Gonzalo Gamio Gehri
Es un hecho conocido que, en nuestro medio, el periodismo político televisivo no destaca precisamente por su pluralidad. La mayoría de los programas de corte político se han alineado con el gobierno actual – no se sabe si por convicciones políticas afines, o por intereses estratégicos de corte empresarial, o por ambas cosas -, y sólo contamos con alguna excepción, más o menos solitaria. Es una lástima, dado que la prensa y en general los medios constituyen lo que los ilustrados denominaban la esfera pública, un espacio reservado para el debate de los asuntos cívicos, para la formación de conciencia crítica y el control ciudadano del poder. En el Perú la realidad es otra, la de la “prensa cortesana”, y particularmente la televisiva, siento la televisión uno de las fuentes principales de información para la mayoría de la población.
El caso más patético es el de los “reportajes” con “efectos especiales” de César Hildebrandt Chávez para La Ventana Indiscreta, en los que reírse o beber un sorbo de agua mineral pueden convertirse – gracias a la cámara lenta, o a una música de fondo lúgubre – en gestos realmente siniestros. Vale la pena mencionar el renovado Habla el Pueblo, del canal 11, que se ha vuelto un verdadero fortín en la lucha contra las ONG (pensemos en la entrevista a Lourdes Alcorta y a Francisco Diez Canseco; no sorprende esta metamorfosis, si tomamos en cuenta la alianza entre RBC y Expreso, un diario cercano a los sectores más conservadores en lo político y lo religioso). Prácticamente el grueso de la TV. se encuentra bastante dispuesta a cerrar filas en la campaña de desprestigio contra los organismos ambientalistas y de DDHH, de modo que no dudan en omitir pasajes de la carta de APRODEH en los que se condena al MRTA, o asumen sin asomo de duda que Melissa Patiño o Carmen Azparrent son terroristas. Han claudicado en la búsqueda de la verdad.
Es un hecho conocido que, en nuestro medio, el periodismo político televisivo no destaca precisamente por su pluralidad. La mayoría de los programas de corte político se han alineado con el gobierno actual – no se sabe si por convicciones políticas afines, o por intereses estratégicos de corte empresarial, o por ambas cosas -, y sólo contamos con alguna excepción, más o menos solitaria. Es una lástima, dado que la prensa y en general los medios constituyen lo que los ilustrados denominaban la esfera pública, un espacio reservado para el debate de los asuntos cívicos, para la formación de conciencia crítica y el control ciudadano del poder. En el Perú la realidad es otra, la de la “prensa cortesana”, y particularmente la televisiva, siento la televisión uno de las fuentes principales de información para la mayoría de la población.
El caso más patético es el de los “reportajes” con “efectos especiales” de César Hildebrandt Chávez para La Ventana Indiscreta, en los que reírse o beber un sorbo de agua mineral pueden convertirse – gracias a la cámara lenta, o a una música de fondo lúgubre – en gestos realmente siniestros. Vale la pena mencionar el renovado Habla el Pueblo, del canal 11, que se ha vuelto un verdadero fortín en la lucha contra las ONG (pensemos en la entrevista a Lourdes Alcorta y a Francisco Diez Canseco; no sorprende esta metamorfosis, si tomamos en cuenta la alianza entre RBC y Expreso, un diario cercano a los sectores más conservadores en lo político y lo religioso). Prácticamente el grueso de la TV. se encuentra bastante dispuesta a cerrar filas en la campaña de desprestigio contra los organismos ambientalistas y de DDHH, de modo que no dudan en omitir pasajes de la carta de APRODEH en los que se condena al MRTA, o asumen sin asomo de duda que Melissa Patiño o Carmen Azparrent son terroristas. Han claudicado en la búsqueda de la verdad.
(La caricatura es de Carlín).
10 comentarios:
Totalmente de acuerdo. El problema es qué hacer ante esto. Te pediría humildemente que me escribas sobre tus ideas de como se debería manejar los medios de comunicación.
Muchas veces pienso que no debería de estar en manos privadas, pero tampoco en manos estatales. Uno, porque en privadas...bueno vemos todo lo que ha sucedido y sucede; dos, que pertenezca al estado solo lo vuelve más fuerte y no hay quien contrarreste ese poder (quién lo vigile).
¿Qué alternativa queda?
Estimado Antonio:
No puedo responder a esa pregunta de una manera inmediata y conclusiva. No creo que la salida resida en “manejar” a la prensa. Eso sería antidemocrático y contradictorio. Quizá se pueda promover una mayor presencia de las facultades de comunicación y periodismo, quizá el ciudadano pueda fiscalizar a la prensa. Me queda claro que – hoy por hoy – los blogs constituyen una buena alternativa a la prensa cortesana.
Saludos,
Gonzalo.
Una salida que debería promoverse es la del Defensor del Lector, tan usada en otros países. Que el diario tenga una carta de principios (por ejemplo, ser fiel a la verdad y a la investigación) y que frente a cualquier abuso el lector tenga con quien quejarse. Este Defensor del Lector, por ejemplo en los diarios NYTimes o El País de España, tiene silla en el directorio del periódico, su espacio en el diario y puede rectificar y emplazar públicamente a cualquier periodista.
No es intervencionismo. Es simplemente que el lector no esté expuesto a cualquier capricho del director de turno.
Estimado Antonio:
Estoy de acuerdo. Esa figura me parece importante, y cimenta una cierta independencia frente al poder como frente a las directivas del "dueño" del medio.
Saludos,
Gonzalo.
En principio se presentan problemas como son, quién elegiría a ese Defensor del Lector, qué organizaciones de la llamada "sociedad civil" se considerarían "representativas" del lector.
Y no creo que los problemas que he mencionado se salven señalando que estamos ante un tema de participación ciudadana y no de uno de representatividad.
Christian:
El tema no me parece tan difícil. Me imagino a los medios, a las facultades de comunicaciones, a instituciones tipo IPYS y similares eligiendo al Defensor.
Saludos,
Gonzalo.
Y por qué esas entidades u organizaciones y no otras? Qué criterios son relevantes para elegir? Por qué no los propios "lectores" organizados?
Sé que me puedes responder que las organizaciones que podrían formar parte de esa eventual Defensoría del Lector son integrantes de la sociedad civil, que se trata de ciudadanos, de "lectores" específicamente, con un mayor involucramiento en el quehacer de las comunicaciones que la media del resto de ciudadanos. Pero se podría objetar que esa mayor cualificación técnica no debería significar la suplantación del resto de ciudadanos a quienes se consideraría menos capacitados sobre el tema. Por lo menos ello se podría decir desde una perspectiva democrático liberal.
Quería añadir algo más sobre el tema. El problema del nombramiento de organizaciones de la llamada "sociedad civil" a una eventual Defensoría del Lector es diferente a la participación de integrantes de la "sociedad civil" en la vida política. En aquel caso se designan a ciertas entidades u organizaciones para, a fin de cuentas, representar al resto.
Esto fuera del problema de parcialidad (problema, al fin y al cabo contingente) de alguna de las organizaciones que has nombrado (me refiero a los medios de comunicación o a la IPYS, que no se ha mostrado tan neutral en el caso de Venezuela y sí marcadamente parcializada).
Saludos,
Christian
Publicar un comentario