Gonzalo Gamio Gehri
En un post anterior habíamos destacado la noción de identidad plural que Sen desarrollaba
en Identidad y violencia, en contra
de una imagen monolítica de la identidad que sólo la define desde la inscripción
comunitaria y la confesión. La pertenencia a la cultura de la comunidad nativa
o la militancia religiosa no tienen que ser forzosamente los componentes
medulares de nuestro sentido del yo, aquellos que ofrecen una dirección al
curso de la vida. El trabajo de discernimiento del agente mismo – generalmente
en diálogo con los otros – permite determinar, en virtud de razones que uno
puede compartir o exhibir en espacios sociales, qué compromisos o formas de
adhesión priman sobre las demás.
Uno podría preguntarse, no obstante, si en el
proceso de deliberación práctica el trabajo corresponde exclusivamente a la
razón sin que ésta tenga que tomar en cuenta determinadas condiciones que
inevitablemente ponen límites a sus posibilidades de acción. Con esto, me
refiero a ciertas situaciones con las que el agente tiene que lidiar y que no
puede desconocer sin más. En su correspondencia con Gershom Scholem – quien
discutía las tesis de Eichmann en
Jerusalén -, al verse interpelada por su condición de judía, Hannah Arendt
sostenía categóricamente que el corazón de su propia identidad no reside en el
discurso o la práctica religiosa. “Si puede decirse que ‘vengo de alguna
parte’”, advierte, “es de la tradición de la filosofía alemana”[1].
Esta aseveración puede acertadamente ser comprendida como una afirmación de la
capacidad de agencia de la persona en cuestión: ella reconoce la pluralidad de
aspectos, conexiones y compromisos que involucran el concepto de identidad – y
que constituyen el curso de la propia vida y sus sentidos potenciales – y
manifiesta la decisión de asumir como elemento dominante no la tradición
religiosa heredada, sino el movimiento de pensamiento crítico descubierto en la
juventud. Arendt elige la vocación antes que el legado espiritual de sus
ancestros. No obstante, la propia Arendt señala que la dimensión judía de su
vida es una realidad no susceptible de controversia, y que cuando es atacada
como judía ella respondía como judía. Con esta declaración, ella está poniendo
de manifiesto un hecho, a saber, que
aludamos o invoquemos en determinadas circunstancias biográficas una dimensión
de la mismidad como jerárquica en contraste con otras no sólo obedece al
ejercicio de la razón práctica, sino a la percepción de las exigencias de una
situación compleja, como la terrible experiencia de la Shoah. La deliberación opera en diálogo permanente con los
contextos vitales en los que actuamos, los escenarios que sólo parcialmente
podemos bosquejar y que tenemos que enfrentar.
Considerar esta
dimensión propiamente fáctica de la vida implica señalar las condiciones de lo
que significa “planificar la vida” o “diseñar o elegir un estilo de vida”. La libertad no se plantea en abstracto, sino
situada, encarnada en un contexto histórico – social. Ella nos remite a las
opciones que se plantean desde una mirada lúcida de las circunstancias y de las
posibilidades de sentido que desde ellas pueden vislumbrarse. El ejercicio de
la razón práctica entraña el cultivo de la capacidad de interpretar de manera
perspicaz aquellos escenarios – reales o posibles – en los que actuamos.
Carecer de esta capacidad – o no haberla desarrollado adecuadamente – nos
condenaría a fracasar en la tarea de llevar una vida con sentido. Sólo
adquirimos y ponemos en práctica esta lucidez para comprender y actuar – que los griegos concebían como phrónesis, la virtud de la prudencia –
dialogando y actuando con otros.
* Este breve texto se inscribe en un ensayo mayor sobre Identidades culturales.
[1] Arendt, Hannah “’Eichmann en Jerusalén’. Intercambio epistolar
entre Gershom Scholem y Hannah Arendt”
en: Una revisión de la historia judía y otros ensayos Barcelona,
Paidós 2005 p. 144.
2 comentarios:
Ortega y Gasset, dijo: “yo soy yo y mi circunstancia” Para este filósofo español, “ser” es algo dinámico: “ni soy siempre el mismo ni mi circunstancia es idéntica sino que todo - yo y mi circunstancia - están en perpetuo cambio”.
Maestro, escriba más sobre la "phrónesis", porfis!! Es un tema que siempre me interesó.
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