martes, 26 de octubre de 2010

EL ESTADO LAICO ‘EXAMINADO’







Gonzalo Gamio Gehri


Hace una semana, el gobierno aprobó una ley que convertía al Señor de los Milagros en Patrono de la Espiritualidad Religiosa Católica del Perú. Se trata de una ley que a todas luces es contraria al carácter de una sociedad democrática, que garantiza el libre culto, que no discrimina a sus ciudadanos en materia de sus creencias y que cultiva el pluralismo. Es lamentable que nuestros políticos no duden en lesionar ciertos principios básicos del Estado constitucional de derecho con gestos demagógicos. Creo que con ello Alan García le ha dado un espantoso golpe al legado intelectual y moral del joven Haya de la Torre, que se opuso a la Consagración del Perú al Sagrado Corazón - promovida por Leguía - precisamente por estar reñida con la laicidad de un Estado que pretende ser moderno. La Procesión es multitudinaria y conmovedora, no necesita en absoluto el respaldo de una ley. La piedad de los peruanos no requiere de un espaldarazo legal; florece por sí misma.

El tema ha generado diversas reacciones, de diverso calibre y fortuna. Rosa María Palacios y Augusto Álvarez Rodrich han manifestado su preocupación en una perspectiva liberal, Humberto Lay ha planteado su desacuerdo desde el punto de vista de la comunidad evangélica. Sorprenden las declaraciones del Cardenal Cipriani (aunque él nos tiene acostumbrados a sus declaraciones polémicas y singulares: hace poco, con ocasión del Premio Nobel para Vargas Llosa, señaló que no había leído ninguna de sus novelas y tampoco las recomendaba). El Cardenal ha intentado responder a las críticas elaborando un dibujo poco sutil – considerablemente caricaturesco, en realidad – del llamado “laicismo”:

“El laicismo es la enfermedad (…) el laicismo es cuando vienes tú y le dices a la Iglesia `cállate la boca, no hables de educación, no hables de corrupción, no hables de justicia, esos son temas políticos´; no sean enfermos de laicismo, la laicidad, que el Papa la acepta muy bien, es una mejora del mundo contemporáneo; el laicismo es un ataque a la iglesia Católica fundamentalmente”.

Creo que estas controversiales declaraciones – aparecidas en el programa Diálogo de Fe – entrañan una lectura imprecisa de aquello que significa vivir bajo un Estado laico y en una sociedad liberal. Confunde lamentablemente la defensa de un Estado laico con el anticlericalismo (y sospecho que también con la mera increencia). El que un Estado se mantenga al margen de cualquier compromiso explícito con una religión particular (para no establecer distinciones entre sus ciudadanos que impliquen algún tipo de discriminación) no significa “callar a la Iglesia”. Las comunidades religiosas expresan con todo derecho puntos de vista que muchos ciudadadanos valoran, pero esos puntos de vista no son los del Estado ni requieren de los canales del Estado para expresarse. Tampoco tienen en sí mismas un carácter “oracular” ni desempeñan un rol “tutelar” en una sociedad democrática. Constituyen una voz dentro de la sociedad civil, al lado de las voces de otras asociaciones e individuos, algunos vinculados al mundo de la fe, otros vinculados a espacios de vida cívica. Siendo una institución antigua y venerable, la Iglesia Católica – a través de su organismo colegiado, la Conferencia Episcopal, o a través de la persona de sus autoridades – tiene cosas muy importantes que decir ante la opinión pública sobre temas de justicia y bien común. Y los ciudadanos podrán recoger, comentar, examinar lo dicho por ella desde los foros públicos correspondientes (o al interior de la propia Iglesia). La Doctrina Social de la Iglesia aporta significativamente al diálogo horizontal sobre la educación, la corrupción, la justicia. Se trata de temas vitales para garantizar la salud de una sociedad. No obstante, se trata de aportes al diálogo no se sitúan por encima o por debajo del diálogo. Recordarlo es positivo para la democracia, y también para las propias Iglesias.

Dudo mucho que el Estado laico constituya un signo de 'enfermedad', creo que constituye una condición positiva para la puesta en ejercicio de un fecundo diálogo intercultural e interreligioso en el seno de la sociedad democrática. Concebirlo como una perversión sólo revela la presencia de una lectura trasnochada y falsa de la modernidad cultural y política. La nostalgia por la alianza arcaica del trono y el Altar resulta vana y funesta en una sociedad plural. Tristemente, estos cuestionables esquemas prosperan cuando políticos astutos – formados en el mundo de la política corriente e inspirados por móviles escasamente “espirituales” - sienten que pueden sacar provecho de ellos. Eso es lo que acaba de pasar con esta innecesaria ley que hemos comentado: la igualdad religiosa ha sido lesionada por una iniciativa cuestionable de nuestro Presidente de la República y su entorno. Estos políticos cuentan con que el autoritarismo y el confesionalismo están instalados en nuestro medio como una suerte de "sentido común"; se trata de un conjunto de presuposiciones contrarias a la democracia que deben ser desmontadas en nombre de una ética cívica. Olvidamos con una irreflexiva rapidez que la separación de las cosas de la religión y las del Estado tiene una de sus fuentes en el propio Evangelio.


25 comentarios:

Anónimo dijo...

No sè còmo el señor dueño del blog se dice ser catòlico.

Gonzalo Gamio dijo...

No sé cómo algunos comentaristas pueden valerse del anonimato para "escandalizarse" por una manera de argumentar que no está reñida con ningún dogma de fe. Revise el pensamiento católico y descubrirá la pluralidad que tanto atemoriza a ciertos "comentaristas". La discrepancia razonada no hace daño.

Saludos a los muchachos.

ricardof falla carrillo dijo...

Estimado Gonzalo, de acuerdo contigo en lo sustancial. Juicios como los de Juan Luis Cipriani sirven de frontera demarcatoria entre las diversas formas de vivir y pensar el cristianismo católico. Hay un catolicismo nostálgico, que observa temeroso el devenir de la "ciudad secular". Catolicismo arcaico que divide a cristianos entre clérigos y laicos, asumiendo que los primeros poseen una "dimensión ontológica" superior a los segundos. Como pastores sabios sobre una grey ignorante y pecadora. Y otros cristianismos católicos que observan a la "ciudad secular" como condición de regeneración de la iglesia de Cristo. Lo que ha pasado en los últimos dos siglos es, a la larga, lo mejor que le pudo pasar a la Iglesia. Nos estamos liberando del dios "tapa huecos", imperial, absoluto y descubrimos al Dios encarnado en la contingencia de la vida humana. Vallejo lo dice de un modo más profundo:

"Siento a Dios que camina
tan en mí, con la tarde y con el mar. Con él nos vamos juntos. Anochece.Con él anochecemos. Orfandad."

También hay otras formas de analizar estos cambios. ¿Te has dado cuenta que lo que diga o no diga Cipriani le importa un pepino al grueso de la población? Esa es otra lección de la "ciudad secular".

Un abrazo

Ricardo

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Ricardo:

Tu clasificación es buena. Una Iglesia conservadora invita a los fieles a "dejarse guiar", una Iglesia más liberal nos recuerda lo que significa participar de la "asamblea" (ekklesia). Una se remite a un proyecto metafísico-teológico como horizonte de enunciación y reflexión en torno a sus cimientos; la otra atiende a la encarnación como el corazón de su mensaje, y no rehuye la secularización.

Efectivamente, muchos ciudadanos y no pocos católicos no se sienten identificados en las declaraciones de las autoridades religiosas. Debería preocupar a dichas autoridades.

Un abrazo,
Gonzalo.

Erich Luna dijo...

Hola Gonzalo

Estoy de acuerdo con los problemas que señalas acerca del lugar que debe de tener la religión en un Estado liberal y en una sociedad moderna y secularizada.

Concuerdo con tus críticas a los políticos que aprobaron y promvieron dicha medida. Y obviamente concuerdo con las críticas a Cipriani.

De lo que no estoy muy seguro es, sin embargo, de lo que dice Ricardo Falla sobre que la opinión del cardenal "importa un pepino". Yo estoy dispuesto a pensar que es todo lo contrario.

Y en relación a esto viene mi punto: si bien las críticas que haces a la clase política y a la jerarquía eclesiástica están fundadas, creo que olvidas el otro lado del asunto. Y ese otro lado es la "sociedad civil" misma.

Nuestra sociedad no es de facto moderna, secular, ni liberal en esos aspectos políticos que señalas (o que los filósofos y teóricos sociales señalalan), aunque de jure muchas de nuestras instituciones políticas lo proclamen. No creo que a mucha gente le interese o le parezca un "escándalo" (realmente) que pasen estas cosas, en lo que respecta a la relación política religión.

Si los políticos hacen estas cosas, es porque realmente no encuentran restricciones en la sociedad civil para hacerlas. De hecho, encuentran hasta incentivos en la propia sociedad civil para realizar estas medidas (de ahí que se tilde de "demagógico", "populista", etc). El político ni (siempre) es "estúpido". Si hace algunas cosas es porque algo obtiene de ellas.

Nuestra propia sociedad civil (si es que tenemos propiamente tal cosa) no tiene una cultura o conformación liberal (en el sentido teórico o normativo). Y creo que por eso dichas medidas no generan mayor problema en la sociedad.

De hecho y para terminar, y sabes que siempre "chacoteo" con esto, las lecturas "progresistas" de la iglesia y del liberalismo político son excesivamente asiladas. No hay muchos ciudadanos no profesionales, ni académicos que realmente tengan una cultura política y religiosa que vaya de la mando con estas ideas de "secularización" (quiero conocer a trabajadores manuales que sean liberales de izquierda, y lo digo en serio).

Repito: estoy de acuerdo contigo en lo esencial, pero creo que hay que tener una mayor perspectiva del asunto. No hay que "demonizar" o "satanizar" (valgan las expresiones religiosas :P) al político. Sin querer hacer una apología de él, creo que hay otros factores que generan estructuras, restricciones e incentivos que pueden hacer de dichas decisiones algo que se les vea como "razonable". Porque el otro lado peligroso (y lo digo como una malinterpretación terrible) es pensar en el pobre, o en las clases populares como "buenas" ("divinizadas") en sí mismas.

Creo que si bien no caes propiamente en ese vicio, dicha crítica a las "élites" debe ir acompañada de una crítica a los ciudadanos. Porque es la sociedad civil la que debe hacer de contrapeso a los atropellos del Estado. Pero es muy difícil conformar una sociedad civil organizada, cohesionada, articulada y movilizada. El mundo no es tan bello como el que nos promete Habermas :(

Un abrazo,
Daniel

Gonzalo Gamio dijo...

Querido Daniel:

Evidentemente, estoy persuadido de lo que señalas, de la debilidad de nuestra sociedad civil y del autoritarismo y el confesionalismo que están instalados en una suerte de "sentido común" que es preciso desmontar. El post apunta - en el corto espacio que permite su formato - a señalar el carácter antidemocrático de la ley de la Procesión y a mostrar la precariedad de las ideas de JLC sobre el Estado laico.

A pesar del aislamiento de la TL y otras variantes de la Iglesia progresista, es preciso criticar esta situación y señalar los despropósitos presentes en esta clase de declaraciones. Aunque la cruda realidad vaya en la dirección antiliberal ¡Hay que luchar contra ella! No me preocupa nadar contra la corriente en este tema.

Con todo, es verdad que muchos católicos no se sienten representados en la cerrazón de ciertas posiciones conservadoras. Y simplemente hacen sus vidas. Parte del lamentable "éxodo católico" tiene que ver con eso. También hay los que - como el primer "anónimo" - optan por la condescendencia y la absoluta heteronoimía, y se rasgan las vestiduras como fariseos ante el menor signo de discrepancia. Pensar que el grueso del pueblo católico es tradicionalista es tan cuestionable como suponer que el bando progresista está completamente organizado.

Un abrazo,
Gonzalo.

Ricardo Falla Carrillo dijo...

Estimado Gonzalo, te escribo con relación a la referencia que hace el amigo Erich Luna, hace sobre algunas de mis apreciaciones anteriores.

Creo que la mayoría de los cristianos católicos hacen su vida, es decir, actúan de facto, obviando en gran medida lo que diga Cipriani o cualquier jerarca o personalidad de la iglesia Católica. Eso es todo. En ese grueso de "católicos", ni los sectores integristas ni los progresistas tienen un lugar preeminente. Ciertamente hay un ritualismo extendido que se puede explicar desde las ciencias sociales. Pero junto a los ritos y costumbres, los peruanos católicos (en su mayoría, no todos) viven sin tomar en cuenta el magisterio de los diversos dicasterios de la curia. Por ejemplo, con relación a la sexualidad las cosas son muy claras.

Obviamente lo político, dentro de su corrección y cálculo, establece relaciones con lo oficial católico pues no es muy rentable, en términos de imagen pública, enfrentarse al alto clero.

Un abrazo de nuevo

Ricardo

Augusto dijo...

Está corriendo un rumor en el sentido que muchas santidades peruanas estarían organizando una paralización preventiva el próximo 25 de diciembre (probablemente un plantón con el niño Jesus a la cabeza), contra el sentido antidemocrático de Alan García por declarar por Ley “Patrono de la Espiritualidad Católica del Perú” a la imagen del Señor de los Milagros, en desmedro de las otras santidades peruanas. Estas santidades consideran que esta Ley es un acto discriminativo y de provocación al trato igualitario a los santos peruanos. Argumentan que si se trataría de elegir una santidad que represente verdaderamente al sentimiento religioso peruano católico, mejor estaría el Señor de Huanca, la Virgen de Chapi, el Señor de Luren, el Señor de Locumba, etc. etc. Las santidades quejosas, especialmente las de la sierra peruana que siempre dialogan con las divinidades andinas, también indican que esta decisión ha llegado a los oídos de la Pachamama, quien - se sabe por información de los apus - estaría ofreciendo una sequía terrible en el Perú como una protesta efectiva a esta estupidez presidencial. Esto lo efectuaría - dicen los informantes - dado que desde Lima se trata al Perú como mono religiosos, como una sola cosa, cuando es obvio que nuestro Perú es multirreligiosos y multicultural, lo que merecería un trato en ese sentido. Ah, y se sabe también que a esta protesta se estarían sumandoy otras religiones no católicas.
Ya estamos informando...
Augusto

Erich Luna dijo...

Hola Gonzalo

Estamos pues, de acuerdo con el desmontaje del "sentido común" de la sociedad sobre lo religioso y lo político. No sé qué tan útil sea en el corto mediano plazo, pero la labor académica e intelectual en estos ámbitos es, a mi modesto juicio, imperativa.

Entiendo lo que dices sobre lo puntual del post, debido a su tema, coyuntura y extensión. No pretendía exigirte que hagas lo que no te proponías. Simplemente quería complementar tus lúcidas reflexiones con otro aspecto de la cuestión, que de por sí es bastante compleja.

Estoy de acuerdo con nada en contra de la corriente si ello es necesario. De hecho se han logrado grandes cosas en la historia de esa manera. Lo que me angustia, desde hace bastante tiempo, es como generar espacios académicos y extra-académicos (complementarios) para que ello realmente tenga algún tipo de incidencia y no sirva de mera "válvula de escape" o de "auto-terapia" de intelectuales y académicos que quieren tener su "consciencia tranquila". En pocas palabras, mi pregunta es por las posibilidades de hacer "todo lo posible" que esté en nuestras manos, sea lo que ello signifique.

No quiero caer en el fetichismo del dato, pero habrá que ver cifras sobre las posiciones y creencias religiosas de la sociedad peruana para no especular en el aire.

Estoy de acuerdo con que el "éxodo católico" que señalas puede tener que ver con buscar algo que la religión "oficial" y "heredada" no brinda al creyente. De ahí que hayan numerosas "nuevas" iglesias que tengan mucha adhesión y simpatía con muchas gente (¡Y hasta jóvenes!). Habrá que ver cuál es ese vínculo que generan que la Iglesia Católica no está generando en esos casos. Asimismo, me interesaría saber cuántos ateos existen en el Perú, para ver cuánta gente se encuentra en "mis filas" :P.

Es cierto que puede haber gente que se plenamente apologeta de lo que la Iglesia y el discurso oficial afirma, pero no creo que ello es algo malo en sí. No sé si realmente ser "disidente" o "crítico" sea más "cristiano".

Y sobre tu último punto, no tengo cifras para sustentar mi "corazonada" (por eso creo que debemos recurrir a encuestas y estudios cuantitativos y cualitativos sobre el tema antes de seguir en lo mismo). Lo que manifestaba era mi escepticismo ante la idea de que la "mayoría" de los cristianos están en desacuerdo con el cardenal. Creo que es todo lo contrario por el hecho de que dichas medidas antiliberales y antiseculares no son criticadas o no generan ningún tipo de indignación. Y sí, creo que en esa misma línea pensar que el bando progre está organizado es muy cuestionable, o que si está organizado (que puede serlo) creo que su incidencia es mínima. Basta ir cada año a la conmemoración del IF de la CVR y ver como disminuyen los asistentes a ritmos asombrosos y terribles.

Un abrazo,
Daniel

Erich Luna dijo...

Hola Ricardo

Entiendo que aludas a que la práctica cotidiana del "creyente promedio" (si tal cosa existe) no se vea afecta de manera determinante por las declaraciones del cardenal. Puedo estar de acuerdo con cierta "indiferencia" (por ejemplo en mucho del tema ligado a la sexualidad). Pero en casos límites de la relación entre política, Estado y religión, no creo que ello sea tan claro.

Sin embargo, la jerarquía eclesiástica sí juega un papel importante en la vida cotidiana. El sacerdote juega un papel central, la parroquia, la Iglesia en general. Más allá de Cipriani, digamos que más "abajo" en la jerarquía ello sí se da.

Ahora, si me dices que aún así el grueso de la población vive al margen, yo tendría que ser más tajante (y quizá injusto) y decir que esa "indiferencia" en la práctica religiosa ("ritualista" que llamas) para mí es esencial. La vida en comunidad y la vinculación con la Iglesia (al margen de las discrepancias) es algo esencial. Los católicos que se bautizaron porque sus papás quisieron y que se confirmaron para casarse y seguir con su vida de rutina (por mera convención social, sin ningún tipo de reflexión o decisión) no me parecen católicos "al 100%". La fe juega un papel central y vivir creyendo en el catecismo porque así me enseñaron, pero nunca tener que ver con la Iglesia es más un gol a favor de la secularización (nihilismo y muerte de Dios nietzschean, desencantamiento del mundo weberiano, etc) y no tanto un "cristianismo legítimo sin más".

No entiendo muy bien qué es ser católico si creo en los dogmas (supuetsamente) pero me comporto como un no creyente. Me parece algo más cercano a "no creyente performativo", antes que a un "cristiano secular".

Yo pensaría que además de estar bien con el alto clero, el político también quiere estar bien con sus potenciales electores. Si en su mayoría son católicos, hay incentivos para hacer lo que se hace, ya que el grueso de la población no parece cuestionarlo. Yo no creo que el creyente católico promedio quiera un "Estado neutral" donde sea legal lo que va en contra de su moral, sus principios y su visión del mundo. Ese salto liberal es casi inexistente en la sociedad, al margen de las élites. Me da esa impresión.

Saludos,
Daniel

Martín Valdez dijo...

Leyes bizarras como aquella, y declaraciones como las de Cipriani, muestran cómo sectores importantes y con poder en nuestra sociedad están todavía años luz de un pensamiento propiamente liberal y democrático (y acá pienso en el liberalismo político de John Rawls, aunque no necesariamente tendría que ser ese).

Esto, por supuesto, no debería sorprendernos en lo más mínimo, si tenemos en cuenta que el liberalismo sólo puede sostenerse en la aceptación generalizada de valores como la libertad e igualdad de los ciudadanos, y concebir a la sociedad como un sistema de cooperación equitativo (sigo en esto también a Rawls).

Sin esos valores de fondo, resulta imposible recriminarle a Cipriani su visión autoritaria, que muy probablemente lo llevaría, si es que tuviese el poder coercitivo del Estado a su disposición, a imponer su religión a cada uno de nosotros, por la fuerza.

En otras palabras, la particular visión religiosa de Cipriani, obviamente no de todos los católicos, debe ser considerada como "no-razonable" (en la medida que no está abierta a un diálogo genuino), y tratada con mucho cuidado.

Pero como bien se ha señalado, este espíritu indudablemente anti-liberal se encuentra presente también en buena parte de la población, aunque probablemente no con la desfachatez propia del Cardenal o del mismo Alan.

En ese sentido, es en a terreno donde debemos dirigir el "campo de batalla" de las ideas.

Saludos.

roger dijo...

estimado gonzalo

es una lastima que la UARM haya suspendido el diploamdo de mistica y humanismo. era una especializacion unica en peru. no entiendo la razon.

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Roger:

El Diplomado se está dictando y el próximo semestre también. Estamos trabajando para darle una nueva forma al tema filosófico-religioso.

Saludos,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimados Martín y Daniel:

de acuerdo. Ese es - como bien ha sido dicho - el "campo de batalla intelectual". Si acaso el grueso de la población es antiliberal, la lucha será más ardua, pero no menos legítima. Cuidado con el argumento "ad populum" :) . No creo que sea un problema insuperable estar en condiciones de minoría.

Es verdad que ser católico supone un "núcleo de creencias básicas", las que están en el Credo. Nada en la disputa con JLC compromete ese núcleo. La libertad de pensamiento también es un valor cristiano.

Saludos,
Gonzalo.

Ricardo Falla Carrillo dijo...

Estimado Gonzalo, abusando de tu espacio nuevamente.

Hola Daniel,

De acuerdo contigo en lo esencial. Solo añadiría lo siguiente. Todavía no se ha evaluado o analizado los efectos de la secularización en el Perú. Pues este proceso es diferente según las culturas y sociedades. Por ejemplo, en Francia el proceso de secularización provino de una voluntad social traducida en la construcción deliberada de un estado laico. Las revoluciones dadas desde 1789 hasta el mayo del 68 son buenas evidencias. En nuestro caso, me parece que ha sido motivado por la expansión de la economía de mercado y el tipo de sujeto que ésta construye. El capitalismo, en sus versiones más radicales, suele ser bastante más desacralizador que las políticas laicistas. También incide en ritualismos más pragmáticos que propiamente vinculantes. "La muerte de dios" también se da por medio del oro y los placeres individuales que éste brinda.

Saludos

Ricardo.

roger dijo...

gonzalo.

cuando pregunte en la UARM, me dijeron que el diploamdo ya no va ir mas...me dio mucha pena porque tenia pensado estudiar el otro año mi diplomado en misitca. tengo mucho aprecio por la UARM y era mi mas grande ilusion poder hacer ese estudio. disculpa la molestia

Jorge Valdivia Salas dijo...

Señor Gonzalo Gamio:
Respecto a las palabras del Cardenal acerca de Mario Vargas Llosa me gustaria hacerle una aclaración. Yo he escuchado la entrevista que le hicieron al Cardenal en RPP cuando junto con el alcalde -en ese entonces- Luis Castañeda estaban inaugurando una avenida o calle que lleva el nombre de Juan Pablo II. Ante la pregunta de la periodista de que si era verdad qué no había leído a Vargas Llosa. El Cardenal respondió que sí, pero en ningún momento dijo que no recomendaba leer al escritor peruano. O tal vez usted tiene otra fuente de la cuál ha sacado esa información. Seamos objetivos y no lancemos afirmaciones que no se han dicho. Además también felicitó al escritor peruano por su dedicación en su lucha por la libertad y la democracia. Y allí acabó la entrevista.
Entiendo tal vez por qué el Cardenal no ha leído a Vargas Llosa. Aquí mi conjetura: A un seminarista, que se está preparando para ser sacerdote, no vas a darle a leer un autor que muchos, no digo todos, de sus libros describen "encuentros amorosos", son sensuales y hasta eróticos diría. Pantaleón y la visitadoras o Travesuras de una niña mala, como mínimos ejemplos, contribuiran quizá a aclarar lo que quiero decir.Acaso no ¿sería -disculpe la expresión- quemarle el cerebro a un seminarista y más aún a uno que está discerniendo su vocación? Y más aún ha alguien que va a vivir su votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia. Es por eso que etiendo al Cardenal que no haya leído a nuestro ilustre escritor. El hecho, también que Vargas Llosa haya ganado el Nobel no quiere decir que estemos "obligados" a leerlo. Habrá gente a la que no le guste su literatura. ¿Usted a leído todas las obras del premio Nobel 2010.
Y por último otra pregunta. ¿En un Estado laico entonces no se pude Consagrar el Inmaculado Corazón de María como ella misma lo pidió el 13 de mayo de 1917 porque estaría antentando contra el diálogo? Gracias y Dios lo bendiga profesor.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Jorge:

La fuente es "Correo":

http://correoperu.pe/correo/nota.php?txtEdi_id=4&txtSecci_parent=&txtSecci_id=100&txtNota_id=451236

Saludos,
Gonzalo.

Martin V dijo...

Que la designación lo haga alguién del clero parece natural, pero que lo haga el presidente de la república parece surreal. Es que también tiene poderes eclesiásticos?.
Bueno, es una mas de Alan, un día puede ser una patada, un puñete, al otro honores y títulos inventados por él.

Mirko dijo...

Mucho gusto,es la primera vez que hago un comentario.
Pecibo una confusion peligrosa entre un principio y lo que debe ser su aplicacion al caso concreto: la doctrina catolica sobre las relaciones Iglesia-Estado, por un lado,y la oportunidad o conveniencia del hecho que criticas.
Personalmente me quedo algo perplejo de que congresistas tan impresentables y vergonzantes dicten tal ley; con la excepcion de Fabiola Morales, la conozco como una catolica sin medias tintas y defensora incondicional de la vida desde la concepcion. Pero los demas tienen una conducta pesima. Por otro lado, para ellos tiene la misma trascendencia que cuando declaran patrimonio nacional Machu Picchu, el ceviche o el pollo a la brasa.
Dicho esto, no se puede adherir sin mas reservas a los dogmas del laicismo y repetir sus lugares comunes. ¿ A quien le han ganado Rosa Maria Palacios o Alvarez Rodrich? ¿es autoritativo lo que digan?
El reinado social de Nuestro Señor Jesucristo es una doctrina que nunca ha sido abrogada,precisamente hoy se celebra la fiesta de Cristo Rey instituida en pleno siglo XX,justamente como protesta al mismo laicismo que tan encomiable te parece.
Los Politicamente correctos (o caviares) no tienen porque tomar esto en cuenta, pero si te dices catolico y con toda tu formacion intelectual, no puedes pasarlo por alto, porque le restaria seriedad a tu post.
Si te dices cristiano catolico, argumenta desde esta base, no repitas los mantras baratos de los PC. Si no estas haciendo un simple copy paste y pasas por un Bedoya Ugarteche sin lisuras.
Mirko

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Mirko:

Que Jesús se remita a la estirpe de David y que anuncie el Reino de Dios no implica la necesidad política de un Estado confesional.

Lo de "Cristo Rey" - más allá de la iconografía cristiana - está asociado ya al funesto franquismo.

En temas de reflexión personal, la "base" a la que recurro es a mi libertad de conciencia.

Saludos,
Gonzalo.

Unknown dijo...

Hola Gonzalo:

Leí este post hace varios días y había una pregunta bien elemental que me quedaba en el aire. Es tangencial al tema pero igual quería saber tu opinión al respecto.
Dada la división público-privado que suele asociarse a la laicidad, ¿qué pasa con celebraciones religiosas que invaden (o "invaden") el espacio público? Pienso en el Señor de los Milagros. Es una festividad religiosa importante, pero que también causa mucha incomodidad para N cantidad de particulares que tienen que soportar el tráfico del centro. Puedo imaginarme un grupo de ciudadanos que se propongan recolectar firmas para evitar que se invada un espacio público como las calles del centro alegando que es una fiesta que no tiene por qué imponerse en un espacio público. No importa mucho, para efectos de la pregunta, qué reacción habría por parte de la ciudadanía o de los medios de comunicación, o de qué tan poco probable sea el que algo así suceda. Aún así, la pregunta queda: ¿Qué tan válido sería este argumento? ¿Qué tipo de contraargumentos podrían esgrimirse? ¿Qué tanta repercusión podría tener en instancias estatales?
Quisiera conocer tu opinión al respecto. (no sé si como un comment más a esta ya abultada lista o si en un nuevo post)

Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola Gonzalo, disculpa que comente tardíamente este post pero quería tener tu opinión como especialista en el tema. Estamos preparados como país para promover la existencia de un Estado laico? quiero aludir con ello a que en un país con tanta desconfianza en el otro y en la ley, y la inexistencia de instituciones democráticas sólidas, entonces no existe una ética laica interiorizada. Se me ocurre pensar entonces que, aunque discriminatorio, el hecho que el Estado sea el vehículo oficial de una forma de espiritualidad que no está reñida con los usos y costumbres nacionales, sirve como último dique de contención ante una pulsionalidad egocéntrica, emprendedurista, hedonista, eminentemente individualista (que se ve soliviantada por el libre mercado desde luego). Pienso desde la óptica de un país en el que por un lado la transgresión es norma -criollada, pendejada, corrupción- y por otro lado la legalidad es un saludo a la bandera; en ese sentido, la religión como política de estado influye en temas polémicos como el aborto, la planificación familiar, etc, que convocarían a formas de autorepresión facultadas por una legitimidad divina
Agradeceré me des algunas luces al respecto y si me puedes recomendar algún libro genial.
Mil gracias,
Andrea.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimada Andrea:

Tu punto es excelente, gracias. Efectivamente, una forma de defender un Estado confesional va por el lado de sostener que - all{i donde no existe una conciencia democrática arraigada - la religión constituye un factor de cintención contra prácticas negativas.

Uno puede preguntarse si como "ética pública" la religión ha tenido algún éxito, o si su omnipresencia ha generado terribles consecuencias en el pasado, como tribunales de la inquisición o guerras religiosas (lo que llevó precisamente a plantear la laicidad).

Ese argumento confesionalista (llevado a un extremo) podría llevarnos a considerar que el no creyente estaría en una posición de indefensión frente al hedonismo, etc. Existe una variedad de concepciones morales no religiosas desde hace muchísimo tiempo.

Creo que a pesar de todo, la religión puede seguir siendo un factor de cintención contra prácticas negativas en el nivel de quien la toma como un relato moral, pero ello tiene que ser fruto de la elecci´pn de los agentes en el marco de espacios sociales no estatales. Se trata de otro nivel de argumentación, el de la 'vida buena'. No es tarea del Estado promover una ética particular.

Te recomiendo el libro de Mrtha C. Nussbaum "Libertad de conciencia". En mi ensayo "¿Qué es la secularización?" publicado en Páginas y en este blog, encontrarás un desarrollo mayor de estas ideas.

Un abrazo,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por las luces Gonzalo, revisaré el libro de Nussbaum y tu ensayo.
un abrazo.