miércoles, 17 de septiembre de 2014

PRIMO LEVI: EL CUIDADO DE LO HUMANO Y LA ÉTICA DE LA REMEMORACIÓN





Gonzalo Gamio Gehri


Hace tiempo que no leía un libro tan inspirador. Si esto es un hombre de Primo Levi describe los denodados esfuerzos de un grupo de seres humanos recluidos en Auschwitz por evitar la muerte y combatir la deshumanización que se promueve desde el Lager. Con una pluma sutil e iluminadora, el autor nos sumerge en el corazón mismo de la tragedia humana. Hacer memoria constituye a su juicio una condición para hacer justicia a quienes no sobrevivieron y permite abrigar la esperanza de que la humanidad aprenda de esta terrible experiencia. Rememorar la Shoah implica decir “nunca más”, procurar trazar un límite entre nosotros y aquellos funestos acontecimientos.

“Entonces por primera vez nos dimos cuenta de que nuestra lengua no tiene palabras para expresar esta ofensa, la destrucción de un hombre. En un instante, con intuición casi profética, se nos ha revelado la realidad: hemos llegado al fondo. Más bajo no puede llegarse: una condición humana más miserable no existe, y no puede imaginarse”[1].

El libro retrata una situación de absoluta degradación y desesperanza. Luchar a muerte por un trozo de pan adicional o por un par de botones, delatar al vecino por un poco más de sopa. Los nazis construyeron en los campos de concentración un sistema jerárquico que encargaba a los propios judíos el cuidado de la disciplina entre los internos: el Kapo se convirtió en una figura particularmente despiadada, que no dudaba en someter a sus propios compañeros a tratos crueles con tal de agradar a las autoridades del campo y  así hacer más soportables las condiciones de su propia reclusión. Generar la división entre los internos, fomentar el robo y el trato violento constituyó una estrategia sistemática para ejercer un control absoluto sobre las personas. Se trataba, asimismo, de despersonalizar a los internos, para minar cualquier posibilidad de resistencia contra su cautiverio. Era parte de una política de genocidio, conducente a la erradicación de quienes los nazis tenían por “seres desechables” [2]. La destrucción de lo humano en los campos obedecía a un programa cuidadosamente diseñado.

“En la práctica cotidiana de los campos de exterminación se realizan el odio y el desprecio difundido por la propaganda nazi. Aquí no estaba presente sólo la muerte sino una multitud de detalles maniacos y simbólicos, tendientes todos a demostrar y confirmar que los judíos, y los gitanos, y los eslavos, son ganado, desecho, inmundicia. Recordad el tatuaje de Auschwitz, que imponía a los hombres la marca que se usa para los bovinos, el viaje en vagones de ganado, jamás abiertos, para obligar así a los deportados (¡hombres, mujeres y niños!) a yacer días y días en su propia suciedad; el número de matrícula que sustituye al nombre, la falta de cucharas (y, sin embargo, los almacenas de Auschwitz contenían, en el momento de la liberación, toneladas de ellas), por lo que los prisioneros habrían de lamer la sopa como perros; el inicuo aprovechamiento de los cadáveres, tratados como cualquier materia prima anónima, de la que se extraía el oro de los dientes, los cabellos como materia textil, las cenizas como fertilizante agrícola; los hombres y las mujeres degradados al nivel de conejillos de indias para, antes de suprimirlos, experimentar medicamentos”[3].
En este libro encontramos poderosas reflexiones sobre lo humano y sus posibilidades, aún en estas terribles circunstancias de humillación y de encierro. A pesar del maltrato y el hambre, Primo Levi decide luchar en contra de las fuerzas que intentan destrozar su cuerpo y doblegar su espíritu. Se da cuenta – por ejemplo - de que puede recordar la fuerza interior de lo humano evocando las grandes palabras de los antiguos poetas: esto lo descubre cuando recita de memoria los versos de Dante del célebre Canto de Ulises en la Divina comedia. Tenía la intención inicial de enseñarle algo de italiano a un compañero francés; de pronto, los versos reabren las puertas de su mente y su corazón a pensamientos y emociones que creía ahogados en el profundo abismo de la desesperanza y del miedo. Esa experiencia lo impulsó a plantearse el proyecto de escribir sobre su propio Infierno y así advertir a otros de que los campos de concentración sí fueron reales.

En lo personal, debo decir que hace tiempo que no leía algo tan valioso y esclarecedor sobre la condición humana. Un texto que da que pensar y mueve poderosamente el alma hacia la empatía. Recomiendo su lectura con especial consideración. Se trata de una forma diferente de estudiar lo humano: configura un horizonte que nos permite acercarnos con ojo crítico a otras experiencias de violencia, como los sucesos recientes en la franja de Gaza o en Irak, llevados a cabo por otros perpetradores y en nombre de otras variantes del odio. Primo Levi ofrece una mirada hacia lo humano arraigada en lo narrativo y en lo práctico en su sentido más antiguo. Estamos acostumbrados, lamentablemente, a pensar al ser humano desde las categorías de la antropología metafísica esencialista, tan apreciada por el conservadurismo teológico y político. El riesgo de la abstracción y de la desvinculación con lo práctico es, por desgracia, considerable en esos enfoques, que a menudo pueden desembocar – involuntariamente o no - en visiones totalitarias de la moral y de la política. En contraste, esta hermenéutica de lo trágico nos acerca al trabajo de la investigación ética griega, aquella que contrasta experiencias y juicios prácticos contrapuestos, de modo cultiva “el poder dialéctico de comparar concepciones alternativas de un modo perspicuo al oponer sus rasgos más destacados”[4]. Ese tipo de reflexión enraizada apunta a la comprensión y a la defensa del ser humano concreto, libre de generalizaciones que pueden convertirlo en una mera idea, o en un objeto más del mundo.



[1] Levi, Primo Si esto es un hombre Barcelona, Nuchnik Editores 2002 p. 13.
[2] Revísese Lepenies, Wolf “La intolerancia, esa terrible virtud” en: Varios autores La intolerancia Buenos Aires, Gránica 2007 p. 93.
[3] Levi, Primo Si esto es un hombre op.cit. p. 109.
[4] Nussbaum, Martha “Leer para vivir” en: El conocimiento del amor Madrid, Machado Libros 2005 p. 432.

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