miércoles, 16 de abril de 2014

WILLIAM WORDSWORTH: EL AMOR Y LA NATURALEZA. UNA NOTA SOBRE LA ABADÍA DE TINTERN





Gonzalo Gamio Gehri

La abadía de Tintern es quizás el poema más conmovedor de William Wordsworth, en el se que combinan sus reflexiones sobre la Naturaleza como fuente de sabiduría y plenitud y sus emociones más inquietantes sobre el amor, la ausencia y la nostalgia. Un hombre ha regresado a casa después de cinco años y evoca la belleza de la zona agreste que tanto ama; la fuerza del paisaje, lla claridad de as aguas, la profundidad de los acantilados. Volver a contemplar ese escenario le permite recordar sus años iniciales, recuperar su antigua  interpretación de la vida. La emoción del momento lo lleva a reconocerse a sí mismo capturado por la visión de la Naturaleza en torno suyo.

“El día llega cuando descanso de nuevo, aquí bajo la sombra de este sicomoro, y veo esas tramas de casas y terrenos, penachos de huertos que en esta estación, con sus frutos inmaduros, quedan revestidos de una tonalidad verde, y se pierden en medio de bosquecillos y matas”.

A veces el tono es poderosamente emotivo, en otras ocasiones – como la que acabo de citar -, el poeta se deleita describiendo los pequeños detalles del paisaje. Sostiene que la contemplación de la Naturaleza tiene un efecto terapéutico sobre las emociones negativas que embargan el alma. La frustración frente al lugar vacío, el temor, el rencor podrían eventualmente ser enfrentados desde este contacto fraterno con la Naturaleza. Por un momento el diálogo toma un curso diferente, y el poeta se dirige sus palabras hacia otro interlocutor, un “tu”, que no parece ser la Naturaleza, sino más bien otro ser humano. Aquí vemos nuevamente en el autor el  poderoso tema de la nostalgia frente al amor perdido, arrebatado por la muerte.  Este tema constituye un puente espiritual entre Wordsworth y Novalis. La ausencia de la amada que hemos visto presentada, tantas veces, en otros poemas suyos. El poeta inglés evoca los recuerdos que guarda en su corazón, Sus palabras están cargadas de amor y de una profunda melancolía.

“Quizá no olvides, aunque yo esté donde ya no pueda oír tu voz ni capturar de tus ojos salvajes Esos destellos de existencia pasada, que sobre las orillas de esta deliciosa corriente anduvimos juntos; y que yo, durante tanto tiempo adorador de la Naturaleza, vine aquí sin desfallecimientos para ofrecer este servicio: aunque diría que con un amor más cálido, oh, con el más profundo ardor de un amor sagrado”.

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