viernes, 31 de octubre de 2014

UNA NOTA SOBRE ÉTICA, PODER Y CORRUPCIÓN






Gonzalo Gamio Gehri

Dejo aquí la nota sobre una entrevista brindada la Agencia Andina sobre Ética pública y corrupción y sus vínculos con la concentración del poder. El contexto es el de las investigaciones y procesos que afrontan presidentes regionales y otras autoridades por problemas de corrupción. Más adelante publicaré un post más extenso sobre el tema. Este es el link de la nota periodística.


domingo, 26 de octubre de 2014

EXAMINED LIFE (2008)... LA FILOSOFÍA Y EL DÍA A DÍA





Gonzalo Gamio Gehri

Hace unos días tuve la oportunidad de ver por vez primera el documental Examined life, dirigido y escrito por Astra Taylor. Se trata de un conjunto de entrevistas sobre la relación entre la actividad filosófica y los conflictos de la vida contemporánea, relativos a la justicia, la muerte, la búsqueda de sentido de vida, el daño al ecosistema, la responsabilidad frente al sufrimiento de los más débiles, la democracia, el desarrollo humano, el diálogo entre las culturas, la discapacidad. Cornel West, Avital Ronell, Peter Singer, Kwame A. Appiah, Martha Nussbaum, Michael Hardt, Slavoj Zizek, Judith Butler, Sunaura Taylor exponen las ideas básicas de sus libros a lo largo poco más de ochenta minutos. El resultado es un muy bien logrado panorama del abordaje filosófico de algunos de los problemas éticos y políticos más graves del presente. El espíritu inspirador del documental es la aseveración de Sócrates de que una vida sin examen no merece la pena vivirse.

Los entrevistados logran expresar en pocos minutos los ejes fundamentales de su pensamiento, evocando imágenes sencillas y persuasivas, y desarrollando ejemplos que nos remiten a situaciones conflictivas del día a día. El documental se convierte en una interesante introducción a la filosofía práctica bosquejada hoy. Todos los interlocutores de esta obra coinciden en que el ejercicio de la “vida examinada” constituye el corazón de la filosofía misma. Esta afirmación podría resultar obvia para quien conoce el legado de Sócrates y los hitos medulares de la historia del pensamiento, pero no olvidemos que existen sectores integristas que consideran erróneamente a la filosofía como un instrumento teórico para construir un edificio teológico definitivo e incorregible, o para lograr la revolución proletaria. En ambos casos, el sentido crítico se suspende o se cancela, y, con él, se anula la filosofía como tal. Incluso leía hace una semana un blog local en el que se intentaba señalar que la imposición del llamado “Estado islámico” constituía una especie de realización histórico-filosófica incontestable; importaba poco – o menos – que el gestor de ese proyecto fuese un grupo terrorista que persigue y elimina personas que practican otras confesiones, que niegan derechos a mujeres y extranjeros, un grupo que ejecuta y filma decapitaciones de inocentes. Esas terribles acciones no tendrían una “significación histórica” digamos “esencial” ¿Y todo en nombre de qué? ¡En nombre de la recuperación de la monarquía y de la “pureza doctrinal”! Realmente desconcertante. De más está indicar que el Islam no avala realmente tales prácticas crueles. Está claro que para los miembros de Isis la “vida examinada” no constituye una elección valiosa para un creyecte:: se expresaría meramente como un signo de herejía y desobediencia a la autoridad,. No podría creer lo que leía. Lamentable tal ejercicio conservador de agitación y propaganda. La "mirada cósmica" - en caso fuese posible esbozarla - no puede soslayar sin más la preocupación por el destino de los seres humanos concretos. Las abstracciones a menudo sirven para avalar inaceptables injusticias. 

Precisamente, documentos como Examined life permiten cuestionar la desmesura que representa la actitud integrista en nuestro mundo. El tábano socrático constituye una necesidad en la medida en que el cuidado de la libertad y del pensamiento son elementos básicos de aquello que entraña llevar una vida plena.

domingo, 19 de octubre de 2014

CUESTIONES DE JUICIO POLÍTICO. EXPLICAR Y CUESTIONAR








Gonzalo Gamio Gehri

Steven  Levitsky tiene razón cuando sostiene que, en lugar de descalificar a los votantes que no comparten nuestras opiniones, deberíamos tratar de entender sus decisiones, así como proponernos elaborar una lectura rigurosa y lúcida de lo que sucede en la escena política. No tiene sentido atribuir mera irracionalidad a quien, por ejemplo, vota por candidatos sobre quienes pesa una fundada sospecha de corrupción, o representan opciones que debilitan el sistema democrático. Es evidente que el primer paso para enfrentar un problema es comprender su naturaleza y raíces. Constituye un disparate menospreciar la actitud de los electores, considerándolos ineptos e ignorantes – como hace un sector de la extrema derecha -, o asumir una postura de censura moral, como hace una facción de la izquierda. No resulta para nada democrático despreciar a quien no piensa como nosotros.

Esto no significa, sin embargo, renunciar al ejercicio de la crítica, o abandonar el reto de reflexionar prestando oídos a consideraciones normativas. Es preciso estudiar a fondo la actitud de desconfianza de los votantes frente a la conducta de los políticos, sus programas, sus agendas. Poco o nada esperan los ciudadanos de la “clase política” nacional. La condescendencia frente a la corrupción de los políticos peruanos se debe en parte a que las estrategias aplicadas en el pasado para combatirla no han tenido el éxito esperado. Veintidós presidentes regionales afrontan hoy investigaciones o procesos por corrupción. Sobre la mayoría de los potenciales candidatos a la Presidencia de la República pesa sospechas de corrupción.

No debemos olvidar que el voto por opciones que entrañan una gestión corrupta alimenta de un modo u otro el circuito mismo de la corrupción[1]. La idea de apoyar expresamente a quien “roba pero hace obra” envalentona a quien así procede, y robustece el halo de impunidad que suele acompañar sus acciones ¿Cómo podremos luego cuestionar el comportamiento público de esta clase de personajes o pedirles cuentas por sus actos? Podemos intentar entender esta situación, pero ello no implica acallar las voces de quienes – con sólidos argumentos - advierten acerca de los peligros que se  generan desde estos escenarios.  Son dos niveles fundamentales para el estudio de la relación entre política y corrupción. Judith Shklar ha señalado que ser testigo de un acto lesivo de la ley dejándolo pasar – por cobardía, frustración, comodidad o expectativas de “eficacia”- constituye un acto de injusticia. Esa pasividad socava toda forma de ciudadanía.

Describir esta clase de fenómenos no implica asumir las actitudes de menosprecio o las ínfulas de superioridad moral que Levitsky denuncia. Es preciso señalar las posibles consecuencias de la condescendencia frente a la corrupción. La desesperanza (o la desconfianza) que impera en un sector importante del electorado puede también paralizar las formas de juicio y de acción que podrían combatir eficazmente la corrupción. En la medida en que los ciudadanos perdemos la fe en las transformaciones que pueden realizarse desde nuestras acciones en común, el circuito de la corrupción preserva su poder. Por fortuna, la solución no es sólo un asunto que concierne a los políticos en actividad: ella está también, en nuestras manos, si estamos dispuestos a organizarnos y a involucrarnos en procesos de vigilancia política. Es razonable desconfiar de los políticos, tenemos sobradas razones para ello, pero podemos confiar un poco más en lo que nosotros podemos hacer para cambiar las cosas. El futuro no está escrito, tampoco en lo político.




[1]Véase las ideas de S. Lerner Febres en esta materia, en su artículo periodístico Elecciones y participación, del 3 de octubre de 2014, La República.

martes, 7 de octubre de 2014

EN TORNO A LAS DECLARACIONES DE VARGAS LLOSA SOBRE EL FUJIMORISMO






Gonzalo Gamio Gehri

Las recientes declaraciones de Mario Vargas Llosa sobre su disposición a oponerse a la candidatura de Keiko Fujimori han generado críticas en la prensa conservadora. Se ha dicho 1) que Vargas Llosa se arroga un rol de profeta político, garante democrático y juez moral que no posee realmente; 2) que asume la creencia antiliberal de que las culpas y los pecados se heredan de padres a hijos; 3) que excluye – de manera inconsistente con sus convicciones democráticas – una opción política con arraigo social. Lo que ha dicho Vargas Llosa es lo siguiente:

 Yo voy a participar para evitar que sea presidenta. Es una obligación que los ciudadanos tenemos. La democracia es participación, si uno no participa, no tiene derecho a protestar cuando un país se va al diablo”.
“…es la hija de un asesino y un ladrón, que está preso, juzgado por tribunales civiles con observadores internacionales, condenado a 25 años de cárcel. Yo no quiero que la hija –que lo primero que va a hacer si sube al poder es sacar a Fujimori (de la cárcel)- gane las elecciones”.

Pueden encontrar el video en este link.

Creo que las declaraciones de Vargas Llosa, en la medida en que son leídas con atención,  revelan que tales críticas yerran el blanco. Uno puede estar de acuerdo o no con sus ideas, pero no resulta adecuado atribuirle al escritor peruano suposiciones que no ha asumido, al menos en el contexto de sus declaraciones. El autor está señalando que participará en el debate público durante la campaña, en calidad de ciudadano, y también como intelectual comprometido con el curso de la política local. Es su derecho, y encuentro positivo este interés (me parece encomiable que un liberal recuerde que “la democracia es participación”, pues esta es una idea cívico – humanista que muchos liberales han perdido de vista). Creo que las palabras del literato son muy claras, y que de ellas no se sigue necesariamente la idea de que la persona en cuestión pretenda ser un juez del tribunal supremo de la moralidad pública. Al afirmar eso, el crítico supone mucho más que lo que está en el texto.

Si leemos o escuchamos las opiniones de Vargas Llosa en la entrevista citada, no dice que la causa de su oposición a Keiko Fujimori sea su condición de hija, sino su propuesta de excarcelar a Alberto Fujimori. Y es verdad que el indulto o la libertad de Fujimori – que ha sido sentenciado por delitos muy graves – constituye el corazón, por no decir la agenda única, del “fujimorismo”. No es un secreto que Fuerza Popular todavía guarda una entraña autoritaria, que sus cuadros siguen siendo los antiguos funcionarios del gobierno de Alberto Fujimori, muchos de ellos cuestionados por temas de corrupción y otras prácticas funestas, y que las pautas para seleccionar los nuevos cuadros también vienen siendo criticadas. Es evidente que el criterio para elegir al candidato presidencial de Fuerza Popular sigue siendo dinástico, sanguíneo, y no democrático. Las dudas de Vargas Llosa sobre las credenciales del fujimorismo son legítimas, y están bastante justificadas.

Tampoco es cierto que Vargas Llosa pretenda excluir de una lid electoral a la organización de Keiko Fujimori. Nada de eso se dice o se sugiere en la entrevista o en otros textos suyos sobre el tema. Lo que se señala es que el autor de Conversación en la catedral se plantea combatir políticamente la candidatura de Fuerza Popular. Es parte de la actividad política de los ciudadanos el respaldar algunas opciones y criticar otras en medio del intercambio de ideas y la confrontación política. Los numerosos periodistas de opinión que se han ocupado del asunto simplemente han preferido destacar el lado dramático de unas declaraciones, dejando de lado los argumentos desarrollados por el entrevistado. Han preferido fomentar el sensacionalismo antes que detenerse en el análisis de los comentarios vertidos en los espacios de opinión pública..