jueves, 4 de febrero de 2010

PARRESÍA: UNA EXTRAÑA VIRTUD



ALGUNAS BREVES REFLEXIONES



Gonzalo Gamio Gehri


En más de una ocasión he hecho mención en este blog de la parresía, como una ‘virtud’ destacada por la tradición bíblica, pero enormemente debilitada en el imaginario religioso común actual. Lo que siguen son algunas reflexiones – todavía sueltas, escasamente articuladas, opiniones al fin y al cabo – sobre este concepto y sus alcances en una perspectiva judeocristiana (1). La parresía es disposición espiritual para hablar libremente y con verdad incluso en situaciones adversas. Jesús ante Pilato, Juan el Bautista ante Herodes, Tomás Moro frente a quienes lo condenaron a muerte. Sócrates ante el tribunal, si se prefiere un ejemplo griego y no exclusivamente religioso. Su cuidado requiere un espíritu libre, veracidad, y coraje. Y también sabiduría. En determinados contextos, se le traduce como “hablar valerosamente”, o “hablar abiertamente”.

Actualmente oímos hablar poco de la parresía. Incluso la imagen de Cristo enfrentándose a los fariseos es evocada de modo infrecuente. Jesús interpeló a las autoridades religiosas de su tiempo, incluso las llamó con dureza “sepulcros blanqueados”, a causa de su inconsistencia e hipocresía, su disposición a cargar con pesados fardos a la gente, pero no compartir esa carga con ellos. Más tarde, el nazareno fue condenado como un hereje, y recibió muerte de cruz fuera de su propia comunidad. Hoy, incluso las observaciones críticas al discurso público de las autoridades civiles y eclesiales en un plano estrictamente argumentativo – por ejemplo, en torno a temas tan importantes como los derechos humanos, la libertad de expresión, la autonomía universitaria o el pluralismo religioso – son vistas con ojos de sospecha. Incluso la discrepancia razonada frente a la autoridad es vista (erróneamente, por supuesto) como un gesto trasgresor ¿Qué fue, pues, de la parresía?

Es cierto que la nuestra es una sociedad tradicional, hasta hace un tiempo capital de virreinato. Una sociedad sólo en vías de secularización. Es verdad también que la nuestra es una Iglesia que ha echado raíces y se convirtió, a lo largo de siglos, en la comunidad religiosa dominante, por mucho tiempo, en la depositaria de una “religión oficial”. La parresía, en contraste, suele florecer en tiempos de incertidumbre y persecución, no en tiempos de prosperidad y armonía con el poder constituido. Ella se cultiva cuando se ejercita la crítica religiosa de la religión (Welte) y la crítica del poder. Y aun en tiempos de tribulación, no han faltado quienes prefieren hablar con claridad sólo en la penumbra de las catacumbas. A veces esta vocación por hablar a media voz ha sido señalada erróneamente como la actitud adecuada ante lo que dice el Evangelio en Mateo 10:16: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.”. Curiosa interpretación, porque luego el Evangelista se refiere las persecuciones por venir, y de cómo entonces los creyentes hablarán en condiciones de inspiración espiritual, a contracorriente del mundo del poder, el dinero y la fuerza. La adaptación estratégica a las circunstancias para evitar el desencuentro no parece ser compatible con el espíritu profético, que llama las cosas por su nombre.

Encuentro singularmente edificante la vindicación bíblica de la parresía, descrita como uno de los rasgos básicos de la actitud de Jesús ante el mundo. Esta virtud - extraña, pero poderosa -apunta al discernimiento de lo importante, lo irrenunciable, lo no negociable desde el punto de vista de la aspiración del Reino y su justicia (que también se construye aquí, en medio de nosotros). El reconocimiento de aquello en lo que no podemos claudicar, bajo cualquier costo, en particular los modos concretos de amar al prójimo. Proteger la integridad del indefenso, por ejemplo. O desmontar imágenes falsas de autosuficiencia (incluyendo las imágenes filosóficas y teológicas que hacen del otro, de la naturaleza o de la sociedad un objeto más del mundo). Como diría Buber, la parresía se cuenta entre las excelencias que nos permiten distinguir entre el ámbito de la religión y sus propósitos ‘esenciales’ – el encuentro con el Tú -, y cualquier interés cosificante, incluido el anhelo de poder.


(1) Debo al notable maestro Augusto Hortal una serie de ideas muy importantes sobre la parresía, de las que he aprendido mucho.

6 comentarios:

Josephine dijo...

En el sentido que tú dices creo que el cardenal Cipriani vive la virtud de la parresía. Se ha enfrentado a toda la intelectualidad caviar a pesar de las continuas campañas de difamación de la PUCP, La República y blogs tan tendenciosos e ideologizados como el tuyo.
Hay mucho de fariseismo en los caviares.

Gonzalo Gamio dijo...

osephine:

A ver, este no es un espacio apologético, sino un foro de debate racional. Si dices que existen campañas difamatorias, entonces señala cuáles son, y cómo se fundamenta lo que dices. Y en qué consistiría la vivencia parrética mencionada.

Otras perspectivas sobre el tema:

http://gonzalogamio.blogspot.com/2008/01/teora-de-la-conspiracin-y-vindicacin.html

Tu aparato conceptual hace agua ¿Qué diablos es un "caviar"? Ahora quien discrepa está "ideologizado".

Finalmente, tu apología es un off topic. Aquí estamos desarrollando un concepto, no haciendo semblanzas de personas.

Saludos,
Gonzalo.

ACL dijo...

Gonzalo,

No entiendo por qué publicas comentarios como los de Josephine. Tal vez es un exceso de tolerancia.

Regresando al tema planteado por ti, hay una cita interesante del cardenal Ratzinger en la cual se muestra como la parresía se ejercita frente al poder. ¿Qué piensas de la siguiente reflexión?:

"El imperio cristiano intentó muy pronto hacer de la Fe un factor político de su unidad. El reino de Cristo debería asumir la configuración de un reino político y de su gloria. La debilidad de la Fe, la fragilidad terrena de Jesucristo debía sostenerse con un poder político y militar. En todos los siglos esta tentación de asegurar la Fe con el poder ha vuelto a presentarse de múltiples formas, y siempre la Fe ha corrido el riesgo de quedar ahogada precisamente por los abrazos del poder. La lucha por la libertad de la Iglesia, la lucha para lograr que el reino de Jesús no se identificara con ninguna forma política, debe librarse hasta el fin de los siglos. En efecto, el precio por la unión de Fe y poder político se paga siempre al final con el hecho de que la Fe queda al servicio del poder y debe someterse a sus criterios"

Gonzalo Gamio dijo...

Hola ACL:

Excelente cita. Coincido.

Saludos,
Gonzalo.

P.D.: Publico lo de "Josephine" para mostrar el nivel de intolerancia y la nula disposición para justificar la propia posición. Se llenan la boca con esas ridiculeces sobre el "complot izquierdistas", pero escriben anónimos como ese.

Anónimo dijo...

Josephine es un nombre napoleónico ....¿el coment no viene de los blogs Pompadour?

Gonzalo Gamio dijo...

El tema es la centralidad del concepto de parresía, y si puede considerarse una virtud en sentido "clásico", por así decirlo.

Saludos,
Gonzalo.