Gonzalo Gamio Gehri
Hace una semana y poco más participé en el
Diálogo Parlamento transparente y lucha
contra la corrupción en el Perú, organizado por Transparencia en
coordinación con USAID y el Congreso de la República. Se
planteó mi intervención como una reflexión sobre el tema Ética y política ¿Una relación posible? Luego comentaron Marisol
Pérez Tello y José Távara. Finalmente los presentes – congresistas,
periodistas, funcionarios de distintas organizaciones sociales – tomaron la palabra para
contrastar ideas. El evento estuvo muy bien gestado y el tema en general fue
abordado con precisión por los participantes que formularon algún
cuestionamiento o desarrollaron algún caso.
Yo describí inicialmente – recurriendo a
algunos argumentos de Bernard Williams y también de Platón – el concepto de ethos, para desarrollar la idea de razón
práctica en los términos de una “vida examinada”. Discutí luego la noción de
democracia y la distribución del poder político que ella postula a partir de su
organización institucional y su sistema de derechos – la herencia liberal – y el
elemento participativo – la herencia griega -. La lucha contra la concentración
del poder requiere procedimientos y mecanismos de representación tanto como
ciudadanos alertas y dispuestos a actuar en los espacios públicos. La corrupción
prospera allí donde no existen filtros formales, donde las instituciones son débiles
y en donde los ciudadanos no se movilizan y no vigilan a sus autoridades.
Próximamente publicaré por partes mi esquema y
las ideas básicas de mi presentación. Combatir la corrupción exige cuidar dos
frentes, el de las instituciones y los procesos, y el de la acción cívica. Rendición
de cuentas de un lado y vigilancia del otro. El conocimiento de la ley,
la conciencia del propio derecho a la praxis cívica y la fiscalización
de los representantes constituyen recursos importantes para el control
democrático y la defensa de la ética pública. Necesitamos ciudadanos con coraje
y sentido de justicia que estén dispuestos a salir al espacio común para
denunciar la comisión de delitos. El incremento de la participación directa de
los agentes en los procesos de fiscalización ciudadana constituye un poderoso
elemento de contención (y prevención) del delito al interior de nuestras
instituciones. Es preciso actuar como ciudadanos: los súbditos nada pueden
contra un soberano casi omnipotente (La Boetie, Tocqueville); en un régimen democrático - liberal, los
representantes administran el poder por encargo, y están sujetos al examen y a
la interpelación de los agentes políticos. El poder no les “pertenece” y están
sujetos al control de los individuos y de los organismos públicos.
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