viernes, 21 de marzo de 2008

EL SERMÓN Y EL CONCILIO: NO OLVIDEMOS VATICANO II Y APARECIDA


(A PROPÓSITO DEL "SERMÓN DE LAS SIETE PALABRAS")




Gonzalo Gamio Gehri




Ya que estamos hablando de cuestiones religiosas, tengo que confesar que suelo ver cada Viernes Santo el célebre Sermón de las tres horas. Más de uno se preguntará porqué. Son dos las razones. La primera, porque, como creyente, me interesa escuchar a quienes la "Iglesia oficial" confía tan importante misión pastoral y teológica, aún a sabiendas de que los encargados de tal misión son inequívocamente sacerdotes de una línea tradicionalista, con la que honestamente yo no me identifico (y con la que discrepo cordialmente). Segundo, porque he dedicado muchos años de mi vida a la formación de los futuros sacerdotes - en mi condición de profesor de filosofía - y por ello mismo me interesa ver el estado del discurso teológico en el Perú. Tantos años de diálogo racional (y a veces de 'esgrima conceptual') alguna consecuencia habrá tenido. Es duro constatar que, últimamente - más allá de contadas e importantes excepciones -, cuanto más joven es el sacercdote seminarista, más conservador es. La enseñanza en los seminarios parece haberse endurecido (casi exclusivamente neotomismo, y muchas veces de manual). Pero - más allá de eso - se trata de un fenómeno que no puedo explicar.
Nuevamente, esta es sólo mi opinión como creyente de a pie, y nada más. Esperaba encontrarme con lo mismo de otros años. Una espiritualidad sacrificial exacerbada - tipo Mel Gibson -, el paralelo entre la "sed física" y la "sed espiritual", algunos discursos con fuerte carga emotiva, etc. Todo eso estuvo allí, qué duda cabe. También un durísimo discurso final que nos instaba a recuperar el "tesoro moral" de las tradiciones de nuestros abuelos - el luto general de las mujeres en estas fechas, etc. - "como podrían atestiguar", estoy citándolo, "los mayores de sesenta años" (revelador dato, que nos remite a los tiempos preconciliares, de mantilla, órgano y misa en latín). Encontramos también algunas alusiones superficiales a la conducta de la juventud "que camina sin pastor", o advertencias acerca de las minorías con poder que "pretenden diseñar la sociedad". Como esperaba, no hubo ninguna alusión al tipo de espiritualidad proveniente del magisterio de Juan XXIII y el Vaticano II, que yo reconozco como un genuino e irrenunciable "tesoro moral", desde el punto de vista del contenido: diálogo con el mundo moderno, ecumenismo, presencia mayor del laico en la vida de la Iglesia, opción por el pobre, libertad religiosa. No se podía pedir demasiado. A mí, y a las personas que vieron conmigo el Sermón por T.V., nos parecío muy extraño y bastante cuestionable que se sacara fuera de fecha - y para esta ocasión - la imagen del Señor de los Milagros ¿Con qué objetivo?: más de uno percibió cierta manipulación en esta actitud, la intención quizá de convocar un mayor auditorio que por sí mismo el evento convocaría. Es un hecho que habría que analizar (o que explicar).
Pero me encontré con algunas intervenciones deplorables (todas situadas en un plano hermenéutico anterior al Vaticano II). Quisiera plantear sólo un ejemplo. Siempre me ha parecido particularmente relevante la cuarta palabra - Dios mío, Dios mío ¿Por Qué me has abandonado? -; considero ese pasaje una expresión de conflicto clara en la vivencia de Jesús, una sensación de vacío aún bajo la completa convicción de estar encarnando intensamente su mensaje de amor y compromiso con el prójimo. Me parece un pasaje de poderosa humanidad y espiritualidad. Chesterton - un devoto intelectual católico quien escribió sobre Santo Tomás y San Francisco de Asís - señalaba en su obra Ortodoxia que esa frase expresaba con toda su fuerza la compenetración del cristianismo con el hombre: incluso el Hijo de Dios experimenta en cierto sentido y bajo ciertas condiciones la 'ausencia de Dios'. Sin embargo, el comentarista de la jornada de hoy - la verdad no recuerdo su nombre, sólo la indicación que se trataba de uno de los formadores del seminario limeño - improvisó un discurso teológicamente insustancial (y filosóficamente nulo) que banalizó tristemente un pasaje bíblico de extraordinaria significación para el cristiano. El importante problema de la teodicea - capital para la interpretación del pasaje - ni se asomó por allí. A sus ojos, Cristo está sencillamente recitando un Salmo - el Salmo 22, efectivamente - por lo que está reforzando su fe (no dudando, ni experimentando desesperación), a la vez que nos alienta a rezar. Son su palabras. Señaló que ante la experiencia del dolor no debíamos culpar a los sistemas y a las estructuas, sino al pecado, generado en el corazón de cada individuo. Un dato curioso: el orador citado narró asímismo diversas anécdotas de contenido edificante, en las que era una constante que los laicos con los cuales dialogaba le llamaban "padrecito", en una clara actitud de asimetría y paternalismo. En realidad, tanto la forma como el fondo del discurso parecían revelar que el público receptor del mismo estaba conformado - a juicio del orador - por seres en un permanente estado de minoría de edad.
Más allá de la verdad de perogrullo de que "cada uno tiene su estilo" (también en el ejercicio pastoral, evidentemente), este discurso retro, edulcorado y bajo en calorías conceptuales - claramente preconciliar - constituye un buen ejemplo de lo que la mayoría de los laicos comprometidos del siglo XXI no queremos escuchar sin hacer preguntas o emitir opinión. Queremos un mensaje que apunte más a nuestras mentes y menos a nuestras glándulas lacrimales. Queremos que se nos reconozca una presencia mayor en la Iglesia que amamos, no sólo como personas que se "dejen guiar" por sus pastores, sino como interlocutores reales, agentes autónomos que piensan por sí mismos. Los laicos no somos "mera tropa", sino parte fundamental del Pueblo de Dios.
Conocemos el Magisterio de Paulo VI y Juan Pablo II, en el que se hablaba de estructuras de pecado, por tanto, la violencia y la injusticia deben ser abordadas desde las voluntades individuales que las generan y desde los sistemas sociales que las promueven. Eso no es "sociología" o "marxismo" sino doctrina social de la Iglesia (en ese sentido, el discurso del presbítero / formador del seminario citado estaba claramente desfasado y era evidentemente tendencioso). Los documentos de Medellín, Puebla y Aparecida han continuado el legado de ambos pontífices, en una línea que el propio Benedicto XVI ha promovido en su discurso ante el último CELAM. Ese espíritu entronca con el trabajo de los profetas y con la enseñanza del propio Evangelio. De modo que estos entusiastas oradores no deben pretender darnos gato por liebre. Y si se mantienen en esta pretensión, habrá que debatir fraternalmente con ellos, con los textos en la mano.
Sería profundamente inspirador retomar - quizá primero en pequeña escala, desde nuestro medio y desde nuestra experiencia local - el ejemplo y los retos planteados por el Concilio Vaticano II. El documento de Aparecida constituye un importante material de trabajo en esa dirección. Queremos una Iglesia profética que dialogue con el mundo moderno y encuentre en el laico un actor fundamental. No tiene sentido volver atrás.

21 comentarios:

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Mi muy estimado Gonzalo: excelente post, como siempre. Un par de comentarios.

Yo no he oído el Sermón peruano (hace tiempo que no estoy en el Perú), pero no veo muy bien por qué existe una contradicción entre subrayar la relación de la Cuarta Palabra con el Salmo 22 y reflexionar sobre el problema de la teodicea. Precisamente el Salmo 22 tiene la teodicea como tema central: cómo es posible que Dios permita el sufrimiento. La respuesta ha sido siempre que el pecado es el responsable del mal. Esto puede sonar a truco teológico para algunos, pero encierra un aspecto crucial de la doctrina cristiana y, creo, de la condición humana en general: que el precio del libre albeldrío es el sufrimiento.

Esa tensión no es meramente teológica, ni se trata de una discusión sin relación con el mundo; al contrario, es de lo más actual: recuérdese el debate entre entre los límites de la libertad y las exigencias de la seguridad nacional, por ejemplo. Algunos usan la existencia del sufrimiento para negar a Dios; el Salmo 22 responde a esa crítica diciendo que el pecado es el responsable del mal. Pero el pecado es precisamente un efecto secundario del libre albeldrío: la única manera de eliminarlo completamente es eliminando la posibilidad de elegir---hay, por supuesto, muchas versiones de este argumento: la abstinencia como método de prevención de enfermedades sexuales, la eliminación de la privacidad como medio de control de actividades ilegales, etc.

Curiosamente, creo que es al revés de lo que tú pareces sugerir. El reconocimiento del pecado como la causa del mal subraya un aspecto crucial en la naturaleza humana: la libertad. Me parece a mí que el problema central de la teodicea es precisamente el problema de la libertad humana.

Muchos saludos.

n dijo...

Hola, primero que nada, queremos saludarte deseandote una feliz Pascua. Segundo, retomamos la lectura de los blogs y leemos con atencion el tuyo. Respecto de este ultimo post, te lanzamos algunas interrogantes: cual es el problema con la misa en latin, el organo y la mantilla? de seguro argumentaras que eso no llega al "corazon" del creyente de a pie, pero entonces eran menos fieles los catolicos que, como tu abuelita o las nuestras, usaban mantillan y veian las espaldas de un predicador? Por otro lado, nos sorprende ir a misa y oir canciones tan por debajo de aquellas producidas en los mismos tiempos en los que la misa en latin era lo comun cada domingo. Sino comparemos un aleluya de quincianheros de parroquia con las pasiones compuestas por Bach (mas alla de su protestantismo). Aparte, criticas tambien una postura conservadora que de por si parece ante ti un pecado, lo cual consideramos un tanto intolerante. Ademas de ello, podrias aclararnos en que radica el conservadurismo de la lectura que se hizo del "Dios, porque me has abandonado?", justo tuvimos la oportunidad de escuchar la misma explicacion que describes en tu post y dejanos decirte de coincidmos con la critica que le haces, pero no nos queda claro donde esta el conservadurismo. Sin mas por ahora, nos despedimos.
Mick y Mallory

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Miguel:

No hay contradicción entre subrayar la relación de la Cuarta Palabra con el Salmo 22 y reflexionar sobre el problema de la teodicea. Estoy de acuerdo en que es el tema de ese Salmo. El problema con el Sermón es que el tema de la teodicea no a pareció.

Me parece muy interesante tu reflexión sobre libertad y mal. Prometo un post sobre este asunto.

Muchos saludos,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimados Micky & Malory:

Bienvenidos.

La misa en latín es distante para el creyente de a pie, que no sabe latín y prefiere entender lo que escucha. Es una cena y un diálogo, ese es el sentido - creo - de la misa.

El problema con el Sermón de la cuarta palabra fue su enorme pobreza conceptual. Tenía su tufillo conservador por no abordar (¿adrede?) el tema de la desesperación y el de la teodicea, además de ningunear expresamente el problema de las 'estructuras de pecado'. Todo ello fue sustituido por la extraña invocación a un diálogo hipotético entre un taxista y su tyco (¿Lo recuerdas?). Esperábamos algo más riguroso.

Saludos,
Gonzalo.

JORGE dijo...

Apreciado en Cristo Gonzalo,

Habitualmente paso por tu blog, aunque recién me animo a escribir.

Me parece muy interesante y los comentarios enriquecen los temas.

Yo solo quería desearte unas Felices Pascuas, que seamos testigos de la resurrección del Señor.

Gracias y Bendiciones,

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Jorge:

Aprecio sus comentarios. Bienvenido al blog y unas muy felices Pascuas para Usted.

Saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Yo tampoco escuche el sermón que mencionas o, para tal caso, cualquier otro. No suelo escucharlos.

Estoy de acuerdo contigo. El tema central del salmo es el problema de la coexistencia de un Dios benevolente y de sufrimiento en el mundo. Las respuestas a esta contradicción son tantas y tan estimulantes, que la explicación del sacerdote al que citas es por decir lo menos lamentable.

Dicho sea de paso, el libre albedrio es solo una posible respuesta. Más compleja que la del citado sacerdote, pero igual bastante inadecuada. "El mal es producto de la libre voluntad del individuo". En general me cuesta imaginar que los seres humanos somos individuos libres al punto que todos nuestros actos dependen sólo de nuestra libre voluntad. Tal vez por eso me cuesta imaginar que el mal es el producto de los actos malos acumulados de estos seres humanos individuales.

Si lo anterior fuera cierto deberíamos preguntarnos tal vez, cuál es el efecto, si bueno o malo, de un dicurso como el mencionado en el que el mal y el sufrimiento son el producto del libre albedrio de los seres humanos. ¿Crear individuos que se perciben a sí mismos como culpables tal vez?. A lo mejor los sacerdotes que difunden este discurso, actuando con libertad (o al menos con la del Papa), contribuyen a crear un ejercito de fieles culposos. Creo que en este punto ya pueden ver por donde va mi argumento...

Personalmente, pienso que este no es el caso. Pienso que el sacerdote al que cita Gonzalo actua libremente dando su sermon (o por lo menos hasta donde se lo permiten sus superiores) pero tambien creo que no es indivualmente malo. Simplemente no se da cuenta -no puede preveer completamente las consecuencias malas de sus propios actos... En fin... solo lo digo para expandir un poco en la idea que el mal, el pecado, el sufrimiento no son simplemente un asunto de libre albedrio, tambien son un asunto de esas estructuras a las que pienso se refiee Gonzalo...

Anónimo dijo...

Estimado Gonzalo. Te agradesco esta reflexión que comparto en gran medida. Ambos estamos familiarizados con el ambiente de formación religiosa. Recuerda esos años en aquel lugar que compartimos con roles diferentes (profesor y alumno). De alguna manera conozco el ambiente, pues he estado en él por mucho tiempo. Y no me sorprenden los contenidos de los "sermones". Es algo que se venía venir hace varios lustros.

Me centro en la formación. Y no la que tiene que ver con los contenidos teológicos o filosóficos. Sino con las capacidades de los estudiantes aspirantes a sacerdotes. Ciertamente hay Ordenes Religiosas que evaluan con mayor rigor a sus aspirantes, dotándoles de una formación que, más allá de tendencias teológicas e ideológicas, evidencia una mayor solvencia.
Lamentablemente, la mayoría de Ordenes Religiosas no están conducidas por personas capaces. Te lo digo por experiencia propia. La capacidad de muchos "formadores" deja mucho que desear.
Por años veía con sorpresa los niveles de indigencia intelectual de muchos de los estudiantes a sacerdocio. No las motivaciones afectivas, pues , en última instancia, son muy variables. Sino la calidad de la formación previa. La mayoría de los sacerdotes menores de 50 años, han sido formados dentro de mayor crisis educativa de nuestro país. Crisis que se evidencia en la incapacidad de leer, de escribir en y la imposibilidad de comprender un texto mínimo. Como sabes, sólo el cinco porciento de los peruanos entiende lo que lee. ¿No crees que en ese enorme 95% estén muchos de los sacerdortes que hablan por los medios?
La formación de los sacerdotes, nás allá de la tendencias teológicas, exige un nivel de capacidades que excede las posibilidades de muchos jóvenes peruanos. Familiarizarse con textos de teología, filosofía,etc, presupone habilidades cognitivas que el promedio no tiene. Abstraer cuesta.

El conservadurismo que evidencian estos sermones -pienso- que se debe más los bajísimos niveles formativos de los sacerdotes que a una acción deliberada. Pues es una postura fundada en lugares comunes, en reafirmaciones básicas; muy superficial e ignorante. No se observa, ni por asomo, alguna lectura o reflexión profunda. Ni siqueriera una lectura meditada de la última encíclica de Benedicto XVI. Que, por cierto, implica comprender cuestiones mucho más profundas de las que se cree (esa es mi opinión). Este consevadurismo es de folletito, de cursillo dictado con "power point" y apuntes de clase fotocopiados; de mapitas conceptuales y bailecito fiestero al final. Consevadurismo banal e ignorante.

Un fuerte abrazo
Ricardo Falla

Anónimo dijo...

Estimado Gonzalo. Te agradesco esta reflexión que comparto en gran medida. Ambos estamos familiarizados con el ambiente de formación religiosa. Recuerda esos años en aquel lugar que compartimos con roles diferentes (profesor y alumno). De alguna manera conozco el ambiente, pues he estado en él por mucho tiempo. Y no me sorprenden los contenidos de los "sermones". Es algo que se venía venir hace varios lustros.

Me centro en la formación. Y no la que tiene que ver con los contenidos teológicos o filosóficos. Sino con las capacidades de los estudiantes aspirantes a sacerdotes. Ciertamente hay Ordenes Religiosas que evaluan con mayor rigor a sus aspirantes, dotándoles de una formación que, más allá de tendencias teológicas e ideológicas, evidencia una mayor solvencia.
Lamentablemente, la mayoría de Ordenes Religiosas no están conducidas por personas capaces. Te lo digo por experiencia propia. La capacidad de muchos "formadores" deja mucho que desear.
Por años veía con sorpresa los niveles de indigencia intelectual de muchos de los estudiantes a sacerdocio. No las motivaciones afectivas, pues , en última instancia, son muy variables. Sino la calidad de la formación previa. La mayoría de los sacerdotes menores de 50 años, han sido formados dentro de mayor crisis educativa de nuestro país. Crisis que se evidencia en la incapacidad de leer, de escribir en y la imposibilidad de comprender un texto mínimo. Como sabes, sólo el cinco porciento de los peruanos entiende lo que lee. ¿No crees que en ese enorme 95% estén muchos de los sacerdortes que hablan por los medios?
La formación de los sacerdotes, nás allá de la tendencias teológicas, exige un nivel de capacidades que excede las posibilidades de muchos jóvenes peruanos. Familiarizarse con textos de teología, filosofía,etc, presupone habilidades cognitivas que el promedio no tiene. Abstraer cuesta.

El conservadurismo que evidencian estos sermones -pienso- que se debe más los bajísimos niveles formativos de los sacerdotes que a una acción deliberada. Pues es una postura fundada en lugares comunes, en reafirmaciones básicas; muy superficial e ignorante. No se observa, ni por asomo, alguna lectura o reflexión profunda. Ni siqueriera una lectura meditada de la última encíclica de Benedicto XVI. Que, por cierto, implica comprender cuestiones mucho más profundas de las que se cree (esa es mi opinión). Este consevadurismo es de folletito, de cursillo dictado con "power point" y apuntes de clase fotocopiados; de mapitas conceptuales y bailecito fiestero al final. Consevadurismo banal e ignorante.

Un fuerte abrazo
Ricardo Falla

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Ricardo:

Has dado en el punto. No se trata estrictamente (o no solamente) de conservadurismo, sino de mediocridad intelectual. Por eso prefieren usar el Catecismo a la Biblia en el trabajo pastoral. Pero qué puede esperarse, si en ciertos “seminarios” limeños la bibliografía básica filosófico-teológica está constituida no por los grandes filósofos y teólogos, sino por los pobrísimos manuales de EUNSA, tendenciosos y simplificadores de los grandes problemas.

Un fuerte abrazo,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Amaterasu-Omikami:

Ese es otro modo de ver las cosas, muy lúcido. Decididamente, le dedicaré un post a ese tema.

Saludos,
Gonzalo.

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Sobre la interesante intervención de Amaterasu-Omikami.
Creo que en la oposición individuo-estructura se pasa por alto que "estructura" (o "sociedad" o "clase" o "nación" etc) no es más que una metonimia para indicar la acción acumulada de los individuos, las relaciones entre las personas. Decir que el mal es fruto de la libertad no excluye la posibilidad de que existan restricciones a las posibilidades de elegir, restricciones creadas por otros individuos o grupos. Decir a secas que el mal proviene de "las estructuras" es atribuirle un inexplicado valor mágico a este concepto---en ese sentido, no es diferente de decir que el mal proviene "del demonio". Noten que aquí estamos hablando de la conexión teológica entre mal y libertad, no estamos cuestionando la existencia de condiciones estructurales (o físicas o biológicas o cognitivas o...) para el ejercicio de la libertad. Son dos temas diferentes.

Si, por ejemplo, hay algo mal en una institución educativa---un seminario, digamos---no es suficiente atribuirlo a condiciones "estructurales": somos pobres, del tercer mundo, no hay dinero, etc. Es en extremo evidente que el estado de las cosas es responsabilidad de una amplia gama de decisiones de personas concretas, decisiones que fueron tomadas en situaciones particulares y que sirven a fines específicos. Intervenir en esa red de causalidades es algo bastante más complicado que cortar un nudo gordiano con una espada. El énfasis en "la estructura", sin embargo, refuerza precisamente la tentación de usar la espada. Alguien debería llamar a eso el Complejo de Alejandro: la ilusión de que la única manera de reparar algo es destruyéndolo.

Gonzalo Gamio dijo...

Querido Miguel:

Excelente punto el tuyo. Igual creo que la investigación sobre injusticia y violencia debe ser bifocal: esto es, debe indagar por las responsabilidades personales de la injusticia y violencia, tanto como explorar aquellas reglas o instituciones que, o las promueven o no las combates. Esas reglas o instituciones son creadas por individuos o grupos, pero son 'objetivaciones' de formas de vida o de creencias que tienen impacto sobre otras vidas.

La exploración debe considerar ambos niveles, y no solamente uno. Es sólo un matiz a tu argumento.

Un abrazo,
Gonzalo.

gonz780213 dijo...

Estimado Gonzalo, nuevamente felicitaciones por este nuevo post. Muy bueno, con los comentarios hechos todos vamos aprendiendo más. Esa es la idea.

Ahora, yo seguí por momentos el sermón de las 7 palabras. La verdad no me sorprende el estilo de la predicación. Cada sermón refleja la manera de vivir la fe, la religión, o como ya dije en otro comentario la manera de seguir a Jesús.

Solo ví y escuche completo el sermón del P. Chuquillanqui que conocí hace unos años haciendo misiones en Manchay. Le tocó la segunda tanda sobre “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Me sorprendió verlo en sotana, generalmente para bastante informal jejeje. Su trabajo en Manchay es monumental, para quitarse el sombrero.

Lo menciono porque a mi me gusta ver más LO QUE SE HACE versus lo que se dice. Eso que llamamos testimonio, coherencia, etc.

Finalmente y más allá de como pensamos estos temas apasionantes, hay que caer en la cuenta que estamos hablando de la Iglesia y de como ella es pueblo de Dios, comunión, verdad, etc.

Encontré en un blog un texto bastante interesante. Te lo paso para que veas por donde va la Iglesia (en el caso de la liturgia en sí) o mejor dicho por donde va de la mano del actual Papa:

haz click acá nomás

Saludos!!!

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Milanta:

Gracias por tu mensaje. Básicamente, estoy de acuerdo. Do todos modos, no olvides la conexión ética entre "decir" y "hacer". El discurso y las ideas esclarecen la acción, descubren nuevos sentidos de la praxis, y la protegen contra el dogmatismo y el activismo craso. Son muy importantes.

Saludos,
Gonzalo.

Serapio dijo...

Estimado Gonzalo:
Mi conocimiento teológico es muy precario, pero ahora que mencionas el Salmo 22 me has hecho recordar las muchas veces que lo leí. Tuve algunas circunstancias un poco complicadas, ya sabes que desde los ocho años dejé de caminar y además soportando mucho dolor físico; y cuando leía los salmos me daba la impresión que lo que yo sentía alguien lo había escrito.
Muchas veces descreí de Dios, y no como un acto de rebeldía sino desde una reflexión de soledad radical ante el mundo; yo constataba que el único amor en el mundo, el humano, no tenía brazos de acción. Dios se había marchado de mi niñez, del sufrimiento de todos, de los límites tranquilizadores de un relato sencillo sobre el Dios que hace milagros.
Ahora no te puedo decir que tengo la fe de un Isaías pero he llegado a ciertas certezas sobre nuestra existencia. En mi blog escribiré uno de estos días sobre ese proceso. Por ahora, sólo quiero concluir diciendo que la fe, o mejor dicho mi experiencia de la fe, ha estado teñida de las grandes dudas, de los reclamos, de la discusión con lo divino. Me ha sido imposible pensar en Dios lejos de la realidad del mundo, del dolor humano; mis pensamientos de Dios no han salido de la mente llena y satisfecha.
Y creo que los líderes espirituales de hoy deben beber mundo, alimentarse con la realidad que nos toca la puerta, la que encontramos en la calle, para poder servir a los que tienen hambre de Dios, y a los que reniegan de Dios.
Sin embargo, eso no significa que debamos desechar los manuales ni las explicaciones sencillas, pues hay estómagos que necesitan leche y estómagos fuertes que necesitan alimento sólido. La gran mayoría de creyentes no va a tener una base filosófica para comprender las teologías. Muchas veces he econtrado a hombres y mujeres de fe sin una gran formación intelectual pero que hablar con ellos ha sido enriquecedor, y otras tantas veces eruditos en la cátedra de Moisés quienes se han encargado de alejar a Dios. En la vida de fe hay un no sé qué, un don, que hace a una una persona un líder espiritual. Lamentablemente, hoy hay muchas ovejas que tienen el cargo de pastores, y viceversa. No me refiero a una confesión religiosa en particular sino a la espiritualidad en general.

Un abrazo.

Serapio

Gonzalo Gamio dijo...

Querido Serapio:

Admiro la fuerza y la clarividencia de tus palabras y de tus experiencias frente al tema religioso. Admiro tu creatividad y solidez. Felicitaciones por tu blog, querido amigo.

Con lo que discrepo es con tu reflexión sobre la necesidad de los manuales: "hay estómagos que necesitan leche y estómagos fuertes que necesitan alimento sólido". Estamos hablando no de los creyentes, sino de los estudiantes de teología y los futuros sacerdotes: ellos DEBEN leer a los autores no los manuales de EUNSA (textos de espiritualidad feudal). No creo en los "teólogos lactantes"; ellos deben comer alimento sólido, o dedicarse a otra cosa.

Saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Estructura no es simplemente "una metonimia para indicar la acumulada de los individuos, las relaciones entre las personas".

La idea central es que individuo y sociedad se constituyen el uno y la otra, mutuamente, en la práctica -de los seres humanos.

En la lógica de lo discutido hasta el momento, el mal (y por contraposición el bien) no pueden ser atribuidos alegramente, ni al individuo, ni a la sociedad, sino a ambos.

Decir que el mal (y el bien) nacen del individuo (libre) tiene implicaciones serias -tan serias o más serias que decir que nacen de la sociedad.

Probablemente, la diferencia de fondo es que para mi ni el Bien nace de Dios, ni el mal del Demonio, ambos, nacen de la práctica de los seres humanos, y no pueden existir el uno sin el otro. Pero en fin... probablemente, la diferencia también está en que prefiero vivir en un mundo que sea responsabilidad no sólo del individuo sino también de la sociedad... y en el que individuo y sociedad sean responsables el uno del otro...

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Amigo:

Interesante comentario.

De acuerdo en ese punto. Por eso he insistido en una aproximación "bifocal" hacia la acción individual y hacia las "estructuras" - que son, obviamente construcciones sociales -.

Sobre las "fuentes del bien", no podría dar una respuesta categórica, pero asumo una línea fenomenológica, vinculada a las acciones de las personas y sus contextos histórico-sociales de valoración.

Me parece que la posición de Miguel es mucho más matizada, no ha incurrido en esas explicaciones teológicas gruesas que le atribuyes.

Saludos,
Gonzalo.

Serapio dijo...

Estimado Gonzalo:
Sí, en cuanto a los teólogos tienes razón, ellos deben de tener una preparación especial, por las exigencias del momento, vivimos en el contexto de la ciencia, que tiene teorías muy complicadas y profundas, y el discurso de la fe debe manejar una amplitud que la abarque. No quiero ocupar más espacio en el debate ya que veo que tienes que responder a muchos comentarios, lo cual es un signo de que el "el eclipse de Dios" no es para todos. Como todavía no sé mucho del manejo del blog he reenviado varias veces el comentario porque veía que no aparecía, pero ahora tendré más cuidado.
Felicidades.
Serapio

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Serapio:

Vale tu aclaración. Estoy de acuerdo contigo.

Uno de los aspectos más cuestionables de estos centros conservadores - que conocemos - es que enseñan con manuales para simplificar las cosas y elaborar un discurso ideológico manejable y manipulable; por eso transmiten una filosofía domesticada y dirigida, y una teología rancia y pobre, medieval. Carecen de una ética pedagógica elemental.

Saludos,
Gonzalo.