Publico a continuación una carta de Daniel Salas, en la que reflexiona sobre la preocupante situación del Archivo General de la República.
CARTA SOBRE EL ARCHIVO GENERAL DE LA NACION
Daniel Salas Díaz
Estimado Gonzalo:
Muchas veces has escrito sobre la memoria, un tema que para mí como filólogo es también importante. La memoria es un asunto que comprende muchos ámbitos. Es un problema filosófico, histórico y legal. Tiene que ver con la persona pero también con la familia y aspectos más extensos de la vida social. No se puede planificar, no se puede pensar, no se puede juzgar con tino si se ha perdido la memoria. Es tan importante para el individuo como para el grupo.
Pero la memoria no es un mecanismo abstracto y ni siquiera puramente mental. La memoria humana recurre a objetos que testimonian el recuerdo, que sirven de evidencia o de cifra de lo ocurrido. Un libro, una foto, un pedazo de papel escrito, un testamento, un libro, un cuaderno de anotaciones son objetos materiales que median en nuestra relación con el sentido. No en vano a los totalitarismos no les basta reformar la educación, aniquilar por decreto el pasado y reformular la historia; han tenido también que destruir los monumentos, así como censurar los libros y los documentos que hacen posible la comunicación con el pasado.
Hasta hace algunos años, yo entendía que un conservador era una persona que tenía cierta relación con el pasado, que buscaba rescatar la tradición y mostrarla como valiosa en el presente. Eso entendía porque lo aprendí de buenos maestros como José A. de la Puente, Armando Nieto o el recordaro José A. del Busto. Pero luego descubrí que un cardenal “conservador” quiso colocar el Archivo Arzobispal al lado de una estación de gasolina y que solamente después de varias gestiones empredidas por archiveros e historiadores los documentos pasaron a la antigua casa del cardenal Landázuri. Conozco el trabajo de aquellos archiveros y hay que reconocer que es admirable tanto por su devoción y su vigilancia como por el silencio y el poco reconocimiento que reciben de la sociedad. Los que no entienden del valor de los archivos pueden confundirlo con cierto fetichismo por los documento viejos. Pero ciertamente no se trata de eso. Cada documento, por modesto que sea, encierra miles de secretos que esperan ser develados. No es posible calcular el valor que posee, por ejemplo, un testamento, una visita, una demanda legal, la resolución de un juez o una partida de bautizo porque no sabemos qué preguntas ayudarán a resolver en el futuro.
Para los que no entienden, un archivo es solamente una colección de papeles amarillos e inútiles. Para otros, el olor del papel antiguo y de la tinta es el ambiente diario de la exploración en el pasado. No hay recurso electrónico que reemplace la experiencia directa que ofrece el manuscrito.
Desafortunadamente, estimado Gonzalo, algunos funcionarios de este gobierno no parecen comprender el valor de estos objetos. En efecto, por resolución suprema, el Archivo General de la Nación ha sido subordinado al INC. Eso significa que el AGN ha dejado de ser una entidad autónoma y que su presupuesto y el cuidado de los documentos van a pasar a manos de funcionarios que no tienen ni experiencia ni conocimiento del tema. Parece una banalidad pero va a tener graves consecuencias para la memoria histórica del Perú como bien lo explica Antonio Zapata en este artículo. Esta decisión pasa desapercibida en un país donde suceden los abusos y las desgracias a diario. Pero quienes cumplen un papel en la academia deben entender que tal reformar administrativa constituye un grave atentado a la autonomía de una entidad que ha venido cumpliendo una excelente labor a pesar, claro, de las cotidianas incomprensiones de la burocracia y la ciudadanía.
Yo veo esta resolución como una consecuencia más de lo que se puede llamar una cultura anti-cultural y anti-humanista, que reduce el horizonte de la vida a ciertas categorías que se han convertido en suma y cifra del “desarrollo” y del “éxito”. Pero la experiencia de la modernidad, deberían comprenderse, es mucho más que eso. Tiene que ver también con la construcción de un sentido y la ampliación de la visión humana y, como parte de ello, de la memoria. En este vínculo se puede llegar a un blog de una asociación de archiveros que está muy activo en la protesta contra esta medida. Hay que decir que los archiveros peruanos que he conocido son profesionales excelentes y altamente comprometidos con su trabajo. La falta de reconocimiento al trabajo que hace ha permitido que medidas como esta no hayan tenido repercusión en la opinión pública.
Te agradezco mucho la hospitalidad que me brindas en este blog. Las personas interesadas en difundir la justa lucha de los archiveros peruanos pueden reproducir libremente esta carta y sus vínculos. Recibe un cordial saludo.
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