Gonzalo Gamio Gehri
Sabido es que Novalis
escribió los Himnos a la Noche
después de haber perdido a su novia Sophie von Kuhn. La muerte de la joven
había acabado con su alma. La música que escuchaba, las obras que leía o contemplaba
lo llevaban con ella, y sólo podía escribir compulsivamente para evocar su
recuerdo y traerla al presente. Sumido en la agonía de la ausencia, concentraba
su interés en pensar la matriz originaria de todo sentido – la Noche – que
podría conectarla nuevamente con ella. En la infinita noche la muerte no era definitiva.
“Tú me has anunciado la Noche: ella es ahora mi vida
–tú me has hecho hombre–
que el ardor del espíritu devore mi cuerpo,
que, convertido en aire, me una y me disuelva contigo íntimamente
y así va a ser eterna nuestra Noche de bodas”.
Esta terrible experiencia
permite a Novalis hacer de la poesía una reflexión metafísica sobre lo realmente
originario. La Noche es más antigua que la luz y todo lo que ella ilumina. Ella
es sagrada e inefable, está ella de misterio. La melancolía y el silencio que
produce la contemplación de la Noche se convierten en disposiciones
fundamentales para el acceso a lo eterno. La luz, en contraste, ilumina el
reino de lo finito que conmueve el corazón de la conciencia común. Al poeta,
sin embargo, el influjo de la luz ya no lo captura. Busca con pasión la manera
de evocar a Sophie con nuevas palabras. La irrupción de la Noche en su
atribulada alma configura su camino hacia ella.
“Los días de la Luz están contados;
pero fuera del tiempo y del espacio está el imperio de la Noche.
–El Sueño dura eternamente. Sagrado Sueño.–“.
En Novalis la nostalgia de la amada adquiere tonalidades místicas. El tono sosegado de sus versos contrasta con la descripción del rol que ella cumple como guía espiritual que revela los misterios que se anuncian con el advenimiento de la Noche. Recuerda a la diosa que recibe a Parménides, precisamente en las mansiones de la Noche, y somete a juicio del iniciado el discurso sobre el Ser.
“Ellos ni barruntan siquiera
que tú,
viniendo de antiguas historias,
sales a nuestro encuentro abriéndonos el Cielo
y trayendo la llave de las moradas de los bienaventurados,
de los silenciosos mensajeros de infinitos misterios”.
Volcarse hacia la Noche
es orientar la mirada hacia el misterio originario, hacia el sagrado fundamento
de las cosas, allí donde la muerte – tanto en Novalis como en Hegel - es tan solo
un momento finito en el circuito de la verdadera infinitud. La poesía aparece como
la llave de acceso a lo eterno. Seleccionar las palabras – las palabras correctas
– se convierte en la tarea básica de quien intenta recuperar lo perdido de cara
a lo infinito.
1 comentario:
Hablar de Novalis siempre es hermoso
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