lunes, 31 de mayo de 2010

NUEVA PUBLICACIÓN: EL CULTIVO DEL DISCERNIMIENTO. ENSAYOS SOBRE ÉTICA, CIUDADANÍA Y EDUCACIÓN




Gonzalo Gamio Gehri


Tengo el gusto de presentarles el nuevo libro editado por Susana Frisancho y quien escribe estas líneas. Se trata de El cultivo del discernimiento. ensayos sobre ética, ciudadanía y educación, (Lima, Fondo Editorial de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya 2010) un conjunto de ensayos sobre ética y pedagogía moral y ciudadana escritos por filósofos, psicólogos y educadores del Perú y de España. Hasta donde tengo noticia, no existe en el Perú otro libro publicado sobre esta materia. El texto cuenta con ensayos de Juan Antonio Guerrero, Fidel Tubino, Carlos Pitillas Salvá, Alessandra Dibós, Ricardo Falla, Alessandro Caviglia, Carlo Mario Velarde, Susana Frisancho y Gonzalo Gamio. Les dejo con la introducción y el índice del libro.



El cultivo del discernimiento

Ensayos sobre ética, ciudadanía y educación

Susana Frisancho / Gonzalo Gamio

(editores)



Introducción


Susana Frisancho / Gonzalo Gamio


En diferentes etapas de la historia, los pedagogos, psicólogos y filósofos han considerado la educación como el espacio fundamental en el que el desarrollo humano tiene lugar. En su libro La Educación, Puerta de la Cultura, Jerome Bruner (1997) analiza con gran lucidez el proceso educativo y su relación con el desarrollo de la sociedad, sosteniendo con énfasis una postura que concibe la educación como creadora de cultura y, por lo tanto, como formadora de las mentes y los corazones de los individuos a través de procesos individuales y colectivos de creación de significados. En efecto, tan pronto como el lenguaje y el uso de signos se incorporan de un modo explícito en cualquier acción, esta se transforma y se organiza de una manera totalmente nueva. La escuela, como lugar de desarrollo, provee a los niños el lenguaje y los modos de vivir y pensar de su cultura y les da, así, herramientas para la construcción de significados relativos a aquello que constituye su identidad personal y el mundo en el que viven.

Tal como afirma Bruner (1997:31), la educación es una encarnación de la forma de vida de una cultura, y no simplemente una preparación para ella. En este sentido, al estar vital e integralmente vinculada a las metas que la sociedad en su conjunto desea alcanzar, la educación abarca mucho más que el debate sobre los planes de estudio, los materiales educativos o los estándares para la evaluación, pues está referida no solamente a procesos psicopedagógicos individuales, sino fundamentalmente al tipo de ser humano que la sociedad necesita y aspira a desarrollar. Por ello, la educación involucra una responsabilidad pública muy importante, pues refleja las prioridades y preocupaciones básicas de la sociedad, comparte la función formadora de la familia. Asimismo, creemos que debe apuntar al desarrollo humano y la inclusión social, a la progresiva eliminación de las desigualdades sociales y a la consecución de la equidad.

Esa particular interacción a la cual llamamos educación, pone de manifiesto que los seres humanos somos criaturas a quienes les es imposible vivir solas. Incluso la actividad mental humana, que sucede aparentemente “dentro de la cabeza”, no se conduce nunca en solitario ni sin asistencia, pues la vida mental se vive con otros, toma forma para ser comunicada y se desarrolla únicamente con la ayuda de códigos culturales. Esta característica –la necesaria e ineludible convivencia con el otro– hace que la palabra ética cobre particular significado. Entendemos por “ética” la reflexión crítica en torno a los valores, las normas y los modos de ser que buscan orientar la vida al interior de espacios sociales de interacción y debate. La interdependencia y la fragilidad de la vida y de los vínculos humanos llevan a los agentes a plantearse –en los fueros de la vida privada y pública, pero nunca completamente a solas– la cuestión de los sentidos que habrían de guiar conscientemente la acción y la vida como una totalidad articulada.

La educación, entonces, como cualquier interacción humana, tiene un componente ético esencial. Los padres de familia y la sociedad en su conjunto confían a los niños y jóvenes a la escuela, asumiendo que allí desarrollarán sus potencialidades, que los docentes se comportarán éticamente en las clases y que promoverán el desarrollo del “discernimiento ético” y la “conciencia moral” de los niños y los jóvenes. Desde esta perspectiva, la indagación ética está implícita en la actividad educativa, pues entre otras muchas cosas, los profesores se relacionan con los alumnos y sus colegas, premian y sancionan la conducta de los estudiantes, toman exámenes, evalúan y juzgan, opinan sobre diversos temas, gestionan y toman decisiones al interior de la escuela (y en la universidad) e influyen en las relaciones de los estudiantes y jóvenes en el salón de clases. Además –y esto es algo que a veces lamentablemente se pierde de vista– la deliberación ética debería ser parte de cualquier reflexión sobre propuestas y políticas educativas. Cuando se plantean estas políticas y perspectivas, siempre debemos detenernos a pensar si son justas, si ayudan a la convivencia y si sirven a metas que valen la pena. Ya los griegos consideraban que la paideia constituía un elemento medular del florecimiento humano estrechamente asociado a la reflexión política, que sobrepasaba cualquier consideración meramente curricular, estratégica y disciplinar (del que formaban parte sustancial la tragedia y la filosofía).

Es por todos reconocido que la educación en el Perú atraviesa una crisis histórica, y en años recientes –quizá precisamente por la paulatina toma de conciencia que la sociedad ha hecho de la crisis misma– se ha reconocido, en las diferentes propuestas curriculares promovidas tanto por el Estado peruano como por la sociedad civil, la imperiosa necesidad de una formación ética. En algunos casos, esta se ha abordado al interior de los cursos o áreas curriculares, en los espacios de tutoría y orientación educativa, así como en las políticas de gestión institucional. El documento Estado de arte sobre ética, ciudadanía y paz en la educación en cinco países de América Latina (Sime y Tincopa 2005) revela que en los documentos normativos de la educación peruana pueden encontrarse lineamientos de políticas que promueven la educación en derechos humanos y democracia, educación ciudadana, educación cívica, formación ética y otras propuestas transversales al currículo y al accionar de la institución educativa. Esto puede apreciarse también en las diversas propuestas curriculares planteadas por el Estado y en documentos tan importantes como el Proyecto Educativo Nacional del 2006.

Sin embargo, y con honrosas excepciones, si se analizan las propuestas pedagógicas para la formación ética que existen en nuestro medio, puede verse que ésta se ha dejado generalmente al sentido común –cuando no a una cierta cosmovisión tradicionalista y dogmática sobre “los valores”–, como si pudiera abordarse intuitivamente con poca o ninguna reflexión. En nuestro país, la educación básica deja el tema en manos de los tutores o responsables de aula, quienes hacen lo que pueden con el poco tiempo y, a veces, con la escasa preparación con que cuentan. En la Educación Superior, el tema es usualmente resuelto con cursos sobre historia de la ética, los cuales muchas veces aparecen descontextualizados, enfatizan solamente la memorización de información (y son muchas veces “dictados” por quienes carecen de una auténtica formación filosófica), no están vinculados a conflictos éticos concretos, no son significativos para estudiantes de disciplinas distintas a la filosofía, y cumplen muy pobremente con los objetivos de formar el juicio crítico y la capacidad de discernimiento de los estudiantes. Es común también que los departamentos de las universidades que incluyen un curso de deontología profesional o “ética aplicada”, lo presenten como un conjunto de recetas derivadas directamente de los códigos de conducta de la profesión, lo que lamentablemente deja poco espacio para el análisis crítico de los conflictos, la elaboración de argumentos racionales y la puesta en debate de estos.

Esta situación es de lamentar, pues es un imperativo de la vida social la formación de ciudadanos justos, honestos, autónomos en sus juicios y conductas, capaces de argumentar crítica y razonadamente, de reconocer y respetar los derechos humanos y la conducta democrática, valorar la diversidad, respetar y cuidar la naturaleza y, cuando sea el caso, de orientar su quehacer profesional hacia fines de interés común. En general, y debido a la confusión sobre los medios y los fines más adecuados para la educación ética, en este campo coexisten diversas y a veces incompatibles perspectivas.

En un intento de categorización contemporánea –generalmente aceptada–, puede decirse que existen tres grandes tipos o modelos de educación ética, a los cuales denominaremos de la siguiente manera: los modelos “tradicionales”, los “relativistas” y los “democráticos o de desarrollo”. El enfoque tradicional entiende la formación ética (muchas veces identificada con la “educación en valores”) como la transmisión mecánica de una lista de valores –concebidos a veces como “virtudes”– que se asumen absolutos e inmutables. Desde esta perspectiva, la meta de la educación ética es socializar a las personas en las normas y convenciones, e inculcarles los fines específicos de su grupo o sociedad. Usualmente, esta perspectiva descuida la particularidad de los contextos, minimiza o ignora los conflictos, y deja de lado el ejercicio del razonamiento y la crítica. Las cosas ya están dadas, los problemas ya se encuentran resueltos, y de lo único que debe tratar la educación es de transferir ese conocimiento (esas “verdades”) de una generación a otra. Lamentablemente, se sabe que los enfoques de este tipo, basados en la repetición acrítica y heterónoma de ideas y “valores”, tan populares en nuestro medio, son ineficaces para el desarrollo de personas reflexivas, críticas, transformadoras y libres.

Aunque se trata de un término equívoco –ya que en realidad nadie asume verdaderamente esta postura– el grupo de modelos a los que llamamos “relativistas” parten de la creencia de que, al ser los juicios éticos histórica o culturalmente relativos, y al tener cada persona su propia jerarquía de valores, no es posible llegar a consensos o acuerdos universales ni identificar principios que sean “objetivamente” más adecuados que otros. Estas posturas no hacen diferencia alguna entre el dominio moral (por ejemplo, el respeto a la dignidad de la persona) de dominios sociales que no son estrictamente morales (por ejemplo, los gustos o preferencias individuales o las tradiciones culturales de una determinada sociedad). De esta manera, deja el campo de la ética a los gustos o preferencias de cada quién, lo asume como fundamentalmente subjetivo y proscribe la construcción de un diálogo verdadero y de una normatividad racionalmente consensual. Si bien en algún momento esta aproximación se tomó como fundamento de diversos programas educativos de la escuela Primaria y Secundaria (por ejemplo, el movimiento de “clarificación de valores” en los Estados Unidos de América), podemos decir que no expresa el punto de vista de ninguna corriente filosófica contemporánea: en la actualidad, es más bien un argumento que mucha gente utiliza en los escenarios de la vida cotidiana para no involucrarse en la construcción de argumentación ética, para no observar sus propios comportamientos y juicios y no ponerlos a debate en la esfera pública.

Desde una visión distinta de los seres humanos y sus interacciones, el tercer modelo, al que llamamos enfoque democrático o del desarrollo, asume que la llamada “crisis” moral no es una “pérdida de valores”, como comúnmente se piensa, puesto que la ética no es un conjunto de valores que las personas han perdido y necesitan recuperar. Los valores nunca se “pierden”; se “cambian”. Desde la perspectiva democrática, la educación ética es mucho más que el esfuerzo por clarificar las preferencias personales o inculcar las convenciones de cada grupo cultural. Debe apuntar a la formación del espíritu crítico y la argumentación, al análisis de los conflictos, a la generación de habilidades para la toma de actitudes y el cambio de perspectiva, además de desarrollar en los estudiantes el reconocimiento de sus responsabilidades individuales y sociales, el deseo por hacer las cosas bien y por lograr un mundo cada vez más inclusivo y justo. Los individuos son agentes que se forman para ser ciudadanos en la esfera pública, son sujetos potenciales de transformación social y política. Tienen algo que decir sobre su destino y el de las sociedades e instituciones a las cuales pertenecen. Es en este paradigma donde nos inscribimos quienes participamos en la elaboración de este libro.

En el presente volumen, el lector encontrará una serie de ensayos que se ocupan de problemas vinculados a la relación entre la investigación ética y la formación moral: el discernimiento de los conflictos éticos, la educación en derechos humanos, el rol de la reflexión literaria en la formación ética, la educación ciudadana en contextos multiculturales, la ética subyacente a la pedagogía ignaciana, entre otros. Anima a todos ellos el propósito de plantear los vínculos conceptuales y existenciales entre ética y educación haciendo justicia a su relevancia y su complejidad. No se trata de proponer recetas o de sugerir soluciones simples a problemas complejos. Se trata de explorar críticamente asuntos en los que se ponen en juego las diferentes dimensiones de lo humano. La educación ética es la formación que llevará a las personas a ser más capaces de encontrar el sentido de sus vidas y a organizarse mejor para convivir –entre nosotros mismos, y junto a otras especies con las que compartimos un planeta– de una manera más justa y armónica. Detenernos a reflexionar sobre sus fundamentos constituye una tarea urgente –lamentablemente poco acometida– que nos permitirá esclarecer cuestiones prácticas de singular importancia.


Indice

Introducción 9

Los Autores 17

El cultivo de las humanidades y la construcción de ciudadanía

Gonzalo Gamio Gehri 21

1. Dos conceptos complementarios de ciudadanía 23

2. Percepción de la injusticia y empatía 29

3. Breve exploración de dos ejemplos literarios:

Rosa Cuchillo y Las Suplicantes 36

Identidad moral, fundamentalismo y derechos humanos

Susana Frisancho 45

1. Fundamentalismo y complejidad cognoscitiva 46 2. Fundamentalismo e identidad 48

3. La identidad moral 50

4. Fundamentalismo e identidades morales falsas 54

Conclusiones

58

No una sino muchas ciudadanías

una reflexión desde américa latina

Fidel Tubino 61

1. Hacia una concepción comunitarista de la

ciudadanía: las ciudadanías indígenas 64

2. Las ciudadanías diferenciadas 69

3. Las ciudadanías interculturales 72

3.1. La descolonización cultural de las esferas públicas 74

3.2. Repensando la cultura política pública 76

4. La complementariedad entre las tres concepciones

alternativas de ciudadanía 78

La dimensión ética de los relatos:

el discernimiento y la identidad enriquecidos

en la experiencia literaria

Carlos Pitillas Salvá 81

1. Introducción 81

2. Identidad 87

3. La identidad enriquecida en la experiencia literaria 93

Conclusión 113

Pedagogía deliberativa y construcción de ciudadanía democrática en el Perú: oportunidades y desafíos

Alessandra Dibos 123

1. Hacia una pedagogía deliberativa 124

2. ¿Qué puede aportar la pedagogía deliberativa

(intercultural) a la educación ciudadana y ética en

el Perú? 136

3. Reflexiones finales 152

Educación ética y espiritualidad

Ignaciana

Juan Antonio Guerrero Alves, S.J. 155

1. La educación ética y los EE 161

1.1. ¿Una educación sin maestros?: Serán todos

enseñados por Dios (Is 54,13. Jn 6,45) 162

1.2. El trasfondo antropológico de la educación ética 167

1.3. El contenido ético de los EE 173

1.4. La pedagogía de la ética en los EE 179

2. La educación ética y la formación del jesuita 188

2.1. La pertenencia a un cuerpo 189

2.2. El sujeto que se pretende formar 193

2.3. La pedagogía de la prueba 195

3. Algunos corolarios sobre educación ética 204

La importancia de la educación en el

proceso de construcción de ciudadanía

Carlo Mario Velarde 209

1. La educación en el Perú: ¿qué tipo de sujetos se

forman en nuestras escuelas? 210

1.1. Sobre el enfoque pedagógico 211

1.2. Los símbolos de una escuela totalitaria 213

1.3. El sistema de relaciones predominantes dentro

de la escuela 215

2. Propuestas para una educación ciudadana 217

2.1. El papel del docente en este contexto 219

3. Conclusiones 221

Sobre la necesidad de “mitologías democráticas” Apuntes sobre el conflicto entre la ética cívica y la cultura autoritaria

Gonzalo Gamio Gehri 225

1. La ética cívica frente al espíritu de tutelaje 227

2. La educación autoritaria y la necesidad de

reescribir la historia 230

3. A modo de conclusión: la búsqueda de un “Rubicón espiritual” 237

Discernimiento público, educación democrática y derechos humanos

Alessandro Caviglia Marconi 241

1. La afirmación de una cultura de derechos humanos 243

1.1. Derechos humanos y la búsqueda de la

fundamentación filosófica 246

1.2. De la cultura de la fundamentación a la cultura

de la justificación 251

1.3. La justificación de los derechos 255

2. La formación del juicio y del discernimiento crítico 261

3. Una narrativa nacional desde la perspectiva de la construcción de ciudadanía democrática. 268.

Educación o exclusión: El dilema

peruano del siglo XXI: Una lectura desde

la ética económica

Por Ricardo Lenin Falla Carrillo 277

1. Reconocimiento de una realidad 279

2. El hacer y el saber hacer 282

3. Dimensiones de la exclusión 283

4. La exclusión del conocimiento y la pobreza 286

5. Exclusión educativa y pobreza 289

6. Exclusión y crisis moral: cultura de la pobreza y

cultura de la barbarie 293

7. Educación o exclusión: la disyuntiva peruana del

siglo XXI 296

7.1. Formación para la no autoexclusión 298

7.2. Formación para la no exclusión de otro 298

7.3. Formación para no dejarse excluir 299

8. Epílogo: Exclusión y barbarie o Solución ética 300

Bibliografía 307

21 comentarios:

Anónimo dijo...

Precio, por favor.

Gonzalo Gamio dijo...

El libro acaba de salir, y el Fondo editorial está por determinar el precio, que será completamente accesible al público interesado.

Saludos,
Gonzalo.

over ramirez g. dijo...

estimado gonzalo gamio.

usted dice que es de izquierda liberal, en pocas palabras puede definirlo?

Gonzalo Gamio dijo...

Over:

Aquí encontrarás un desarrollo del tema:

http://gonzalogamio.blogspot.com/2007/05/qu-clase-de-cultura-liberal.html

Saludos,
Gonzalo.

Jorgesp dijo...

Felicitaciones por la publicacion Gonzalo, sera motivo para revisar un libro de corte interdisciplinario, siempre es util cambiar la perspectiva y abrirse a diferentes enfoques.

un abrazo!

Anónimo dijo...

Felicitaciones Gonzalo!

i.Es un buen antídoto contra las
publicaciones alcantarillescas.Pronto adquiriré
mi ejemplar.

ii.¿qué días estarás autografiando
los libros?

iii.¿ya salió en pirata?¿esta vez subirás el material
a la web?No es que sea malo,pero creo que llegaría a más gente de esa forma.

Saludos,
Marcelo

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Jorge:

Muchas gracias. Creo que esa perspectiva interdisciplinaria es clave para entender de manera rigurosa la cuestión de la pedagogía ética.

Un abrazo,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Marcelo:

Muchas gracias, querido amigo.

¡Cuando no, poniéndole "sazón" a los comentarios! Creo que es una buena cosa anunciar los libros cuando ya han sido publicados. Por eso no hablé del libro antes.

No acostumbro programar eventos para firmar libros, pues me considero alguien cuya escritura está todavía en proceso de formación (creo que tampoco lo haré cuando publique más cosas), pero claro que firmaré los libros a mis amigos y a las personas que así lo quieran, jajajaja.

Un abrazo,
Gonzalo.

Uriel dijo...

Hola:

Felicitaciones por el nuevo libro! A decir verdad yo leí el primer artículo del libro y me esclareció muchas cosas, por ejemplo el concepto de "ciudadania activa" que me parece fundamental en una democracia. Lamentablemente como dicen los sociologos no tenemos "ciudadanos" o está en "formacion", pero como bien dice la introducción la educación tiene un rol primordial.

A propósito del tema de la educación que diferencias habría entre la pedagogía ciudadana y la educacion de las emociones, o la famosa inteligencia emocional, que tanto es publicitado. ¿Van juntas en el mismo camino?

Saludos

Ricardo Milla dijo...

¡Felicitaciones por el nuevo libro Gonzalo! Espero que los éxitos en tu vida académica sigan así. Los mejores deseos para tí.

Esperemos a que salga. Asumo que será a precio democrático, ¿no? Me compraré mi ejemplar, así como hice con tu último libro, para esperar una firma... ;)

Saludos.

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Ricardo:

Claro, firmaré los dos libros, muchas gracias.


Saludos,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Uriel:

Muchas gracias. La educación de las emociones - de raíz clásica y en parte ilustrada (escocesa)- no tiene nada que ver con la tan mentada "inteligencia emocional" hoy en boga.

Saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Estimado Gonzalo,

Oh, mis amigos de España y yo te felicitamos por la nueva publicación.

Ya tendré oportunidad de leer tu manuscrito, oh.

saludos a vuestra merced

Gonzalo Gamio dijo...

¡Pardiez! Mi agradecimiento es más grande que el imperio de los Austrias.

A fe mía que esperaré con impaciencia vuestra lectura, su señoría.

Saludos a vuestra ilustrísima.

Susana dijo...

Sorpresa!!! no sabía que ya estaba listo

Gonzalo Gamio dijo...

Así es, Susana. Está listo.

Excelente.

Saludos,
Gonzalo.

Ricardo Milla dijo...

Hola Gonzalo:

De nada. Más bien gracias a tí por acceder a mi petición. Siempre es grato tener la firma del autor del libro y más aún si a éste se le conoce y se le tiene admiración.

RM

Gonzalo Gamio dijo...

Muchas gracias.

Saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Hola Gonzalo,

Quería comentarte que leí una noticia de lo más alcantarillesca en
en el periodicucho por antonomasia de nuestro medio.
Además que insulta de rebote y gratuitamente a Santuc.

El columnista confunde una crítica puntual y dentro de un contexto determinado,
con una crítica generalizada y global en cualquier universo del discurso.
Te paso el link para que lo revises.

Parece que su director lo alienta con panetones Correo, o le sacó su turrón Doña Pepa
por la ligereza y vehemencia con la que escribió,
y si le mete más veneno al artículo,a fin de año,le saca la anhelada cocina Surge.


http://www.correoperu.com.pe/correo/columnistas.php?txtEdi_id=4&txtSecci_parent=&txtSecci_id=84&txtNota_id=365277&txtRedac_id=msv

Espero tu comentario.

Marcelo

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Marcelo:

Sí lo leí ¿Qué se puede esperar de un tipo como Santiváñez, un extremista que llena una página de calificaciones y sin ningún argumento? Su texto es un bodrio, insultante y sin ningún brillo, ni lógico ni retórico. Además, sabe que lo que se objeta es la prohibición o restricción de lectura en una universidad confesional peruana (cfr. Caretas). Sobre si hay pluralidad en las facultades de humanidades en la de Navarra no pienso opinar, pero habría que preguntarle al filósofo Daniel Innerarity porqué ya no dicta allí.



Saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Sí pues,es un ejemplo de esos individuos que creen que ser facho da más estilo
y clase.O sea,pareciera que al escribir esas sandeces sintiera que ya es el conde
de Lancaster,cuando en realidad está más cerca de Jimmy Santi.
Ese mismo síndrome lo tiene el director de ese periódico,pero a éste le agarro como
Yuppie de Wall Street.

Saludos,
Marcelo