sábado, 17 de mayo de 2008

COSTOS Y BENEFICIOS. FOXLEY CONTRA EL "ARGUMENTO DE LA BARBARIE"



Gonzalo Gamio Gehri


Nuestras sociedades cultivan una enorme - excesiva - "tolerancia" frente a las dictaduras. El anhelo de "mano dura" no se extingue en nuestros imaginarios políticos, a pesar de la evidencia que pone de manifiesto que los regímenes que suprimen las libertades bajo el pretexto de "imponer el orden" son precisamente los más corruptos. El autoritarismo antiliberal constituye en nuestro medio una oferta pendiente, por las buenas o por las malas. El fujimontesinismo es la última expresión de esa tendencia antidemocrática, y todavía no nos hemos librado de ella, a pesar de la magnitud de sus crímenes.

En el último Caretas - en un artículo titulado "La política como podología" - Gustavo Gorriti muestra como uno de los sectores más oscuros del fujimorismo, los de las estrategias psicosociales y los de los trabajos encubiertos en los medios, sigue operando. Gorriti muestra cómo el domingo 11 de mayo aparece tanto en La Razón (de los Wolfenson) como en Expreso (sí, el de García Miró) un mismo texto que critica en los mismos términos, palabras y comas, un escrito del propio Gorriti. La mafia continúa, argumenta Gorriti, a través de los medios fujimoristas, que recogen los insumos de personajes funestos (¿Provenientes del SIN de Montesinos, acaso?), y que incluso publican esas notas tal cual (el nivel académico propio de esas canteras siempre ha sido limitadísimo). Estos personajes todavía siguen rondando la prensa y los fueros políticos.
Pero la oferta autoritaria sigue teniendo adeptos, y no sólo los que se han beneficiado con ella a manos llenas (que son legión). Se trata de una posición que ejerce cierta seducción en mucha gente. Es triste, pero es verdad; es una realidad que es preciso combatir. No solamente me refiero al "no importa que robe, pero que haga obra", una declaración terrible, que revela un grotesco desencanto político, indiferencia moral y no poca desesperanza - que es preciso combatir: que se trate de una opinión emitida por muchos no le confiere "legitimidad", ni la convierte en menos inaceptable en sentido moral -. También está la otra tesis, el argumento de la barbarie, aquel que sostiene que la corrupción y las violaciones de DDHH constituyen un precio a pagar por la "eficacia" en materia económica o de seguridad nacional. Allí están los empresarios y los políticos que miran a las dictaduras despiadadas de Franco y de Pinochet como generadoras de éxito y crecimiento, y lo mismo dicen de Fujimori, sin el más mínimo pudor.
El argumento de la barbarie es inmoral y vergonzante. Es eso, bárbaro. Nos invita a pensar (sin justificación alguna) en términos falsamente causales, y nos pide que sometamos nuestras convicciones morales más básicas en un esquema meramente instrumental (más adelante escribiré algo sobre Rational fools, de A. K. Sen, un ensayo en el que cuestiona el reduccionismo del razonamiento económico como teoría de la acción y la comprensión humana). Contra él, vale evocar una anédota que me contó mi padre. Sucedió hace unos años - en pleno fujimorato -, en el marco de unas conferencias sobre empresas y sociedad que organizaba IDINDE en Lima. Uno de los ponentes fue - me cuenta - Alejandro Foxley, años después canciller de Chile. El expositor habló de la experiencia chilena de crecimiento económico. Un asistente, un conocido empresario peruano de confeso corazón fujimorista, preguntó si el dolor producido por la dictadura y la represión pinochetista se justificaba en el ascenso macroeconómico posterior. Las palabras de Foxley se quedaron grabadas en la mente de mi padre: "No lo sé. Si usted puede poner en un lado de la balanza las torturas, las desapariciones y la supresión de la democracia, y en el otro, manzanas y cobre, hágalo, sopese ambas cosas - ya que sugiere que es posible - y saque sus conclusiones. Yo no puedo hacer un cálculo semejante. Me repugnaría el sólo hecho de intentar hacerlo."
Creo que aquí encontramos una poderosa lección acerca del necesario límite moral del razonamiento puramente estratégico. La "eficacia" no avala cualquier cosa. Los seres humanos somos más que variables de cálculo entre costos y beneficios.

21 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues ojalá esos remedos de políticos que tenemos aquí tuvieran la mitad de lucidez y juicio crítico que tiene Foxley. ya seria bastante.

Stanislao dijo...

Intersante post Gonzalo. Creo que al final el tema se puede reducir a la dicotomia existente entre una moral deontologica y una moral consecuencialista. Claramente tu apuestas por una moral estrictamente deontologica, algo que ni Sen hace, pues en mucho de sus escritos se desprende una preocupacion por las consecuencias de las acciones de los seres humanos a la hora de evaluar su moralidad. Esta es un argumento que utilizan muchos de los criticos de Sen para cuestionar sus teorias pues este no logra resolver la tension existente entre lo deontologico y lo consecuencialista. Por ejemplo Sen no ofrece jerarquias de "funcionamientos", por lo que disfrutar de un buen libro o prevenir el hambre podrian tener la misma jerarquia desde un punto de vista moral. En lo personal, pienso que una moral que deje fuera las consecuencias no solo es ciega sino que impracticable desde el punto de vista de la praxis publica. No existe politico ni planeador social que no evalue las consecuencias de sus actos y aproxime algun calculo de costos y beneficios al respecto. Es muy facil, para criticar una logica de esta naturaleza, usar casos extremos como el ejemplo anterior, pero por suerte estos casos tienen probabilidad de ocurrencia baja. Uno podria ser un libertario extremista como Nozick, y bajo una moral deontologica considerar que los derechos de propiedad son inviolables y que bajo ninguna consideracion el Estado puede tomar parte de esta (a traves de impuestos) para proveer bienes publicos para terceros. Sin embargo, doy por descontando que no te opones a la tributacion ni a usarla para proveer de bienes publicos para todos los ciudadanos (incluidos los pobres), por lo que despues de todo uno podria considerar que si hay una evaluacion del costo/beneficio de tolerar una violacion de los derechos de las personas. Por esa razon, no creo que sea tan sencillo dejar de lado una etica consecuencialista, que es al final y al cabo de lo que se trata el analisis costo/beneficio.

Gonzalo Gamio dijo...

Estanislao:

Me he centrado en un tema puntual (Dictadiura y cobre + manzanas), y no - todavía en una crítica de la rac. instrumental, aunque me parece una buena forma de ir señalando sus límites.

Tu dicotomía deontología / consecuencialismo no permite describir pensamientos más sutiles (p.e. Aristóteles). El "rational choice" PRESUPONE que uno puede traducir sus deliberaciones a opciones que pueden ponderarse en términos de más o menos beneficios. Esa es una teoría FALSA no porque no esté acorde de un hipotético "deber ser", sino porque no ha entendido qué significa DELIBERAR para un agente ordinario. Los bienes y males no siempre son uniformes o conmensurables. Ya volveré sobre el asunto desde Sen ("Rational fools") - tu objeción no parece cimentarse en sus textos - y varias cosas de Nussbaum y Williams. Pero, repito, sólo me he ocupado de la anécdota de Foxley. todavía no he entrado de lleno al tema.

Saludos,
Gonzalo.

Miguel Rodríguez Mondoñedo dijo...

Muy interesante, como siempre.

No entiendo muy bien, sin embargo, la idea de que la Rational Choice Theory no comprende qué significa deliberar. Yo no soy un especialista en ese tema, así que mi pregunta es un poco inocente. Sé sin embargo que los modelos de Rational Choice no deben entenderse como el modelo de las opciones reales que tienen los agentes sino como el modelo de lo que estos se representan. En ese sentido, todo modelo de Rational Choice tiene que complementarse con un modelo de los sesgos cognitivos que los agentes exhiben. La combinación de los cálculos de costo/beneficio y los sesgos cognitivos es lo que da un modelo apropiado para representar las deliberaciones.

En ese sentido, es bien conocido que existe lo que se llama un sesgo del presente ("present bias"), según el cual los agentes tienden a elegir alternativas que les proporcionan beneficios inmediatos, incluso si en el largo plazo son inferiores a otras alternativas---un ejemplo notable de este "present bias" es la facilidad con que muchos vendedores convencen a sus clientes de pagar muy poco durante más tiempo (hay gente que ha aceptado pagar 5 dólares semanales por un televisor de 300 dólares...durante cinco años!!), o de embarcarse en un hipoteca por la que van a pagar poco durante 5 años pero mucho más durante los siguentes 20. En otras palabras, Rational Choice no predice que los agentes escogeran la mejor posibilidad en términos absolutos, sino la posibilidad que perciben como mejor.

Aunque esto suena algo trivial y obvio, es importante en relación con lo que mencionas sobre la preferencia del "gobierno fuerte". Por un lado, en efecto, un "gobierno fuerte" ofrece soluciones inmediatas a problemas urgentes. Eso nomás lo hace "mejor" en el modelo, especialmente si tenemos en cuenta el "present bias".

Por otra parte---y aquí añado una reflexión personal, ignoro cómo se analiza esto el modelo mencionado---a mí me parece que la gente entiende por "gobierno fuerte" cosas bastante diferentes. En todo caso, la expresión exhibe una enorme ambigüedad.

¿Acaso no esperamos que un gobierno pueda controlar bien el tráfico, disminuir los asaltos, evitar los secuestros? ¿Qué tendría de malo pedir un gobierno fuerte en ese sentido? Otros, sin embargo, entienden que un "gobierno fuerte" es uno que agarra a palos a los manifestantes o destruye sindicatos o rompe huelgas. Y me atrevo a decir que existen algunos que apuestan por el segundo sentido sin que les importe un bledo el primero. De hecho, muchos políticos prometen el primer sentido pero implementan el segundo. Otros podrían querer un estado lo suficiente fuerte como para garantizar la educación y la salud de todos sus ciudadanos, por ejemplo.

Creo que cuando se le pregunta a la gente si favorece un gobierno fuerte, la pregunta viene con sesgo. Hay muchas nociones envueltas en esa frase y no todos dicen sí a todas ellas. En otras palabras, la gente sí está eligiendo alternativas racionales, somos nosotros los que no entendemos (algunos a propósito, otros sin mala intención) cuáles son realmente esas alternativas.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Miguel:

Concuerdo con tu reflexiñon sobre el “gobierno fuerte” como expresión multívoca.

Sobre el “Racional choice” tiendo a pensar que se trata de un modelo que malinterpreta las deliberaciones. Supone que el agente siempre sopesa alternativas rivales desde patrones uniformes que calculan en cantidades de mayor / menor placer, beneficio, etc. En sus versiones ortodoxas (Bentham, a veces Mill, Posner) no contempla las dimensiones irreductiblemente cualitativas de la deliberación, o el carácter inconmensurable de ciertas opciones rivales. El caso planteado es un buen ejemplo. En suma, el “Racional choice” proyecta sobre las personas una condición de sopesadotes utilitarios que no siempre se ajusta al modo como de facto deliberan (salvo cuando tienen ante la mente opciones conmensurables y cuantitativas, como en ciertas situaciones vinculadas al mercado).

Las consecuencias son fundamentales en la deliberación práctica, eso lo señalaría cualquier filósofo (salvo un kantiano más radical que el propio Kant), pero también resulta importante el proceso de discernimiento y valoración que suele acompañar a las decisiones.

Un abrazo,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Cuanta intolerancia destila este post.
El autor es incapaz de ponerse en el lugar de los miles de peruanos que piensan en lo que
él llama un análisis "costo/beneficios"; se limita a lanzar imprecaciones morales, no busca comprender, solo fustigar y acusar de "bárbaros" a quiénes no piensan como a él le gustaría.
Ya entiendo porqué cada vez que alguien con la intolerancia y soberbia del autor del post se lanza a un proceso electoral, no llega ni al 1%.
Evidentemente se trata de un moralista, en el peor sentido de la palabra.

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado "anónimo":

El intolerante parece ser usted, dado que se ha apurado a calificarme antes de analizar mínimamente el argumento. . Mi reflexión - en realidad la de Foxley - apunta más a rescatar el valor de la dignidad humana - la mía, la suya, la de cualquiera - con el fin de que las personas no se conviertan en instrumentos para otros, en "daños colaterales" o "costos sociales" de los propósitos de quienes detentan el poder.

Sólo he querido - como ciudadano interesado en el pensamiento político y ético - aproximarme críticamente a un modelo que parecen no cuestionar muchos políticos, periodistas de las prensa fujimorista y no pocos economistas. No me interesa hacerme popular con las ideas, sólo pensar temas que me parecen importantes. Dejo a los políticos (y a "La Razón" y "Expreso") la preocupación por las encuestas.

Saludos,
Gonzalo.

Gonzalo Gamio dijo...

Resulta "pintoresco" - por decir lo menos - que haya personas que califiquen como "intolerante" que se defienda el carácter no negociable de la vida humana frente a los tratos crueles, el homicidio o la supresión de las libertades ¿Habrá que "tolerar" - en su concepto - las torturas, desapariciones y la corrupción en nombre del "parecer" de mucha gente, o incluso de la mayoría?

Ese es un pensamiento cruel e incivilizado, pero no se trata de un punto de vista extravagante, exclusivo de los fujimoristas. Así pensaba Hitler. Y era un bárbaro y un genocida.

Gonzalo Gamio dijo...

Sobre "Rational Choice" (tomado de una réplica mía a un comentario a este Post en Gran Combo).

El análisis costo/beneficio puede resultar útil para el cálculo económico (y otros contextos precisos), pero se convierte en un modelo limitado y poco consistente proyectado hacia la ética. Es un modelo "poco realista" porque no todos los bienes y males son conmensurables y uniformes en la perspectiva del agente que delibera. El análisis costo/beneficio supone la homogeneidad de los valores (mensurables en términos de mayor placer o utilidad): esa es una hipótesis falsa. Y es falsa no desde una "deontología", sino desde una descripción de la complejidad de los bienes y males que examinamos y elegimos.

Saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Bonita la evasiva de Foxley, no solo es bueno para mangonear peruanos medrosos sino también para despistarlos.

Gonzalo Gamio dijo...

No podía faltar un comentario malintencionado, banal, ridículo y chauvinista como el anterior. Seamos más creativos y pensemos un poco más.

Rodrigo Velit dijo...

Los diarios aludidos son dignos ejemplos de ese eclecticismo tan perverso que da resultado a engendros realmente lamentables como la conjugación de liberalismo económico con conservadurismo (con integrismo de por medio) político. Y es así. ¿Le hacemos más caso a los "Chicago Boys" (brillantes en teoría económica, cabe señalar) que a Locke y Montesquieu? Paso.

Valga la aclaración, no descarto el eclecticismo como una alternativa de adopción ideológica. Al respecto, recomiendo el artículo de Martín Tanaka:

http://martintanaka.blogspot.com/2006/12/sobre-definiciones-polticas.html

Asimismo, tampoco pretendo establecer una correlación positiva entre liberalismo económico y conservadurismo político. Tales fueron de lamentable recordación (¿Pinochet, Fujimori?), pero que no deben generalizarse y extenderse a los que creemos en el mercado en política económica (sobre la base institucional sugerida por teóricos como North). Para, ello la comunidad académica de economistas (a la que pertenezco, como estudiante que soy) debe deslindar enérgicamente de dichas posiciones que llevaron a que denominaciones como la de "neoliberal" hayan asumido una connotación tan, pero tan, peyorativa.

La crítica a Sen la esperamos con entusiasmo, Gonzalo!

Saludos,
Rodrigo Velit

Gonzalo Gamio dijo...

Saludo tu excelente análisis, Rodrigo. Básicamente estoy de acuerdo contigo. Lo de Sen viene pronto.

Saludos,
Gonzalo.

Carlos dijo...

Estimados Rodrigo y Gonzalo,

Me deja con una gran curiosidad la pregunta

"¿Le hacemos más caso a los "Chicago Boys" (brillantes en teoría económica, cabe señalar) que a Locke y Montesquieu?"

Me gustaría saber con precisión qué cosa propuesta alguna vez por los "Chicago Boys" puede representar una alternativa u oposición a algo escrito alguna vez por Locke y/o Montesquieu.

Lo pido sinceramente ya que, en verdad, cada vez que leo o escucho una alusión a dicho grupo de economistas chilenos como "referentes" de una concepción social conformada por liberalismo económico y conservadurismo político, siento que me he perdido de algo.

¿Existe algún libro, documento o manifiesto donde dicho grupo haya sistematizado una propuesta de carácter político (y no enteramente económico como lo era "el ladrillo")?

A saber, la dictadura política fue ejercida por Pinochet y existía previamente a la llegada del grupo conocido como los Chicago Boys, cuya mayor injerencia durante la época de la dictadura se limitó al manejo de la política económica.

Creo que una imprecisión como la de atribuir el carácter político conservador de la era Pinochet al liberalismo de mercado, contribuye fuertemente también a la connotación peyorativa del termino neoliberal. El liberalismo económico puesto en práctica por los Chicago Boys termina siendo malo per se, sin mayor profundización ni análisis, simplemente por hacer coexistido con el régimen dictatorial.

Saludos cordiales,

Carlos

P.D. Por si hiciera falta, aclaro que deslindo enérgicamente con toda posición política antidemocrática y antiliberal. Tampoco es que defienda a priori a los Chicago Boys, simplemente me parece imprecisa la critica que suele hacérseles (como decía claro, a menos que me este perdiendo de algo...)

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Amhed:

Me da la impresión que lo que preocupa a Rodrigo es que los "Chicago boys" de Chile no hayan tenido mayores problemas en colaborar con una dictadura feroz y ensangrentada como la de Pinochet. Un auténtico discípulo de Locke y Montesquieu - un verdadero liberal - no se hubiese prestado a lavarle la cara a un régimen delincuencial.

Saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Si la crítica a los "Chicago boys" es por haber colaborado con el Pinochet, habría que poner el mismo énfasis para criticar a Diego García Sayán y sus amigos de la CAJ que colaboraron con la dictadura fujimorista... Espero no estar pidiendo peras al olmo.

Rodrigo Velit dijo...

Estimado Carlos:

Suscribo cada una de las palabras del último comentario de Gonzalo.

No creo que las ideas en materia de política económica de los Chicago Boys sea mala per se, ¡para nada! En realidad, son las que más defiendo (estudio en una escuela de economía con fuerte influencia neoclásica).

Lo que no puedo aceptar es el desvínculo que han hecho algunos economistas entre la dirección política y la económica de los gobiernos en que participaron. Pienso que, por ética, son líneas que no se pueden separar.

Entonces, ¿le haces caso solo al Smith defensor de la oferta y demanda y no al de los derechos humanos? No me parece digno de un auténtico liberal.

Saludos!,
Rodrigo Velit

Rodrigo Velit dijo...

Nuevamente, estimado Carlos:

Sobre lo que escribes que

"Creo que una imprecisión como la de atribuir el carácter político conservador de la era Pinochet al liberalismo de mercado, contribuye fuertemente también a la connotación peyorativa del termino neoliberal."

Por eso es que escribí enfática y muy claramente esto:

"Asimismo, tampoco pretendo establecer una correlación positiva entre liberalismo económico y conservadurismo político. Tales fueron de lamentable recordación (¿Pinochet, Fujimori?), pero que no deben generalizarse...".

Saludos!,
Rodrigo Velit

Carlos dijo...

Estimados Gonzalo y Rodrigo,

Gracias por sus respuestas. Estoy de acuerdo con ustedes en que un verdadero liberal debería haber deslindado oportunamente y en todo sentido con un régimen dictatorial como el de Pinochet. No puedo hablar por los Chicago Boys, pues no tengo idea realmente de cual habrá sido la actitud y opinión personal y/o grupal de ellos hacia la dictadura. Lo que finalmente ha quedado en los records históricos es que, simplemente, trabajaron con ella sin haber hecho nunca un cuestionamiento abierto y directo contra las prácticas antidemocráticas.

Sin embargo, cada vez que me pregunto que hubiera hecho de haber estado en su lugar, me queda un sin sabor en mi respuesta. Sin dudarlo, hubiera condenado y repudiado en todo sentido la feroz represión y las violaciones a los DD.HH. cometidos por el régimen militar. Pero lo hubiera hecho sabiendo, que casi igual de feroces eran la inflación y la falta de estabilidad económica provocados por el pésimo e irresponsable manejo económico llevado a cabo por Allende, y mantenido luego por los militares en los dos primeros años tras el golpe. Con el conocimiento que uno hubiera tenido en ese momento como economista, hubiera sido una prueba muy difícil, sino acaso un dilema moral, el haber tenido que optar por la inacción profesional a fin de ser consecuente con los propios principios liberales. Mi pregunta finalmente es, ¿sería acaso este un falso dilema? si lo fuera, ¿porqué?

Saludos cordiales como siempre,

Gonzalo Gamio dijo...

Estimado Carlos:

Puede ser que sea un dilema para mucha gente: es cierto que la inflación es feroz. No obstante, yo tengo clarísimo que no podría haber servido a un régimen asesino. Hubiera luchado democráticamente contra él (porque nada justifica la violencia) denunciando sus crímenes.

Saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Yo habría añadido: "¿Cuántos kilos de manzanas valen tus hijos? ¿Por cuántos lingotes de cobre me cambias a tu madre?