martes, 2 de marzo de 2010

EL DEBATE SOBRE LA OBJETIVIDAD Y "EL ARGUMENTO DEL MUÑECO DE PAJA"



(REFLEXIONES SOBRE UN ARTÍCULO DE ALBERTO VERGARA)



Gonzalo Gamio Gehri


El debate sobre el compromiso de los intelectuales y la objetividad de las ciencias sociales ha sido llevado con cierto nivel de crispación, pese a su enorme valor conceptual. Me da la impresión de que incluso ha sido percibido por un conflicto de “bandos”: Lynch / Adrianzén / Manrique “versus” Tanaka / Dargent / Vergara. No sólo “situados” versus “objetivistas”, sino incluso “izquierdistas” versus “técnicos (supuestamente condescendientes con el status quo[1]). Creo que – pese a su relevancia teórica – este debate padece más de una confusión, y algún defecto de principio. Uno de ellos es el ‘olvido de la epistemología’ que aparece con suma claridad en el texto de Dargent: la ‘objetividad de las ciencias sociales’ no se tematiza, desciende a nivel de presuposición (¿”ideológica”?). Me ha causado bastante gracia que el Sr. Wagner Reyes me asocie extrañamente al clan de los “militantes subjetivistas”, por mis reflexiones sobre la CVR; su crítica está bastante desorientada y no cuenta con ningún asidero, ni textual ni argumentativo. No pertenezco a ninguno de estos “bandos” en esta polémica sobre las CCSS, nada más lejos de mis preocupaciones, específicamente conceptuales; en lo que a mí respecta, este debate es de interés fundamentalmente académico. Espero lograr mostrar que mi posición presenta otros matices, y tiene el único propósito de poner de manifiesto las cuestiones filosóficas que están a la base de esta polémica y que corren el riesgo de permanecer invisibles, para mal del asunto que se discute.

Alberto Vergara ha publicado en el Suplemento Domingo de La República un texto bastante duro (y muy bien escrito), titulado Si el régimen político no es de izquierda, no es democrático (o el blues de los intocables). Suena simpático lo del “blues de los intocables” - y muy agudo y rortiano el epígrafe de Leonard Cohen -, pero pasemos a los argumentos, que son lo que de veras importa en un debate. Quiero mostrar que Vergara refuerza la tesis de Dargent vinculada al tema político, pero insiste en el descuido del plano epistemológico y cae en lugares comunes que entrañan prejuicios teóricos de cierta gravedad.

Debo decir que – en el plano político – estoy de acuerdo con Dargent y Vergara: creo que tienen razón ambos al cuestionar la hipótesis compartida por Lynch y Adrianzén, de que la agenda de la transición implicaba el rechazo o la modificación del modelo económico y el cambio de rumbo hacia un modelo izquierdista democrático (véase el ácido artículo de Nicolás Lynch publicado hoy). Lynch y Adrianzén sostienen que Toledo y García traicionaron la transición al mantener la economía nacional en el curso capitalista. Lo cierto es que Toledo nunca se comprometió a cambiar el modelo, y García…bueno, a García ya lo conocemos como un consumado cultor local de la racionalidad estretègica y las alianzas ad hoc. Dargent y Vergara hacen bien en criticar esa deficiente identificación entre ‘democracia’ y ‘agenda de la izquierda (¡y del nacionalismo!)’. Agrego que yo también lamento la adhesión - a mi juicio un tanto precipitada - de estos importantes intelectuales al proyecto de Humala (que no me parece en absoluto “izquierdista”). Sólo introduciría un ligero matiz a su argumento sobre el “sueño transicional”: Toledo sí se comprometió a mantener el curso de la política interna en el cauce transicional en el ámbito político, especialmente en materia del fortalecimiento del sistema anticorrupción y de seguimiento de las recomendaciones de la CVR; sin embargo, bajo su gobierno se debilitarom considerablemente estos dos aspectos de la agenda constituida en el gobierno de Valentín Paniagua, que apuntaban – en palabras del fallecido ex presidente – a una ‘Refundación de la República’. Definitivamente, el gobierno de García se ha esforzado por desactivar lo que quedaba de esta agenda.

Mis reparos van por el nivel de la epistemología (implícita en ambos autores). Ni Dargent ni Vergara se confiesan ‘positivistas’ – si es el caso de Martín Tanaka -; sin embargo, sí se pronuncian a favor de la “objetividad” y de la “neutralidad”, conceptos que habría de empezar por definir. Considero que Dargent asume este programa de manera más moderada. No obstante, es en este punto en el que Vergara carga las tintas, y creo que se equivoca.

Vergara busca desenmascarar a los críticos de la objetividad en la ciencia social. Lo primero que hace es señalar que se hace necesario reconocer criterios no ideológicos para juzgar la calidad de los libros y las investigaciones:

“Aquí quien ha lanzado la frase clave es Nelson Manrique: Tú también tienes ideología, le ha dicho a Tanaka. Y todos han secundado esta idea de que la crítica se realiza desde alguna posición política y, por lo tanto, no se debe ir por la vida pretendiendo la “objetividad”. Pero digamos lo evidente: los libros y los artículos pueden ser deficientes o logrados, mejores o peores, independientemente de la orientación política que ellos o sus autores tengan. La posibilidad de verificar ciertos niveles de calidad objetivos es lo que permite que la academia y el debate de ideas sobrevivan. Los libros de Manrique son estupendos porque cumplen con estos estándares y no porque sean de izquierda.”

Tiene toda la razón en este punto (¿Quién podría objetarlo?). Existen ciertamente criterios universales para evaluar la excelencia en la investigación (consistencia lógica, rigor argumentativo, solidez en el manejo de fuentes empíricas y bibliográficas, originalidad, etc.). Ciertamente, nada de eso está condicionado directamente por intereses ideológicos o por proyectos políticos partidarios. Sin embargo, el texto desliza la hipótesis de que sus rivales (Lynch, Adrianzén, etc.) tienden a valorar un texto como de calidad en tanto converge con sus esquemas ideológico-políticos, es decir, si cumple con los requisitos de la “ortodoxia”. Una acusación desmesurada, evidentemente retórica, y probablemente injusta.

Es importante recordar que una cosa son los criterios de evaluación de los textos, y otra la noción de "neutralidad" y el concepto de "objetividad" a los que apela la ciencia social para explicar los fenómenos que son de su competencia. Examinemos el 'remate' del texto:

“¿Cuál es la utilidad de exigir a quienes reseñan libros que anuncien en qué equipo político juegan? Peor aún, ¿por qué asumir que todos juegan en algún proyecto político? Yo le veo una intención muy clara. Es la vía por la cual todos los argumentos valen lo mismo, todos los libros terminan reducidos a ser expresión de una ideología, todos serían expresión de unos “intereses” particulares. Se instaura el relativismo más nocivo para el conocimiento pues nadie tendría ideas o hallazgos originales sino apenas reflejos de una agenda política implícita o explícita ¿Y a quién favorecería todo este relativismo? A quienes escriben libros deficientes”.

Aquí encuentro el lado más débil del texto. Dejemos de lado la última frase (que me parece un golpe un tanto "bajo" - innecesario – contra Lynch y Adrianzén; quizá Vergara cedió a la tentación de responder ácidamente a las agrias críticas de ambos autores al modelo de la objetividad politológica). Tendría que decir dos cosas al respecto. A.- Creo que Vergara simplifica gravemente un escenario teórico mucho más rico. Parece sugerir que, o uno investiga "objetivamente" (esto es, libre del yugo de las ideologías) o uno, en el otro extremo, escribe /juzga "jugando en algún proyecto político", sacrificando el contenido del trabajo científico. Le doy la razón al defender la posibilidad de una actividad intelectual no necesariamente involucrada con un programa ideológico partidario, pero nuevamente constatamos aquí el uso impreciso del concepto de ideología. Una cosa es afirmar que todo desarrollo del pensamiento y el conocimiento está conectado con un trasfondo de categorías, experiencias, inquietudes, presuposiciones, creencias, y también intereses, e ideales (políticos y de diverso tipo), y otra muy distinta sostener que los intereses ideológicos determinan y “explican” desarrollo del pensamiento y del conocimiento. Ese determinismo craso es absurdo, y ningún investigador social con dos dedos de frente podría suscribirlo. Nuevamente, el crítico se beneficia con la peligrosa ambigüedad del término “ideología”. La mayoría de los objetores al modelo de la objetividad en este debate (p.e., claramente en Manrique) han recurrido al primer uso (una versión digamos "hermenéutica", aunque algo imprecisa), pero Vergara interpreta estas objeciones como inspiradas en el segundo (el determinista, común en los textos de divulgación marxista).

Hay que señalar que esta indeterminación y este doble juego aplicados en el uso de "ideología" no sólo están presentes en la nota de Vergara, sino en las propias interpretaciones de Lynch y de Adrianzén.

Pero allí no acaba la historia. B.- Vergara introduce el tema del “relativismo” como quien saca un as bajo la manga. Por siglos, los partidarios de diversas formas de “objetivismo” – los cientificistas, pero también los fundamentalistas religiosos, los neotomistas, los marxistas ortodoxos, etc. – se buscan un “relativista” para “refutarlo” y así reforzar retóricamente su molde de objetividad o de verdad: “si no creemos esto caemos en el relativismo”, que sugiere que “toda posición es igualmente válida”. Sin embargo, como he intentado demostrar en otro lugar[2], el “relativismo” es una posición ficticia, que nadie asume realmente, ni siquiera Protágoras. Es un muñeco de paja que construimos para caricaturizar groseramente al rival, refutarlo en dos o tres movimientos simples, y reforzar nuestra posición.

De hecho, de la tesis según la cual “todas las investigaciones están conectadas con alguna visión ideológica” (se trata de una afirmación controversial, asumámosla hipotéticamente a pesar de que no convence) no se sigue que “todos los argumentos valen lo mismo”. Podemos imaginar muchas pautas que nos podrían permitir examinar “ideologías” y distinguir entre las que pueden ser más o menos plausibles y las que son disparatadas o delirantes (consistencia interna, efectos prácticos, correlación con la experiencia, plausibilidad de su modelo político y económico, tratamiento de los individuos y de los grupos, etc.). Asimismo, el llamado Principio de lucidez apunta en esa dirección. Sería absurdo concluir que “todas las ideologías políticas valen lo mismo”. Vergara ha construido un adversario a la medida de sus críticas.

El vínculo pensamiento / “ideología” no implica la inexistencia de “ideas o hallazgos originales”, o que las ideas y hallazgos sean “apenas reflejos de una agenda política implícita o explícita”. Nuevamente, Vergara se apresura a hacer conclusiones catastróficas de manera gratuita. Sin embargo, esa estrategia resulta vana y artificiosa si lo que se busca es fortalecer la “confianza en la objetividad” (que, en este caso, se revela inevitablemente dogmática). Si se trata de combatir la “sobreideologización” –sin duda, un combate importante e interesante – necesitamos algo más que exceso de retórica.


Imagen tomada de aquí.



[1] Esta afirmación de Adrianzén aparece como declaración, sin contar con una fundamentación.

[2] Cfr. Gamio, Gonzalo “Otro fantasma recorre Europa” en Racionalidad y conflicto ético Lima, IBC-CEP 2007.

12 comentarios:

Geviert-Kreis dijo...

saludos,

creo que estás interpretando mal a Vergara Gonzalo.

La crítica pertinente que estás haciendo en tu letra A:

"... otra muy distinta sostener que los intereses ideológicos determinan y “explican” desarrollo del pensamiento y del conocimiento. Ese determinismo craso es absurdo, y ningún investigador social con dos dedos de frente podría suscribirlo. Nuevamente, el crítico se beneficia con la peligrosa ambigüedad del término “ideología”."

No lo sostiene Vergara. Él se refiere a Adrianzén y Lynch, si no leo mal, por favor corrígeme si me equivoco. El "muñeco de paja" es de los otros dos, creo que Vergara está diciendo lo mismo que tú le estas criticando.

La frase:

"¿por qué asumir que todos juegan en algún proyecto político? Yo le veo una intención muy clara. Es la vía por la cual todos los argumentos valen lo mismo, todos los libros terminan reducidos a ser expresión de una ideología, todos serían expresión de unos “intereses” particulares."

Vergara se está preguntando indirectamente en el lugar de ellos. Avísame si no es correcto.

saludos,

Giovanni

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Giovanni:

Me he expresado con muy poca claridad en ese párrafo, tienes razón. Lo que quería señalar es que Vergara usa "ideología" de manera ambigua.

Uso la figura del muñeco de paja para referirme sobre todo al recurso al "relativismo".

Aclararé el pasaje. Mil gracias por la corrección.

Saludos,
Gonzalo.

Eddy Romero Meza dijo...

Señor Gamio creo que usted ha confundido al pobre señor Vergara con un muñeco de paja, y le esta atribuyendo cosas que usted desea refutar. En fin seguiré la evolución de este debate.

Bueno respecto al artículo en sí de Vergara, me llama la atención la siguiente afirmación (entre crítica e irónica) de este autor: “O sea, para ellos (Adrianzén y Lynch) el carácter democrático del régimen no proviene de la sucesión de elecciones limpias y justas, sino de las políticas públicas que los gobernantes deberían haber puesto en marcha”.

Ciertamente solo un necio podría defender la idea de que únicamente la alternancia electoral transparente (derecho político) define el carácter democrático de una nación.

Existen también, otras variables, como los derechos sociales y económicos, que son los ausentes en nuestro país, y que permiten por lo menos desconfiar de esta democracia, como lo hacen Adrianzén y Lynch, mas no Vergara al parecer.

Saludos.

Gonzalo Gamio dijo...

Sr. Romero:

Usted me acusa de algo sin dar razones, y encima usa la imagen del 'muñeco de paja', a la que yo he recurrido. No me parece correcto. Qué gracioso. Qué fácil indicar cosas sin el razonamiento correspondiente.

Creo que usted ha confundido este blog con otro espacio virtual, de diferente naturaleza. Las afirmaciones deben venir con argumentos. Si usted no demuestra que lo que digo de Vergara no lo dice Vergara, entonces su primer párrafo es 'flatus vocis', y nada más.

Las cosas que yo digo de Vergara vienen respaldadas con citas. Sus festivas suposiciones no van acompañadas de nada. Le sugiero revise con calma mi post y el texto de Vergara.

En lo segundo tiene razón. Allí sí ofrece alguna razón, aunque algo escueta.

Saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Algunos comentarios tras todo lo que he visto en blogs sobre este debate:
Tanaka ha dicho que es post-positivista. No positivista asi nada mas. Popper no es positivismo. Tanaka se equivoca al decir "la objetividad es una quimera". Tambien surge una pregunta. Si Tanaka es positivista, como dicen algunos, como es que dice eso de la quimera?
Objetividad y positivismo no son lo mismo. Ademas, objetividad puede haber sin positivismo.
Militante y ciudadano no son lo mismo. No hay mas que decir. No se identifican. Gran error hacerlos una misma cosa. Asi que no es cierto que todo intelectual sea militante. Deben serlo? Yo creo que aqui debemos revisar la experiencia y decir que no. Pueden serlo pero seria mejor que no lo fueran. Lo mejor es que sean criticos de los politicos. Estou de acuerdo en que un mlitante puede ser critico... pero veamos la experiencia... es lo menos probable.
"Feticihismo del dato"? No, de las estadisticas. Tampoco ahi hay cosas que sean iguales.
Definicion de ideologia que alguna vez dio el mexicano Luis Villoro: "conjunto de enunciados insuficientemente justificados que tiene por funcion mantener el poder de un grupo o clase social mediante el intento de prestar legitimidad a ese poder". Habria que agregar "ganar" el poder de un grupo etc.
Cordiales saludos.

Gonzalo Gamio dijo...

Anónimo:

Cierto, puede haber objetividad sin positivismo. Y ciudadano y militante no se identifican.

Tanaka se describe como un "positivista blando". es un concepto que todavía no ha desarrollado.

Saludos,
Gonzalo.

Antonio dijo...

Acá la única joda, molestia, fregadera, es que Tanaka se ponga con una actitud de Arnold Schwazenegger criticando a Adrianzén por su ideologizacion que hace que sus textos presenten partes poco rigurosas (como es lógico), y que Tanakeitor (el exterminador xD) no se mire las narices cuando en mucho de sus escritos hay breves partes que reflejan claramente su visión socialdemócrata de las cosas.

Por ejemplo, no es por echarte la pana, pero tu haces muy bien en reconocer desde donde ves las cosas y así el lector puede tender puentes entre el análisis sesudo que haces y tu percepción más íntima de las cosas

Tanaka critica lo que él adolece pero lo fresco está en que él no lo reconoce (lo ha reconocido recieeeeeén en sus últimos posts). Y mas fresco es aún que critique partes que no son parte del análisis del libro de Adrianzén sino partes de lo más personales e intrascendentes para el objetivo de su libro (si piensa que hugo chavez es autoritario o no???? acaso es parte del objetivo del libro? acaso Adrianzén está pensando como politólogo buscando la mejor categoría que defina a uno u otro gobierno? solo que Tanaka piensa que todo un libro es full análisis y el que vierte opinión está maldito.

Hace bien Manrique al hacer ese recordatorio que pone Vergara.

Gonzalo Gamio dijo...

Hola Antonio:

Más allá del tono un poco ácido de tu comentario, concuerdo contigo en que formular una opinión (incluso política) no desmerece la solidez y la claridad del análisis. Es más bien al contrario, puesto que los análisis sociopolíticos apuntan a fortalecer la conciencia crítica.

Debo decir que esta polémica me resulta interesante y motivadora, que realmente ha movido a los blogs hacia un tema realmente importante. Ya estaba cansado de leer las teorías y prácticas conspirativas de los reaccionarios monárqicos rococcó y los wiki-vándalos, empeñados en sus cacerías de brujas infructuosas, delirantes y menudas, y sus planes para conquistar el mundo.

Este debate sobre las CCSS de veras vale la pena.

Saludos,
Gonzalo.

Antonio dijo...

No quería ser tan ácido sino un ácido simpaticón jaja. Pero ahora que releeo (lo debí de hacer antes, me doy cuenta que me salió la L. Alcorta que todos llevamos dentro).
Sí, claro que vale la pena y no creo que yo sea el único en agradecerte por ir centrando un tema realmente pendiente y necesario en la agenda. Estoy seguro que Tanaka puede contribuir en mucho aportando en la discusión desde su mirada de positivismo "blando", esperemos uno de sus posts para que se vaya construyendo más el tema.

Aunque ya de por sí con su ejemplo del cerrucho estoy con mis dudas, pues asume que las cosas tienen una esencia...........

Gonzalo Gamio dijo...

Muchas gracias, Antonio. El debate ha avanzado bien, y espero que no se detenga. Todos estamos aprendiendo.

Saludos,
Gonzalo.

Anónimo dijo...

Parece que Tanaka detuvo el debate...

Gonzalo Gamio dijo...

No creo que Martín haya detenido el debate. Ha prometido un post sobre su pasada militancia.


Saludos,
Gonzalo.