jueves, 28 de enero de 2010

SOBRE LA 'OBJETIVIDAD' Y LA CIENCIA SOCIAL




REFLEXIONES SOBRE UN ARTÍCULO DE NELSON MANRIQUE





Gonzalo Gamio Gehri



Hace Unos días, Nelson Manrique publicó un agudo artículo en La República, titulado La objetividad. Encontré su reflexión oportuna y notable, por dos razones. 1) Porque me parece que – en nuestro medio, particularmente en las generaciones jóvenes – la discusión específicamente epistemológica en las ciencias sociales no es del todo frecuente, a pesar de su innegable importancia. Como diría el politólogo Carlos Pérez, impera el "fetichismo del dato"(y del cálculo). Lo único con lo que se topa uno de cuando en cuando - sobre todo en la blogósfera, pero no exclusivamente allí - es algún comentario raudo y al margen - en realidad, la "puya" ocasional -, que asume por lo general la forma de la suposición, como aquel que asume que la investigación cuantitativa es realmente rigurosa, y que el “ensayo” es un tipo de reflexión simplona y gaseosa (no se plantea - ni se concibe - alguna forma de pluralismo metodológico). O cuando se desliza la idea de que el esquema conceptual proveniente de Lacan o de Foucault es intrínsecamente nocivo para la investigación social, o constituye una herramienta extravagante y artificial cuando se trata de explorar fenómenos nacionales (en contraste, Marx, Althusser y Weber son académicos que parecen tener un DNI peruano adquirido décadas atrás, de modo que su 'pertinencia' no está en discusión). Por lo general, los jóvenes “críticos” antilacanianos y antigenealogistas manifiestan tener un conocimiento discreto de estos autores, así que revelan un evidente dogmatismo, y su ironía resulta vana y demagógica (advierto que no soy partidario de estos pensadores contemporáneos, así que no estoy haciendo agitación y propaganda en su favor).

Esta es un área de investigación teórica y discusión, sumamente rica, y gracias a autores de la talla de Guillermo Rochabrún, Gonzalo Portocarrero, Catalina Romero, Guillermo Nugent y el propio Manrique es que contamos con posiciones interesantes en la discusión epistemológica en el ámbito interno de las ciencias sociales (en torno, p.e., a los límites del modelo positivista, el estructuralista y el marxista); más allá del trabajo de estos notables profesores, el tema como tal permanece casi inexplorado. Pero existe una segunda razón por la cual considero que el artículo es muy sugerente. 2) porque entiendo que estas consideraciones teóricas nacen del debate en torno al último libro de Manrique sobre el APRA, de modo que no se trata de una polémica artificial; ella ha brotado del análisis de una investigación puntual. Algunos interlocutores de Manrique lo han acusado de “falta de objetividad” y han puesto de manifiesto sus compromisos ideológicos para intentar debilitar sus tesis. En la nota que citamos, el historiador describe la objetividad (o el ideal de la objetividad) de la siguiente manera:


“Esta consiste en declararse “neutral” frente a aquello que se estudia; así –según este razonamiento– los juicios que uno suscribe no serán distorsionados por sus simpatías o antipatías, por sus amores y odios.”


Manrique afirma que muchos de sus colegas consideran que es preciso hacer abstracción del propio punto de vista sociopolítico - y asumir una suerte de equívoco "término medio" - a la hora de emprender un proyecto de investigación. Esa actitud constituye un 'primer problema' para el científico social, pues echa a perder una serie de posibilidades de pensamiento y crítica que serían de utilidad para el trabajo académico. Luego pasa al tema de la "neutralidad científica". Quisiera decir sólo un par de cosas muy sencillas sobre este interesante tema de discusión. Uno podría hacer notar que la aspiración a la objetividad no pretende solamente (como señala Manrique en un inicio) poner fuera de la ecuación las afinidades o antipatías del investigador, sino también todo elemento que revele la inscripción del sujeto en el mundo de la percepción finita y del tejido histórico-lingüístico del pensamiento y el juicio humanos. No obstante, el propio autor pone de relieve estas condiciones de la reflexión cuando cuestiona infra el ‘objetivismo’.


El segundo problema, con mucho el más importante, es que la “neutralidad” en la investigación social es una ilusión. Como escribí en un artículo anterior, los seres humanos–incluidos por supuesto los investigadores sociales– somos producto de, y estamos contenidos en, la sociedad que pretendemos comprender. No somos pues un sujeto cognoscente situado fuera e independientemente del objeto que estudiamos sino somos su hechura. El idioma que hablamos, la identidad social que nos define (nacional, étnica, religiosa, de clase, etc.), las categorías con las que intentamos conocer el mundo, las ideologías, imaginarios, representaciones que adscribimos, etc., son hechos sociales que existen desde antes de nuestro nacimiento. Por otra parte, nacer en un hogar acomodado o en uno pobre, en la ciudad o el campo, dónde se estudia, tener por lengua materna el castellano, el quechua o el asháninka, etc., va a influir en la forma cómo vemos el mundo. A ello añadiremos nuestras propias experiencias y opciones.


Nuestra inscripción en el mundo de vida (Lebenswelt) configura nuestras categorías y formas de aproximarnos a nuestros objetos de investigación. La red de nuestros pre-juicios permite la elaboración de los juicios. Esta es una tesis que aproxima las reflexiones de Manrique con la tradición fenomenológica-hermenéutica en filosofía (tradición intelectual a la que soy afín). No podemos ‘erradicar’ nuestros pre-juicios – ello vulneraría la posibilidad misma de la comprensión humana -, si acaso “ponerlos sobre la mesa” hacerlos explícitos; purificarlos, por así decirlo, a través del examen crítico.


¿Es imposible entonces la objetividad? En las CCSS podemos hablar más bien de grados de objetividad, que pueden ser mayores en la medida en que seamos capaces de poner bajo control nuestros sesgos conscientes e inconscientes. La paradoja es que suele ser más objetivo quien es capaz de poner sus sesgos sobre la mesa en comparación con aquel que ingenuamente cree que no los tiene y que, al no reconocerlos, no puede controlarlos”.


Dejemos a un lado – de momento – la cuestión de si la palabra “objetividad” sigue siendo pertinente o no en este contexto teórico, y si todavía resulta motivador imaginarnos observando el mundo desde sus almenas. El asunto fundamental es que la desvinculación absoluta del mundo vital constituye una ficción epistemológica. Los investigadores que suscriben con devoción la doctrina de la rational choice, por ejemplo, también ponen en juego una serie de pre-juicios sobre lo que constituye la “racionalidad científica”: asumen como “evidente” un universo neutral en el que todos los individuos sin excepción son sopesadores de potenciales costos y beneficios y persiguen la maximización eficaz de su satisfacción. Presuponen una ética basada en el cálculo, así como la cuestionable tesis de que nuestros móviles de elección y de acción son homogéneos y conmensurables. Consideran que la 'virtud suprema' es la eficacia. Es ya un lugar común en la crítica de este enfoque reduccionista (p.e., en Amartya Sen, Bernard Williams y Martha Nussbaum) señalar que esas presuposiciones no han sido explicitadas y examinadas en el nivel de los fundamentos. Lo que no es susceptible de cálculo, lo dejan de lado, aunque se trate de elementos relevantes para el discernimiento político. He allí su principal error, la fuente de su ingenuidad y su talante simplificador.

En fin. Este post busca propiciar el diálogo antes que concluirlo. Queda mucho pan por rebanar sobre el que dedicaré futuras entradas (particularmente en torno la idea de 'neutralidad valorativa' en la ciencia política). El texto de Manrique socava positivamente, en todo caso, la vana ilusión de que el investigador de lo social puede elevarse sobre su trasfondo de conceptos, categorías, preocupaciones e intereses para situarse en una especie de Aleph teórico que lo convierta en un espectador privilegiado y neutral que registra ‘hechos desnudos’ y predice conductas. El sueño de hacer de la ciencia social una "ciencia natural". Los esfuerzos por desmontar esa imagen defectuosa de la investigación constituyen ya un avance en esta clase de camino de reflexión. La filosofía lleva ya casi dos siglos desmontando esa noción estrecha de objetividad, aunque ésta reaparece bajo diversas formas, tanto en corrientes puntuales - próximas al positivismo - en el seno de algunas ciencias como en ciertas figuras de la conciencia cotidiana. Artículos como el que comentamos constituyen un aporte valioso en esta fecunda tarea.





Imagen tomada de aquí.


15 comentarios:

Carlos Eduardo Pérez Crespo dijo...

Hola Gonzalo,

Gracias por pasarme el link. Veo que has adherido el argumento straussiano (véase Cap. 1 de ¿"Qué es Filosofía Política?”) de que la ciencia política, y las ciencias sociales en general, se caracterizan por la búsqueda de la "neutralidad", cuestión que desde mi punto de vista no es tan cierto.

Me parece que las CCSS buscan cierto grado de objetividad (que no es lo mismo que buscar neutralidad) al tratar de contrastar las hipótesis con los estudios empíricos; pero eso de ninguna manera excluye la posibilidad de "juicio" sobre los hechos mismos que se estudian: por ejemplo, los estudios sobre la calidad de la democracia, los mecanismos de democracia participativa, etc.

Por eso creo que no es exacta la crítica sobre la supuesta "neutralidad" de las CCSS; más bien me parece que la idea de neutralidad viene de la ética moderna (véase el "velo de la ignorancia"). Los científicos sociales no tenemos velos, ni tampoco buscamos ignorar las diferencias; por el contrario, buscamos el conocimiento práctico y aplicativo en un mundo que sabemos es complejo, plural y cambiante.

Por último, creo que lo que combate las CCSS es el "sentido común". Pero por supuesto, para un politólogo o un sociólogo es absurdo que alguien hable del "fin de la democracia, el liberalismo y el capitalismo" o "el chavismo democrático hermeneútico" sin ni si quiera tomarse la molestia de realizar un sólo estudio empírico al respecto.

No obstante, comparto tu preocupación de la inmensa importancia de discutir sobre la epistemología de las CCSS.


cordiales saludos.

Pd: considero que el estudio de Manrique es objetivo (en el sentido del rigor científico social, ya que así se entiende el término en la disciplina). Pero evidentemente no es "neutral", porque no somos seres a-morales. Como repito, la idea de "objetividad" en las CCSS no es lo mismo que la idea "neutralidad" en la ética.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Carlos:

Gracias por tu comentario. El ideal de neutralidad valorativa - y la construcción del punto de vista desde ningún sitio (Nagel) - es un componente del propósito de objetividad desde la filosofía y la ciencia modernas, desde Galileo. Llega a las CCSS a través de Comte. De hecho, la ética moderna recibe este ideal al pretender asumir los criterios de objetividad y universalidad de la ciencia moderna. Esa es la historia.

La teoría de la 'rational choice', p.e., reproduce esos mismos esquemas (no es el único caso).

Mi hipótesis no viene de Strauss - evidentemente - sino de la fenomenología y la hermenéutica.

Saludos,
Gonzalo.

P.D.: Me parece acertado y gracioso tu acertado chiste sobre esos "reaccionarios" que son postmodernos, autoritarios y a la vez hermeneutas, militaristas, pero a la vez (dizque) seguidores del cristianismo. Un arroz con mango. Ni ellos mismos se entienden.

Ernesto Dagnino Varas dijo...

Hola Gonzalo,

chévere tu post. quería preguntarte, como entiendes la diferencia entre CCSS y filosofía, quizá pueda dar para un post entero.

Saludos.

Ernesto

Anónimo dijo...

Hola Gonzalo,

De acuerdo,algunos científicos sociales
todavía creen en el paradigma cattoniano
de "Mirar sin verte".Algo que muchos
científicos y filósofos abandonaron y
consideran que no existe obsevación
sin presupuestos.

Saludos,

Marcelo

Gonzalo Gamio dijo...

Exactamente, Marcelo. ESE es el punto.

Saludos,
Gonzalo.

Geviert-Kreis dijo...

Saludos,

de acuerdo con la crítica al objetivismo positivista y, en particular, a la insuficiencia del principio de objetivad en las ciencias sociales. Un debate epistemológico bastante consolidado por lo demás, e iniciado ya, como sabemos, por los mismo físicos en los años 30 (Heizenberg, Schrödinger, etc.). El "fetichismo del dato", como bien afirma Carlos, no muere nunca sin duda: personalmente me he sorprendido por los comentarios que he leído en ese debate ("no sabes matemáticas"). Pero bueno, a cada uno su fetiche estocástico o "comprendente". La moda de la "rational choice" que mencionas Gonzalo, se podría añadir también a esa subcultura "Bondage" del número tan difundida en la epistemología de la SSCC americana: otro fetiche "middle range", digamos, que no sorprende sinceramente.

Sin embargo, y esto es lo que me lleva a participar en este interesante tema, no debemos caer ingenuamente en el error especular: La insuficiencia del principio de objetividad en las ciencias sociales no conduce necesariamente a una aceptación o legitimación por defecto de la epistemología de corte fenomenológico y derivados. Porque podría cometerse el error especular del subjetivismo "débil" (pacem Vattimo), considerando como un a priori válido todo lo que las ciencias sociales "comprendentes" nos dicen o no astutamente (o callan), debido a la "necesaria falta de objetividad". No niego que la tradición histórico-social weberiana o de Frankfurt; la corriente fenomenológica iniciada con A. Schütz, P.Berger, Luckmann, etc. o la psicológico-interaccionista (Mead y epígonos), hayan "urbanizado" con cierto éxito y uso (demasiado) común, conceptos como historia, cultura, Sinnhorizont (horizonte de sentido), Lebenswelt, etc. y demás en las CCSS. Esto me parece una buena cosa. Subrayo, sin embargo, que el puntual rechazo del objetivismo de matriz positivista naturalista en el debate de las ciencias sociales (alemanas) con los físicos de entonces, fue un rechazo al paradigma gnoseológico subjeto-objeto in toto, es decir, incluida toda la contraparte especular derivada de las corrientes arriba mencionadas. Se trata, pues, de un rechazo in toto, "completo", del paradigma gnoseológico sujeto-objeto.


Se olvida que el segundo Husserl rápidamente se "desilucionó" (El Husserl de la Krisis) del alcance de su Lebenswelt y demás, debido a lo que él llamaba la Sedimentierung (sedimentación) de la racionalidad. Que haya sido esta desilución lo que lo llevó a abrazar ese subjetivismo autístico del yo de corte trascendental, puntualmente rechazado por Heidegger, no sabría decirlo. Lo que si podría decir es que toda esa mística mesiánica de la S. Weil, el interaccionismo o, peor (me perdone la sinceridad), la "empatía" de E. Stein, derivan de esa desilución de Husserl. Por el lado de Weber, se olvida también un lado poco conocido en el extranjero: un Weber que continúa silenciosamente el vitalismo filosófico de Dilthey y la mística romántica del círculo de los "cósmicos" de Stefan George y Klages que Weber frecuentaba apasionadamente("el concepto de carisma" deriva del poeta S.George). Un "Weber" desconocido que será heredado por su mejor alumno, Carl Schmitt y la escuela sociológica de Leipzig (A.Gehlen, H.Schelsky, H.Freyer, etc.).

Por el lado cuantitativo, los "fetichistas del Dato" olvidan que ya existen métodos mixtos cuantitativos-cualitativos como el QCA, fs/QCA, MVQCA (macro-cualitativos o configuracionales los llaman, cfr. Ragin).

Se trata, pues, de un rechazo in toto, pero constructivo: Existe ya un nuevo paradigma epistemológico que ha sustituido eficazmente la falacia de la objetividad(-subjetividad) en las CCSS: la epistemología sistémica general, y su aplicación a las SSCC con Niklas Luhmann (asistente de H.Schelsky, ojo con este sutil detalle).

Un tema, el epistemológico, sin duda muy interesante y poco debatido lamentablemente.

saludos,
Giovanni

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Giovanni:

Efectivamente, cuestionar la idea positivista de objetividad no implica un repliegue hacia posiciones "subjetivistas". Completamente de acuerdo. Tus sospechas sobre Vattimo como epistemólogo son fundadas. Yo tampoco lo sigo en este tema (a mí sólo me interesa su filosofía de la religión, ni su epistemología ni su ética me convencen).

Mi única discrepancia es con respecto a Husserl. Trabajé un buen tiempo la "Krisis" y las "Meditaciones cartesianas", y lo que podría decir es que allí encontramos una teoría fecunda de la intersubjetividad y la inter-intencionalidad que van más allá del "subjetivismo" (y que no podrían confundirse con el "interaccionismo" que sé que no te convence) uno puede encontrar elementos de ese enfoque en el Anexo III y en los ensayos sobre "Renovación" que Husserl escribió para la revista japonesa "Kaizo". La crítica de los heideggerianos se concentra en el Husserl primero, de la "egología".

Saludos,
Gonzalo.

Geviert-Kreis dijo...

Saludos,

interesante el dato sobre ese artículo de Husserl para la revista japonesa, gracias por la nota. Sobre la intersubjetividad y ese peculiar "más allá" del subjetivismo que menciona, ya debatimos en su momento (le anticipo mis dudas). Sobre Vattimo es cierto: una completa decepción el "segundo" Vattimo. Yo lo he seguido varios años en Italia (por pura pasión sinceramente, sabe que no es mi campo) y he aprendido a conocer a Gadamer y Heidegger gracias a sus buenos ensayos y libros, pero el último Vattimo, el de "addio alla veritá" (adiós a la verdad) es una payasada. Lo afirmo literalmente, no es una ironía. Vattimo escribe en su último libro: "el rol de nuevo intelectual... debe ser definido todavía. Un rol que no sea científico, ni técnico, más bien similar al sacerdote o al artista. Obviamente un sacerdote sin jerarquía, claro, un artista callejero" (p.36). Un artista callejero entonces, un payaso (como si no hubieran ya suficientes) que sepa ser un poco nihilista ocasionalista por acá, medio sacerdote-reaccionario por allá, marxista "blando" en la justa media democrática, apocalíptico anti-liberal tres cuartos y de corona, sahumador postmoderno. En fin: de todo un poco y mucho de nada. Comienzo a dudar si este ímpetu senescente del último Vattimo tenga que ver con el proyecto de la entwächsen (debilitar) de Heidegger (S&Z:8). Más bien me permito recomendar, si no lo conocen, otro filósofo italiano más valioso que, además de epistemólogo, podría responder eficazmente a su crítica del concepto de nihilismo que hasta ahora no le responden. Es un colega de Vattimo, enseña filosofía teorética en Venecia: el Prof. Emanuele Severino.

retomamos,
Giovanni

PS: curiosidad técnica: ¿le llegó mi último comentario para el debate de la CVR?

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Giovanni:

Jajaja. Muy bueno lo de Vattimo. Por supuesto que conozco a Severino. Su "Filosofía antigua" es ya un clásico. Es un autor notable.

He visto que un blog colectivo afín a Vattimo ha publicado algunos textos sobre Schmitt.

EL comentario sobre la CVR no ha llegado. Te pido lo reenvíes, por favor.

Saludos,
Gonzalo.

Carlos Eduardo Pérez Crespo dijo...

Hola,

Mi granito de arena a la discusión:

http://chicobilly.blogspot.com/2010/02/el-debate-sobre-la-neutralidad-de-la.html

cordiales saludos.

Anónimo dijo...

Continùa usted con la dicotomìa entre Ciencias naturales y Ciencias del espìritu.

Gonzalo Gamio dijo...

No, no necesariamente. Estoy criticando (de manera preliminar) el positivismo residual de algunas teorías de la racionalidad social.

Andrea Naranjo dijo...

El problema basico sobre la objetividad en ciencias sociales es que en estas el sujeto y el objeto no son distintos como en las llamadas ciencias duras. No podemos ser objetivos de cara a un objeto que es igual a nosotros, pues nosotros nos volvemos objeto del "otro"
ya en los setentas Kurt h Wolff planto un enfoque fenomelogico frente a la objetividad en antropologia y el problema frente al objeto de estudio.
Ademas al ser el objeto de estudio igual que el sujeto que estudia(humanos) se establece una paradoja que debemos asumir con mucho cuidado.
saludos!

Andrea Naranjo dijo...

no es Wolff es B. Scholte

Geviert-Kreis dijo...

"No podemos ser objetivos de cara a un objeto que es igual a nosotros, pues nosotros nos volvemos objeto del "otro".

Exacto Andrea, como bien señalas es la paradoja que, sin ningún cuidado diría y con las máxima ironía destructiva, Lewis Carroll nos da en la figura del huevo Humpty Dumpty. No basta pacíficamente constatar la mera paradoja lógica diría, es necesario decidirse a atravesarla (re-entry diría la epistemología sistémica). O como diría más sabiamente el gran maestro de vida, el grandísimo Huevo de Alicia:

Alice: 'Good-bye, till we meet
again!' she said as cheerfully as she could.

Humpty: 'I shouldn't know you again if we DID meet,' Humpty Dumpty replied in
a discontented tone, giving her one of his fingers to shake; 'you're so
exactly like other people.'

'The face is what one goes by, generally,'
Alice remarked in a thoughtful tone.

'That's just what I complain of,' said Humpty Dumpty. 'Your face is the
same as everybody has--the two eyes, so--' (marking their places in the
air with this thumb) 'nose in the middle, mouth under. It's always the
same. Now if you had the two eyes on the same side of the nose, for
instance--or the mouth at the top--that would be SOME help.'

'It wouldn't look nice,' Alice objected.

But Humpty Dumpty only shut his
eyes and said:

'Wait till you've TRIED'

saludos,