martes, 20 de diciembre de 2016

LA LAICIDAD Y LO PÚBLICO. CONSIDERACIONES CRÍTICAS SOBRE UN DEBATE SANMARQUINO








Gonzalo Gamio Gehri


El tema de la laicidad en la UNMSM enfrenta nuevamente conflictos y simple incomprensión. Llama la atención que la tesis “un Estado laico es un Estado ateo” – sencillamente absurda – esté presente en las discusiones entre algunos estudiantes y algunos profesores de aquella venerable institución. El principio de neutralidad estatal en cuestiones religiosas no pretende alejar a los ciudadanos de la forma de espiritualidad que han escogido adoptar; sólo recuerda que su lugar son las iglesias, así como otras organizaciones propias de la “sociedad civil”. Al Estado y a sus espacios les corresponde proteger la libertad y la igualdad religiosa y de visión del mundo en una sociedad moderna y pluralista.

Lo que sorprende en algunos casos es que esta incomprensión se ha convertido en un cierto cinismo ideológico, que aparentemente antepone la pura retórica a la 'cosa misma'. Se ha podido constatar que en esta discusión sobre los símbolos navideños en la Facultad de Ciencias Humanas se han enarbolado dos argumentos especiosos sumamente cuestionables y que entrañan extrañas consecuencias morales y políticas.  No se trata de puntos de vista generalizados para nada, pero llama la atención por carácter puramente polémico. Un curioso y esquemático relativismo antiliberal  y conservador - en particular, en la segunda perspectiva - ha ingresado en la controversia sobre la laicidad. Interesante. 

a.- El tema de los nacimientos en el espacio de la Universidad del Estado no es un asunto de culto, es mera “costumbre”. Por tanto, no lo alcanzaría el principio de laicidad.

Sorprende este tipo de actitud frente al rito que se defiende. Que se trata de símbolos religiosos de un credo particular es algo que no se puede cuestionar. Decir que hoy se trata de “adornos” equivale a despojar de toda trascendencia y significación espiritual a la idea de escenificar el Nacimiento de Jesús de Nazareth ¿Qué sentido tendría este ritual sin su referente sagrado? Resulta extraño minimizar el valor del Nacimiento como re-cuerdo de un evento de importancia religiosa con el exclusivo propósito de preservar la costumbre ‘formal’. Se trata de una argucia retórica burda. Una “tradición” pierde su razón de ser cuando pierde de vista aquello que representa o pretende hacer explícito. En contraste, el defensor del principio de laicidad reconoce el valor que tales rituales tienen para los creyentes, sólo pone énfasis en que su lugar no es el espacio estatal.

b.- Quienes defienden el principio de laicidad están imponiendo una idea foránea, ajena a las creencias y sentimientos de las mayorías. Son “imperialistas culurales” que enarbolan un falso universalismo moral.

Este es un argumento curioso. La idea es que quienes apoyan la solicitud no deberían interferir en una costumbre arraigada. La mayoría de la gente no se preocupa si se usan los escenarios estatales para desarrollar rituales de una religión particular porque sencillamente cree que la fe puede guiar o iluminar la vida del Estado; la mayoría cree en el plano de los hechos, en un Estado confesional. Aquí se quitan la máscara los detractores  más virulentos de la solicitud ante la Facultad de Letras y Ciencias Humanas. Se amparan en un  relativismo cultural políticamente conservador para desestimar la iniciativa de los estudiantes. Además, el razonamiento es deficiente: el hecho de que numerosas personas respalden una práctica – organizar Nacimientos en UNMSM – no significa que esta práctica sea válida o justa.

Pero es preciso decir algo más. Sostener que la defensa del principio de laicidad es un valor extranjero, occidental, moderno y ajeno, constituye un argumento que los conservadores usan para rechazar la democracia y los derechos humanos como fuentes para la acción moral y política. Lo mismo puede decirse sobre la invocación a la justicia de género, el respeto de la diversidad cultural y religiosa, el empleo de categorías liberales o marxistas para comprender y transformar la sociedad ¿Qué es finalmente originario e idiosincrásico? Incluso el cristianismo fue importado e impuesto de diversos modos, no se trató de una cosmovisión nativa o fácilmente asimilable a los supuestos “hábitos colectivos originarios” (si se puede usar esta rara expresión). Esta visión conservadora decreta el silencio de la crítica racional y el examen de las tradiciones.

El empleo de esta vana sofistería ha convertido a algunos estudiantes y profesores contrarios a la solicitud presentada al Decanato de promotores del valioso pluralismo sanmarquino en conservadores políticos, usuarios de un relativismo colectivo especioso, que en la ética y la política tiende a dejar nuestras creencias y prácticas sin crítica ni transformación cívica. Quienes pensamos que la democracia constituye una vía adecuada para nuestra patria estamos convencidos de que la laicidad constituye una condición esencial para transitarla genuinamente.













9 comentarios:

Anónimo dijo...

señor Gamio

Usted promueve el ateismo!!!!

Pilar Toro

Anónimo dijo...

señor Gamio

Usted promueve el ateismo!!!!

Anónimo dijo...

Basta ya de tanta rojería!

Anónimo dijo...

profesor Gamio, estoy colocando el comentario del profesor Quispe(UNMSM) respecto a su post que hace en su propio Facebook a un alumno:

Estimado Luis, has planteado un texto para la discusión y, sin embargo, has sido austero en tu respuesta: te has limitado a afirmar que suscribes en líneas generales las reflexiones de Gonzalo Gamio pero no explicitas tus razones. Quisiera, de mi lado, comenzar señalando que con Gonzalo Gamio me une una antigua amistad y en varias ocasiones he conversado con él sobre el tema de la laicidad del Estado. Nuestras conversaciones siempre han estado acompañadas del afecto y consideración que une a los amigos. En todo caso, lo mínimo esperable en toda confrontación de ideas es una actitud respetuosa de los interlocutores y un compromiso serio con la tarea argumentativa. Tomando como base el artículo que has colgado, debo indicar que coincido con Gonzalo Gamio en lo fundamental (es decir en la defensa de un Estado laico en el marco de una democracia liberal), sin embargo, discrepo con él respecto a la aplicación del principio de neutralidad confesional del Estado al caso del Nacimiento colocado en un patio interior de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Considero que Gonzalo exagera al hacer referencia en el título de su texto a un "debate sanmarquino sobre la laicidad". Propiamente no hay un debate sobre este tema -menos entre profesores-, lo que hay es un ping-pong de comentarios en facebook a raíz de una carta de una estudiante solicitando al Decano de la FLCH el retiro del Nacimiento o la explicación de su permanencia. Gonzalo Gamio se distrae analizando un par de argumentos -calificados de falaces- y que estarían en el centro del debate que realmente no existe. Afirma haber constatado la existencia de estos argumentos pero no hace ninguna referencia concreta. En todo caso olvida lo esencial (aunque lo menciona de pasada): el sentido y finalidad del Estado laico y del principio de neutralidad en temas religiosos. Es necesario recordar que la finalidad de estas ideas -surgidas en el marco del liberalismo moderno- era garantizar la libertad individual y la tolerancia religiosa en una Europa ensangrentada por cristianos de diferentes signos. El objetivo no era la censura y represión de las manifestaciones religiosas, por el contrario el régimen de laicidad buscaba impedir que el Estado imponga a los ciudadanos un determinado credo religioso. ¿Hay en la UNMSM ese riesgo de imposición estatal o institucional de algún credo religioso y que afecte los derechos fundamentales de los profesores, estudiantes y trabajadores? Definitivamente no.

Anónimo dijo...

continuación:
Los que conocemos la dinámica sanmarquina sabemos perfectamente que nuestra universidad es un espacio de libre expresión ideológica, artística, filosófica y también religiosa. Justamente en estas fechas algunos trabajadores expresan libremente sus costumbres o tradiciones a través de la preparación de Nacimientos. Apelar al carácter estatal de la universidad para afirmar que no pueden darse en ella manifestaciones religiosas es olvidar que la universidad es autónoma y es un espacio de libre expresión de ideas y convicciones. La postura de Gamio conduce al absurdo de afirmar que en una universidad privada sus integrantes tienen el derecho de expresar libremente sus creencias religiosas mientras que los profesores, estudiantes y trabajadores de una universidad pública ven recortado este derecho fundamental. En otras palabras, la laicidad del Estado para proteger la libertad de las personas deviene (en la aplicación que hace Gonzalo Gamio) en una justificación de la censura y la represión de la expresión de las conviciones religiosas en una universidad pública. ¿Quiere decir con ello Gonzalo Gamio que si deseo expresar libremente mis creencias religiosas (no imponerlas) debo dejar los claustros sanmarquinos y trasladarme a la Ruiz de Montoya o a la PUCP? Creo que las implicancias absurdas de esta posición debe llevarnos a pensar con suspicacia y preguntarnos qué hay detrás de todo esto. Por ello creo que en este caso no basta analizar argumentos, es necesario -siguiendo a los maestros de la sospecha Marx y Nietzsche- indagar que hay detrás de estas movidas anuales en contra de la expresión libre de algunos integrantes de nuestra comunidad universitaria.

Anónimo dijo...

Luego agrega lo siguiente:

He sido claro en sostener que el Estado laico es concebido como un Estado neutral en materia religiosa: un Estado no confesional con el propósito de garantizar la libertad de creencia y la pluralidad de formas de vida. Lo que me llama la atención es su errada aplicación a un caso concreto. Dicha aplicación olvida el sentido del principio de neutralidad del Estado en materia religiosa. El Estado tiene que ser neutral y las instituciones estatales. El punto es que San Marcos es una universidad no confesional...a nadie se le impone creencias religiosas. Su carácter laico no se ve comprometido por el hecho que algunos de sus integrantes realicen alguna manifestación religiosa. Según su postura habría libertad para expresar cualquier tipo de creencias o convicciones excepto las de carácter religioso. Esa postura no recoge el sentido de la laicidad...más bien "intrumentaliza" un discurso pro-libertad para restringir la expresión de cierto tipo de convicciones. Entonces lo que encontramos es una distorsión de la laicidad y una pretensión de cacería de brujas. ¿Por qué incomoda tanto que un grupo de personas expresen sus creencias religiosas? ¿Esas manifestaciones impiden que otros expresen sus propias creencias? ¿Se vulnera algún derecho fundamental de los demás? ¿O se ha convertido la laicidad en un principio que hay que aplicar a rajatabla como un dogma olvidando su sentido originario? En el fondo se busca de manera encubierta la censura de las expresiones de tipo religioso en una universidad plural donde cohabitan personas con creencias diferentes y hasta antagónicas. Muy diferente es el curso de religión de los colegios públicos...allí si hay una imposición doctrinal con exclusión de otros credos. Finalmente, los estudiantes no son funcionarios públicos y los profesores no "representamos" al Estado...somos docentes que tenemos derecho a expresar con libertad nuestras ideas y convicciones. Y los trabajadores del Estado son ciudadanos con plenos derechos. Las universidades son autónomas justo para garantizar la libertad de pensamiento. Otra cosa es que el poder del Estado o de las autoridades institucionales imponga creencias. Una acotación: no es dialogante asumir que por discrepar contigo eso se debe a mi desconocimiento de algún tema...es una lamentable actitud descalificadora e intolerante frente a puntos de vista diferentes. Si nuestro intercambio continúa que sea con mucho respeto.

Anónimo dijo...

Y pone además lo siguiente en la discución en su Facebook(Humberto Quispe-UNMSM)

Humberto Quispe Hernández Posiblemente no se trata de una mayoría...Me interesa además el debate conceptual y no derivar en un tema meramente legal. Lo que está claro es que en San Marcos no hay imposición de creencias y la universidad es laica (no confesional). Las manifestaciones religiosas de muchos o pocos no vulnera el derecho de nadie a expresarse con libertad: ese es el punto. El tema legal de detalle que lo expliquen los abogados y es revisable o perfectible. No hay que olvidar que estamos hablando de una universidad...no de un ministerio o juzgado: estamos hablando de una comunidad académica donde la libre expresión es irrenunciable.

Respecto a tu comentario final dejo que los lectores de este intercambio juzguen no sólo argumentos sino también actitudes.
Like · Reply · December 23 at 11:17pm · Edited
Humberto Quispe Hernández
Humberto Quispe Hernández En la universidad pública además hay actividad política -acorde con ideologías o perspectivas nada neutrales- y usando instalaciones del Estado...y nadie pretende impedirlo. El problema sería que el Estado o las autoridades universitarias nos quieran imponer una ideología...o que algún grupo pretenda hacerlo como en los 80 con arma en mano o con dinamita (en base a dogmas y enfoques mesiánicos).
Like · Reply · 2 · December 23 at 11:26pm
Luis Estrada Pérez
Luis Estrada Pérez Profesor una alumna solo ha presentado un pedido al decano de FLCH. Por cierto no ha tenido ninguna bomba ni dinamita ni cocheBomba. Esas asociaciónes si me parecen poco gratas, mas si es común espetar la etiqueta de "terrorista" a todo aquel que protesta. Muchos tienen el triste prejuicio de creer que los sanmarquinos somos terroristas por marchar y reclamar derechos fundamentales. Espero q ese prejuicio no lo invada. En el caso del uso eventual de los estudiantes de las instalaciones de la universidad es porque los estudiantes cogobiernan esta institucion. Estamos hablando de un caso muy diferente al que estamos dialogando por cierto.
Like · Reply · December 23 at 11:52pm · Edited
Humberto Quispe Hernández
Humberto Quispe Hernández Yo he hecho referencia a los 80. No he calificado a nadie de terrorista. No ponga irresponsablemente palabras en mi boca ni haga inferencias inválidas. Me refería a que en los 80 sí hubo una real amenaza a la pluralidad. Eso es todo. Tampoco he hecho referencia al cogobierno. He hablado de la actividad política en general de profesores, estudiantes y trabajadores...me parece bien que exista y se expresen diversas perspectivas en las instalaciones estatales...no veo la razón para que con esa misma libertad y en las mismas instalaciones no se pueda expresar otro tipo de creencias o perspectivas.

Anónimo dijo...

Es una posición razonable la del profesor Humberto Quispe. Quién es ese tal Luis Estrada Perez? No parece filósofo porque en vez de argumentar suelta cada insolencia! Qué lamentable que se exprese de esa forma sin leer algo sobre el tema. Así les enseñan en "Sentido y Referencia"? Me parece que es Ricardo Milla el ex ultraconservador que ahora funge de "izquierdista" convertido a proaborto y unión civil?

Gonzalo Gamio dijo...

Lo ridículo es aseverar que el principio de laicidad busca 'censurar' alguna expresión. La Universidad pública no es en un sentido directo un lugar para expresar un culto, ninguna universidad lo es. Se trata de un espacio de construcción de saber y de justificación crítica. Esa clase de expresiones le son propias. Creo que se usa en este caso de una manera equívoca la idea de "espacio público", estamos hablando aquí de lo público como estatal, no 'lo público' en el sentido de un lugar de tránsito público. Y el Estado ha de respetar la norma de neutralidad, en el sentido de la democracia liberal, no en el de el republicanismo galo. Nada tiene que ver el asunto de los Nacimientos con el vestido escogido por las personas. Allí nuevamente la estrategia retórica y demagógica encubre el esclarecimiento del asunto.

Que las autoridades contesten la carta, como solicitan los firmantes..