Gonzalo Gamio Gehri
El día sábado 12 de abril, Constantino Carvallo publicó en La República el interesante y polémico artículo Banalidad del mal. En él, el autor denuncia lúcidamente la grave inconsistencia en la que incurren los miembros del Grupo Colina que, confesando ser católicos, juran sobre la Biblia y frente a la cruz – que no deberían figurar en los espacios públicos de un Estado laico - decir la verdad, y luego narran los más horrendos crímenes – asesinato, tortura, desaparición forzada - perpetrados por ellos con frialdad y suma crueldad. Cuando se les pregunta por su motivación, ellos responden que “obedecían las órdenes del superior”. Estos delitos – evidentemente – violan todos los principios del cristianismo: el perdón, el amor al prójimo, la búsqueda de la justicia. “¿En qué consiste ser católico?”, pregunta Carvallo, con justificada indignación, “¿Cómo se explica este divorcio entre el credo y la conducta? ¿No aprendieron el mandamiento de no matar?”
Enseguida, establece un vínculo (algo forzado, hay que decirlo) entre el catolicismo y la obediencia que desliza al individuo hacia el ejercicio del mal banal, concepto arendtiano que describe el mal producido por la completa incapacidad de pensar (Eichmann en Jerusalén). El autor describe la genuina idiotez de quienes no cuestionan las órdenes, y consideran que “se encuentran protegidos moralmente por ese blindaje que permite la obediencia”. Evoca – conscientemente o no – la máxima medieval El que obedece no se equivoca, que invitaba a la sumisión absoluta al superior, la entrega de la propia conciencia, incluso la facultad de discernir. Esta actitud, peligrosa y lamentable en la vida civil y espiritual, se torna letal en quienes por vocación y profesión portan armas: “la educación recibida en el Ejército los ha programado para respetar al superior, para cumplir sus órdenes, para ante todo y sobre todo obedecer. ¿Quiénes son ellos para evaluar, para pensar, para decidir? Para oponerse a la orden sangrienta y criminal. Ellos cumplen y se sienten buenos y se declaran católicos porque la moral no se funda en la autonomía sino en la sujeción jerárquica a la autoridad.” En este sentido, obedecer significa renunciar a la libertad, una paradoja macabra para el ser humano.
Carvallo sugiere que esta ‘obediencia de cadáver’ (¡literalmente!) es consustancial al catolicismo. No lo creo. Lo digo como católico practicante y como alguien interesado en el estudio académico de las religiones. Por supuesto, cierto "catolicismo retro" - contrario a la dirección del Cocilio Vaticano II, Puebla y Medellín - ha pretendido avalar la represión de diversas dictaduras y regímenes autoritarios que ha padecido España y América Latina (Franco, Pinochet, Videla, Fujimori, etc.). Incluso tenemos por aquí algún católico socialmente notable que se ha referido con hostilidad y grosería a los Derechos Humanos – o a los organismos que los defienden -, y al mismo tiempo, dice predicar la palabra de Dios. No voy a defender esas sombrías contradicciones; en eso apoyo a Carvallo totalmente. De hecho, no creo que esas actitudes revelen alguna clase de cristianismo, en absoluto (hay que decir, que también contamos con un "catolicismo plural y postconciliar": pienso en la vida y obra profética de Arrupe, Romero, Ellacuría, y también en los trabajos de Gutiérrez y González Faus). Sin embargo, objeto la analogía entre los Colina y su presunto "catolicismo", implícito en el argumento de Carvallo; el autor supone demasiadas cosas que habría que justificar primero. Jesús de Nazaret no predicó la sujeción mecánica a la autoridad; antes bien, se enfrentó a los fariseos y confrontó a Pilatos. Resulta discutible invocar su ejemplo para asumir conductas de sumisión o silencio frente a la violencia. Jesús buscaba seres humanos libres (seres compasivos con el prójimo, a la vez que críticos con el poder). Como Chesterton dice, en el templo uno puede quitarse el sombrero, pero nunca la cabeza (el era un católico convencido, pero también un pensador libre). No obstante, los nuevos fariseos exigen obediencia absoluta, y espíritu de cuerpo. Sin autonomía y deliberación no hay ética posible, ciertamente. Quienes se jactan de ser cristianos e imponen la obediencia al superior sin dudas y murmuraciones no sólo rehuyen el mensaje del Evangelio, sino renuncian a actuar como genuinos agentes morales.
El día sábado 12 de abril, Constantino Carvallo publicó en La República el interesante y polémico artículo Banalidad del mal. En él, el autor denuncia lúcidamente la grave inconsistencia en la que incurren los miembros del Grupo Colina que, confesando ser católicos, juran sobre la Biblia y frente a la cruz – que no deberían figurar en los espacios públicos de un Estado laico - decir la verdad, y luego narran los más horrendos crímenes – asesinato, tortura, desaparición forzada - perpetrados por ellos con frialdad y suma crueldad. Cuando se les pregunta por su motivación, ellos responden que “obedecían las órdenes del superior”. Estos delitos – evidentemente – violan todos los principios del cristianismo: el perdón, el amor al prójimo, la búsqueda de la justicia. “¿En qué consiste ser católico?”, pregunta Carvallo, con justificada indignación, “¿Cómo se explica este divorcio entre el credo y la conducta? ¿No aprendieron el mandamiento de no matar?”
Enseguida, establece un vínculo (algo forzado, hay que decirlo) entre el catolicismo y la obediencia que desliza al individuo hacia el ejercicio del mal banal, concepto arendtiano que describe el mal producido por la completa incapacidad de pensar (Eichmann en Jerusalén). El autor describe la genuina idiotez de quienes no cuestionan las órdenes, y consideran que “se encuentran protegidos moralmente por ese blindaje que permite la obediencia”. Evoca – conscientemente o no – la máxima medieval El que obedece no se equivoca, que invitaba a la sumisión absoluta al superior, la entrega de la propia conciencia, incluso la facultad de discernir. Esta actitud, peligrosa y lamentable en la vida civil y espiritual, se torna letal en quienes por vocación y profesión portan armas: “la educación recibida en el Ejército los ha programado para respetar al superior, para cumplir sus órdenes, para ante todo y sobre todo obedecer. ¿Quiénes son ellos para evaluar, para pensar, para decidir? Para oponerse a la orden sangrienta y criminal. Ellos cumplen y se sienten buenos y se declaran católicos porque la moral no se funda en la autonomía sino en la sujeción jerárquica a la autoridad.” En este sentido, obedecer significa renunciar a la libertad, una paradoja macabra para el ser humano.
Carvallo sugiere que esta ‘obediencia de cadáver’ (¡literalmente!) es consustancial al catolicismo. No lo creo. Lo digo como católico practicante y como alguien interesado en el estudio académico de las religiones. Por supuesto, cierto "catolicismo retro" - contrario a la dirección del Cocilio Vaticano II, Puebla y Medellín - ha pretendido avalar la represión de diversas dictaduras y regímenes autoritarios que ha padecido España y América Latina (Franco, Pinochet, Videla, Fujimori, etc.). Incluso tenemos por aquí algún católico socialmente notable que se ha referido con hostilidad y grosería a los Derechos Humanos – o a los organismos que los defienden -, y al mismo tiempo, dice predicar la palabra de Dios. No voy a defender esas sombrías contradicciones; en eso apoyo a Carvallo totalmente. De hecho, no creo que esas actitudes revelen alguna clase de cristianismo, en absoluto (hay que decir, que también contamos con un "catolicismo plural y postconciliar": pienso en la vida y obra profética de Arrupe, Romero, Ellacuría, y también en los trabajos de Gutiérrez y González Faus). Sin embargo, objeto la analogía entre los Colina y su presunto "catolicismo", implícito en el argumento de Carvallo; el autor supone demasiadas cosas que habría que justificar primero. Jesús de Nazaret no predicó la sujeción mecánica a la autoridad; antes bien, se enfrentó a los fariseos y confrontó a Pilatos. Resulta discutible invocar su ejemplo para asumir conductas de sumisión o silencio frente a la violencia. Jesús buscaba seres humanos libres (seres compasivos con el prójimo, a la vez que críticos con el poder). Como Chesterton dice, en el templo uno puede quitarse el sombrero, pero nunca la cabeza (el era un católico convencido, pero también un pensador libre). No obstante, los nuevos fariseos exigen obediencia absoluta, y espíritu de cuerpo. Sin autonomía y deliberación no hay ética posible, ciertamente. Quienes se jactan de ser cristianos e imponen la obediencia al superior sin dudas y murmuraciones no sólo rehuyen el mensaje del Evangelio, sino renuncian a actuar como genuinos agentes morales.
(La caricatura es de Carlín)
18 comentarios:
Muy lúcidos tus comentarios, Gonzalo. Efectivamente, el catolicismo tiene un componente autoritario, pero se trata de un componente que sus propias autoridades no están dispuestas a a superar. ¿Dónde descansa el catolicismo?, ¿En ese núcleo autocrático o en sus márgenes más democráticas?. Parece que últimamente muchos piensan que en el núcleo. ¿Sería posible un catolicismo sin ese núcleo?.
Saludos.
Muchas gracias ¿Hay una tensión entre catolicismo y cristianismo? Muchos católicos esperamos que no. En todo caso, ese núcleo autoritario es medieval, no originario en la Iglesia. vaticano II aparece como una alternativa.
Saludos,
Lamentablemente la que llama "Iglesia retro" ha sido la Iglesia oficial desde tiempos de Juan Pablo II, y ahora esta una peor con Benedicto. La persecusion y silenciamiento de curas afines al Vaticano II como Jan Sobrino y Samuel Ruiz, esta cada vez mas fuerte. Y las ganas de poner "en vereda" a todos los catolicos emananan desde las mas altas esferas, por ejemplo en las recientes declaraciones http://news.yahoo.com/s/ap/20080417/ap_on_re_us/pope_catholic_colleges;_ylt=Ai0.v3v7yhogFxyrs8aZTaJH2ocA
Cree Ud. que los catolicos progresistas finalmente puedan romper con esa iglesia oficial?
Se trata de la critica protestante-sectaria al catolicismo. Me recuerdan al puritano Cronwell que estableció una dictadura republicana en Inglaterra con libertad religiosa para todos... excepto para los catolicos a quienes persiguió y masacró, especialmente en Irlanda. Otro tanto hicieron los republicanos españoles antes y durante la guerra civil, la mas grave persecución religiosa de los ultimos tiempos.
Cristo dejo claramente instituida una Iglesia, su Iglesia, que obviamente es pecadora por su componente humano que incluye, entre otras cosas, la corrupción en el ejercicio del poder. Lo que no quiere decir que el poder ni las jerarquias son malos per se. Una cosa es la actitud "critica", sospechosa, esceptica apriorísticamente, y otra muuuy distinta es tener capacidad de juicio ejercida desde la libertad, que es lo que Cristo enseño: La verdad (no el criticismo) os hara libres.
No sé de qué habla, la verdad. No soy ni protestante, ni sectario, ni me siento próximo a Cromwell ni a los republicanos (MENOS AUN A FRANCO, ese tiranuelo).
Concuerdo con aquello de que "La verdad os hara libres", pero el tema de la verdad no consiste si más en heredar una tradición. Se trata de ejercitar el razonamiento y la crítica, evidentemente. No ponerle límites a las posibilidades del pensamiento humano. En ese sentido, la Ilustración es ya irreversible (gracias a Dios). Como Chesterton dice, en el templo uno puede quitarse el sombrero, pero nunca la cabeza. No he dicho que las jerarquías sean malas “per se”, esas son sus palabras. Yo confío en poder ser católico y seguir pensando sin cortapisas, sin creer que pensar críticamente está contraindicado por las “autoridades”.
Ya en otras oportunidades, estimado Guille, ha incurrido en graves imprecisiones en materia bíblica y teológica (p.e. el tema de los fariseos) y esta vez no es una excepción. Entre el magisterio de Jesús, la prédica de San Pablo y la configuración de las "jerarquías" (primero con Constantino, y luego en el medioevo) no hay una sencilla "continuidad histórica", sino modificaciones en las mentalidades y en las instituciones. Eso es un hecho histórico del tamaño del Everest. Constátelo usted mismo.
Saludos,
Gonzalo.
Es evidente que etiquetar una posición no equivale a refutarla. Es preciso que el diálogo transite otras vías.
Saludos,
Gonzalo.
Estimado Gonzalo: Concuerdo contigo en la exposición que realizas respecto a la injustificable justificación de la obediencia como criterio rector que da cuenta de nuestras acciones. Pero tengo la sospecha que la lectura en clave católica no es adecuada. Creo además que alegar obediencia en este momento sólo es un ardid para eludir la justicia, luego, no me parece adecuado partir de este punto para entender el fenómeno, estaríamos perdiendo de vista un punto que para mí es más importante para entender al grupo Colina: ¿Qué hemos dicho y qué estamos diciendo que es valioso en nuestras instituciones?. Yo me preguntaría si en su momento los integrantes del grupo Colina no pensarían que estaban haciendo patria, que lo que hacían era valioso, y hasta que punto no es culpable el Estado al formar por ejemplo unidades de elite en la Escuela de las Américas. Esto nos debe llevar a pensar, como indicas, qué tipo de formación deben tener las Fuerzas Armadas, o yo preferiría decir, qué tipo de formación deverían tener los ciudadanos profesionales de las armas, al margen de la confesión o no de una práctica religiosa. Qué tipo de organización y normas por tanto debieran regirlas. Hablar de obediencia se me hace poco relevante para explicar lo acontecido, y para explicar inclusive porque aún ahora hay personas y/o grupos que crean cuanto menos que fue un mal necesario.
Estimado José:
Evidentemente los Colina no pueden pasar por defensores de la obediencia cristiana. Lo suyo es un anhelo retorcido de impunidad. Carvallo recurre a esa imagen para luego discutir el tema del "mal banal" recusando el concepto de obediencia debido aún en "contextos espirituales". Lo contrasta con el principio de autonomía, claramente ilustrado. Esa es la base de mi texto.
Un abrazo,
Gonzalo.
Estimada Amazilia:
No estoy seguro que la salida sea romper con la Iglesia dominante - conservadora -, como sugieres, sino renovarla, transformarla. Un amigo me decía que la Iglesia Católica está en decadencia. Se cuentan al menos con dos vías: 1) La impronta ultramontana, "endurecerla" con más tradicionalismo, más metafísica, más clericalismo (esta es la agenda conservadora - incluso lefebvriana -); 2)Renovarla a partir de Vaticano II recurriendo a la opción por el pobre, el ecumenismo, la apertura a la pluralidad y a una mayor presencia del laico, no como "tropa", sino como interlocutor. Yo opto decididamente por 2). No veo que 1) - la tendencia actual - sea útil o consistente con el Evangelio.
Saludos,
Gonzalo.
Gonzalo:
Quisiera se entendiera bien mi comentario anterior: Yo concuerdo con la crítica al catolicismo, inclusive con tu último comentario respecto a los caminos de apertura que debiera seguir la Iglesia. Donde no puedo concordar es la imagen evocada por Cavallo para realizar la crítica respectiva. Me suena inapropiada. Más coherente encontraría discutir directamente la problemática del "catolicismo retro" si se le quiere poner la etiqueta (cosa que debiéramos evitar). Introducir la alusión a Colina (hablo del texto de Cavallo) considero que es medio tendencioso, como intentar ganar del saque adeptos a mi hipótesis, al menos de cierto sector de la tribuna. El texto da por supuesto la siguiente secuencia: Colina - obediencia - catolicismo, la cual a mi me parece más que cuestionable. En el caso específico de Carvallo, en el extrañarse de decirse católico y actuar de forma diferente, la problemática la veo como la imposibilidad del catolicismo de encarnarse en estos tiempos, la pérdida de contenido de ser católico. Por tanto, lo de decirse católico lo tomo como si el grupo Colina hubieran dicho adicionalmente que eran hinchas de Alianza Lima. A partir de ese atributo, no se puede sacar conclusiones, así de irrelevante veo el nexo en este caso.
Estimado José:
De acuerdo contigo. La analogía de Carvallo resulta bastante forzada. Por eso me he detenido más en el catolicismo retro, la obediencia y la autonomía.
Saludos,
Gonzalo.
Eso de que "no se debiera jurar por la biblia en un estado laico" resulta tan impositivo como lo contrario a ello; cada uno hace lo que quiere. Los estados laicos no reprimen creencias; esos son los regimenes laicistas. Y respecto a "católico notables y derechos humanos", pues es un comentario muy sacado muy al aire. Es como cuando apenas pueden, se cita que Cipriani dijo que "los derechos humanos son una cojudez". No sé si fue lo más apropiado (en realidad ni me importa), pero en el momento en que lo dijo era cuando un grupo de gente que en pos de "los derechos humanos", quería hacer de nuevo juicios a muchos terroristas incluso a Abimael y no sé ustedes, pero yo tampoco quisiera tenerlos afuera. ahora por otro lado, el que presidio la CVR, ¿no era también un católico notable?
No comprendo. ¿se puede ser catòlico y hereje al mismo tiempo? ¿El conciulio Vaticano II aboliò las excomuniones? ¿Y por què vinculan el cristianismo de las primeras dècadas con catolicismo, como si esos primeros cristianos fueran catòlicos? Esto ùltimo es algo que he escuchado varias veces: los cat`policos parecen pensar que son la igloesia verdadera por alguna especie de vricueto legal, como si, aùn en el caso en que fuera cierto, importara para algo.
Aclaro sòlo por si alguien està pensando "ya se apareciò otro de esos ateos pesados": no soy ni creyente ni ateo, pero tampoco soy agnòstico.
Lollulo:
Con lo de "católicos notables" (socialmente notables) me refería precisamente a Cipriani, y a sus lamentables frases sobre la Coordinadora de DDHH (no se refería a la prisión de Guzmán, sino a las políticas de DDHH en Ayacucho). Por suerte, no todos los católicos piensan así: muchos católicos aprecian los DDHH y el respeto de la dignidad de las personas. Yo mismo soy católico, y he escrito este texto para distinguir entre los que valoran la autonomía y los que no.
En un Estado laico la religión está reservada al ámbito personal de los individuos, y no se involucra con temas políticos. Se respeta la absoluta libertad de creencias. Quizá lo más sensato sería jurar por la Constitución (que es lo que hay que defender cuando se ejerce la función pública).
Saludos,
Gonzalo.
Luching:
Justamente la tesis que quiero defender en el post es que la defensa de la autonomía no está reñida con el catolicismo, que pensar sin restricciones no es "herejía" sino parte de una vida humana plena. Eso está presente en el Vaticano II.
Lo de la falsa identificación entre el catolicismo tal y como lo conocemos es una crítica - acertada - contra el comentario de Guille.
Saludos,
Gonzalo.
En principio, concuerdo contigo en lo que se refiere a propiciar un "catolicismo renovado". Por ventura, hoy en día, hay al interior de la Iglesia católica vientos de renovación -no para destruir la Iglesia o a una jerarquía distante de las comunidades eclesiales- sino por el noble bien de la iglesia como comunión.
Serán vientos oportunos, aquellos como: del Vaticano II, la comprensión eclesial latinoamerica, la vivencia de la fe en comunidades eclesiales, las que en últimas, vencerán a un fanatismo católico, que considera por encima la obediencia muerta sobre los evangelios.
La tarea es ardua, pero no imposible. Ud ya hizo lo suyo, al provocar pensamiento, el resto ya vendrá por añadidura.
atte.
Fray Henry ofm
Muchas gracias, Henry. Coincido plenamente con tu juicio.
Un abrazo,
Gonzalo.
Religion, quiere decir re-ligar. Y de alguna manera todos estamos ligados a una creencia.
Y si tenemos Fe, estamos del lado de la Luz. Enfocados en lo bueno y lo bello. De esa manera, no tenemos porque molestarnos por lo que no es bueno, ni bello por el momento.
Todo lo positivo, como el Amor, Armonia, Paciencia, Bondad, Consideracion, Buena Voluntad, etc. genera y atrae lo similar a nuestras vidas.
Miremonos con mucho amor, tengamos paciencia con nuestros errores, respetemos nuestros cuerpos como templos de lo Bueno.Trabajar con disciplina y descansar al mismo tiempo es lo ideal. Mejorar nuestros habitos cada dia y aumentar nuestra Fe en lo positivo, nos llena de dicha diaria y entusiasmo por vivir. Tenemos tanto que disfrutar, tanto que agradecer y tanto por aprender. casas de madera Les deseo lo mejor felicidades.
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