Gonzalo
Gamio Gehri
“He pasado tres días extraños: el mar, la playa, los caminos me fueron trayendo recuerdos de otros tiempos. No sólo imágenes: también voces, gritos y largos silencios de otros días. Es curioso, pero vivir consiste en construir futuros recuerdos; ahora mismo, aquí frente al mar, sé que estoy preparando recuerdos minuciosos, que alguna vez me traerán la melancolía y la desesperanza. El mar está ahí, permanente y rabioso. Mi llanto de entonces, inútil; también inútiles mis esperas en la playa solitaria, mirando tenazmente al mar. ¿Has adivinado y pintado este recuerdo mío o has pintado el recuerdo de muchos seres como vos y yo?”
Este es un pasaje de El túnel, una de las novelas más importantes de la narrativa latinoamericana. María le escribe a Juan Pablo
Castel, revelando una serie de detalles importantes de la nostalgia, tal y como esta aparece en la reflexión literaria. Contempla el mar y los caminos y se ve a sí misma en otros tiempos, y evoca dolorosas ausencias del pasado y del presente. Ella está
lejos de la persona que quiere – con la que tiene una relación conflictiva y profunda, de acuerdo con la trama de la novela - y
la añoranza que siente la lleva a pensar en el carácter fugaz del presente, del
instante, de una manera similar- aunque más conmovedora - a la que se planteaba
en el Fausto de Goethe. “Pero ahora tu figura se interpone: estás
entre el mar y yo. Mis ojos encuentran tus ojos. Estás quieto y un poco
desconsolado, me mirás como pidiendo ayuda”, continua la carta, evocando la importancia de Juan Pablo en su vida. Intuye
que el lector de la carta quizá también la extraña, y se pregunta si él podría percibir su tristeza, y tenerla en sus pensamientos. Se pregunta si acaso él habría logrado pintar alguna vez – el lector de la novela recordará que es
un talentoso pintor – esta experiencia de la caducidad. El mar es permanente, desgarradoramente igual a sí mismo. Nuestras vivencias, en contraste, son finitas y
volátiles; se nos escapan. La ilusión de atrapar el instante y detenerlo está condenado al
fracaso (“Mi llanto de entonces, inútil; también inútiles mis esperas en la
playa solitaria, mirando tenazmente al mar”). El re-cuerdo se presenta sólo como un débil
reflejo.
Novalis
y Sábato han profundizado en este sentimiento de pérdida y de retirada de lo
presente (“hacer presente la retirada del instante”) que caracteriza la
experiencia de la nostalgia en su figura más bien romántica. El retorno (nóstos)
sólo es posible a través de la vía de la rememoración, a menos que – como plantea la nostalgia griega que reseñábamos hace unos días en Literatura y formas de nostalgia – el anhelo del reencuentro nos impulse en la práctica
a la recuperación real de lo que se
añora o de quien se ama. Aquí, a diferencia de los griegos, hay una actitud fatalista frente a la
finitud de las vivencias. Los griegos no renuncian a la posibilidad de
modificar el presente en nombre de ese poderoso anhelo. En contraste, en una perspectiva acaso más novaliana, María cree que sólo
puede superar esa actitud tomando consciencia de que vivir significa construir
futuros recuerdos; ella cree que puede darles una significación más sutil
describiéndolos de manera más profunda y poderosa, seleccionando las palabras
adecuadas (“preparándolos minuciosamente”, como dice explícitamente) y pretende afrontarlos con valentía y
lucidez. Quizá el poeta o el pintor – piensa - puedan infundirle mayor nitidez
al recuerdo, y combatir incansablemente la palidez del reflejo.
María declara en sus reflexiones que siente que no está preparada para afrontar la melancolía y la desesperanza. Sábato
contrasta la perspicacia emocional de ella y su brillante capacidad para la
expresión con el talante cerebral, casi detectivesco de Juan Pablo, que, como el
lector de la obra recordará, se desboca y arrastra al atormentado pintor a un trágico desenlace. El contraste entre ambos espíritus es interesante y conmovedor. Da la impresión de que ella afronta con mayor lucidez los conflictos y matices que plantea la relación. María desmenuza agudamente la vivencia de la nostalgia y hace manifiesto su sentido.
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