Gonzalo Gamio Gehri
Novalis es, no cabe duda, el poeta de la ausencia y
de la nostalgia. Sus Himnos a la Noche
son el testimonio de la plenitud perdida y de los esfuerzos por recuperarla. La
nostalgia aquí posee la forma de la reflexión. La vivencia pasada – la presencia
de la Sophie von Kuhn, fallecida tiempo atrás, en su vida – aparece vivamente, como reflejo,
en su mente y en su corazón. El reflejo está presente, y el amor y la pluma del
autor lo mantiene vivo, aún como pasado – presente. La añoranza novaliana de la
felicidad perdida preserva su intensidad, aún bajo la percepción nítida del
tiempo transcurrido que separa la vivencia misma de la conciencia que la evoca. Los versos le otorgan a esta
vivencia un renovado poder, Arrancan esta experiencia de la percepción del mero
ayer. El poema Nostalgia de la muerte
hacia el final de los Himnos parece
incluso evocar la respuesta de lo añorado, que se abre paso desde la
imperturbable Noche.
“De un modo
misterioso e infinito,
un dulce
escalofrío nos anega,
como si de
profundas lejanías
llegara el eco
de nuestra tristeza:
¿Será que los
amados nos recuerdan
y nos mandan
su aliento de añoranza?”
La rememoración se abre al horizonte de la
interlocución. Novalis bosqueja esta conjetura como quien abriga una esperanza religiosa.
La posibilidad del diálogo con lo añorado es planteada no desde la fuerza de la
convicción, es formulada como pregunta. Desde una suerte de fe que se busca
como tal. No obstante, Esta sutil meditación de Novalis no atenúa su dolor. Ese
“dulce escalofrío” es acaso el “eco de nuestra tristeza”. Tras el eco se
anuncia – como un susurro – el recuerdo de la Amada. El poeta quiere el
reencuentro con la plenitud, quiere iniciar la katábasis, el descenso al Hades, como Orfeo, o el ascenso al Paraíso,
como en Dante Algheri. Iniciar el nóstos,
el regreso.
“Bajemos a encontrar la dulce Amada,
a Jesús, el Amado, descendamos.
No temáis ya: el crepúsculo florece
para todos los que aman, para los afligidos.
Un sueño rompe nuestras ataduras
y nos sumerge en el seno del Padre”.
Se trata de un mismo movimiento hacia la
trascendencia. La derrota de la distancia, la conquista de la unidad perdida,
la superación del pasado en el presente, vale decir, la actualización del
pasado. Como se sugiere en la Divina
Comedia, esta victoria final podría suponer la pérdida de la propia vida.
Novalis no aspira a lograr una visión mística de la Noche y de su Amada, él quiere
adentrarse en el misterio infinito sin posibilidad de regreso. La katábasis puede convertirse en la muerte
en estricto sentido.
“Ya no tenemos nada que buscar
–harto está el corazón–, vacío el mundo”.
En estos conmovedores versos se manifiesta la
radicalidad del romanticismo. El anhelo de infinito lleva a Novalis más lejos
incluso que el viaje fenomenológico del Faustode Goethe. Novalis ajusta cuentas con el tiempo para acceder a su principio
rector. En la Noche coinciden, según el creador de los Himnos, el fin de la vida y el principio originario de toda
Realidad.
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