PLURALISMO Y UNIVERSIDADES CATÓLICAS
Gonzalo Gamio Gehri
El día 18 del presente – en el suplemento dominical de La República – la Dra. Pepi Patrón presentó en un interesante artículo, "Decálogo", la lista de exigencias que según Monseñor Michael Miller, ex secretario de la Sagrada Congregación para la Educación Católica constituían el “Decálogo de las universidades católicas”. Esta lista incluía desde la orden de que “las actividades de docencia, investigación y servicio a la comunidad guiadas por la fe católica y no a la luz de la tradición occidental”, hasta disposiciones acerca del número “tolerable” de docentes no católicos en sus claustros. La autora manifestaba con razón de que – dada la acerada subordinación del servicio al conocimiento y la tarea académica a consideraciones confesionales – “de cumplirse estos diez mandamientos las universidades católicas dejarían de ser eso, universidades, en las que se ejerce la libertad de investigación y de enseñanza y en las que se enseña y practica la tolerancia y el respeto a la pluralidad y la diferencia”. Una universidad es un recinto de búsqueda honesta y plural de la verdad, un espacio para el cultivo de los valores del diálogo y la apertura a modos diversos de pensar y vivir. Las indicaciones de Miller son incompatibles con algunos principios centrales de la cultura democrática. Por fortuna, el texto del ex secretario no puede ser considerado oficial ni vinculante para los intelectuales católicos. Es preciso señalar que Miller no ocupa ya tal cargo, pero resulta evidente que esa clase de planteamientos inquietan a aquellos que - como yo mismo - pretenden conciliar las creencias religiosas con un radical e irrenunciable compromiso con la libertad de pensamiento. Resulta lamentable constatar como no pocas autoridades religiosas expresan su simpatía por las tesis de Miller, en pleno siglo XXI.
El día 18 del presente – en el suplemento dominical de La República – la Dra. Pepi Patrón presentó en un interesante artículo, "Decálogo", la lista de exigencias que según Monseñor Michael Miller, ex secretario de la Sagrada Congregación para la Educación Católica constituían el “Decálogo de las universidades católicas”. Esta lista incluía desde la orden de que “las actividades de docencia, investigación y servicio a la comunidad guiadas por la fe católica y no a la luz de la tradición occidental”, hasta disposiciones acerca del número “tolerable” de docentes no católicos en sus claustros. La autora manifestaba con razón de que – dada la acerada subordinación del servicio al conocimiento y la tarea académica a consideraciones confesionales – “de cumplirse estos diez mandamientos las universidades católicas dejarían de ser eso, universidades, en las que se ejerce la libertad de investigación y de enseñanza y en las que se enseña y practica la tolerancia y el respeto a la pluralidad y la diferencia”. Una universidad es un recinto de búsqueda honesta y plural de la verdad, un espacio para el cultivo de los valores del diálogo y la apertura a modos diversos de pensar y vivir. Las indicaciones de Miller son incompatibles con algunos principios centrales de la cultura democrática. Por fortuna, el texto del ex secretario no puede ser considerado oficial ni vinculante para los intelectuales católicos. Es preciso señalar que Miller no ocupa ya tal cargo, pero resulta evidente que esa clase de planteamientos inquietan a aquellos que - como yo mismo - pretenden conciliar las creencias religiosas con un radical e irrenunciable compromiso con la libertad de pensamiento. Resulta lamentable constatar como no pocas autoridades religiosas expresan su simpatía por las tesis de Miller, en pleno siglo XXI.
El artículo ha motivado una carta firmada por Edgard Munive, en la que el lector plantea un innecesario, falso y burdo dilema, que yo describiría - por su carácter inflexible y escasamente sutil - como el dilema del fundamentalista.
"Actualmente distingo dos posiciones sobre la relación entre cultura y Dios: una es la del filósofo existencialista francés Jean Paul Sartre, quien sostiene que el hombre debe eliminar a Dios de su vida para poder realizarse a plenitud. O la de Juan Pablo II, el cual asegura que sólo en Cristo el hombre descubre quién verdaderamente es y por tanto está en camino a su plenitud real. De esa manera se plantea en estos tiempos el dilema de una cultura con o sin Dios. Ante ello, me formulo una pregunta: ¿Qué camino, entonces, seguirá la Pontificia Universidad Católica del Perú? ¿Vetará a Jean Paul Sartre? ¿O no actuará al respecto?".
Aquí Munive asume un tono integrista e inquisitorial, que distorsiona de modo grotesco el contenido del cristianismo. La fe no te exige silencio y sumisión, para empezar: todo lo contrario, exige libertad y espíritu profético, y a veces parresía. El tradicionalismo per se no era el camino de Jesús (sí el de los fariseos, no lo olvidemos). Tampoco tiene sentido renunciar al pensamiento libre y al cultivo de la crítica racional en nombre de las convicciones religiosas; ninguna fe viva te exige renunciar a la 'vida examinada' y a la reflexión crítica. Las universidades deben ser centros plurales de reflexión y estudio, tanto en el caso de las que son católicas como en las que no lo son. Todas. Munive pide algo que resulta inaceptable para cualquiera que aprecie la investigación y el conocimiento, a saber, que una institución universitaria como la PUCP - con una importante trayectoria en las ciencias y las artes - tome en serio este dilema caricaturesco, y asuma una posición como institución que desemboque en un veto sobre la obra de uno de los pensadores franceses del siglo pasado. A Munive le parece "natural" que una institución "académica" vete textos y / o autores: hay que decirle que las universidades y las escuelas de verdad invitan a la lectura de los libros, y no a su censura. Esa sugerencia intolerante no tiene ni pies ni cabeza - con toda razón la réplica del diario la consideró "un disparate" -, y resulta ofensiva para cualquier centro educativo decente. La inquisitorial sugerencia de Munive está en la 'línea' de una conocida universidad norteña que ha decidido - precisamente en nombre de una espuria "ortodoxia religiosa" - prohibir la lectura de ciertos libros (etiquetados ad hoc en su biblioteca y condenados al "infiernillo"- que concibe como "perniciosos" para la juventud) en una clara actitud realmente antiuniversitaria; habría que recordarle que una 'universidad tutelada' no es estrictamente una universidad. Munive tiene en mente los centros de adoctrinamiento antes que las instituciones de investigación como modelo de educación superior.
En todo caso, el 'debate' Sartre / Juan Pablo II - si se trata de plantearlo así, tengo mis dudas - puede ser asumido libremente o no por cada académico, con resultados y direcciones diversos en el marco del examen de las concepciones de la cultura mencionadas. Depende de la conciencia crítica de cada cual, y de la seriedad de los argumentos que se exhiban (porque se trata de argumentar, no de vetar a nadie). Finalmente, ya en el plano de la filosofía, Munive cree ingenuamente que no existe una posible "tercera vía" en este asunto. Se equivoca: sí existe, es la de Kierkegaard. Que lea un poco más.
Pero volvamos al plano de la educación universitaria. Estoy de acuerdo con el excelente texto de Pepi Patrón, y comparto su preocupación en torno a las direcciones que va tomando un sector dominante de la Iglesia en esta materia (por suerte, existen otros sectores más progresistas). A pesar de la libertad y el amor que predica el Evangelio, a pesar de la inequívoca actitud de apertura dialógica hacia la cultura contemporánea que cultiva el Concilio Vaticano II (y que yo suscribo) , vientos restauradores soplan en diversos reductos eclesiásticos (no en todos). Creíamos superada la concepción conservadora que consideraba la creación de centros católicos de educación superior como "plazas fuertes en la lucha contra el modernismo", pero en diversas instituciones de inspiración tradicionalista escuchamos proposiciones absurdas, como que "la defensa del pluralismo implica 'relativismo'" o que la delirante tesis según la cual la doctrina de los Derechos Humanos constituye uno de los "falsos dioses" del mundo actual. Se plantea en centros de formación teológica (no en todos, por fortuna) como una norma vinculante - y no como una invitación - que se imparta la "filosofía cristiana", es decir, el neotomismo (ya la expresión "filosofía cristiana" es digna de un análisis filosófico exhaustivo, pero es notorio que quienes predican tales consignas no conocen el trabajo de filósofos de confesión cristiana que no son tomistas, y que han contribuido a renovar el pensamiento sin recurrir a decretos, dogmas o condiciones extrafilosóficas, como Charles Taylor, John Caputo o Gianni Vattimo).
El dilema fundamentalista es falso, y contribuye a ponerle inaceptables cortapisas al pensamiento y a la libertad. Tal actitud distorsiona la idea misma de universidad, convirtiendo una noble institución académica en un vulgar centro de adoctrinamiento. Nos sitúa en una dicotomía mutiladora: o el compromiso con las propias convicciones o la libertad, ajustarse a la razón o a las tradiciones, invitándonos a escoger entre dos caricaturas patéticas: asumirnos como autómatas sumisos - que "si obedecen no se equivocan" - o como espectadores desarraigados, incapases de elegir y asumir una posición consciente. Se trata de "modelos humanos" manifiestamente simplificadores y degradantes. Por supuesto, la vida es otra cosa (y la fe cristiana también, por fortuna).
16 comentarios:
Y cuales son los libros que prohibe la Universidad de Piura (supongo que es esa?
Hola Gonzalo,
La fe no exige silencio y sumisión, pero sí obediencia y, sobre todo, humildad. Exige además parresía, pero para ejercerla públicamente.
Pienso que la universalidad de toda universidad católica radica precisamente en la Verdad de la cual la Iglesia es custodia, Verdad que debe impregnar las diferentes disciplinas ahí enseñadas.
El tema radica en entender que las universidades católicas deben ser, ante todo, católicas.
Mi experiencia como católico en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) fue realmente lamentable. En aras de la "tolerancia" y de la "apertura a la investigación", la universidad es todo menos católica. De hecho, es marcadamente anticlerical desde sus autoridades y desde sus alumnos, a quienes no se les enseña la perspectiva católica. Mi paso por ahí fue desafortunado.
No es verdad que haya espacio "para todos". En la PUCP, en concreto, hay espacio para todos menos para los católicos fieles a Roma. Se trataba, a todas luces, de una sujeción a una ideología concreta, arbitrariamente impuesta por los profesores.
Creo que los comentarios de monseñor Miller son adecuados por ser necesarios. Estos no buscan entrometerse en todas las universidades, sino guiar a las universidades católicas en particular. Estoy de acuerdo con eso, me parece coherente.
Es evidente que la señora Patrón tiene su definición e idea de universidad, como también la tiene monseñor Miller. Aunque ambas posturas son respetables, cada una debe aplicarse en los campos que corresponda: las de monseñor a las universidades católicas, y la de la señora Patrón a las universidades que encajen en su postura. Pero de ahí a pretender establecer lo que debería ser una universidad católica por alguien que no es católico (practicante), me parece un exceso.
Saludos,
Enrique
Estimado Anónimo:
No sé qué tipo de experiencia tuvo en la PUCP, pero mi experiencia es otra muy diferente. Se trata de una universidad plural, en donde uno puede cultivar sus creencias e ideas en un clima de honestidad y diálogo. La exigencia de catolicidad no debe empañar esa vocación de apertura. De lo contrario, no tendremos universidades, sino centros de adoctrinamiento. No existe una sola forma de ser católico, como usted parece sugerir.
Una universidad es una institución comprometida con el saber y el conocimiento, así como con la ética universal del respeto al individuo. No tiene sentido pretender “guiarla” desde criterios extra-académicos. En la PUCP existe una formación teológica para todas las facultades, y se pone de manifiesto un compromiso con los valores universales que predica la Iglesia (pero no sólo ella). Como católico practicante, creo que el compromiso de la PUCP con la pluralidad y el diálogo constituye un valiosísimo testimonio de servicio a la Iglesia.
Saludos,
Gonzalo.
Hola Gonzalo,
Coincido que la pluralidad es el espacio para vivir nuestra experiencia católica. Considero, en este sentido, que la PUCP nos ofrece ese espacio y la libertad de pensamiento es la oporunidad para reconocer nuevas dimensiones del misterio revelado.
En cuanto al decálogo indicado, no se puede asumir como un discurso oficial de la jerarquía eclesiástica. Provablemente otra visión más abierta a la libertad de cátedra nos ofrece el discurso del Papa en la Universidad Católica de Washington (http://www.zenit.org/article-26985?l=spanish, aunque manifiesta ciertos límites.
Ahora, si considero que el compromiso y testimonio de los que nos confesamos católicos podría ser mucho más efectivo y establecer más dinamismos que nos permitan integrar nuestras experiencias...
Ahmed
Quisiera dar mi testimonio.
Ya voy más de 3 años en la PUCP. Hay bastante pluralidad, pero no se si lo hay tanta a los que se confiesan cristiano católicos. Si bien nunca he escuchado una discriminación directa hacia un católico, no he visto que sus opiniones se tengan en cuenta. Por ejemplo la opinión de Católicos conservadores con respecto a Cipriani...teniendo en cuenta que la universidad también la hacen los alumnos, muchos de mis compañeros negaban los argumentos que presentaban a favor de Cipriani, sin realmente entender los argumentos de los primeros.
Es claro que lo que he vivido en la PUCP no es una real muestra de lo que es, pues estaría hablando de un caso de un salón de 60 personas sobre un universo de 15 mil sino me equivoco.
El punto al que voy es que la PUCP aún no es plural si se entiende como pluralidad escuchar diversos puntos de vista y no partir de prenociones para confrontarlos; pero creo que está muy cerca de ello.
Por lo demás, concuerdo con Gonzalo en que opiniones como el tal Miller son contrarias al paradigma de una universidad: la pluralidad y no el adoctrinamiento de sus miembros.
Creo que la universidad no es tan plural como muchos dicen pero eso no valida la posición de Enrique. Debemos de fortalecer la pluralidad en la PUCP.
Por otro lado, yo estudié en el colegio Alpamayo, colegio que se declara laico pero definitivamente es del Opues Dei, desde sus profesores y casi todo su personal. Solo lanzo un "anéctoda": despidieron a un querido profesor de inglés...entre una de las razones se da a que le dieron una fuerte amonestación por enseñarnos en un video en que de una manera muy pero muy indirecta se niega la teoría de la creación cristiana... Ah otra cosita más...me prohibieron leer a Nietzche :'(.
Me olvidaba...en una de esas acaloradas conversaciones que tuve con un profesor miembro del Opus. Le decía que no era posible que prohibieran libros, él me respondía que no era sí, que tenías que sacar una solicitud especial a la biblioteca, mencionando motivo por el cual querías sacar ese libro y te daban un tutor para hacer un seguimiento.
Bueno, se imaginará mi cara al escuchar eso. -.-
Estimado Amhed:
De acuerdo contigo. No creo que ser católico supone asumir una "obediencia de cadáver"; menos aún en temas de vida intelectual.
Cuando sometemos a las universidades a condiciones extra-académicas que les pongan cortapisas (de tipo religioso, político, etc.) renunciamos a la excelencia académica y a la libre búsqueda de la verdad.
Creo que la PUCP es un buen ejemplo de libertad y compromiso.
Saludos,
Gonzalo.
Estimado Antonio:
No todos los conservadores están de acuerdo con las ideas de monseñor Cipriani o de Rey. Incluso hay gente del Opus Dei que no necesariamente concuerda con ellos.
Creo que lo esencial para tomar en cuenta una opinión como válida - más allá del respeto fundamental - es que descanse sobre un argumento. Me parece que en la PUCP se admiten en el debate todos los puntos de vista. Hay profesores que son católicos muy conservadores que enseñan en la PUCP y son muy queridos. Y también losw hay liberales e izquierdistas. El asunto es la excelencia académica.
Lo de ú experiencia en el colegio con aquellos libros. Me parece una vergüenza la propuesta de institución escolar. Lamentable.
Saludos,
Gonzalo.
Amazilia:
Lo de la presunta prohibición de textos ha sido manifestado públicamente por ex docentes de la universidad norteña, gente que trabaja en la biblioteca, y ha sido objeto de una declaración televisiva de Martha Chávez (cercana a esa "línea"). Aparentemente, los "censurados" serían Maquiavelo, Kant, Nietzsche, Marx, Husserl, Freud y otros.
Saludos,
Gonzalo.
Totalmente de acuerdo contigo Gonzalo,
En la PUCP sí existe apertura para el diálogo y sería insólito que algun libro se prohibiera por cuestiones de FE. Acaso no ha transcurrido tanto tiempo como para darse cuenta lo absurdo de la censura religiosa a ciertos textos? El comentario de Enrique adolece de precisión: deberia precisar sus nociones de sumision y obediencia. Si la PUCP fuera tomada por Cipriani y Opus Dei estoy plenamente seguro que terminarían los debates filosoficos incomodos para la nueva administración, despedirían profesores que manifiesten libremente su pensamiento o quien sabe a los alumnos o docentes que como la profesora de la San Martin, no nieguen su homosexualidad. Sería eso lo que a Enrique le satisfaría?
no ser practicante de una religión no es argumento para invalidar opiniones sobre la materia. De hecho muchos teologos son filosofos por añadidura o viceversa.
Finalmente, no es lo mismo ser enemigo que adversario. LA PUCP no es anticlerical (no considera un enemigo a Cipriani). Aquellos que deseamos un PUCP con excelencia academica paralela a integridad moral consideramos a los conservadores no como enemigos sino como adversarios ideologicos, lo cual solo es posible si existe dialogo, debate de ideas. Lo otro es fundamentalismo.
un abrazo Gonzalo
La soluciòn es siemple, quitenlo ponticifia y quitenle catolica a su universidad del perù
Eso es sencillamente inaceptable. El título de Pontificia fue una distinción conferida por el Papa 25 años después de fundada la PUCP.
Lo de Católica viene por su vocación universal y por su proximidad a los principios cristianos (no al fundamentalismo).
Pensar en renunciar a esos términos implicaría borrar una trayectoria histórica, y aceptar que "ser católico" equivale a ser tradicionalista o fudamentalista, lo cual es FALSO.
Hay que decirle además al Sr. Pérez - cuya redacción me recuerda a la de cierto "monarca coronado" que firmaba "Constantino II", no sé porqué, de repente me equivoco - que la aceptación de su poco razonable sugerencia implicaría admitir 'el dilema del fundamentalista' que es clamorosamente falso.
No es la primera vez que el Sr. Munive redacta cartas que rayan en la intolerancia propia de la prelatura a la que pertenece: en la revista Somos, ´defendió la censura que se realizó contra la artista Cristina Planas por su "Migración de los Santos", por el simple hecho de que varios santos aparecían en ropa interior. Este profesor, con un conocimiento de teoría artística casi nulo, defendía su posición con argumentos débiles y -francamente- absurdos. Es lamentable que Universidades que son conocidas por su exigencia académica, como la U. de Piura, mellen su propio prestigio adoctrinando generaciones de jóvenes en la intolerancia y el fundamentalismo católico, con una visión demasiado distorsionada de la realidad.
Él afirma que los regímenes como el comunismo o el nazismo han acabado causando graves daños a la dignidad de la persona. ¿Y la Santa Inquisición? ¿Los fascismos católicos como el de Pinochet, o el de la dictadura Argentina, donde incluso los mismo sacerdotes participaban en los crímenes como cómplices? La derecha española católica e intolerante de Aznar llevó a España a la guerra de Irak... y eso le trajo como consecuencia a españa los atentados del 11 de Marzo.
¿Es acaso el catolicismo la salida a nuestros problemas? Hasta ahora no lo ha sido.
Mi querido Gonzalo, recién veo después muchos años un comentario a una carta que envíe a Caretas, en donde debo manifestar mi extrañeza que a la carta le hayan agregado: ¿Vetará a Jean Paul Sartre? ¿O no actuará al respecto? Eso jamás escribí. Yo pienso que una universidad no se debe vetar a ningún autor, y menos a uno tan representativo como Jean Paul Sartre, no se si se vetará actualmente en la PUCP a Juan Pablo II, Edith Stein, pensadores católicos que creo tienen mucho que decir en nuestros días, y creo que ni siquiera al Cardenal Cipriani se le debería vetar. La Catolicidad significa Universalidad, y una universidad católica debe ser lo más abierta y universal que se pueda. Yo en verdad no criticaba las tesis de Pepi Patrón, no era esa mi intención, solo mostrar el drama de una cultura moderna que centró su eje en la ausencia del Dios trascendente: “construyamos un mucho como si Dios no existiera” y notaba, según mi modesta opinión, que un extremo de ese ideal, la posición de Sartré: para que el hombre sea libre tiene que liberarse de todo atisbo de dependencia de Dios. Y llamaba la atención que Juan Pablo II, durante todo su pontificado advertía contínuamente que el hombre solo encuentra su realización en Jesucristo, solo en Él, el hombre puede descubrir su verdadero valor. En verdad dos posiciones no se si inconciliables, pero si muy contrarias a la vista. Y en verdad, es el drama de la cultura de hoy, y la universidad (me refiero a la universidad en general) está en medio de ese drama (ahora, yo no se, que tan conscientes de ello son los universitarios: claustro y alumnos).
Me llama la atención que me pones arcumentos que yo jamás he dicho, creo que eso es una falta de respeto, tú que eres un profesor universitario y un doctor, y además te burlas y ridiculizas mis afirmaciones, veo más calificaciones que argmentos en tu comentario. Un filósofo creo que debe argumentar más que calificar. Pero por otro lado, pienso que es un tema a debatir y estudiar, hasta que punto es posible conciliar la universidad con la catolicidad en el mundo de hoy, yo pienso que es un tema abierto. Además, toda universidad tiene algo de doctrinario, cuantas doctrinas tienes allí tu metido en tu comentario, no existe una universidad neutral, eso es un cuento chino, todos tenemos ya una cosmovición y una antropología, lo que tenemos es que explicitarla y contrastarla y no escondernos bajo el amparo de la neutralidad y pluralidad. Bueno, un abrazo, y te deseo unas felices fiestas navideñas y un bonito años nuevo 2013. Edgard Munive (e_bcti@yahoo.es)
Estimado Edgard:
Mi comentario se ocupa de tu carta, tal como fue publicada en aquel medio. Puedes verificar la fueste. Si consideras que ese medio de prensa alteró tu carta, creo que nunca es tarde para hacérselo saber.
Las encíclicas de Juan Pablo II se leen y discuten en los cursos de teología de la PUCP, y M. Scheler y E. Stein se leen en los cursos de fenomenología. La PUCP nunca ha vetado autores, y todos los libros son completamente accesibles en nuestras bibliotecas. Comparto lo que señalas sobre la apertura dialógica, y me parece importante examinar la relación entre fe y razón.
Jamás he defendido la idea de neutralidad, que he criticado en varios luhares. defiendo el pluralismo, y mis posiciones están abiertas a la investigación y la crítica. Mi comentario puede tener cierta ironía, pero sin perder el respeto por la diversidad de ideas. Lo que no es admisible es la invocación al veto desde fuera del debate.
Felices fiestas.
Saludos,
Gonzalo.
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