Gonzalo Gamio Gehri
Creo que este tema es pertinente para un artículo a ser publicado un 29 de junio. Finalmente, se trata – al menos en parte - del carácter de las universidades católicas.
El editorial de El Comercio del último domingo 27 – Las otras universidades católicas - revela una evidente toma de posición de este diario frente al litigio que la PUCP sostiene con el Arzobispado de Lima; se sitúa (con el resto de la prensa autoritaria) del lado de quienes se proponen intervenir la Universidad. Llama la atención esta curiosa adhesión a quienes pretenden ver a la PUCP doblegada frente a un poder ajeno al cultivo estricto del intelecto y del conocimiento, horizonte de la vida universitaria. El texto está mal ensamblado y deficientemente argumentado. Por el estilo, la composición y el contenido, creemos que el texto no ha sido redactado por Francisco Miró Quesada Rada, importante politólogo progresista; tenemos la impresión de que el editorial posee el espíritu y el sesgo político de las entrevistas y notas de Martha Meier (y quizá el talante de los artículos de Hugo Guerra). Se trata de un pronunciamiento conservador, a nuestro juicio conceptualmente pobre, y retóricamente limitado.
El editorial analiza el documento a favor de la autonomía de la PUCP, firmado por 300 notables académicos provenientes de más de 30 países, investigadores de las mejores universidades del mundo (una estrafalaria página "aristocratizante" - monarquista - de Facebook califica absurdamente a estos destacados intelectuales de "izquierdistas y anticatólicos"). Sostiene El Comercio que muchos de los profesores firmantes trabajan en universidades católicas, mencionando entre ellas a Notre Dame, Georgetown, la Católica de Argentina, etc. El texto revisa sumariamente la historia, misión y la lista de autoridades de estas instituciones, para señalar simplemente que “muchas universidades en el mundo inspiran su cátedra en las enseñanzas cristianas con excelencia académica, pluralidad y tolerancia”. La nota parece sugerir que estas líneas institucionales convergerían con los planes que el Arzobispado de Lima tendría para la PUCP, si lograra imponer su punto de vista en la Universidad. Por supuesto, El editorial que comentamos no justifica esta discutible sugerencia.
En realidad, el lector encuentra pocas pistas – dada la problemática composición del texto – para identificar claramente el propósito de la revisión de los casos de universidades católicas. Por un lado, parece deslizar la idea de que los intelectuales firmantes del documento a favor de la PUCP estarían suscribiendo el pronunciamiento en franca "rebeldía" respecto de la “línea” de sus instituciones académicas. Por otro, simplemente parece sostener que la catolicidad de una universidad no conspira contra el pluralismo y la tolerancia frente a lo diverso (que la nota identifica con el enfoque del Arzobispado de Lima, sin justificar esta convicción, conforme a las exigencias del debate, y sin considerar los argumentos y testimonios rivales). El texto del editorial es tan vago, que admite esa peligrosa ambigüedad, a pesar de que difícilmente uno podría combinar consistentemente ambos puntos de vista. Hay que señalar, además, que la propia PUCP se define como una Universidad que cultiva su identidad católica a la vez que la apertura dialógica a diferentes perspectivas y horizontes de investigación (véase en esta dirección el importante artículo de Salomón Lerner Febres publicado en La República el mismo domingo 27, El legado pluralista de la Universidad Católica). Esta es una vocación que ha asumido formas concretas en la actividad universitaria cotidiana de la PUCP a lo largo de casi un siglo. Ella vindica su derecho a ser católica y a ser realmente Universidad, sin aceptar que se imponga restricción alguna al cuidado de las libertades académicas.
Ciertamente, muchas universidades católicas del mundo se plantean el reto de honrar su espíritu y tradición católicos y a la vez comprometerse con una irrenunciable vocación por la libertad de pensamiento. Es el caso de Notre Dame University, donde, por ejemplo, enseña Gustavo Gutiérrez, el teólogo peruano más importante, Premio Príncipe de Asturias. Se trata del creador de la teología de la liberación, autor de libros sumamente influyentes en el pensamiento teológico y social. Notre Dame constituye una casa de estudios en la que se cultiva y discute el legado intelectual y espiritual de Gutiérrez y de otros teólogos e intelectuales de diversas escuelas y tendencias; por ejemplo, el pensador conservador Alasdair MacIntyre enseña en la misma Universidad. Es un hecho conocido que algunos espacios académicos peruanos de inspiración tradicionalista no comparten esa vocación pluralista, y que quienes desde el integrismo religioso intentan controlar la PUCP no encuentran en ese pluralismo algún signo positivo (que se les antoja convergente con una suerte de "relativismo" o de "secularismo"... una tesis tradicionalista clamorosamente cuestionable desde un punto de vista filosófico). Recientemente, la revista Caretas ha documentado el caso de una universidad confesional en la que se plantean enormes dificultades para acceder a ciertos libros (dejo planteada asimismo la siguiente pregunta: ¿En cuántas universidades católicas peruanas y diócesis del Perú se admitiría con entusiasmo que Gustavo Gutiérrez diera una de sus magníficas conferencias? ¿Dónde se sitúa la diócesis capitalina al respecto?). La PUCP, en este sentido, es una Universidad que se aproxima al espíritu de Notre Dame U., pero está ciertamente en las antípodas de las universidades del segundo tipo, que serían proclives (en la línea de lo señalado por la nota de Caretas) a recortar ciertas libertades intelectuales en nombre de ciertas consideraciones de índole confesional. Hay razones para considerar que quienes pretenden intervenir sobre la PUCP estarían dispuestos a minar su autonomía y apertura, en esta misma senda integrista.
La nota editorial culmina con la poco feliz insinuación de que el pronunciamiento de los académicos extranjeros no toca directamente el tema de cuál fue la voluntad de Riva-Agüero en torno a los bienes que legó a la PUCP. Con ello, El Comercio parece manifestar su opinión institucional sobre el tema de fondo, que actualmente es materia de un proceso en el poder judicial. Es su derecho, por supuesto, aunque el asunto está en discusión. En todo caso, el tema de la declaración versa sobre el futuro del pluralismo de la PUCP, que ciertamente está bajo amenaza. Más allá del asunto estrictamente patrimonial – materia de proceso judicial -, los científicos firmantes tienen buenas razones para preocuparse por la preservación de un legado académico y espiritual que no es fruto de la cesión de un fundo o chacra, sino del trabajo y las esperanzas de generaciones de estudiantes y profesores como Felipe MacGregor, Luis Jaime Cisneros, Salomón Lerner y tantos otros intelectuales que por décadas se esforzaron y esfuerzan por hacer de la PUCP un espacio libre para la producción de conocimiento y la construcción de una ética ciudadana.
5 comentarios:
Hola Gonzalo,
Coincido con la vena de tu argumento, pero discrepo contigo cuando calificas al editorial de El Comercio de "conceptualmente pobre, y retóricamente limitado".
En un par de posts tuyos he visto que minimizas y descalificas a tus opositores. Nomás hace poco usaste la misma figura: "el hiperbólico y conceptualmente pobre texto".
No es creíble que sea "conceptualmente pobre" aquello con lo que no estés de acuerdo.
Al fin y al cabo los argumentos son parecidos. El Comercio ejemplifica que las universidades católicas con un régimen similar al que según aquél habría con Cipriani funcionan bien a partir de algunos firmantes; tú ejemplificas que Notre Dame es plural a partir de la presencia allí de Gustavo Gutiérrez.
Saludos,
Estimado Silvio:
No es conceptualmente pobre porque no estè de acuerdo conmigo, sino porque a duras penas se extrae un argumento del texto. Revisa el original, está muy mal escrito. Ni siquiera se sabe qué juicio asume sobre los firmantes provenuientes de instituciones católicas.
El caso de Gutiérrez es revelador (aunque se trata sólo de un ejemplo). Enseña en Notre Dame, y al mismo tiempo - hasta donde se sabe - no se le ha permitido en repetidas ocasiones dar conferencias en la Diócesis de Lima.
Saludos,
Gonzalo.
Ese editorial no tiene ni pies ni cabeza, es una sucesión de cuatro o cinco ejemplos que no apoyan ninguna tesis o hipotesis, es decir, es un texto sin argumentos. En retorica, se diria que le falta el meollo del asunto, la expositio y la argumentatio. Esta simplemente no existe en el texto, es un escrito algo ligero -pensando creo yo en que les puede traer problemas con la opinion publica- porque no dice a ciencia cierta que quiere, a donde va y como pretende llegar a esa meta. Decir que es "conceptualmente pobre" es dar en el blanco, porque el texto es pobre al carecer de argumentos. Tus criticos, me parece, no han analizado a profundidad el editorial o simplemente se estan dejando llevar demasiado por sus animos, revanchas, objetivos personales, o por alguna ideologia que les cuesta mostrar directamente.
Por otra parte, me llamo la atencion que el editorial no fuera firmado (o al menos, en la edicion online no aparece la firma). Pero no me llamo la atencion que el Comercio se muestre conservador nuevamente. Lo que ha pasado, me parece, es que las partes conservadoras del Comercio (que siempre son las que finalmente mandan) deben haber dicho hasta aca nomas. Asimismo, yo criticaria tambien al director del comercio, quien pasa por ser filosofo liberal y demas, pero no tiene la firmeza para defender su editorial (porque el como director es el que la debe escribir). Que acepte que juegen asi con su nombre (cuantas personas habran pensado que es el quien escribio eso?) habla de un falta de personalidad y etica bastante ostensible, algo que por lo demas le cae a pecho a los Miroquesada, siempre acomodaticios al gobierno de turno.
Gustavo A.
Acá un artículo interesante sobre el tema de la PUCP. No te va a gustar, ya conocemos tu fanatismo, pero es un punto de vista diferente.
http://ivangarzonvallejo.blogspot.com/2010/06/fe-universidad-y-modernidad.html
Charlie:
Qué gracioso lo que dices sobre mi "fanatismo". Yo sólo defiendo el pluralismo y las libertades que se cuidan en la PUCP.
"Sugiere, no está demás decirlo, que sólo los laicos o agnósticos pueden defender los valores modernos". Esa interpretación del manifiesto es de Ripley, parece salida de un manual de "recta enseñanza" antimoderno. Nada de eso se sugiere en el texto, parece que el señor de la nota hubiese leído otro documento. Preocupante.
Me da la impresión que el autor desconoce el contexto y las trayectorias de los protagonistas en este conflicto. Para lamentar.
Saludos,
Gonzalo.
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