miércoles, 14 de abril de 2010

“ANTÍGONA” Y LA PIEDAD



Gonzalo Gamio Gehri


“La ciudad sufre (…) a causa de tu decisión. En efecto, nuestros altares públicos y privados, todos ellos, están infectados por el pasto obtenido por aves y perros del desgraciado hijo de Edipo que yace muerto. Y, por ello, los dioses no aceptan ya de nosotros súplicas en los sacrificios, ni fuego consumiendo muslos de víctimas, y los pájaros no hacen resonar ya sus cantos favorables por haber devorado grasa de sangre de un cadáver”[1].



Cuando leemos Antígona, tendemos a concentrar nuestra atención en el notable conflicto de posiciones, en principio legítimas que representan Creonte y Antígona. Este singular énfasis es fruto de la poderosa influencia del agudo análisis que Hegel dedicó a esta tragedia en la sección “Espíritu” de su célebre Fenomenología. Las exigencias ético-espirituales del hogar y de la ciudad colisionan sin remedio. Por supuesto, Sófocles describe ese conflicto con esmero y precisión, a la vez que con un especial dramatismo. Sin embargo, esta particular atención del crítico literario y del filósofo muchas veces desatiende otras importantes batallas éticas que se libran en la obra, particularmente las que enfrentan a Creonte con su hijo Hemón, y luego con el sabio adivino Tiresias.

Como se sabe, el rey Creonte ha dispuesto que los cuerpos de los hijos de Edipo – muertos “por una acción recíproca” – tengan un destino diferente. El cadáver de Eteocles, el que defendió Tebas con todas sus fuerzas de la mano de sus ciudadanos, debe ser enterrado como merece un héroe. En cambio, los restos de Polinices, quien capitaneó un ejército extranjero para invadir su propia ciudad y devastarla, deben quedar insepultos como indiscreto festín de los perros callejeros y de las aves. Se trataba de un terrible castigo, pues – de acuerdo con la cosmovisión mítica griega - el espectro de aquel a quien se le priva de entierro permanece sin descender al Hades y sin encontrar la paz y el debido reposo. Creonte advirtió que el individuo que se atreviera a contravenir la orden sería condenado a muerte.

Confrontada por la lealtad al hermano y por el imperativo de obediencia a la autoridad, Antígona elige actuar piadosamente observando las leyes no escritas que ordenan enterrar al pariente muerto; se trata de “leyes que no son ni de hoy ni de ayer sino de siempre”, frente a las normas contingentes que producen los hombres[2]. Finalmente, sostiene que su existencia en el mundo de los mortales será fugaz, mientras que inevitablemente compartirá con Polinices y los habitantes de abajo una vida eterna. Antígona opta por honrar a los dioses tutelares de la familia, asumiendo todas las consecuencias de su decisión. Es capturada y al poco tiempo tiene que enfrentar su propio destino.

Creonte se aferra con todas sus fuerzas a las exigencias de cumplimiento de su edicto, desoyendo el consejo de los más prudentes. En sus intervenciones recurre más de una vez a la comparación de la pólis con un navío en el que la tripulación es consciente del diverso rol que le toca cumplir; si cada uno obedece sus órdenes y cumple con lo que le toca, la justicia (Díke) es reverenciada como es debido. Como es natural, a él le toca dirigir la nave. La metáfora es evidentemente autoritaria. A los ciudadanos de Tebas les resulta claro que el monarca posee actitudes tiránicas. De hecho, los tebanos sienten compasión por la joven, que sólo ha querido obedecer los preceptos divinos. El propio Hemón – y el coro – intentan hacer ver a Creonte que no está dispuesto a escuchar las razones de los demás. Su hijo le recrimina su actitud rígida y prepotente:

“Tú gobernarías bien, en solitario, un país desierto”.

Pero es Tiresias quien – en un conmovedor debate – pone finalmente las cosas en su sitio. De hecho, la cita inicial corresponde a las severas frases que dirige a Creonte. El anciano plantea este conflicto bajo una luz diferente. Si bien el edicto real se cimenta en el hecho de que el traidor no puede ser tratado de la misma forma que el patriota, las leyes de la Hélade que los dioses protegen señalan que la prohibición del entierro debido constituye una grave ofensa a lo que es considerado sagrado. Polinices está muerto, han sido vencidos los argivos ¿Qué sentido tiene ensañarse con el cadáver? Los trozos del cuerpo del príncipe condenado son llevados de aquí para allá por las aves y los perros, infectando la ciudad y los templos de los dioses. La medida legal de Creonte aparece en esta perspectiva como cruel e impía. De hecho, constituye hybris, pues constituye una grave afrenta contra el orden mismo de las cosas que incluso los dioses observan (así como un grave atentado contra la ciudad). Su incapacidad para recapacitar y para reconocer sus propios límites – su profunda ceguera frente a lo que tendría que reconocer como justo y valioso – precipita su propia alma a un abismo terrestre de dolor y soledad.


[1] Antígona 1015 – 23.

[2] Esto ha sido interpretado de manera errónea por muchos juristas como el momento fundacional del "derecho natural". Como señala mi buen amigo el académico libertario Aleksandar Petrovich - en plena convergencia con la filosofía de Hegel - se trata más bien del derecho de los muertos (he colgado un agudo comentario suyo con su autorización).

25 comentarios:

Hector Ñaupari dijo...

¿Esto significa que debemos perdonar a los senderistas a pesar que han querido y quieren destruirnos? Si ése es el sentido del post, estás completamente equivocado, Gonzalo.

Manuel dijo...

Me he encontrado con usted en varias ocasiones, tal vez algún artículo sobre Taylor o alguna reflexión sobre Walzer, y ahora que estaba buscando algún blog peruano sobre Filosofía conozco el suyo. Felicidades por su blog. Parece que compartimos algunas preocupaciones similares sobre filosofía política. Le invito a conocer mi blog http://blogdetica.blogspot.com/
Un saludo cordial.

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Manuel:

Gracias por tu mensaje y bienvenido. Visitaré con gusto tu blog.

Saludos,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

Héctor:

¿Quééé?

Me sorprende tu comentario ¿Qué tiene que ver este post sobre "Antígona" con el conflicto armado? La obra tampoco trata del perdón, sino del entierro debido.

Este post es sobre la trama de "Antígona". Es sobre Sófocles. Lo demás es "Conspirncy theory" y quizá algo de paranoia.

Saludos,
Gonzalo.

P.D.: Me llama la atención que tus intervenciones apunten a identificar - incluso en casos como éste, en el que el tema es completamente OTRO - la defensa de los DDHH con la condescendencia frente a los criminales terroristas. Te sugiero leas directamente el IF CVR para que veas como se disuelven una serie de prejuicios y se expulsan algunos espíritus agobiantes.

Anónimo dijo...

¿Se tomará tiempo con los griegos? ¿Y la política nacional?

Gonzalo Gamio dijo...

Voy a dedicarme a la ética clásica griega un tiempo, publicando de cuando en cuando un tema sobre política peruana. Publicaré también un par de cosas nuevas sobre la memoria.

Saludos,
Gonzalo.

Marcos dijo...

Como dice Ñaupari, que perniciosa me parece esa escondida equiparación que haces entre Creonte y Fujimori y entre Antigona y las organizaciones de derechos humanos que al defender terroristas y al poner énfasis en la memoria de los muertos creen seguir “el mandato de los dioses”. Por favor ¡¡¡¡Basta ya de politizar los textos clásicos!!!!

Gonzalo Gamio dijo...

Para "Marcos":

Harías bien en leer "Antígona", antes de suponer absurdamente que intento identificar a Fujimori con Creonte. Un poco más de respeto con los clásicos. Y un poco de cuidado con el tenor de los términos usados. Escribe un comentario más sobrio - con el mismo contenido - y lo publico.

Lo que hago es un análisis del texto clásico, particularmente del fragmento citado.

Me parece absurdo recurrir a la "Conspirncy theory" y a la fantasmagoría criolla.

Saludos,
Gonzalo.

Jaime dijo...

Gonzalo,

Cuando tocas temas existenciales, universales o con referencia a los clásicos creo que se muestra mucho mejor tu talento que cuando deciendes a la discusión política local.
Muy interesantes y agudos tus últimos posts....

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Jaime:

Gracias. Entiendo que los temas de coyuntura son más controvertidos.

"Antígona" es evidentemente una obra política. Lo que dice Marcos es una vulgar tontería. Lo dejo publicado para que conste en actas. No tiene ni pies ni cabeza. Que se ocupe de otros "eventos".

Saludos,
Gonzalo.

Alekssandar Petrovich dijo...

Maestro gracias por la cita. Pero debo hacer un matiz.

El tema de Antígona es interesante, tanto que ilustra mucho como funcionaba el Derecho en la antigua Grecia.

La historia de Antígona, que conoces sobradamente, tiene una visión jurídica, desde el Derecho, que tal vez escapa a tu excelente visión filosófica, y por eso mi hincapié que te hice sobre el derecho de los muertos ayer. Te explico mi visión:


I.- El pleito: Se gesta entre lo que se llama el NOMOS y la PHESISMATA.
El punto clave sucede cuando Antígona desobedece la Ley, la phesismata, promulgada por Creonte (Rey de Tebas).

Que ley? una Ley mandatoria:

Los traidores a la patria no tienen "derecho a ceremonias funebres" ni al "derecho a un entierro legal".

Antígona considero que esa ley promulgada por el Rey de Tebas, Creonte, conculcaba la Ley Divina.

Por tanto, a su juicio debía desobedecer la Ley y debía ejercer el derecho a enterrar con ceremonia fúnebre al cadáver de su hermano Polinices. Antígona enterró a su hermano Polinices.

Antígona fue llevada ante Creonte y explico que ella ha desobedecido la Ley del Rey, porque las leyes humanas no pueden prevalecer sobre las Leyes Divinas.

El Rey, sin ningún proceso, la condeno a muerte. Antígona murió suicidándose, se ahorco.



III.- Preguntas:

1.- Que derecho emerge en ese pleito? "el derecho a un entierro justo" o "el derecho a una muerte con entierro legal".

2.- Que prevalece en este conflicto de leyes? la Nomoi o la Phesismata?

3.- Los traidores a la patria carecen del Derecho al entierro? o del derecho a una muerte con entierro legal?

4.-Que ejemplos se pueden citar de estos últimos años? los ejecutados clandestinamente por la guerrilla colombiana?

5.-Que traidores ejecutados han sido enterrados sin ceremonia alguna, sin sus parientes cercanos?

6.- Es justo y de Derecho anularles o privarles de ese derecho intrínseco al ser humano o en términos anglosajones un derecho natural o en términos modernos un derecho fundamental?

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Alekssandar:

Bienvenido a mi blog, estimado amigo.

Estoy de acuerdo con tu lectura de "Antígona", y las razones iusfilosóficas con las que justificas el proceder del personaje principal.

Trataré de responder a tus preguntas, poniéndo énfasis en el aspecto filosófico y literario.

1.- Creo que en el mundo griego esa distinción no es tan nítida. Me inclino por la primera opción, ya que el referente son las leyes no escritas de los dioses.

2.- En esta tragedia y en "Las Suplicantes" de Eurípides, prevalecen las leyes divinas - propias de todos los helenos - sobre los edictos locales.

3.- En un contexto actual, mi respuesta es no. El entierro debido puede entenderse en el marco de los DDHH. Eduardo González Cueva ha trabajado el tema y sería excelente que participara del diálogo.

4.- Tendría que detenerme a examinar algunos casos en detalle, con datos en la mano (Putis, por ejemplo, constituye matanza). Aquí pedimos la colaboración de Eduardo González Cueva, experto en la materia.

5.- Tendría que buscar información de sindicados como "traidores a la patria" ejecutados.

6.- No es justo en absoluto. Es un acto de crueldad y ensañamiento.

Un abrazo,
Gonzalo.

Aleksandar Petrovich dijo...

Respecto a las preguntas que dejé en el aire te doy mis respuestas:

1. Emergen ambos derechos. Son intrinsecos al ser humano. No necesita que el Estado lo reconozca ni menos los cree.

2. En ese conflicto particular de Antígona, prevalece el derecho divino, no el derecho del Estado griego. Por tanto, el consejo de ancianos erro y el Rey ejerció poder contrario a Derecho.

3. Los traidores, gozan de ese derecho. No solo porque es un derecho del ser humano sino porque se nace con el y muere con el.

4. El análisis no es el hecho de la matanza, sino lo que sucede a posteriori, el que pongan o no obstaculos para que los familiares ejerzan ese derecho a enterrar al muerto.

Mi ejemplo es "el modelo ideal" (Weber). Muchos civiles y militares colombianos fueron ejecutados por guerrilleros, enterrados sin más y sin que las familias les hagan oficios funebres y los entierren como humanos.


5. En Argentina y Chile, en epoca de de dictadura, varios traidores fueron ejecutados sin tener un derecho a muerte con entierro justo.

6. Así es, es lo más bajo que puede hacer un ser humano contra otro ser humano.

Emilio Novis dijo...

Estimado señor:
Sería interesante,para enriquecer el análisis, tener en cuenta la perspectiva de Simone Weil al respecto. Cito una parte de su ensayo:"La persona y lo sagrado", que se centra en Antígona:
"Alabar a la antigua Roma por habernos legado la noción de derecho es particularmente escandaloso. Ya que si se quiere examinar lo que en ella era esta noción en el momento de su aparición, para mejor discernir de qué clase es, podemos ver que la propiedad se definía por el derecho del uso y abuso. Y de hecho, la mayoría de las cosas sobre las que el propietario tenía derecho de uso y abuso eran seres humanos.

Los griegos no tenían la noción de derecho. No tenían palabras para expresarlo. Se contentaban con el nombre de la justicia.

Se trata de una singular confusión, la de asimilar la ley no escrita de Antígona al derecho natural. A los ojos de Creonte, en lo que hacía Antígona no había absolutamente nada natural. Juzgaba que estaba loca.

No somos nosotros los que podríamos decir que se equivocaba, nosotros que, en este momento, pensamos, hablamos y actuamos exactamente igual que él. Se puede verificar remitiéndose al texto.
(Continua)

Emilio Novis dijo...

(Continuación)
Antígona le dice a Creonte: “No es Zeus el que ha publicado esa orden; no es la compañera de las divinidades del otro mundo, la Justicia, la que ha establecido semejantes leyes entre los hombres”. Creonte intenta convencerla de que sus órdenes eran justas; la acusa de haber ultrajado a uno de sus hermanos honrando al otro, ya que de esa manera el mismo honor le ha sido otorgado al impío y al fiel, al que ha muerto intentado destruir a su propia patria y al que ha muerto por defenderla.

Ella dice: “No obstante, el otro mundo pide leyes iguales”. Él objeta con sentido común: “Pero no hay reparto igual, ya se trate del valiente o del traidor”. A ella solo se le ocurre esta respuesta absurda: “¿Quién sabe si, en el otro mundo, eso es legítimo?”.

La observación de Creonte es totalmente razonable: “Pero jamás un enemigo, ni siquiera muerto, es una amigo”. Pero la pequeña necia responde: “He nacido para tomar parte no del odio sino del amor”.

A continuación Creonte, cada vez más razonable: “Entonces vete al otro mundo, y ya que tienes que amar, ama a los que allí permanecen”.

En efecto, ese era su verdadero puesto. Pues la ley no escrita a la que obedecía esta pequeña, lejos de tener nada que ver con el derecho o con algo natural, no era ni más ni menos que el amor extremo, absurdo, que llevó a Cristo hasta la cruz.

La Justicia, compañera de las divinidades del otro mundo, ordena ese exceso de amor. Ningún derecho lo ordenaría. El derecho no tiene vínculo directo con el amor.

Del mismo modo que la noción de derecho es ajena al espíritu griego, también lo es a la inspiración cristiana, allí donde es pura, no mezclada de herencia romana, o hebrea, o aristotélica. No es imaginable san Francisco de Asís hablando de derecho.

Si se le dice a alguien capaz de escuchar: “Lo que usted me hace no es justo”, se puede golpear y despertar, allí donde nace, al espíritu de atención y amor. No sucede lo mismo con palabras como: “Tengo derecho a…”, “usted no tiene derecho a…”; encierran una guerra latente y despiertan un espíritu de guerra. La noción de derecho, puesta en el centro de los conflictos sociales, hace imposible, desde todos los ángulos cualquier matiz de caridad.

Es imposible, cuando de ella se hace un uso casi exclusivo, permanecer con la vista fija sobre el verdadero problema. Un campesino, sobre el que presiona indiscretamente un comprador, en un mercado, para que le venda sus pollos a un precio moderado, puede muy bien responder: “Tengo derecho a quedarme con mis pollos, si no se me ofrece un precio lo suficientemente bueno”. Pero una jovencita, a la que por la fuerza se la intenta meter en un prostíbulo, no hablará de sus derechos. En tal situación, esa palabra parecería ridícula de tan insuficiente.

Por eso el drama social, que es análogo a la segunda situación, se ha presentado falsamente, por el uso de esa palabra, como análogo al primero.

El uso de la palabra ha hecho, de lo que habría tenido que ser un grito surgido del fondo de las entrañas, un agrio griterío de reivindicación, sin pureza ni eficacia"
El ensayo completo esta publicado en: http://frutosdelvacio.wordpress.com/

Saludos cordiales.
Emilio Novis.

Gonzalo Gamio dijo...

Emilio:

Efectivamente - como usted podrá constatar en mi post y en las citas - ni Sófocles ni ningún griego introducen la noción de "derecho". Ellos invocan "Ley" y "justicia". Hegel introduce la categoría "derecho de los muertos", como he expresado en la nota al pie de página. La discusión sobre "Antígona" en términos forenses es sin duda posterior. No he dicho otra cosa, como confirmará con una lectura de mi post.

Yo no me atrevería a identificar el amor de Antígona con el amor de Cristo, porque se trata de dos concepciones inconmensurables del amor. Es cierto que cuando Creonte exige un trato diferenciado a los cuerpos de Eteocles y Polinices, ella dice que ha venido a dar amor, pero eso no justifica - más allá de lo "extremo" y "absurdo" de ese amor - la identificación con el cristianismo.

Es verdad que Creonte juzga loca a Antígona, pero si usted recuerda la discusión entre el rey y Hemón, se señala que el demos estima como piadosa la conducta de la joven: la perspectiva de Creonte es sindicada como ciega y delirante. La posición del coro al final respalda esta lectura. Recordará usted la enorme relevancia del coro trágico para comprender el sentido de la tragedia.

Saludos cordiales.

Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

P.D.: Por supuesto, las obras de S. Weil son impresionantes. Incluida "La Fuente griega", que incorpora sus reflexiones sobre el pensamiento helénico.

Saludos,
Gonzalo.

Eduardo Gonzalez dijo...

Gonzalo, amigos:

Al leer "Antigona" es imposible suprimir la sensacion de que habla de ciertos aspectos fundamentales de la condicion humana, mas alla del contexto ateniense de hace 25 siglos.

Una revision rapida del Informe de la CVR nos muestra a mandos senderistas metamorfoseados en Creontes andinos. En el tomo VI, cap 1.1. encuentro que luego de degollar a comuneros a los que consideran colaboradores del ejército, los senderistas cuelgan un cartel que dicen "A este pueblo vamos a enterrar si tocan a los muertos". Y ¿qué es la desaparición forzada perpetrada por el Estado si no la negación del derecho al duelo por quién no se sabe si está vivo o muerto?

Conozco casos de negacion del entierro del enemigo en Colombia, Bosnia, Chechenia y (esto es lo interesante) en la Atenas clasica. En efecto, cuando Sofocles escribe "Antigona", era posible castigar ciertos crimenes con la "atimia", la completa negacion de derechos, que incluia la negacion del entierro. Pareciera que la contradiccion entre el principio del odio y el de la compasion es una constante antropologica...

Aleksandar Petrovich dijo...

Respecto a la idea de "derecho(s)" en la Antigona:

Los griegos si crearon derechos, como por ejemplo el derecho a votar en la Asamblea. Este derecho lo ejercian exclusivamente los que gozaban del "derecho a ser ciudadanos", es decir: los ciudadanos, atenienses y efebos. Estos, en en exclusividad, tenian derechos politicos. Por el contrario, los esclavos, los niños, las mujeres y los metecos (extranjeros) no gozaban del derecho a ser ciudadanos y tampoco de derechos politicos.

En lo que respecta a los griegos que se les aplicaba la "atimia" o "atimoi", tenian "derechos suspendidos". Las causas de suspension se producian por deudas y otras causales.

A mi juicio, a Antigona, no le suspendieron, le negaron el "derecho a enterrar". Un derecho natural -reconocido por la Ley Divina- que facultaba su ejercicio dentro del Estado. Por esa razon, en el "agon" que mantiene con Creonte, la detenida Antigona pronuncia una "rhesis" para explicar las razon de su conducta, y aporta como prueba fundamental (atechnoi), las leyes de los dioses, y otras como el testimonio de sus muertos y de Hades. Creonte no acepto estas pruebas. El fue muy listo en el proceso, primero no solo dudo del Guardia, sino que le ordeno la busqueda y captura de Antigona, una "apagoge". Entonces, cuando ella se autoinculpo, el Guardia quedo fuera de la causa. Pero ademas, a sabiendas que existia una potencial coautora del entierro de Polinices, condena a Ismena a la muerte, sin mas prueba que un "semeion", un indicio. En este proceso, Creonte administro justicia, conculcando derechos de ciudadanos griegos. Por ello es que luego con Tiresias queda demostrado que Creonte no tenia pruebas para condenar a Antigona.

Por tanto, mi argumento insiste en que en la tragedia griega "Antigona" de Sofocles, no solo se habla de Ley y Justicia, sino tambien de derechos.

Emilio Novis dijo...

Respecto al comentario realizado por el señor Petrovich:
*Es muy probable que la noción de derecho estaba implícita en la sociedad griega, como está implícita de hecho me parece en toda sociedad, pues se refiere sobre todo a los beneficios que le corresponde a uno por poseer algo (una cosa, un privilegio, un conocimiento, etc.). Siempre que exista una situación en la que se posee algo, se puede hablar de derechos, o al menos concebir esa noción y hacerla compatible.
Puesto que el sentido de la palabra se manifiesta en ciertas situaciones que conocemos, podemos utilizarla con sentido en cualquier otra situación semejante, sea que suceda dos mil años atrás. Pero a partir de ahí no podemos concluir que hace dos mil años esos hombres manejaban esa noción; de la misma forma que los griegos no manejaban la noción de aceleración, aunque existieran situaciones en que la que lo que llamamos aceleración estaba presente. En resumen, que nosotros reconozcamos una noción en una situación particular, no quiere decir que en esa situación se manejaba esa noción.
Los griegos no concibieron la noción de derecho (y mucho menos la pusieron en el centro de su sociedad), lo que no quiere decir que nosotros no podamos reconocer situaciones griegas en las que esa noción tiene sentido (sentido para nosotros, no para ellos).
Por otra parte, me inclino por los argumentos weilianos, que muestran que la noción de derecho es de una naturaleza mediana, inferior a la de justicia (tal como Antígona parece usar esta palabra), y por lo tanto es incorrecto decir que Antígona apela a una especie de derecho natural.

Saludos cordiales.
Emilio Novis.

Emilio Novis dijo...

Estimados amigos:
Muy atentos y enriquecedores los últimos comentarios. Digo lo que pienso al respecto.
*Respecto a igualar el amor que movió a Antígona a sacrificarse con el amor que movió a Cristo a sacrificarse, ciertamente es algo un poco problemático. Para entender mejor esto, es preciso tener en cuenta distintas reflexiones que Weil realiza en distintas obras. En esencia, Weil piensa que una religión es auténtica sólo si concibe a Dios, antes que todo, como amor. Si una religión tiene en su centro y como característica principal esa concepción, sin importar mucho que sea monoteísta o politeísta, es una religión auténtica. Una religión cuyo núcleo principal no es ese, es idolatría según ella, así sea monoteísta (por ejemplo, si se concibe a Dios sobre todo como todopoderoso y en segundo lugar como amor). Por su parte, de la religión griega no se sabe casi nada, sin embargo según Weil, la mejor expresión de la naturaleza de esta se encuentra en Platón, que tanto como Sófocles y los otros trágicos y casi todos los grandes hombres de esa época (salvo los cínicos) estaban iniciados en los ritos de Eleusis. Para Weil, tanto el himno homérico a Deméter, como las obras de Platón y otras obras manifiestan que la idea principal en la religión griega era que la divinidad era sobre todo bien y amor y que esa idea no es una invención de Platón o de los trágicos, sino que es un pensamiento que procede de la religión griega (p.e. en el "Banquete" de Platón se muestra como "la maestra" de Sócrates a Diotima, quien debido a su grandes conocimientos, era casi sin duda una sacerdotisa de Eleusis). Si se acepta que la noción de Dios es bien y amor antes que todo, era el centro de la religión griega- o por lo menos ese parece ser el caso de Antígona- entonces esa religión es "esencialmente igual" a la religión cristiana en su centro. (Claro está que existían desviaciones en los modos de adoración, como también pasa en la religión cristiana).
En el cristianismo, el signo principal de un auténtico creyente, es que es capaz de compasión auténtica (amor auténtico al prójimo), es decir, compasión por el desdichado, por el que es nada y es despreciado por todos. Según Weil lo que Antígona parece tener, es el equivalente, (por no decir exactamente) de esa compasión cristiana, que proviene del amor a la divinidad. Por otra parte, no se trata de un simple amor fraternal, pues Ismene no actúa de la misma forma.
Hay que notar también que se pueden hallar equivalentes de lo dicho por Antígona en los Evangelios. Por ejemplo él: "No obstante, el otro mundo pide leyes iguales", hace recordar el pasaje en que se dice:"Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto, que hace descender el sol y la lluvia sobre los buenos y los malos".
Weil piensa, en el fondo, que el Dios verdadero, el Dios que es amor, siempre se da, sin importando tanto el lugar en el tiempo o el espacio, sino siempre y cuando la petición y la devoción sean auténticas, frutos del amor. Piensa que es absurdo concebir un Dios que, por una simple diferencia temporal o espacial, se niegue dar de comer a un alma que pide con autenticidad, es decir movida por el amor.
Respecto a la locura, me parece que se podría decir que lo que mueve a Antígona son razones de fe, y lo que mueve a Creonte es la razón común. Pero propiamente hablando, la compasión no es producto de ningún razonamiento, es un sentimiento, un deseo que brota automáticamente en aquellos que aman a Dios. Por lo mismo, para aquellos que no han tenido experiencia de Dios, esos actos son sinsentidos, solo les queda pensar que es fruto de un desorden mental (lo que en cierto sentido es) o algo parecido. Tener en cuenta, por otra parte, que Platón habla de la locura de amor que los dioses inspiran en sus queridos, en ese sentido, se puede hablar correctamente de locura.
Ya me extendí demasiado, mis disculpas. Saludos cordiales.
Emilio Novis.

Eduardo Gonzalez dijo...

Aleksandar, Gonzalo,

movido por la curiosidad, he revisado el numero especial de la revista "Mosaic", de setiembre del 2008 dedicado a "Antigona" y encuentro muy persuasivo el ensayo de la critica literaria Judith Fletcher en "Citing the Law in Sophocles's Antigone".

Fletcher hace notar que la contradiccion entre "ley divina" y "ley humana" hubiera sido ajena a los atenienses. La distincion apropiada de acuerdo al texto es entre la "prohibicion" de Creonte (kerugma) y la "ley" que defiende Antigona ("nomos").

Antigona, pues, nunca acepta que el edicto de Creonte tenga validez legal puesto que toda orden de la autoridad debe ser consistente con el derecho, derivado de los preceptos divinos.

Es impactante en mi lectura de Fletcher, tambien, que quien tal desafio hace sea una niña, dado el estatus subordinado de la mujer en la sociedad ateniense. La virgen Antigona (y recordemos otras virgenes sacrificadas a los dioses en el ciclo clasico: Polyxena, Ifigenia) entabla un debate en derecho con la autoridad que -increiblemente- se rebaja a polemizar con ella... tal vez porque secretamente reconoce que su edicto no es auto-evidente.

Me interesa tambien el rol del coro: intimidado al principio, censura el atrevimiento de Antigona, pero cambia de opinion poco a poc, apra luego temblar de terror jubnto con Creonte ante la voz profetica de Tiresias.

Maravilla el paralelo entre esta historia clasica y el drama legal de paises que pretenden legalizar (con amnistias ilegales) la violacion de derechos fundamentales, y el drama que miles de modernas Antigonas, madres, victimas, ciertamente hermanas, protagonizan frente al poder, enrostrandole la falsedad de sus kerugmata...

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Eduardo:

Qué alegría contar con tu presencia en el blog, en tu calidad de poeta y especialmente como académico especialista en el tema de la prohibición del duelo. Sé que estás escribiendo un ensayo de DDHH sobre este tema.

Muy interesante también la presencia de Aleksandar Petrovich, especialista en Derechos Fundamentales. Este diálogo será especialmente fecundo.

Saludos,
Gonzalo.

Aleksandar Petrovich dijo...

Respondo al comentario de Emilio:

1.- Efectivamente, todos los científicos del Derecho sabemos que no se puede transpolar “significantes” y/ o “significados” a épocas o momentos antiguos que no se corresponden. Solo cabe la posibilidad de transpolar cuando el “signo lingüístico” (Charles Kay Ogden) tiene una evolución continua o no interrumpida en el espacio-tiempo (Ferdinand de Saussure).

Pues bien, en el asunto sub-materia, podemos afirmar que según los estudios realizados por filólogos e historiadores, hay ciertos signos lingüísticos griegos, que han evolucionado en el tiempo y no sólo fueron incorporados por los romanos al Derecho Romano, sino que continúo su evolución hasta la era moderna.

2.- Hay bibliografía abundantísima sobre los orígenes del Derecho en Grecia y particularmente del ejercicio de “derechos” dentro del Estado. Solo para dar alguna idea, puede revisar en escritos de historiadores, en escritos de los logógrafos, en la oratoria, y sobre todo en inscripciones (en estelas funerarias, vasos, etc.).

En cuanto al comentario de Eduardo:

1.- A mi juicio, Antígona desobedeció la Ley del Rey por ser autoritaria, pero además, contraria a las costumbres, a la Ley Divina. Ella, a pesar de no tener derechos por ser mujer, entr a pleito, practic su auto defensa y enfrent al Rey. Y no lo hizo para ‘discutir por discutir’ (eritsein), sino para exigir el reconocimiento de “algo innato al ser humano”, el derecho a enterrar con honras fúnebres a su familiar.

2.- Tal vez, como señala Fletcher, los atenienses no lo entendían como enfrentamiento, pero lo cierto es que la prohibición (kerogme) está subsumida dentro de la Leyes del Rey.

3.- Estoy totalmente de acuerdo contigo respecto a las inconstitucionales leyes de amnistía que han encubierto a los autores de masacres y que, además, han denegado el derecho de muchas familias de enterrar a sus muertos.

Anónimo dijo...

hola queria saber que significa esta frase de antigona? NO HE NACIDO PARA EL ODIO SINO PARA EL AMOR