, que apela a la liberta de expresión. ¡Impresionante el respeto por lo que es tan sagrado por muchos!

http://www.haztesocio.org/video-el-verdadero-rostro-de-los-laicistas

Gracias a gente como Gonzalo dentro de poco los cristianos seremos abiertamente perseguidos por defender la fe.

Anónimo dijo...

La delicadeza y el estilo estrictamente académico de Gonzalo quizá no le permitan decir con claridad lo siguiente: Probablemente no hay "franquistas" peruanos, pero hay algo peor: hay otras ramas del tronco del cual sale el "franquismo". Es decir, no hay copias de eso: hay nuevas encarnaciones de las mismas fuerzas. Es una muy larga historia, muy oscura además. Ojalá Gonzalo quiera ampliar esto un poco, o corregirlo.

En cuanto al nihilismo, endoso la pregunta y ahí sí ruego a Gonzalo nos explique en sus términos por qué al liberal - al que no se casa con lo férreo de una sola estructura monolítica "tradicional" sin variantes posibles, predeterminada y predefinida, en la cual no hay espacio para el pensamiento individual, para la crítica y para las mejoras - se le tilda de nihilista. Es decir, de algo parecido a destructor, bombardero, partidario de una "cultura de muerte", como dicen los de la ACI y otros en la misma línea. Esto es similar a cuando esos mismos señores (cuyas férreas tradiciones y grupos socioeconómicos son ramas del tronco del que hablo más arriba) tildan de "satánico" al culto a la Pachamama en los Andes, o al culto a Ajutap en la selva, que no son más que manifestaciones tradicionales del más profundo respeto a lo que nosotros llamamos Naturaleza, y afirmaciones colectivas de incondicional pertenencia a ella.

Gonzalo Gamio dijo...

"Sapolio":

Lo que dices es un disparate gigantesco. Defender el pluralismo y un Estado democrático a-confesional, pero protector de la libertad de culto no implica ser condescendiente con la violencia y el sacrilegio. O tienes graves problemas en comprensión lectora o te guía la mala fe (hasta se podría especular quién o quiénes se esconden bajo el seudónimo).

Se trata del viejo dilema del fundamentalista: si te declaras creyente tienes que ser un militante acrítico ultraconservador; si no es eres un conservador, eres un ateo encubierto (o un masón, o un "cristofóbico", o un "nihilista"). No pueden concebir que uno tenga creencias religiosas y defienda la separación Iglesias y Estado.

No hagan perder el tiempo. Usen el paréntesis.

Gonzalo Gamio dijo...

Anónimo:

Comparto en parte tu desconcierto, pero no me extraña que algunos personajes pintorescos piense que el liberalismo de los DDHH, el pluralismo y la limitación del poder político desemboque en el "nihilismo". Supongo que se refieren ellos a la "desvalorización de los grandes valores" o a su "desmontaje". Es que consideran en sus delirios que sólo las teocracias, los imperios o los Estados confesionales promueven "valores". Y que los Estados democráticos promueven su disolución. Adolecen pues, de graves problemas de "raíz". Ortega decía con razón que no existía ser humano que no actuase conforme a valores; que podíamos cuestionar la calidad de los mismos, o su coherencia, pero que ninguno podía declararse suscriptor de "nada" (nihil). Lo más cercano a la "ausencia de valores" es la "desmoralización", una experiencia episódica de falta de impulso vital y desazón extrema. Acusar al liberalismo democrático de "nihilista" supone no sólo desconocer los "valores democráticos" implícitos en sus ideas y prácticas, sino convertir los "valores tradicionales" en los únicos valores posibles. Una torpe acrobacia conceptual.


Saludos,
Gonzalo.

Sapolio dijo...

Qué fácil utilizar descalificativos para destruir un argumento y polarizar las posiciones de los demás. ¿Acaso soy ultraconsevador acrítico por poner en evidencia los excesos de los partidarios del Estado laico? Manifestaciones como las que se muestran en el video son cada vez más comunes en España, Europa y América Latina. ¿Quien defiende el derecho al respeto de las creencias de los cristianos? Recuerdo haber leído un artículo de Vargas Llosa donde defendía el derecho a la blasfemia y la irreverencia.

Gonzalo Gamio dijo...

"Sapolio":

Eso sí que tiene gracia. Tu has intentado caricaturizar mi posición como extremista y condescendiente con los excesos.

Mi posición es respetuosa respecto de los cultos. Eres tu quien piensa que tu videito es la alternativa a las políticas de un Estado confesional.

Sapolio dijo...

A ver Gonzalo: ¿No es cierto que en numerosas ocasiones has presentado el caso español como un modelo ejemplar de Estado laico? ¿Qué garantías tenemos los cristianos que realmente se respeten nuestras creencias? ¿Qué garantías que a mi hijo en un sistema de educación pública no le impongan una “educación para la ciudadanía” que tiene contenidos que van directamente en contra de mis convicciones? ¿Qué garantías tengo para poder decir con libertad que considero que una relación sexual entre personas del mismo sexo es pecaminosa y que no me metan en la cárcel o me multen por eso? Ojala el Estado laico fuera neutral. No lo es, por lo menos no en España. Y este videito es sólo un pequeño ejemplo de un fenómeno cada vez más fuerte de agresión. Criticas a supuestos defensores de Estados teocráticos, cuando hoy en día la posibilidad de que se instauren es casi nula, salvo en los países islámicos. Yo tampoco quiero un estado teocrático. Pero me parece curioso que lo que nunca defiendas es a los cristianos frente a las agresiones de los tolerantes laicistas.

Gonzalo Gamio dijo...

"Sapolio":

Nunca he defendido el caso español como ejemplar en esta materio. Y cualquier Estado democrático debería sancionar los atentados contra el debido respeto (inter) religioso, particularmente cuando configuran delito o alientan la violencia. Eso lo digo en mis textos, así no sé de dónde sacas algo diferente. Los agresores antirreligiosos minan el pluralismo y atentan contra la convivencia en democracia eso está claro.

¿Qué texto mío dice lo contrario?

Alfredo P. dijo...

Es evidente que para el autor de este blog, los crímenes del comunismo contra la iglesia y contra miles de religiosos durante la guerra civil española de 1936 a 1939 deben ser pasados por alto.
También es evidente que con el cuento ese de la "laicicidad" se opone a toda manifestación pública de la fe.
Creo que si hubieran levantado un monumento a Marx, a Lenín, a Stalin o a Mao, no habría generado tanta oposición entre la izquierda que la imagen de Cristo que está en el morro solar.

Gonzalo Gamio dijo...

Lo que dices son tonterías, Alfredo, que ya pasan de la anécdota. Nada de lo que dices se sostiene, revisa siquiera el post, donde he dicho exactamente lo contrario. Lee un poquito, y comenta con algún fundamento. que estás quedando mal.

Susana dijo...

Sapolio: sería mejor que a tus hijos se les mostraran los argumentos de todas las posturas de pensamiento, para que el escoja, críticamente informado, aquello en lo que desea creer. Tu en tu casa podrás darle lo que creas conveniente, pero la educación de los niños es algo que sobrepasa en largo lo que los padres dan en casa. Además, habrá alguna oferta educativa que empareje tu visión del mundo y allí pondrás a tu hijo, imagino. Querer que los hijos piensen como uno y negarles por ello una educación pluralista no es nada democratico ni saludable.

Sapolio dijo...

Susana,

¿Es decir, una serie de burócratas y el EStado deben tener mayor autoridad que yo en la educación de mis hijos?
Ese es el potencial peligro totalitario de un estado laico mal entendido como el que hay en España.

Anónimo dijo...

Y con el comentario de las 19.07 volvemos a lo de "no imponer es imponer". Yo llamo totalitarismo a cuando una sola forma de vivir es impuesta a todos; mientras tanto algunos quieren hacer pasar la libertad de elección como "una sola forma de vivir", y llaman totalitarismo al pluralismo, y reclaman la "libertad" de imponer una sola forma de vivir a todos. Esto en nombre de la libertad de culto.

Ciertamente parece no haber salida al problema: buenos guionistas les hacen los argumentos. Ya sabemos que con un buen abogado se puede probar que el negro es blanco.

La vida en el mundo material es una guerra constante de todos contra todos. Esto no lo inventó Hobbes: ya está escrito desde los Vedas.

El tema religioso no es la excepción, aunque podría serlo si el ser humano evolucionara realmente.

Dios nos ayude e ilumine a todos, porque no nos estamos escuchando y no parece haber voluntad de ponernos de acuerdo.

Claro, si a ponerse de acuerdo se le llama totalitarismo...

Dios nos ayude a todos. Dios nos libre de la guerra por religión, y de la persecución por religión. Ni de un lado ni del otro: Eso sí no quisiera yo que lo vieran o lo sufrieran mis hijos.

Eso no se parece a lo que proponía Jesús.

Anónimo dijo...

Señor Sapolio,

Estados teocráticos en estricto sentido quizá no; yo le temo a un estado donde gobernaran personas como el señor Cipriani y la señora Martha Chávez, y con el pretexto de combatir el terrorismo y poner orden (seguridad, oportunidades, etc) se implantara mano dura contra los "diferentes" que quieren un poco de libertad sin hacer daño a nadie pero a quienes se acusa de corromper el sistema y de interferir con la educación que usted reclama para sus hijos, la cual es totalmente respetable, pero desgraciadamente incluye elementos negativos para con los demás. Creo que todos los que aquí opinamos y la gran mayoría de liberales a quienes usted teme ni son homosexuales ni son comunistas ni son peligrosos, ni son agresivos como estos españoles del video que han mostrado, que en efecto están actuando irrespetuosamente (habría que ver qué les ha llevado a actuar así). De igual modo, creo que la gran mayoría de católicos no son unos reaccionarios inquisidores que quisieran pasar por cuchillo a todos los no-ortodoxos. Creo que la mayoría somos tolerantes y sería positivo empezar a distinguir entre la minoría totalitarista (a quienes deberíamos tener vigilados para no permitirles crecer, ni a los de un lado ni a los del otro) y la mayoría no-totalitarista (a la que pertenezco yo; y, espero, también usted).

De lo contrario, el peligro del totalitarismo está en los dos lados del espectro.

Mis mejores deseos para usted y su familia. A todos nos asusta el totalitarismo. En nuestras manos está evitarlo.

Susana dijo...

Señor Sapolio: Los derechos de los niños existen, más allá de lo que digan los padres. Hay familias que por razones religiosas niegan a sus hijos tratamiento medico. Hay quienes deciden sacarlos de la escuela y educarlos ellos en casa a su gusto y con sus sesgos, aun cuando se sabe que la experiencia social que brinda la escuela es irremplazable y que la peor de las escuelas es mejor que su ausencia. Efectivamente, los apdres tienen mucho que decir y hacer por la educación de sus hijos, pero no son los unicos agentes en este proceso. Que pena que no lo entienda.

Anónimo dijo...

El peligro del totalitarismo está en los dos extremos (énfasis en extremos) del espectro.

Julio H. Correa S. dijo...

Hola a todos:

El sistema democrático laico, aquel que contempla la separación Iglesia- Estado, y lo hace de manera equilibrada, no como parece decantarse actualmente el modelo español (monárquico-parlamentario, para más Inri), debería garantizar la búsqueda trascendente del sentido de la vida, que los ciudadanos deseen hacer en la tradición religiosa que les satisfaga.

Por supuesto también debe garantizar la posibilidad de la no búsqueda, como en el caso de los agnósticos y de los ateos prácticos. Pero parece ser otra la situación de los ateos y agnósticos teóricos, pues estos creen tener derecho a imponer desde la estructura del Estado, su particular ideología, creen que el Estado debe ser también ateo, no les basta que sea plural, y este es el quid del asunto.

Por tanto no se trata, en el caso de ellos, de asegurar el pluralismo de los espacios públicos, sino el ateísmo proselitista y beligerante de los mismos, criminalizando cualquier expresión de fe o de moral (plural). Ante esto hay que decir, que un verdadero Estado laico no es un estado proselitista ni beligerantemente ateo. Un Estado laico se fundamenta en el reconocimiento de autodeclararse incompetente, para definir y proporcionar el último Fin y Bien al que la vida de sus ciudadanos esté espiritualmente ordenado.

En el fondo, la posición atea pretende que su respuesta, trágicamente negativa ante la posibilidad de la trascendencia, es mejor que todas las variadas respuestas positivas. Y pretende ser una respuesta de valor absoluto, he aquí el problema, razón por la cual un Estado verdaderamente laico debe tratarla con la misma agnosia que a cualquier otra respuesta que pretende la absolutez.

Esta misma actitud cabe para lo que podemos llamar la moral pública, ningún colectivo puede arrogarse el derecho de manifestar pública e indiscriminadamente sus afectos, sin limitación alguna, y que esto sea una ley explícita, para que esto tenga legitimidad debería de extenderse a todos los colectivos implicados. Pero aun cuando fuera así, esto no podría hacerse ilimitadamente, porque hay otros bienes que la ley debe cautelar, tales como el respeto al pudor debido a todos los demás ciudadanos, especialmente a aquellos en formación. Otra vez este es un caso insostenible de proselitismo e imposición arbitraria del propio modo de vida, con el agravante que se usa un instrumento legal cuyo fin es el bien común.

Julio H. Correa S. dijo...

Decir: "mientras tanto algunos quieren hacer pasar la libertad de elección como "una sola forma de vivir", y llaman totalitarismo al pluralismo, y reclaman la "libertad" de imponer una sola forma de vivir a todos. Esto en nombre de la libertad de culto."

Es mezclar indebidamente las ideas, primero, porque el Estado ciertamente debe garantizar la libertad de elección, pero no de toda forma de vida, pues de lo contrario se hace incomprensible que ese mismo Estado sancione formas de vida recluyendo a sus practicantes en las cárceles, lo que prueba que esa libertad no es irrestricta, y su primera restricción es que tal forma de vida no sea peligrosa para la vida de los demás.

Segundo, el Estado estaría deslegitimándose si aceptara la intercambiabilidad axiológica de toda forma de vida humana posible, pues claramente existen algunas que poseen, por lo menos en términos legales, menor valor que otras. Razón por la cual, la propagandización, proselitismo e imposición -desde el Estado- de una forma de vida que atenta contra la existencia, supervivencia o permanencia de la de los miembros de la sociedad es absolutamente ilegítima, y contradictoria con los fines de la existencia del propio Estado.

Para ejemplificar, la adopción de una forma de vida humana cualquiera (social y legalmente permitida), siempre es realizada por sus adoptantes, en razón de su convencimiento que es la mejor posible, pero no solo para él, sino para cualquier otro ser humano. Es decir, siempre hay una justificación absoluta y totalizante de la propia forma de vida, aun de aquellos que pretenden hacerlo desde un justo punto medio, o desde el principio: que reconoce que puede estar equivocado.

Llegados aquí podemos hacer una hipótesis, cierto "políticamente incorrecta", pero no por ello menos necesaria, con toda la caridad que me merecen, en cuanto personas, los aludidos: Si la forma de vida homosexual se convirtiera -en un Estado cualquiera- en no solo mayoritaria, sino que tuviera tanto éxito que fuera la única, y que debido al bloqueo, solo migratorio, de todos los demás países heterosexuales, estuvieran impedidos de salir de sus fronteras, ¿Cómo podría esta forma de vida humana general prosperar un tiempo más allá de 100 años?. No estaríamos acaso frente a la extinción de los habitantes de este país. Desde un punto de vista estrictamente biológico, la homosexualidad generalizada es un callejón sin salida, involutivo y de tendencia suicida y tanática para la humanidad.

No estaría esta forma de vida justamente violando la mayor restricción de nuestra libertad de elección, al principio aludida.

Piénsenlo...

La homosexualidad solo obtiene sus potenciales practicantes del éxito y el predominio de la vida heterosexual.

Sapolio dijo...

Interesante tu posición Susana. Te propongo que pongas a tus hijos en colegios del Opus Dei para que tengan una visión distinta a la que reciben en casa.

Gonzalo Gamio dijo...

Otra vez la caricatura: o el Opus Dei o el "ateísmo relativista".

Sapolio dijo...

¿donde está la caricatura? así como Susana propone diversidad de visiones para el niño yo también se lo propongo desde otra perspectiva.

Susana dijo...

Señor Sapolio, no le estoy pidiendo que ponga a su hijo en un colegio de Sendero Luminoso, ni dirigido por Stalin. No me ponga como contraparte al Opus Dei por favor. Hablo de un colegio común y corriente que asume lo que desde la sociedad y el Estado se ha pensado necesario en términos curriculares. Le recomiendo leer un poquito de filosofía de la educación....

Sapolio dijo...

Susana. Yo te recomiendo un poquito más de tolerancia con las ideas distintas a las tuyas, en especial con los católicos. Puedes pensar como quieras, pero no puedes negar el derecho a los padres a aspirar a que nuestros hijos puedan tener una educación acorde (O por lo menos no abiertamente contraria) a nuestras convicciones. Es obvio que esto no se aplica si nuestras convicciones atentan contra el bien físico o moral de la persona y la sociedad. ¿Qué filosofía de la educación me recomiendas? Es obvio que hay muchas corrientes y que no compartimos la misma y que eso te enfurece. Así es la tolerancia de algunos laicistas.

Sapolio dijo...

Me olvidaba Susana... Me parece que en cuando me invitas a leer un poquito de "filosofía" de la educación en realidad quieres que lea "ideología" de la educación...

Sí me interesa la filosofía de a educación... no la ideología de la educación al estilo de la España de Zapatero o el constructivismo de la señorita Frisancho... (Aunque también la leo para conocer sus planteamientos)

Gonzalo Gamio dijo...

A mí me parece que cuando se habla de "los católicos", se pasa por alto una serie diversa de lecturas de la teología, la espiritualidad, y la educación. Los católicos eligen la educación para sus hijos con distinto criterio. No todos esos colegios promueven al mismo nivel la libertad de pensamiento o de acceso a fuentes, etc.

Que se eduque mostrando diferentes perspectivas a la luz de sus fuentes directas para promover el diálogo y el juicio propio me parece un criterio fundamental para formar personas.

La Dr. Frisancho no es constructivista. Es una destacada especialista en educación y desarrollo moral.

Saludos,
Gonzalo.

Susana dijo...

Y por si acaso, no estoy "enfurecida" como el señor Sapolio parace creer. No se de donde saca esa idea. Solo estoy intrigada por al amnera en que las personas construyen sus ideas... Me olvidaba: seria bueno que diera su nombre, los demás damos opiniones firmadas y no anonimas. ¿O le da verguenza pensar como piensa?

Gonzalo Gamio dijo...

Susana:

Es probable que conozcamos al Señor Sapolio...No me sorprendería que fuera así.

De cualquier modo, no debería tener problema es identificarse. este es un espacio libre para el diálogo.

Un abrazo,
Gonzalo.

Sapolio dijo...

Si opinara libremente perdería en un mes mi trabajo en la PUCP. Y Susana ya debe saber bien quien soy.

Susana dijo...

No, no tengo ni idea....

Karino dijo...

Serán los famosos coaligados?????????????

Cesar Zarzosa Gonzalez dijo...

Estimado Gonzalo:

El articulo de Martin Santivañez es ridiculo. Supone falsamente que los catolicos podemos suspender la critica sin mas, por motivos de "fe". Y ya desde el punto de vista religioso mismo, parte de una premisa falsa: y es que los cristianos lo somos mas porque veneramos la imagen-estatua de Cristo. Cuan equivocado anda. Cristo habita en lugares menos visibles a veces. Y eso no es una ofensa. Lo que es una ofensa es utilizar su nombre con fines populistas o para su discurso panfletario o intereses oscuros.

Lo peor Santivañez cree que habla en nombre de todo los catolicos.., como siempre argumento: algunos catolicos ya no solo creen tener el monopolio de la absoluta verdad revelada, sino que encima hablan por todos sus hermanos.Increíble.

un abrazo,

CZG

Gonzalo Gamio dijo...

Hola César:

Completamente de acuerdo contigo. Qué imagen tan chata de la encarnación manejan algunos periodistas que buscan pasar por confesionales.

Muchos saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Lo que dice el señor Correa zanja, en efecto, toda discusión de este tipo. Toda una nueva conversación podría empezar con su comentario, y vendría al caso, pero gracias al comentario mismo, la discusión ya es innecesaria.

Es la mayoría ortodoxa la que decidirá qué tan lejos o cerca está una conducta heterodoxa de ser ilegal. Si recordamos además que la ley puede ser (y de hecho es) cambiada en cualquier momento, a cada vuelta de gobierno, entonces sabiendo que 50% del país endosa ideas reaccionarias cuando llega la ocasión, yo personalmente diría que (como implica lo que dice el señor Correa) Dios perdona el pecado mas no el escándalo, y que es mejor, si un proyecto heterodoxo pero legal e inofensivo desea sobrevivir en un medio como el nuestro, que no se publicite ni aún explique en ningún espacio público, ya que esto no es legalmente obligatorio, a fin de que en la próxima vuelta de tuerca del péndulo político gubernamental no se vaya dicho proyecto (heterodoxo pero legal e inofensivo) a ver difundido, para su desgracia, y por lo tanto no vaya a ser percibido como peligroso, súbitamente ilegalizado, y finalmente castigado.

Por más leve que sea el castigo, es: desde el rechazo y el hielo social. Aún en la más pequeña situación social se observa cómo en una ciudad como Lima las opiniones son bastante homogéneas, aunque estén a veces algo polarizadas y aunque la mayoría no podría articularlas sino sólo las acata, muy probablemente con la finalidad (por menos consciente que esta sea) de evitar la muerte social.

Si en tantos años poco ha cambiado en el Perú y Lima sigue siendo la ciudad más colonial de Sudamérica, buenas razones han de haber para ello.