lunes, 18 de abril de 2011

IGLESIAS Y ESTADO: EN TORNO A LOS CIMIENTOS ÉTICOS DE LA SEPARACIÓN*





Gonzalo Gamio Gehri


La separación entre las instituciones religiosas y el Estado constituye uno de los logros más importantes de la cultura liberal, un principio que ha sido incorporado acertadamente en el ideario político de la democracia. La expresa formulación filosófico-política de esta tesis data del siglo XVII y responde a la trágica experiencia histórica de las guerras de religión en Europa. John Locke sostuvo con claridad que al Estado le correspondía proteger las libertades y derechos de los ciudadanos, pero en ningún caso velar por la corrección religiosa de las personas: si existe Dios, si es una persona o muchas, es un asunto que concierne a la fe del creyente y a su capacidad de reflexión, y que le interesa al individuo mismo o a las organizaciones en las que el individuo ha elegido participar. Nadie puede obligar a los seres humanos a salvar sus almas; se trata de un asunto de conciencia y de libertad personal.

Desde entonces se considera que el Estado debe garantizar la tolerancia religiosa y el derecho de cada cual a creer o no creer en una sociedad libre, abierta a todos los credos, y dispuesta a ofrecer espacios para el diálogo y el debate en torno a la fuente de sentido para la vida (tanto en una clave religiosa como secular). Se pretende erradicar así la persecución por motivos confesionales – tan común en las comunidades premodernas – en las que se suponía que un gobernante responsable debía asegurar la salvación de las almas de sus súbditos. Instituciones lamentables como la Inquisición o funestas medidas como la extirpación de idolatrías fueron desactivadas definitivamente. Con el tiempo, el Estado liberal se concibió a sí mismo “neutral” en materia confesional – o mejor, comprometido con el pluralismo ético y el respeto de la diversidad religiosa -, de modo que no se pronuncia a favor o en contra de creencia alguna, siempre y cuando ésta opere en el marco del respeto a la ley. En esta perspectiva, en una sociedad democrática y liberal no existe una “religión oficial”. Declarar una adhesión, simpatía particular o relación especial con algún credo implicaría ejercer una inaceptable discriminación entre los ciudadanos, que deben ser tratados sin excepciones como individuos libres e iguales.

La separación Iglesias / Estado pretende combatir la politización de la fe tanto como la sacralización de la política, así como sus perniciosos efectos sobre la esfera pública. Constituye una expresión de respeto a la exclusiva potestad de las personas de discernir, discutir y elegir sus creencias y planes de vida. En ocasiones, sectores religiosos conservadores han sugerido que medidas como éstas contribuyen a minar el ‘sentido de trascendencia’ entre las personas y a promover una suerte de “retirada espiritual”. Deslizan la idea de que esta clase de posiciones tiene a minimizar el lugar de la religión en la vida de la gente. Todo lo contrario. La separación liberal reconoce el gran valor que tiene la religión para muchas personas; por lo mismo, plantea que los ciudadanos deben contar con un espacio de libertad para examinar ese valor, deliberar sobre lo que le asignaría sentido a la vida, y cultivar (si así lo deciden) genuinas prácticas de fe. La coacción estatal sólo dañaría gravemente esa reflexión e impondría arbitrariamente un catálogo único de creencias.

Sostener que el espacio de la fe está fuera del ámbito de influencia del Estado no implica “privatizar la fe”. Resulta fundamental que las personas encuentren lugares en los que se pueda debatir rigurosa y honestamente los puntos de divergencia y encuentro de los diferentes credos, en un clima de tolerancia y apertura dialógica a las razones del otro. Estos escenarios sociales están disponibles en las propias comunidades religiosas y en las instituciones de la sociedad civil. La Universidad, por ejemplo, constituye un espacio relevante para la meditación académica sobre el valor del diálogo interreligioso, la prevención del fanatismo y el rol de las múltiples confesiones en la cimentación de una “ética mundial”, para utilizar la feliz expresión de Hans Küng. Sostener que estos lugares son extra-estatales no equivale a propugnar una suerte de atomización de la fe.

En el Perú, el camino hacia la afirmación de una cultura de separación entre Iglesias y Estado es todavía largo. Por ejemplo, la existencia de un Concordato con la Santa Sede que establece que en los colegios públicos se imparta un curso de catequesis católica es incompatible con lo que venimos señalando. En un Estado realmente laico, tal curso no existe en la escuela pública, porque la formación religiosa es responsabilidad de las familias y las parroquias. O, si existe, se trata de un curso de historia de las religiones (un curso sobre el ‘hecho’ religioso), no una asignatura de carácter apologético. Consolidar la separación en nuestro país – por el bien de la política y por el bien de las religiones – es una tarea democrática que debería tomarse en serio.


* Una versión corregida de este breve texto será publicada en la revista Intercambio.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Profesor Gamio:

Interesante post. La separación iglesia/estado en nuestra sociedad se ha dado de manera nominal, no real y efectivamente. ¿Pero no cree usted que se le quitaría la dimensión trascendental y totalizante que tienen las religiones de la tradición judeo-cristiana? Además las personas con alguna confesión, siempre van a ver su religión como la única y universal, especialmente la cristiano-católica.

Cuando se deja a una decisión personal, claro con previa deliberación, no se estaría "racionalizando", (no en sentido Freudiano) la religión? Cuando muchas veces la religión "ahoga" la razón. Mi pregunta es ¿Cuan racional podría ser la religión?

Para agregar a esto ultimo, las personas en reitaradas ocasiones no hacen una elección deliberada, racional y libre por una confesión en particular, sino por:

1)Tradición familiar
2)Educación
3)Motivos existenciales: Angustias, dudas, miedo a la muerte o para darle un rumbo a sus vidas.
4)Etc.

Creo que no considerar estos motivos en su integridad, podría llevarnos a convertir la religión en una ética.

Por otro lado si se deja el cuidado de la fe a las parroquias y las comunidades religiosas, no se podría propiciar una especia de "batalla" por los "corazones" de las personas, donde podría ganar la confesión que reuna más recursos economicos?

Atte
Uriel

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Uriel:

1.-En absoluto. No es el Estado el encargado de velar por la dimensión trascendental de la religión, sino los propios creyentes y sus comunidades.

Agrego que hay visiones de lo trascendente que no son religiosas o sobrenaturalistas.

2.- Cada cual puede ver su credo como universal, pero nada de ello concierne al Estado, que debe garantizar la libertad religiosa.

3.- No se está racionalizando la religión. El contenido de racionalidad es variable según el credo y el carisma.

4.- Por supuesto que la religión - y casi toda opción vital - tiene un trasfondo tradicional / existencial. El asunto es que ese trasfondo pueda ser objeto de examen cítico.

5.- La religión suele tener contenidos éticos, pero no puede confundirse con una ética. Y no constituye la fuente medular de la ética.

6.- Es un peligro, pero difícilmente el poder o el dinero pueden simular autenticidad o ejemplo. Los fariseos se detectan fácilmente. Su nombre es legión, porque son muchos.

Saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Profesor Gamio:

Podría explicar un poquito más el punto 3?


Atte
Uriel

Rodolfo Plata dijo...

DEJEMOS ATRÁS EL OSCURANTISMO MEDIEVAL CUANDO LA FILOSOFÍA ESTABA SOMETIDA A LA TEOLOGÍA, LA RAZÓN A LA FE, LA CIENCIA A LA REVELACIÓN, Y EL ESTADO A LA IGLESIA:

LOS VALORES SUPREMOS DE LA TRASCENDENCIA HUMANA Y LA SOCIEDAD PERFECTA, DEBEN ORIENTAR LOS OBJETIVOS DEL CURRÍCULO ESCOLAR LAICO A FIN DE ALCANZAR LA SUPRA HUMANIDAD__ La relación entre la fe y la razón, la religión, la ciencia y la educación, se enmarca en el fenómeno espiritual de la trasformación humana abordado por la doctrina y la teoría de la trascendencia humana: conceptualizada por la sabiduría védica, instruida por Buda e ilustrada por Cristo; la cual concuerda con los planteamientos de la filosofía clásica y moderna, y las conclusiones comparables de la ciencia (psicología, psicoterapia, logoterápia, desarrollo humano, etc.)__La paideia griega tenía como propósito educar a la juventud en la virtud (desarrollo de la espiritualidad), la sabiduría (cuidado de la verdad, estudiando la física, la lógica y la axiología), el físico culturismo (cuidado del cuerpo y la salud), mediante la práctica continua de ejercicios físicos y espirituales (cultivo de sí), a efecto de prevenir y curar las enfermedades del cuerpo y el alma; la oratoria y la retórica para intervenir en la administración y gobierno de las polis, a efecto de alcanzar la sociedad perfecta. El educador, utilizando el discurso filosófico y la discusión de casos y ejemplos prácticos, más que informar trataba de inducir transformaciones buenas y convenientes para si mismo y la sociedad, motivando a los jóvenes a practicar las virtudes opuestas a los defectos encontrados en el fondo del alma, a efecto de adquirir el perfil de humanidad perfecta (cero defectos) __La vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo coincide cien por ciento con el currículo y objetivo de la filosofía griega. Y por su autentico valor pedagógico, el apóstol Felipe introdujo en los ejercicios espirituales la paideia de Cristo (posteriormente enriquecida por San Basilio, San Gregorio, San Agustín y San Clemente de Alejandría, con el pensamiento de los filósofos greco romanos: Aristóteles, Cicerón, Diógenes, Isócrates, Platón, Séneca, Sócrates, Marco Aurelio,,,), a fin de alcanzar la trascendencia humana (patente en Cristo) y la sociedad perfecta (Reino de Dios). Meta que no se ha logrado debido a que la mitología del Antiguo Testamento, al apartar la fe de la razón, castra mentalmente a sus seguidores extraviándolos hacia la ecumene abrahámica que conduce al precipicio de la perdición eterna (muerte espiritual)__ Es tiempo de rectificar retomando la paideia griega de Cristo, separando de nuestra fe el Antiguo Testamento y su teología fantástica que han impedido a los pueblos cristianos alcanzar la supra humanidad. Pierre Hadot: Ejercicios Espirituales y Filosofía Antigua. Editorial Siruela. http://www.scribd.com/doc/33094675/BREVE-JUICIO-SUMARIO-AL-JUDEO-CRISTIANISMO-EN-DEFENSA-DEL-ESTADO-LA-IGLESIA-Y-LA-SOCIEDAD