Gonzalo Gamio Gehri
Finalmente se denegó el indulto a
Fujimori. Ciertamente, el caso no cumplía con los requisitos que establece la norma
acerca de la concesión de un indulto humanitario. Entre la norma y el cálculo
político – promover la venia fujimorista ante una eventual postulación de
Nadine Heredia -, primó la norma.
Me parece que esta decisión
presidencial deja una interesante lección. No importa cuán poderoso seas, los
delitos de corrupción y las violaciones de derechos humanos son castigados allí
donde los tribunales son independientes y si las autoridades competentes no se
dejan presionar.Si los delitos están probados y no se demuestra ningún error en el proceso, entonces queda poco por hacer. Por supuesto, es de lamentar que una cuestión tan importante como la
concesión de un indulto humanitario sea materia de la decisión de una sola
persona, pero celebro que Ollanta Humala haya escuchado el consejo de la Comisión de Gracias
Presidenciales y que no haya cedido a las amenazas y ofertas de quienes se manifestaban en favor del indulto al interior del sistema político. Cierta prensa jugó sus cartas, lo mismo que algunos empresarios; el Cardenal Cipriani echó mano de un concepto espurio de "reconciliación" que desembocaba en el silencio y la supresión de la justicia. El Presidente y la El grupo de especialistas que debían emitir opinión no se dejaron llevar por estas voces que clamaban por el indulto humanitario.Por supuesto, los seguidores de Fujimori reaccionarán ante el rechazo de esta solicitud. El grupo fujimorista se movilizará en el escenario político
desplegando furia y frustración contra el gobierno, pero resulta evidente de que se tomó la decisión
correcta.
Esta decisión debilita la cultura
de la impunidad que está sólidamente enraizada en el imaginario social y
político del Perú. Quienes administraron una vez el poder no son invulnerables
frente a las exigencias de justicia de las víctimas. No podrán salirse con la suya. No importa que el ex
presidente en cuestión cuente con una organización política personalista y con numerosos
adherentes con poder de negociación en el Congreso y acaso en el terreno
privado. Aunque parezca mentira, esta capacidad de presión e influencia no es
imbatible. El ruido mediático no pudo silenciar el juicio de quienes indicaban
el pésimo precedente que hubiese supuesto en materia de justicia el otorgar un
indulto a alguien que hubiera perpetrado crímenes probados contra la vida y la
dignidad de las personas, de no existir fundamentos estrictamente médicos para
hacerlo. Esa clase de situaciones sinuosas fortalecen el descrédito de la política.
Por fortuna, esta vez ha primado la observancia de la justicia. Los intentos
por ejercer presión y alterar los hechos han fracasado. Los fujimoristas han
perdido el único punto de su agenda partidaria. Tendrán que buscarse, finalmente, un
programa diferente.
3 comentarios:
La izquierda peruana con esto ha demostrado que no sólo está atrapada por su ideología, también está atrapada por la "odiología".
Parece que ideología y odiología son ridiculeces que siempre tiene el otro - la izquierda -, nunca uno ¿Qué sabio!
El fujimorismo -gracias a la odiología de la izquierda derechohumanista- se está convirtiendo en el equivalente del APRA para el siglo XXI: tiene ya una leyenda de persecución política y si Fujimori muere en prisión (como les gustaría a los caviares) van a lograr tener un mártir; con ambos ingredientes el fujimorismo tendría asegurado mantenerse como una fuerza política con influencia en la vida nacional.
Cuidado con intoxicarse con tanto odio, no vaya a ser como tu adorado JDC que el año pasado dijo que Fujimori debería morir en prisión y el cáncer se lo llevó a él primero.
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