Gonzalo Gamio Gehri
El conflicto entre la PUCP y el Arzobispo de Lima ha llegado nuevamente a un punto crítico. En momentos en que las conversaciones parecían llegar a cierto entendimiento que apuntaba a darle una solución integral al problema (juicios y estatuto) – se estaba preparando un documento que se iba a someter a discusión en la Asamblea Universitaria -, el Cardenal Cipriani concede una entrevista a un medio de prensa en la que sostiene que estas conversaciones con la PUCP nada tenían que ver con el tema de la herencia de Riva-Agüero y con los juicios correspondientes. Este gesto puede tomarse como de ruptura del diálogo, dado que el Vaticano está interesado en lograr una solución integral al conflicto (en el contexto de esa propuesta se envió al Cardenal Erdo). Asímismo, es preciso señalar que estas declaraciones del Arzobispo de Lima estarían contraviniendo el pedido expreso de Roma de mantener en absoluta reserva las negociaciones entre la Iglesia y la PUCP. Esta funesta actitud favorece la sólida hipótesis de que lo que el Arzobispo busca es ejercer el control económico y académico sobre nuestra casa de estudios. Hasta donde se sabe, las autoridades competentes ya estarían informadas acerca de esta quiebra de las conversaciones y sus extrañas circunstancias.
Por principio, soy partidario de la idea según la cual la mejor forma de resolver los conflictos pasa por llegar a acuerdos que satisfagan a las partes; esto supone escuchar las razones del otro y estar dispuestos a hacer razonables concesiones mutuas. En el caso de la PUCP, considero saludable arribar a consensos que no supongan sacrificar la autonomía universitaria, el pluralismo académico y el libre ejercicio del derecho de la Universidad a administrar lo que le pertenece. Lo digo en nombre de la importante trayectoria de la PUCP al servicio del país y a favor del cultivo del conocimiento, y también porque el cuidado de estos principios – autonomía y pluralismo – constituyen requisitos básicos para que podamos hablar propiamente de una Universidad: en ella, la libertad ante el examen crítico de las diversas formas de saber y expresión de sentido. Estoy convencido de que los centros educativos que no permiten discutir determinados asuntos o disciplinas, o que impiden leer ciertos libros, no son realmente universidades, y fracasan en la tarea de formar seres humanos lúcidos. En contraste, la PUCP ha sabido mantener su autonomía y practicar el pluralismo y el espíritu crítico sin perder de vista su inspiración católica. El cuidado de la identidad no debería suponer el sacrificio de la libertad académica. Estoy convencido de que esa libertad no es negociable; no puede serlo si lo que se busca es preservar el espíritu de la Universidad. Eso está claro para la comunidad universitaria.
No conozco el documento definitivo que iba a ser sometido a consideración de la Asamblea- pude leer un escrito preliminar, un borrador, que ha estado circulando en la red -, antes que la otra parte interrumpiera el diálogo. Considero que tal documento preliminar es ambiguo en una serie de puntos importantes, como en las condiciones que un candidato debe reunir para ser elegido Rector, por ejemplo. Creo que cualquier sugerencia de reforma de los estatutos tendría que ser examinada con tiempo, para asegurar que la autonomía y el pluralismo no se vean amenazados en modo alguno. Pienso también que ahora – en momentos en los que una de las partes parece haber desestimado la propuesta de solución integral, que habría sido materia del documento – el escenario es otro. Primero, quizá Roma tendría que pronunciarse sobre la ruptura unilateral de las conversaciones, (y en torno a la ruptura de la reserva de las mismas). La comunidad universitaria, por su parte, esperará que el diálogo se retome, bajo las condiciones de una estricta defensa de la autonomía de la PUCP.
Estaremos atentos a lo que suceda en los días que siguen.
7 comentarios:
Por supuesto que no se menciona que aquellos que filtraron el borrador de acuerdo fueron los mismos que lo torpedearon desde adentro del Fundo Pando, tampoco se menciona que existe un sector intransigente y tozudo al interior del campus que no quiere llegar a ningún acuerdo con la Iglesia y apropiarse así de los bienes legados por Riva Aguero.
Para nada se menciona que aquellos que han arrastrado a la casa a una sucesión de descalabros judiciales y la han expuesto a un ruidoso pleito mediático que ha mellado su prestigio, deberían de responder por esto. Nada de esto se menciona.
El Cardenal Cipriani ha truncado las conversaciones al desconocer (en la entrevista) la solución integral que se ha propuesto desde Roma, al sostener que se trata de temas diferentes.
Con respecto al documento que se estaba elaborando, me parece natural que dentro de la PUCP haya posiciones divergentes. El texto debía ser discutido y es la Asamblea Universitaria la única instancia de la PUCP que podría aprobarlo.
La Conferencia Episcopal ha publicado una carta solicitando se reinicie el diálogo para buscar una solución integral.
"El Cardenal Cipriani ha truncado las conversaciones al desconocer (en la entrevista) la solución integral que se ha propuesto desde Roma, al sostener que se trata de temas diferentes."
Esto no se sostiene, el borrador del acuerdo fue publicado en la página de la PUCP el miércoles 4 de abril en la mañana, al terminar ese día, en la misma página web ya se había colgado un anuncio de que el acuerdo no iba más por un "impasse" y la entrevista que se menciona como "causa de la ruptura" recién salió publicada en "El Comercio" el domingo 8 de abril, varios días después.
No es natural que existan sectores al interior de una universidad que se identifica así misma como Pontificia y como Católica que tengan posturas antireligiosas y de naturaleza sectaria, que llamen al diálogo para torpedearlo desde adentro.
Finalmente, aquellos que han llevado a la casa a esta penosa situación límite en donde está a punto de perder todo, hasta su identidad, deberían de asumir su responsabilidad por esta mala gestión, ¿no?.
Surgió un impasse por el tema de la junta, en el marco de las conversaciones, pero estas se quiebran cuando se intenta desconocer públicamente la posibilidad de una solución integral.
Que existan posiciones que rechacen los puntos del documento me parece completamente natural (en ningún caso se trata de algo "antirreligioso").
Gonzalo, hace tiempo que no leía tu blog. Hoy me di un tiempo y me encuentro con este artículo sobrio y claro respecto de tu postura. Sin embargo, lo que me sorprende son los comentarios de este señor Alfredo P. De hecho, parece que a este señor le pagan por navegar en busca de textos no afines con la ortodoxia y tratar de mellar cridibilidades. Pues, Señor Alfredo P., gastará cada vez más tiempo, porque no podrá responder a todos los escritos que aparecen haciendo patente el real descalabro moral del que usted no está al tanto.
Me impresiona, Gonzalo, la sarta de mentiras e infundios: que existe un sector que quiere "apropiarse", mucha novela. Aquí la universidad trabaja cada día mejor hacia nuestor único objetivo: la calidad académica. Todos ganamos nuestro sueldo y nadie se "apropia"; que la pucp halla mellado su prestigio, pues se condice con el aumento de postulantes en el último examen de admisión (5 postulantes por 1 vacante; antes era solo de 2,5 por 1). Que la pucp está a punto de perderlo todo, solo en sus sueños.
Finalmente, lo que hay es una empresa intachable, eficiente y humana; y un grupo de personas al acecho que se valen de "auténticas interpretaciones" para colarse y robar.
Toño, a mí no me paga nadie por opinar.
Mis opiniones son totalmente independientes, yo no recibo ni un céntimo de la actual administración, ¿y tu?.
Lo mínimo que se debe pedir de las opiniones es que tengan pretensiones de verdad..
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